Partida Rol por web

Dantooine. Un planeta verde, azul y dorado situado en el Borde Exterior.

Cualquiera que alzara la vista, vería la silueta de una enorme tortuga marina cruzando el cielo azul del planeta.

- Allí - Baker Swordwind señaló un punto en la lejanía.

Suta'Raz asintió. El joven Twi'lek, a los mandos del carguero Gthrok 720, comprobó las coordenadas que les habían proporcionado. Sí, ese era su destino. La enorme estatua de piedra, un caballero jedi con la capucha puesta y con su sable láser activo y en guardia, podía verse aún a esa distancia.

- Sí - dijo Suta'Raz -. Es donde indican las coordenadas que nos dieron.

- Eso es...

- Un Enclave Jedi - Wulryk Brightnight terminó la frase de Nun'zacris. Estaba de pie, apoyado en la consola del operador de sistemas, al lado del alto Twi'lek -. O sus ruinas, concretamente. Cerca debe de haber una base de la Alianza abandonada. Aterriza allí.

"Base" no era el término más adecuado para el pequeño grupo de módulos prefabricados que habían sido instalados durante la guerra a varias decenas de metros de las ruinas del enclave, pensó Sidias Praxon mientras sobrevolaban la zona. Era más bien un campamento grande.

- Los sensores no indican señales de vida - conluyó Sidias mientras manipulaba los controles -. Sin embargo, en las ruinas...

Finalmente habíamos llegado a aquel pedazo de tierra perdido en los confines del Borde Exterior, sorprendía pensar que allí mismo se estuviese cocinando tal evento. Cuando la gran mayoría de la tripulación se decidió por unirse a la Alianza tres cosas me habían aliviado: la primera había sido que Sidias decidió venir (o más bien él me había convencido a mí de hacerlo pero ¿Quién se fija?), la segunda era que el Capitán terminó accediendo a hacerlo también y la tercera era aquella nave.

La nave con la que había abandonado aquel planeta, que no era suyo ni de su especie pero en el que había crecido, al unirse a los contrabandistas al notar los convulsivos tiempos que vivía la galaxia. Había aprendido de sus caprichos, de sus capacidades y el cómo llevarla exactamente donde quería.
Esa nave era una buena señal, el Capitán decidió dejarla a los reclutas al recibir un puesto de mayor cargo como un regalo ritual o algo por el estilo.

A la par que el vehículo interestelar entraba en contacto con la superficie sólida de Dantooine con la delicadeza con la que un progenitor deja a su retoño en una cuna el Twi'lek pensaba en su capitán y se preguntaba -¿Por qué tendrán tal fama los mandalorianos?-.

Se apagaron los motores y me levanté con un suspiro.

-Hora de usar las piernas- comenté en un básico perfecto.

Dantooine, el fin del universo... Conforme nos acercábamos al punto de aterrizaje comprobé con los escáneres en busca de formas de vida, no había ninguna en las proximidades de ese asemejo de chapuza de base, y así lo hice saber a mis compañeros.

Después dirigí la mirada hacia las ruinas, uhmmm, aquí hay algo. Así que continué la frase, sin embargo, en las ruinas parece haber... puede ser algún tipo de ser que desprende calor - algo porque esta especie de detector parece de la época de las guerras clon - no pude evitar pensar, la Alianza era mejor en casi todo que el Imperio, en tecnología y recursos, no.

Esperé al perfecto aterrizaje, como siempre, de Suta `Raz. Levanté el pulgar izquierdo hacia arriba acompañándolo de un gruñido y una vez se hubo incorporado lo hice yo también.

Revisé con esmero el blaster, la célula de energía estaba cargada, era de las primeras cosas que enseñaban en la academia. Lo extraje de su funda y lo sopesé en la mano derecha, me había sacado de muchos aprietos... y a Suta.

A continuación eché un vistazo al variopinto grupo que habíamos formado hace un tiempo, seguramente si la Alianza no hubiera derrotado al Imperio no hubiera conocido a ninguno. Saldré primero, no era una petición, con la mano izquierda acerqué el dedo índice al pulsador para que se levantara la puerta.

El taciturno Praxon gesticulo por un buen trabajo e instó a todos a bajar detrás de él. Era lo lógico, tenía el pulso de un droide y la precisión de un cirujano, al tratarse de su pistola blaster sobre todo.

Le di el paso haciendo una señal con la mano e inclinándome, como a la nobleza, dado que disparando era un rey y aproveché a tomar mi fusil de un compartimiento cercano y lo revisé. Quizás tirando era mediocre pero seguro que podía mantener cualquier pieza de equipo suficientemente afortunada de caer en mis manos.

Los primeros días en nuestro anterior trabajo competíamos con Sidias para ver quien desmantelaba, limpiaba y re-armaba primero las armas asignadas del resto de la tripulación.

Me puse junto a Wulryk, eramos los "blandos" del grupo.

Baker miro a traves de las ventanas su planeta natal, y no pudo evitar en pensar todo lo que habia pasado desde que el y sus dos hermanos se presentaron en la puerta de la base proxima y pidieron unirse a la Alianza, y en todas la aventuras y combates en los que habia estado desde entonces.

-Estamos cerca de la vieja casa- penso para si Baker -puede que si tengo algo de tiempo que pase por alli y vea como esta la familia- termino de pensar mientras Sidias avisaba de que habia detectado ha alguien en la ruinas -seguramente sera el contacto, aunque mejor ser prudente- dijo Baker mientras comproba su armamento -corren tiempos peligrosos- termino de decir.

Dejo Sidias bajara primero y el bajo despues observando a su alrededor para ver donde su habia algun peligro o posible amenaza.

El arrogante príncipe Wulryk Brightnight de Elyssvar se aburría. Una cosa tan obvia y sencilla como esa resultaba algo más que simplemente irritante para alguien como él. Durante los gloriosos años de la Rebelión, cuando cada batalla era de importancia caudal para su supervivencia y para la liberación de la Galaxia de la tiranía imperial, Wulryk estaba en su salsa. Algo curioso, pues no era realmente un hombre de combate. Pero sí era un hombre muy activo e inteligente, gran planificador y sagaz estratega. El estímulo de la guerra quedaría para siempre grabado en su memoria. Ahora que sólo quedaban los restos del Imperio, sin Palpatine ni Darth Vader, todo había perdido encanto y color, Wulryk había perdido la alegría de vivir. Todo le aburría soberanamente. Ahora, con un nuevo objetivo en mente, estaba ansioso. Aquellas coordenadas eran una promesa de grandes cosas. Por desgracia para sus compañeros de viaje, ansioso era pedante, incisivo y, en líneas generales, incluso más inaguantable que de costumbre.

Ante el soez comentario de usar las piernas, el príncipe pensó inevitablemente en cerrarle la boca diciéndole que no, al menos no él, dado que disponía de un deslizador personal... pero se mordió la lengua. A lo largo del tiempo que había compartido con la "plebe", había aprendido a moderar su lenguaje. No le habían "atacado", no había necesidad de defenderse.

El joven Sidias tomaba la iniciativa y descendía primero, mientras que el twi'lek verde se colocaba al lado del príncipe, que cerró los ojos por un instante. El olor de los twi'leks era singular, pero nada en comparación con el de, por decir algo, un mon calamari. Satisfecho con su control mental, Wulryk se dispuso a descender.

-Moveos de una vez, tenemos ahí mismo la base de la Alianza y me muero de ganas de saber qué se nos plantea...

Detrás de mi bajaba Baker, era un soldado muy competente en el que uno podía depositar confianza en que lo haría bien, asiento a sus palabras. Debemos ser prudentes.

La compañía de Nun'zacris también es deseable, puede solventar los problemas que los acuerdos verbales no consiguen hacerlo... esperemos que no sea el caso.

Sonrío con la mirada a mi compañero de aventuras Suta y después hago lo mismo cuando sale Wulryk, pero sus palabras me cambian el gesto desapareciendo la sonrisa de mi cara.

Wulryk podía llegar a ser irritante, muchas otras veces muy capaz en la negociación, pero esta vez era lo primero. Mi paciencia es limitada y con actitudes como esa mucho más, así que tras sus palabras, bufo y luego le respondo no os privéis, alteza, id con vuestro deslizador y descubrid si os vais a morir... de ganas o no. - no pude evitar la respuesta, puede ser un planeta tranquilo, pero tiene dos opciones o va a nuestro ritmo, andando o en deslizador, o va rápido solo. Nosotros... avanzaremos despacio hacia la base rebelde, debemos ser precavidos, pongo el dedo en el gatillo del blaster mientras echo un vistazo al horizonte entrecerrando los ojos para ver mejor.

La rampa de salida de la nave descendió dejando entrar el aire de Dantooine.

Sidias, con Baker cubriéndole, y armas en mano, descendieron atentos a una posible emboscada.

Un primer vistazo confirmó el análisis de los sensores. La base de la Alianza estaba desierta. Tras la caída del Imperio, las bases temporales más remotas fueron desalojadas y clausuradas. Y ésta era una de ellas. Sus antiguos ocupantes se habían llevado todo lo que podía ser útil, dejando el resto al alcance de animales salvajes y carroñeros.

Baker señaló con la cabeza las ruinas. Sidias asintió y llamó a lo demás con un movimiento del brazo.

A pesar de su estado, aún era posible identificar la planta del Enclave y sus distintas construcciones. El Enclave había sido construido hacía miles de años, contó Wulryk, y había sido testigo de batallas y pasado por reconstrucciones. Un gran complejo que se extendía bajo tierra. Y un lugar, añadió Baker, encantado al que ningún lugareño se atrevía siquiera a acercarse. El edificio principal, así como la muralla, aún se alzaban, deterioradas y cubiertas de vegetación.

 - Por allí - indicó Baker. Siendo de Dantooine, el complejo siempre había sido para él parte del paisaje -. La muralla está parcialmente derruida. Es el único acceso al interior.

La muralla protegía la zona de aterrizaje del Enclave. Un espacio lo suficientemente amplio para dar cabida a un carguero ligero y otra nave pequeña. Un único caza, un Ala-X, estaba estacionado en el lugar. La nave, aún con visibles impactos y otros signos de combate en su fuselaje, era evidente que estaba en buen estado y en funcionamiento.

Más allá, al pie de un árbol al lado de la escalinata que permitiría la entrada al interior de las instalaciones, una figura vestida de negro meditaba.

La figura abrió los ojos, azules, se levantó y sonrió.

- Bienvenidos, amigos míos - saludó Luke Skywalker con calidez.

-Buenos dias, maestro Skywalker- responde de manera educada Baker -si no le importa mejor vayamos directos al grano- echa un vistazo de reojo a Sidias y a Wulryk -¿para que queria vernos?- pregunta con clara curiosidad Baker.

Avanzamos como si todo pudiera ser una emboscada, con el dedo en el gatillo voy dando pequeños pasos. Esto puede ser un desastre, estamos en campo abierto, ante unas ruinas que a simple vista podrían ocultar en al menos una docena de sitios a un tirador, que si fuera experimentado… por suerte los equipos de la nave habían indicado que era un solo ser, esperemos que amigo.

Continuamos y terminamos entrando en la base, primero entro yo y tras echar un vistazo dejo que entren el resto, el estado de abandono es tremendo, casi impactante, nada que ver con el estado actual de nuestra base.

Wulryk nos contó sobre el enclave, esperaba que en cualquier momento soltara algún comentario por mi exceso de celo para evitarnos disgustos pero al menos lo dejó para más adelante. Baker, oriundo del lugar, añadió más datos sobre la zona.

Dejé que ahora fuera Baker en primer lugar, no tenía sentido que fuera yo ya que no conocía nada. Nos encontramos dentro con un Ala-X, sin duda buenas señales, alguien de nuestro lado. Saber quién lo pilotaba ya era otra cuestión. No se veía ningún unidad R2 por ahí.

Finalmente vimos a alguien, cuando nos acercamos no pude evitar abrir los ojos de par en par. El mismísimo héroe de la Alianza estaba allí, el caballero jedi Luke Skywalker, que había derrotado al Imperio. No sé si mis compañeros sabían que este era nuestro contacto pero yo estaba totalmente sin habla. En ese momento saluda Baker quien como buen militar va al grano.

Sin duda Skywalker respondería a mi compañero, pero yo ardía en deseos de preguntarle por todo lo sucedido, las batallas, los combates… incluso mi antiguo imperial le apetecería por preguntar como curiosidad por las figuras de el Emperador o Darth Vader, nunca llegué a conocerlos. Pero todo eso estaba fuera de lugar, sacudí la cabeza imperceptiblemente, e hice un saludo militar (*), señor – dije en primer lugar, quizá era excesiva esa cortesía, no sabía como le gustaba que le trataran, hola – decidí continuar. Baker ya había hecho la pregunta oportuna, además, seguro que Wulryk lo iba a hacer mucho mejor que yo por lo que no añadí nada más.

-¡Luke! ¡Cuánto tiempo! -exclamó el príncipe al ver al ahora ya maestro Skywalker.

Aunque no había tratado mucho con él, era consciente de su relevancia en la guerra... así como la de su padre, Anakin. En cualquier caso, pese a lo atribulado de sus relaciones familiares, Luke había hecho un gran servicio a la Nueva República y se le debía mucho. Si él pedía algo, lo mínimo que Wulryk podía hacer era escucharle atentamente y darle su opinión al respecto.

-Cuéntanos, qué te traes entre manos y porqué un lugar como este para encontrarnos.

Desde luego el hecho de que Wulryk se hubiera movido de un cómodo asiento y dejara de disfrutar de las bondades de las zonas más civilizadas de la recién (casi) pacificada galaxia era aquel extraordinario jedi, corazón vivo de la Rebelión. Claro que ahora que la Rebelión ya estaba legalizada por su victoria, su papel debía cambiar, transformarse en algo diferente. Los reductos imperiales acabarían cayendo solos o con la ayuda de fuerzas militares de la Nueva República sin su ayuda, no hacía ninguna falta su intervención directa. Y le daba en la nariz al viejo senador que, como a él, el Senado galáctico no se le debía antojar un retiro suficientemente interesante...

Nun se quedó rezagado con respecto al grupo, se había entretenido para colocarse la cartuchera con su blaster. Salió de su nave y se unió a los demás.

Aún no conocía demasiado a sus compañeros pero, por un extraño motivo, algo le hacía confiar en ellos. Estaba nervioso, el lugar donde se hallaban había sido refugio de caballeros jedi, no conocía apenas más que cuentos e historias para niños sobre esa antigua religión. 

Baker iba en vanguardia, Nun llevaba su blaster en la mano vigilando la retaguardia. Siguiendo las indicaciones de los sensores llegaron al lugar donde había una nave, un A-wing nada menos. Entonces llegaron a lo que parecía la entrada a las instalaciones custodiada por un hombre al que todos reconocieron, incluído Nun. Ni de lejos se habría imaginado que un humano fuera capaz de las hazañas que relataban sobre Luke Skywalker.

Y ahora iba a conocerlo, no podía evitar cierto nerviosismo ante tal figura, y alguno de sus compañeros hablaba con él como si se conocieran de toda la vida.

Se mantuvo en segundo plano y saludo al caballero jedi bajando su cabeza:

-Señor Luke, es todo un honor conocerle.

La infraestructura de aquel lugar, igual que de la base abandonada, le había llamado un tanto la atención. Si bien su especialidad eran los droides y las naves toda forma de ingeniería lo motivaba a, cuanto menos, echarle un ojo.

Al entrar vi algo horrible: un pobre Ala-X magullado por todas partes.

Dejé atrás a los demás colgando mi fusil en el hombro y corrí hacia la nave estropeada. Era claro que aun era funcional por lo que comencé a revisar sus daños para intentar solucionar cuanto pudiese.
A la par el grupo se puso a hablar algo a la distancia, miré, noté que había un viejo bajo una túnica negra al que no le veía bien la cara y simplemente saludé con un -¡Buenos días!- mientras me dedicaba a mi tarea.

Luke pareció extrañado y sorprendido ante la efusividad de Wulryk. Era evidente que no lo reconocía. Sin embargo, la sonrisa no desapareció de su rostro.

Por su parte, Suta'Raz no pudo resistirse y avanzó hacia el caza espacial dispuesto a examinarlo y reparar cualquier avería que encontrase. Sin embargo, antes de que pudiera llegar a tocarlo, una pequeña unidad R2 salió desde detrás de la pata delantera del tren de aterrizaje, emitiendo furiosos pitidos, y acertándole en la pierna con la pica eléctrica. Suta'Raz quedó sentado en el suelo, frotándose la extremidad para intentando recuperar la sensibilidad.

La sonrisa de Luke se ensanchó.

Luke Skywalker miró a su alrededor, a las ruinas. Parecía imposible que alguien tan joven hubiera alcanzado el rango de general y Maestro de Jedi. Alguien que, siendo poco más que un muchacho, había participado y liderado batallas, y había sido clave en la derrota del Imperio.

- Durante la República - comenzó -, la Orden Jedi servía como guardianes de la paz y la justicia. Mediaban en aquellos conflictos en que ambas partes no eran capaces de llegar a un acuerdo, protegiendo así a los inocentes de que se vieran envueltos en los horrores de la guerra. Acudían donde hiciera falta para proteger a los habitantes de la Galaxia, de cualquier peligro. Con la Fuerza como su aliada.

Los ojos de Luke brillaban. Daba la impresión que estuviera mirando el Enclave en pleno apogeo.

- Se entrenaban y profundizaban en las artes y en el uso de la Fuerza en lugares como éste - su rostro se ensombreció y su voz se apagó hasta ser un susurro apenas audible -. Pero ahora sólo quedo yo.

Giró la cabeza para miraros y, tan repentinamente como se habían ido, la determinación y fuerza volvieron a su rostro.

- La Nueva República, la Galaxia, necesita a la Orden de Jedi. Una Nueva Orden de Jedi.

-Interesante idea maestro Skywalker- dice Baker con tono respetuoso -pero si me permite una pregunta ¿como va hacerlo?- continuo Baker con un tono igualmente respetuoso -por que sopechoso que eso tiene que ver el por que estamos aqui nosotros 5- termina de decir Baker.

Después de escuchar a Luke, Nun miró sorprendido a sus compañeros. ¿La nueva Orden Jedi?. ¿A dónde quiere llegar?

eso tiene que ver el por que estamos aqui nosotros 5

Cuando Baker hizo la pregunta Nun no esperó la respuesta de luke.

¿Pero qué podemos hacer nosotros? ¿Dónde vamos a encontrar jedis?. Usted mismo acaba de decir que es el último.- Nun no pudo evitar tratar con respeto a Luke. El respeto con le que solía tratar a clientes desconocidos en la cantina donde trabajaba. Estaba desconcertado, no acababa de comprender qué era lo que quería Skywalker de su peculiar grupo.

Mis compañeros también procedieron a saludar al general. El mas efusivo fue sin duda el viejo senador, quien parecía conocerle y bajó de su deslizador a saludar. No me pareció extraño, aquel era un verdadero héroe, aunque no pude evitar notar alguna sensación extraña, como si no se conocieran tan bien. Supongo que es más fácil para alguien recordar al campeón de la Nueva República que al revés.

Nun había estado bastante ausente ese día así que cuando decidió avanzar un poco presté atención, el callado twi'lek era bastante parco en palabras así que cuando pareció actuar con cierto nerviosismo no me fue extraño. Solo mi duro y arduo entrenamiento como soldado imperial me habían permitido tener un rictus serio y sin mostrar emociones ante esta reunión.

Unos pitidos llamaron mi atención, me giré para ver a Suta en el suelo enfrentándose a la unidad R2 que yo echaba en falta, no pude evitar que una sonrisa me llenara la boca y procuré apuntarme mentalmente la chanza para el compadreo de después.

A continuación el caballero jedi de ojos azules comenzó a explicarnos lo que sin duda era nuestra misión, las palabras eran gloriosas en sí misma. Aunque no conocía casi nada de toda esta mitología que estaba cobrando de nuevo fuerza, sonaba a algo necesario, la Fuerza, la Orden Jedi, paz, justicia... sin duda todo eso era algo imprescindible en la galaxia. Durante una época creí que el Imperio representaba todo eso, pero todo eran mentiras.

Tras su discurso intervino en primer lugar Baker, me mordí ligeramente el labio porque me apetecían darle cuatro gritos, cerebro de Bantha resonaba en mi cabeza, pensará que hemos venido aquí a beber accarrgm wookie... El, en general, taciturno twi'lek sí había entendido y preguntó lo correcto.

No tenía mucho más que aportar a la charla, así que me crucé de brazos para atender la información que el general pudiera darnos preparado para ejecutar la misión.

Me arastré hacia atrás en cuatro patas cuando la picana del robot me dejó en el suelo -hey, ¿Qué te pasa lata vieja?- le dije aun afectado por el calambre de la pierna.

Dejé la investigación de la nave (y aquella unidad R2) para otro momento y me acerqué al grupo. No había escuchado demasiado de sus preguntas pero realmente tenía poca idea acerca de esos "yedai".

A pesar de todo, al ver de cerca al humano pude encajar las piezas en su lugar -la nave, el robot y su cara: el es...-. Me acerqué con una auténtica curiosidad -usted es el famoso Luke Skywalker ¿Verdad? ¡Es uno de los mejores pilotos jamás vistos!- sonreí -Pero ¿No habría sido útil conquistar alguna Estrella de la Muerte? Se le podrían haber quitado las armas para destruir planetas y así hacer comunidades viajeras... Como las ithorianas ¿Ehh?-.

- La Orden de Jedi fue disuelta con el ataque al Templo de Coruscant - contó Luke mirando a Nun'zacris -, y los supervivientes fueron perseguidos para su exterminio. Sin embargo, Yoda y Obi-Wan pudieron poner sobre aviso a algunos de ellos, y ocultarse.

La mirada de Luke se desvió, paseando por las ruinas.

 - Ignoro cuántos pudieron ser advertidos a tiempo. Pero si tanto Yoda como Obi-Wan consguieron ocultarse y sobrevivir, no hay razón para pensar que otros no lograran escapar y ponerse a salvo. Muchos de ellos estaban en misiones lejos del Templo.

Luke volvió a miraros.

- Mi intención es dar con ellos, con todos los que pueda, y reunirlos en una Nueva Orden.