Partida Rol por web

Custer. Se dice Custer. - Dice mientras le devuelve el saludo levantándose momentáneamente el sombrero.

Al entrar, dedica unos momentos a analizar el lugar.

No tenia mucho que hacer. Así que pensé en venir pronto.

Mira a su alrededor ligeramente confundido. - Esto, hacia donde estar el señor West?

¿Umm ... donde escupirán el tabaco aquí?

Inevitablemente, Teo se encuentra cohibido al caminar por una zona de tanta categoría. Los familiares gritos del barrio viejo se han ido transformando en el suave trinar de los pájaros y las risas de niños jugando. Se da cuenta cómo le observan con curiosidad algunos viandantes, e incluso una pareja de policías les vigilan desde la distancia. Teophilus les mira algo desafiante: están ahí porque el importante señor West les ha invitado, no para ponerse a pedir en una esquina.

Cuando llegan a la dirección acordada, decide llamar algo dubitativo.

La tranquilidad de esta zona, os permite poder escuchar los pasos de alguien acercarse a la puerta, incluso antes de que esta se abra. Al hacerlo, os encontráis a una cara que os resulta familiar. Walter en esta ocasión no va ataviado con la gruesa gabardina de antes. En su lugar viste una elegante chaqueta negra, larga y unos guantes blancos.

Buenos días señor, señorita. - Saluda primero a uno y después a otro con un discreto y cordial gesto de cabeza. Después os invita a pasar. - Si son tan amables. Ahora informaré al Sr West de que están aquí.

Desde dentro, la casa tiene un aspecto cuidado hasta el último detalle. El suelo de madera brilla sin mostrar ninguna imperfección. Las paredes están pintadas de color marfil claro y con muebles de madera oscura lucen ornamentaciónes barrocas en todas sus esquinas. Tampoco faltan las decoraciones variopintas e inquietantes, que dejan claro que el Sr West ha visto mundo. Bastante mundo.

Me agarro al grueso brazo de Teo y me limito a dejarme llevar por él mientras observo bocabierta las calles, jardines y casas con las que nos cruzamos, señalando de vez en cuando algunas de ellas completamente maravillada. Para mí son palacios en toda regla así que no quiero imaginarme donde debe vivir el rey.

-Sí, es esta sin duda- me aseguro al detenernos, observando alternativamente la carta que llevo en las manos y el número de la puerta en la que Teo llama con cierta vacilación.

Me doy cuenta entonces de que unos policías están cerca de nosotros pero me limito a sonreirles. Sería bastante raro que unos ladrones se pongan a llamar y de todas formas no les culpo. A fin de cuentas es verdad que he robado más carteras de las que soy capaz de recordar.

Enseguida Walter nos hace pasar y tras un saludo menos cordial de lo que debería me distraigo mirando todos los extraños cachivaches de la casa de cerca, toqueteándolos más de lo debido e incluso dejándolos en otros sitios. Bueno, dónde yo creo que estaban hace un instante que no tiene porque coincidir con su posición real...

El polícia duda unos instantes cuando le pides pasar para hablar con Walter. Parece que mentalmente intenta sopesar si debería ceder o no.

Por suerte el Walter también te ve en ese momento y le llama - Oh, buenos días Sr. Pengrowth. - Se acerca a usted y una vez delante repite el saludo, esta vez con un leve gesto de su sombrero. Le acompaña a pasar tras el cordón policial y ahora el policía no se atreve a llevarle la contraria.

Le he estaba buscando.  El Sr West me ha pedido que le entregue esto. - Anticipa mientras abre ligeramente su chaqueta para buscar en algún bolsillo de su interior, de donde saca una carta en la que viene escrito tu apellido con perfecta caligrafía. - Es una citación para que acuda hoy, si le es posible, a su casa. A media tarde, por los alrededores de las 5. También creo que le gustará sabe que el Sr West se encuentra en su casa y esta bien. Los medicos le han pedido algo de reposo pero conociéndolo como le conozco, no creo que tarde mucho en volver a estar yendo de un lado para otro.

En segundo plano, ves el policía que estaba charlando antes con Walter. No parece sentirse muy cómodo al haber sido momentáneamente ignorado. Aun así se contiene y a regañadientes acepta la situación con paciencia y resignación.

West pasó una hora sentado en el borde de la cama, con la cabeza bullendo a mil por hora. Tuvo que dejar la mente en blanco para evitar una sobresaturación y optó por empezar a caminar. Le dolía todo el cuerpo, pero cada ramalazo de dolor que sacudía sus músculos y sus huesos solo empeoraba la situación. Era un hombre obstinado.

Evitó llenarse de melancolía. No recordaba cuanto tiempo había permanecido en su cuarto más de lo habitual, normalmente dormía y se levantaba rápidamente para encerrarse en el despacho. Pero ahora, quedarse allí, contemplando la inmensidad de una habitación en la que únicamente estaría él solo hasta el final de sus días, resultó algo abrumador. Frente a sus trabajadores, frente al profesorado, frente a los alumnos, West se mostraba como una persona con entereza. Pero en el fondo se sentía terriblemente solo y frustrado, enfadado con el mundo. Él era un caballero que nunca perdía la compostura ni mostraba mala cara a nadie.

Volvió a sentarse en la cama con la mente llena de nostalgia cuando Walter llamó a la puerta. ¿Las 5? Demasiado tiempo, ¿qué iba a hacer hasta entonces?

- No, Walter, de momento eso es todo. Aunque puedes hacerme el favor de traerme los libros de Biología que hay en la mesa de mi despacho, unas hojas y algo para escribir...

Al menos así estaría entretenido.

Por supuesto señor.

Cuando Alfred vuelve a tu habitación, lleva con sigo una mesita de cama para que puedas "trabajar" sin necesidad de levantarte.

Con el paso de las hora que se eternizan, cuando llega la tarde casi parece haber pasado meses. Por ello al oír la campanilla de la puerta, casi resulta como si fuese una liberación. Y eso que aun no son las 5. Faltan unos 20 minutos.

Al cabo de unos segundos, puedes oír la voz de Walter hablándole a alguien. Las paredes de esta casa son lo suficientemente delgadas como para poder escuchar que habla, pero no para entender lo que dice. Del mismo modo, no tardas en poder escuchar los pasos de Walter subiendo las escaleras.

Tras unos golpecitos a la puerta, para anunciar su entrada, Walter asoma discretamente por la puerta.

¿ Señor ? ... El Señorito Custer ya esta aquí. - Aprecias como pone especial énfasis en pronunciar el nombre de Custer en acento americano. Cosa que choca un poco con su habitual porte inglés. - ¿ Le hago subir ?

Si me permite, ahora le aviso de su llegada.

El mayordomo se marcha con un caminar tranquilo y discreto, subiendo las escaleras hacia el piso superior. Quedándote ahora solo en el recibidor, notas como cada segundo que pasa parece mas grande. Es una casa que se encuentra a las antípodas, tanto en calidad como en gusto, comparado con el cuchitril en el que hoy has despertado.

Al cabo de unos instantes, oyes a Walter dirigirse a alguien. La distancia te permite oír su voz, pero no entender lo que dice.

Abriendo el sobre, procedió a examinar su contenido mientras Walter le explicaba la situación. Lanzando una mirada esquiva al policía, Alfred hizo como que no reparaba en su incomodidad y se tomo su tiempo con el mayordomo del Sr West.

- Muchas gracias, me alegro de que el Sr West ya se encuentre mejor después de lo sucedido ayer.- Agradeció con sinceridad.- Por supuesto que como siempre estare encantado de acudir puntual a la cita.-

Por unos momentos parecía que no iba a decir nada mas pero por fin se decidió a ser directo con sus intenciones. Se podía ser diplomático sin perder el tiempo, que en aquellos momentos era un bien tan preciado como el oro.

- Si no le importa, hay una fecha limite para acabar los plazos de construcción, y sería bueno para calmar la...- Se detuvo un momento para buscar la palabra apropiada.- "Crispación" del resto de los trabajadores y la mía propia, si tuviesemos acceso al Saint Michael para empezar el análisis de daños y las tareas de reparación... Agradecemos la preocupación depositada por las fuerzas del orden, pero confió en la profesionalidad de nuestros trabajadores y aquí hay mucho en juego.-

Asiente con la cabeza mientras sugieres seguir con los trabajos, no oculta que esta de acuerdo contigo, pero su rostro no se muestra muy esperanzado. - Precisamente estaba hablando de ello con el Agente Lockyard. Pero me ha insistido mucho en que las autoridades no pueden considerar esto como un simple "accidente", ni siquiera como un mal intencionado "saboteo". Los lamentables hechos que se cobraron dos vidas humanas, y esto hace de todo lo sucedido se convierta en un "asesinato".

Si se lo pidiéramos, las autoridades estarían dispuestas a ceder o hacer la vista gorda ante lo primero o lo segundo, pero no lo tercero. - Anuncia finalmente sin mucha alegría - Quizás cuando el señor West se recupere ... puede ejercer mas presión.

En lugar de estar repasando los últimos hallazgos en biología, West empleó las horas en realizar cálculos y modestos ajustes para la nave. No era ingeniero, pero había que empezar a aligerar la carga y a tomar importantes decisiones. West se levantó de la cama (no sin esfuerzo) y se dirigió al armario de su habitación.

- Hazlo pasar a mi despacho y que espere allí, mientras tanto buscaré algo con lo que caminar sin caerme por las escaleras, ¿sabes dónde guardé el bastón de mi abuelo? - preguntó mientras rebuscaba entre sus cosas algo decente con qué vestirse.

De acuerdo señor, pero le recuerdo que teníamos un trato. - Walter se acerca para "acompañarte" de nuevo a la cama - Dí mi palabra a los doctores de que velaría por su descanso de siete días si le dejaban partir hasta su casa. Si no toma su merecido reposo durante al menos 36 horas, me veré obligado a hacer que le lleven de nuevo al hospital.

En el fondo sabes que Walter no lo haría y si insistes, te dejará salir con la tuya. Pero eso no quita que pronuncie su falsa amenaza con firmeza.

Le diré al Sr Custer que puede subírí, usted siéntase en la cama.

Walter se marcha de la habitación y tras oírle bajar las escaleras, invita al Sr Custer a subir.

Walter baja las escaleras al poco rato, ya a medio camino se detiene para invitarte a subir - Si es tan amable de seguirme ...

Suponiendo que le sigues, subes las escaleras que te llevan hacia el piso superior. Aquí encuentras un pasillo y el mayordomo te quia hacia un extremo, donde hay una puerta cerrada. Antes de entrar, da un par de golpecitos a la puerta anunciando su entrada. Sin embargo antes de esperar respuesta alguna, ya abre la puerta y se aparta para que puedas pasar.

Bill no dice palabra, de momento sigue en silencio al mayordomo ligeramente incomodo en el ambiente snob en el que está metido.

No puede evitar rascarse la entrepierna (sin que le estén mirando) para sentirse un poco mas de campo, como reafirmando su ser.

El escupitajo se lo guarda para después, pues no ve donde lo tendría que tirar.

-   Eso espero.- Correspondió con el ceño fruncido.- Por que si no empezamos lo mas pronto posible no se si se podrán cumplir con los plazos, y entonces las muertes del doctor Simon y del Sr. Gienetti habrán sido en vano.-

Mirando hacia atrás observo al grupo de trabajadores que había delante del bloqueo policial y tras unos segundos retorno su atención hacia Walter.

-   ¿Entonces que hacemos con los trabajadores?- Pregunto también dirigiéndose subversivamente al tal agente Lockyard.- En aras de evitar que se formase un tumulto les e prometido a los trabajadores que no perderían sus puestos de trabajo. Si ahora les venimos con que no van a trabajar se puede desencadenar una reyerta con la policía y eso es algo que no queremos. ¿verdad?-

No lo se Sr. Pengrowth. Yo solo soy un asistente. - En realidad Walter es el mayordomo. Tiene buen don de lengua, pero no deja de ser un "simple mayordomo". No es quien para tomar decisiones de tal envergadura. - Yo solo vine aquí porque es donde supuse que podría encontrarle y podría entregarle la citación. Pero al encontrarme con esta situación, me he limitado a informarme para poder explicárselo al Sr West.

Pero si quieres, puede considerarlo como que el Sr West les da un "día libre" por el duelo de las dos vidas perdidas. - Sugiere finalmente Walter, en aras de poder mediar entre los agentes del orden, los trabajadores y Alfred.