Partida Rol por web

Still Waiting...

ROOM.4

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11/10/2008, 03:49
Alec DeRoos
Sólo para el director

Esa maldita taeña hereje... ¿Cómo se atreve a blasfemar de tal forma? Está claro que hay algo en ella que apesta a brujería y magia negra, como en todas las de su clase y cabellos... Mas en esta sociedad están bien consideradas o, al menos, no como brujas, y tengo que jugar con estas normas, pues no estoy en mi tiempo. Seguro que llega el momento de hacerle confesar sus pecados, si tiene algo que ver en todo cuanto está ocurriendo y si desea el perdón de Dios renunciando a Satán. Mas debo ganarme su confianza... Quizá, siendo una bruja como a buen seguro es, sea capaz de darme pruebas fehacientes de la existencia del Maligno... Interesante. Cuanto más viva mejor, por ahora.
Por otra parte, mi atención se detiene un único instante sobre las monedas que he recogido. Las observo todas ellas al recogerlas durante un momento, aunque la mayor parte del tiempo, por no despertar sospechas, las tanteo con la yema del pulgar. Sí, no hay duda: hay una diferente al resto... 1939 y 1936... ¿Qué querrá decir esto? Y, ¿por qué una es distinta de las demás? La distinción es buena, en muchos casos: indica superioridad al resto. El metal de las iguales parece cobre, mientras que el de la diferente es argenteo... Resulta más hermosa, aunque esté decorada con un rostro pagano. Bien visto, no sé si es más pagano el rostro o el monumento de las demás. De cualquier forma, por ser diferente, será entregada al único que se ha mostrado distinto de cuantos están en esta sala: el hombre de Dios. Ha tenido suerte de encontrarme yo aquí para aplicar justicia. La mano de Dios, parece ser, está en todas partes, y nos maneja a cada uno según sus divinos designios. Además, en la de plata aparece la palabra anglosajona "libertad". Sólo un hombre de Dios la merece ahora mismo y, ya que yo por ahora no me considero digno, por mis dudas, será mejor que la tenga él.

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13/10/2008, 02:10
La-Shawn Rutherford
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Levanté la mirada, al parecer no era la única desconcertada en aquel cuarto que parecía una cárcel, me senté en la cama, sintiendo la dureza al hacerlo. Cualquier cosa sería más blanda que aquella cama y de pronto me sentía angustiada, con ganas de huir de ahí a como diera lugar. Más de pronto y por suerte para mí, volvió a sonar aquella voz que hubiera calmado hasta a una bestia furibunda. Mis ojos se cerraron por un largo rato, pensando en lo último que había visto. Tratando de controlarme, de asegurarme que estaría bien y que saldría bien de allí.

Posé mis ojos por completo en el hombre aquel que hablaba con suma tranquilidad y de algún modo lograba comprender lo que decía, no pude más que relajarme ante aquella actitud que encantaba como un hechizo, parecía lo único bueno de aquella habitación. Aunque me costó mucho empezar a hablar, una vez que dije la primera palabra, las demás salieron suavemente.

-Soy La-Shawn Rutherford...

Mi corazón latía con fuerza, empezaba a tener la respiración más calmada pero no había manera de que controlara aquel corazón que parecía estar paralizado de miedo. Lentamente pasé los ojos por cada uno de los presentes, parecía que íbamos a pasar bastante tiempo juntos y eso nos lo había dicho quizás nuestra voz de la cordura, Esperaba que él siempre estuviese allí.

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13/10/2008, 19:28
Director
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Notas de juego

Cita:

¿Los incluímos en el post para todos o lo dejamos en secreto? (igual no estaría mal que el resto de los jugadores recelases de Gorman un poco, preguntándose sobre quién es el individuo alfa, beta...)

No lo pongas, lo quiero para mí sola XDDDDD Ya habrá tiempo para recelos, tú por eso no te preocupes XDDDD

Cita:

Por otra parte, me gustaría hacer alguna tirada para ver si alguien tiene manchas en los dedos que puedan corresponder con el líquido de la inscripción en la puerta

Te lo digo así, no hace falta más que el que te fijes, ésta partida es más bien interpretativa XDDD

En tu barrido visual aprecias muchas cosas extrañas: Las manos encallecidas de Alec DeRoos (síntoma común en profesores de esgrima, deportistas de élite y en general gente relacionada con el manejo de una espada, esgrima antigua concretamente.

La-Shawn resulta una exquisitez para Gorman: Piel hidratada hasta la perfección, uñas con excelente manicura y marcas de haber llevado anillos. Se trata de una señorita de las que hay pocas ya.

El cura tiene la piel alrededor de las uñas levantada y herida, y las propias uñas mordidas. Muestra un principio de soriasis nerviosa.

En Serena Loire encuentras manos normales, algo hinchadas por la presión sanguínea y la tensión, algo que percibes fácilmente al examinar el resto de ella con un rápido vistazo: Embarazada. Probablemente de unos tres meses, a juzgar por su complexión y por cómo se abulta su vientre.

Pero lo más interesante son las manos de Shanon Carradine, pues entre los huesos carpianos, el cúbito y el radio tiene marcas y laceraciones que reconoces rápidamente dado tu profundo estudio de la materia: Clavos de nueve pulgadas, tales como debieron clavárselos a Jesucristo. A pesar de que semejantes heridas deberían dificultarle el movimiento de las manos y haberle inhabilitado el uso de, como mínimo, el pulgar, Shanon mueve las manos con total normalidad y el color de las mismas no es malo. No hay gangrena, no hay costra infectada... Sólo un par de perfectos estigmas.

Cita:

y, sobre todo, intentar valorar quién está mintiendo conforme vayan dando sus datos personales.

Eso es interpretativo. Cada jugador tendrá que dictar por si mismo cuánto de fiables le parecen sus compañeros, si mienten o no XDDDDD

Cita:

Tampoco estaría mal saber si alguno de ellos le resulta familiar a mi personaje.

Alec DeRoos te es familiar. Se trata de un actor polaco, residente en España, que ha sido muy aclamado por la crítica... Su verdadero nombre es Alex Schultz. Había saltado hace poco al mundo de Hollywood, protagonizando el filme "El caballero sin fé", una narración medieval en la que un caballero templario sufre una crisis de fé. Se esperaba el filme para el 2003. El nombre de dicho caballero es Sir Alec DeRoos, tal como él se ha presentado.

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13/10/2008, 20:14
Winston Gorman
Sólo para el director

1. Observación de las variables

- Se advierte una respuesta favorable a las técnicas persuasivas del individuo Alfa. Los efectos del shock inicial y la desorientación se ven atunuados cuando dicho sujeto hace uso de la palabra, obteniendo un considerable feedback empático general. Iniciativa, dotes de liderazgo y, a priori, tendencia a favorecer la cohesión del grupo.

- Los individuos Beta y Gamma, aunque englobados también en esa circunstancia, muestran una cierta tibieza y hermetismo ante los estímulos de Alfa. Este hecho se vé acentuado en el caso del individuo Delta, con inclinaciones a la confrontación y a la negación disciplinar.

2.- Conclusiones previas

- Habiendo sido capaz de cubrir la primera de las necesidades básicas, el individuo Alfa se impone, una vez ha sido implicitamente aceptada tal condición por un elevado porcentaje de sujetos, como autoridad jerárquica del grupo.

Actuar en consecuencia.

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13/10/2008, 20:28
Winston Gorman
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- Amén.

Gorman asiente con gesto grave, respetuoso y agradecido. Aquella oración ayudaba a desenfocar cada desconchón, cada agujero producto de la carcoma, cada molécula de óxido incrustado en las tuberías, cada átomo del aire viciado, claustrofóbico...Todo ello se unía para formar un punzón incandescente que se hundía en su garganta y le cortaba la respiración.
A pesar de ello, Gorman sabe cómo extraerlo, cómo convertir caos en armonia, cómo llegar al orden desde los pequeños detalles.

Trabajo, abstracción, método.
Trabajo, abstracción, método.

Ocupar el cerebro en buscar una solución, no en torturarlo con el problema.

- Gorman.- su voz suena grave y clara, bien modulada. Más tranquila de lo que fué hace sólo unos instantes. Habla para todos.- Winston H. Gorman, médico de profesión, escritor de vocación...y víctima del desatino.

Se vuelve ahora al caballero de maneras exquisitas y lenguaje peculiar, inclinando hacia él ligeramente la cabeza, buscando quizá su consentimiento.

- Por mi trabajo he podido observar en no pocas ocasiones los criterios empleados para el confinamiento de reclusos, pero no encuentro ninguna pauta conocida por mí para este caso: sexos, edades, etnias distintas...Lo que sí les puedo asegurar es que nada, repito, nada se deja libre a la improvisación cuando se trata de organizar personas en claustros. ¿Nivel de amenaza? No lo creo. ¿Error en el criterio? Muy probablemente.

Aún así, y si no tienen inconveniente, creo nos sería de gran utilidad conocer algunos datos más sobre nuestras personas, a fin de limitar posibilidades. Nombre, profesión, lugar y fecha de nacimiento, por ejemplo. ¿Creen que sería posible?.

Gorman hace una pausa, valorando el impacto de la propuesta. Con ánimo de alentar al resto, dá el primer paso.

- Ya saben mi nombre y mi profesión. Sepan también que nací un 18 de Julio de 1960 en Dormont, una comunidad obrera dentro del área metropolitana de Pittsburgh..., y que- junta las manos y hace un barrido con la mirada. Todos tan perdidos como él. Todos, sin excepción. Arquea la comisura, sonriendo ligeramente a la señorita Rutherford, invitándola a ampliar la información.- ... tengo la convicción de que el hermetismo, damas y caballeros, juega en nuestra contra. Actúen, les ruego, en consecuencia..

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14/10/2008, 03:03
Shanon Carradine
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Hasta entonces había mantenido la cabeza oculta entre mis piernas, en un fallido intento de abstraerme de todo lo que estaba ocurriendo, pero definitivamente las palabras de ese hombre, Alec DeRoos, tienen un no se qué difícil de explicar.

Quizás sea la impostación de su voz, lo que dice o el modo en que lo dice. Quizás sea todo. Sus gestos, el modo en que parece mirarte. Sus ojos son claros y azules como los míos, pero tienen algo que no recuerdo haber visto en los míos ni en los de nadie alguna vez. Sí, quizás era todo eso, pero también es posible que mi propia e interna desesperación me haga verle como a una especie de tabla de salvación o cable a tierra, llegando incluso a percibirle como a uno de esos seres de los cuales mi falta de fe me ha hecho renegar siempre.

-Ay Mateo, cuánta falta me haces en este momento
-ese pensamiento consigue arrancarme una tímida sonrisa, sobretodo cuando recuerdo que al poco de terminar nuestra relación me dice que ha sentido el llamado de Dios y se convierte en seminarista-... Yo, una casi no creyente teniendo como amigo entrañable a un cura -meneo la cabeza-... ¡¡Las ironías de la vida!!

Pero ya no tengo tiempo de seguir cavilando, porque han comenzado las presentaciones.

-Mi nombre es Shanon Carradine, nací el 25 de Diciembre de 1985 en Salt Lake City, estado de Utah. Soy instructora de esquí y bailarina contemporánea...

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15/10/2008, 08:04
Serena Loire
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Sus labios seguían ejercitándose a placer en la gimnasia de la felicidad mientras ella se erguía con una inestable torpeza para sentarse en el borde de la cama. Sus ojos fosforescían en aquel rincón de la siniestramente anochecida estancia, con el calado de sus iris de ébano proyectando estrellitas en el rostro de Alec; su esperanza repetía diana tras diana en aquel candoroso rostro que se resistía a abandonar, pues la consciencia le yacía recostada en el jardincillo que recorría el mentón del desconocido, disfrutando con delectación de la caricia salvaje de aquel Edén restaurado sobre la carne, dejándose mecer por la brisa que producía la incontenible verbosidad de su apuesto anfitrión. Serena se encontraba cada vez menos sola, complacida en anexionarse a nuevos compañeros, imaginarios o no, con quienes seguir recorriendo su personal camino de baldosas amarillas. Nadie aquí quiere hacernos daño, ¿ves? Contigo a mi lado me siento capaz de todo, y sé que Alex nos va a ayudar. ¿Qué te parece? ¿A que es guapo? No, no, tú eres el más guapo del mundo, del planeta y del universo. ¿Dónde estaban las certezas? En la placidez: uno, dos, tres. ¿El conocimiento? Atrapado bajo las ruinas de la soledad. ¿Los deseos? En el punto de mira. ¿Y Serena? Serena cabalgaba a lomos de un unicornio albino, sin riendas ni silla, y al que fustiga con una maraña de pasiones que se acaba de arrancar del corazón, montando a carcajadas para desprenderse de la confusión y de la angustia, recorriendo a sus anchas toda aquella Creación. Era innegable que un haz de sonidos proveniente de distintas y nuevas para ella voces le llegaba con claridad a la cabeza, pero en su cráneo el único que se podía escuchar era el que generaban las pezuñas de su astado rocín al destripar con violencia la tierra del camino.

La contaminación del cuarto se convirtiera en frescor: nuestra intrépida Serena había descubierto que la neblina no era sino una de esas nubes de aspecto esponjoso que dibujan los niños en sus cuadernos junto al sol y sobre los árboles, y a la que luego bañan en un redundante blanco de cera de color, recreándose en la futilidad de la tarea. Futil, banal, jovial, genial, y rima con "nada" para edificar una vida donde en realidad sólo hay una persona que en realidad no tiene vida más allá de la realidad del sueño que se encuentra viviendo. Los sueños están infravalorados. ¿A que sí? Y Serena reclama sin piedad lo que es suyo. Las Cortes no pueden negarse, porque la princesa del reino desea ver cumplidos sus caprichos, y el nepotismo se extiende en aquel gobierno más allá de donde alcanza el buen juicio. Sin ir más lejos, Alec es ese fervoroso paladín dispuesto a arrostrar cualesquiera peligros para defender la virtud de su princesa. Yendo lejos, el suelo de la habitación está frío y pegajoso, con una desagradable textura de herrumbre que se restriega sin pudor sobre los pies descalzos de Serena. Y recorriendo todo el camino, la espiral acaba cerrándose sobre sí misma para fundirse en un hedor que de repente el olfato de Serena improvisa en sus narices a fin de ayudarla a sentirse ridícula, volviendo así al forzoso hogar de la razón. Apropiándose del dilatado silencio que flotaba en la estancia tras la intervención de Shanon, aprovechó para salmodiar quedamente con la mirada fija en el repulsivo tapizado sobre el que flotaban desnudos sus pies, como haciéndose los remolones antes de zambullirse una vez más en aquella sensibilidad que, aunque ridículamente afín a los delirios del ardor, se mostraba ajena por completa a la gelidez de aquella materialidad. 

-Yo me llamo Serena Loire. La incomodidad que suponía sentirse observada, sumada a la autoreprensiva sensación de estar rompiendo las reglas, provocó que la interrupción del parlamento se convirtiera en simple pausa, para continuar con un tono endeble salpicado de manera ocasional por sonrisillas nerviosas, leves sacudidas de cabeza, y encogimientos de hombros. No me... No me encuentro muy bien, creo que aún estoy dormida, estoy así como mareada, me duele un poco la cabeza y... eso. Mejor presentaros vosotros primero, yo es que no me encuentro muy bien, perdón. Casi voy a acostarme un rato, para que se me pase rápido. La última frase se vio entorpecida por unas pequeñas náuseas que Serena trató de disimular lo mejor que pudo. Sin embargo la urgencia de aquellos síntomas no tardó en rebasar el aguante de la jovencita, que se giró con rapidez hacia la esquina de la cama en previsión de la vomitona que parecía avecinarse. Pero por fortuna, y tras unas nada atractivas arcadas, las señales de alarma remitieron y Serena volvió a sentarse con toda la dignidad de la que fue capaz de hacer acopio ante aquella incómoda situación.

-Perdón -dijo, mirando a Alec con los ojos llorosos mientras trataba de sonreír, gesticulando en un intento de restarle importancia a lo ocurrido, y sintiéndose ridícula por su manera de actuar. Ya estoy bien, no es nada. Mantenía la manga del pijama colocada contra su boca, pero efectivamente todo parecía haber vuelto a la normalidad en el organismo de Serena.

Todavía sumida en ese anonimato que no era capaz de conjurar, y a pesar de su estúpido comportamiento, una vez hubo apartado su mirada del camino de la de Alec percibió en la distancia el eco de un continuo retumbar de cascos...

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15/10/2008, 09:26
Director
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Una voz quebrada y triste suena más allá de aquella ventanilla rota de la puerta, una garganta joven gime, como si hubiese perdido algo vital para ella:

- ¡Mis palabras! ¿Porqué lo has hecho, Dave? ¿Porqué? ¡Eran mis palabras! ¡Mis palabras!

Exclama con desencanto y un tinte algo histérico en su tono. Debía estar algo afónica, pero se había hecho de oir igualmente a pesar de su debilidad. Poco después, otra voz femenina se levanta sobre el silencio, mucho más jovial, como si se divirtiera...:

- ¡...ECHA LA PUERTA AL SUELO! - murmura, inaudible para los integrantes de la habitación cuatro, hasta elevarse de nuevo, con el mismo matiz enervado y gozoso a la vez que amenazante - ¡MI MONEDA! ¡ME HAS ROBADO! ¡EXIJO MI MONEDA!

Tras aquello, nada...

Notas de juego

Tres posts. Recuerdo: Máximo de 50 horas entre post y post.

Spoiler (marca el texto para leerlo):

La puerta está cerrada con llave, no puede abrirse... Al menos eso parece de momento...
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15/10/2008, 10:42
Alec DeRoos
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Conforme cada uno de sus compañeros iba presentándose, Alec se acercaba sin perder la sonrisa a los mismos para entregarles una de las monedas. Parecía que los ánimos estaban calmados, y con eso a él le bastaba, pues no tenía otra intención que aquella. Escuchaba con atención las aportaciones de cada uno de ellos, siendo la de Gorman la única que le alertó en cierto modo. Su historia era demasiado increíble en un mundo completamente racional como para que fuera acogida de buenas maneras. Podía, por supuesto, dar algunos datos que no supondrían demasiado problema... Mas había algunos otros que, por ahora, era preferible que se mantuvieran ocultos tras un velo de silencio. No iba a mentir: no podía hacerlo, pues sus votos se lo impedían.

-La mi primera llantina fue en Lyon, Francia, maguer los mios padres eran anglos e daquellos resçebí el título de Sir -contestó, con voz calmada. Después de todo, aquél hombre que se confesaba médico y escritor tenía razón: el hermetismo jugaba en contra de los presentes en aquella sala. Y, sin embargo, todos ellos a buen seguro conservarían sus secretos más íntimos-. E treinta e dos inviernos hay tras las mis espaldas. He consagrado la mía vida a unos ideales e a la defensa daquellos ca la demandan -y así era, en efecto. La verdad estaba presente en sus palabras. Y después guardó silencio cuando Shanon se presentó, seguida de Serena, observando los movimientos de la última con dulzura en el rostro, relajado.

Pero aquél repentino acceso de vómito sobresaltó al hombre, y tratar de ocultarlo le era imposible, aunque lo hubiera pretendido. Su paso se retomó, raudo, en dirección a la mujer cuando aquella pasaba por el peor momento, inclinándose levemente hacia ella para reposar su mano, aquella que no resguardaba las monedas restantes, sobre su hombro, volcando en aquél sencillo gesto una buena parte de sí mismo. Bien sabía Alec que, cuando alguien sufre una aflicción del tipo que sea, el apoyo y la cercanía son fundamentales. Lo había hecho muchas veces antes, siempre con la misma devoción y dedicación, pues poco importaba él mismo cuando había tanta gente necesitada en el mundo. Por eso no se apartó hasta que las palabras y los gestos de Serena indicaron que aquél pequeño momento de tensión había terminado. Asintió durante un breve instante, con el ceño ligeramente fruncido por la concentración y la preocupación, hasta que se apartó de nuevo lentamente.

Y es que sus esfuerzos estaban completamente centrados en que todo lo que saliera de él, todo cuanto los demás recibiesen y absorbiesen fuera tranquilidad. Por eso los movimientos bruscos y violentos estaban descartados. Pero aquella voz que provenía del otro lado de la puerta fue inesperada... E inquietante. Y las palabras confusas, enigmas extraños cuya naturaleza escapaba a la comprensión de DeRoos, quien se adelantó hacia la puerta antes de que cualquier otro lo hiciera, en vanguardia del variopinto grupo, como tantas otras veces había hecho. No tenía miedo, no había duda en su mirada. Si algo o alguien iba a atravesar aquella puerta, se encontraría frente a él.
La puerta aumentó de tamaño... Se convirtió de pronto en el centro del mundo... "Still Waiting"... La visión periférica se nublaba, los músculos se tensaban, la mente y el espíritu se alertaron, vivos, rápidos, dispuestos.

No estaban solos. Había alguien más encerrado en aquél lugar... O acaso fueran sus captores, al otro lado de la puerta, burlándose de ellos haciendo gala de algún tipo macabro de humor. Monedas... Lo supo desde el primer momento: aquellas monedas no estaban ahí por casualidad. Observó la pareja que le quedaba. Una era para él, la otra para el hombre de Dios. No hablaba con ellos, pensó. Quien fuera la poseedora de aquella voz no sabía de sus presencias o no se dirigía a ellos. Y, por el momento, era mejor que así fuera.
Lentamente, comenzó a acercarse a la puerta, deteniéndose un único instante antes para llevarse el dedo índice a los labios, pidiendo silencio a sus compañeros.

Un paso... Dos... Tres... La puerta cada vez estaba más cerca. Evitó los pequeños charcos de aquél líquido inmundo para que sus pisadas no hicieran ruido alguno. Lentamente se deslizó hasta ella y apoyó la oreja sobre el frío metal, tratando de escuchar algo más para hacerse una idea de lo que ocurría fuera. Al tiempo, su mirada se deslizó a través de la ventanilla de la puerta. Existía cierto temor por lo que pudiera ver ahí fuera, pero el temor hacia lo desconocido jamás le había echado para atrás o detenido sus pasos. No iba a empezar ahora a dejarse amedrentar.

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15/10/2008, 19:14
La-Shawn Rutherford
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Estaba por fin decidida a decir un poco más de mí, quizás no la edad porque eso no era necesario para nadie pero sí el día de nacimiento, de dónde provenía y todo eso cuando los acontecimientos me lo impidieron. Siempre he pensado que a lo largo de nuestras vidas no existen casualidades, sino causalidades y las cosas suceden por algo. Yo hago que sucedan ciertas cosas para que las reacciones a estas no me impidan tomar lo que quiero. En fin que mientras miraba al hombre de hablar distinto tratar de contener a Serena, un nuevo acontecimiento sucedió y estoy segura que todos lo oímos.

Un estremecimiento recorrió mi cuerpo de pies a cabeza, en especial cuando Alec hizo aquel gesto que yo misma hubiera hecho antes para pedir un poco de silencio. Era obvio que no estábamos solos pero lo que no era obvio era quiénes eran esas personas. Miles de ideas pasaron por mi cabeza, quizás lo hecho a lo largo de los años por mí, ahora estaba pasándome factura pero entonces no tendría sentido que todas esas otras personas estuvieran allí conmigo. Respiré profundo tratando de escuchar pero si aquel que tenía el oído pegado a la puerta, no podía escuchar nada –porque no dudaba que nos lo diría- mucho menos yo.

Moví la pierna para que no me cayera una gota de esa cosa que caía del techo, tentada estuve a olerla para saber de que se trataba pero el solo hecho de pensar en hacerlo me provocaba repugnancia. Aguardé en silencio, mirando en derredor, las caras que por ahora eran mi compañía; a simple vista no parecíamos tener nada en común pero sí que lo teníamos: estábamos encerrados en ese lugar sin saber por qué. Apreté con fuerza la moneda que Alec me había dado, no sabía si serían aquellas las monedas a las que se refería la voz de la mujer pero eso no importaba, si eran tan valiosas para ella, quizás fueran una especie de llave para salir de allí.

Mis monedas. Qué irónico. ¿No había siempre yo apostado por ellas de alguna manera?

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16/10/2008, 12:35
Winston Gorman
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-Muy amable.- dijo al recibir la moneda, encendiendo y apagando la sonrisa en un segundo. La colocó en equlibrio sobre el dorso de su mano derecha, examinando una de sus caras. Luego inclinó la mano para que la moneda se deslizara hasta sus dedos y, cuando parecía que iba a caer, la sujetó entre el índice y el corazón.

Así asistió a la respuesta de la muchacha pelirroja, asintiendo y fijando la mirada unos segundos en ella...ignorando por completo, y sólo - se promete - de momento, los gemidos de la congestionada señorita Loire: aquello, su atención, era una prioridad...pero no inmediata.
Lanzó la moneda al aire y evitó de nuevo su caída al piso, esta vez interponiendo la palma de la mano hacia arriba. Con el pulgar comprobó su tacto...antes de pasar el metal a la izquierda y cerrar el puño.

- Señorita Rutherford, permítame.- dijo en voz baja para respetar el silencio que se había demandado. Extendió el brazo, reclamando gentilmente la atención de aquella dama. La-Shawn había apartado la pierna para no recibir un desagradable goterón, y Gorman reparaba en ello mientras el "Sir" interpretaba una escena, a su juicio, algo quijotesca frente a la puerta.

- Quizá ésta sea la única parte de la estancia donde el techo ha podido mantener cierta...dignidad.- con la barbilla señala la techumbre. Sobre su posición ciertamente parece que la estructura aguantaba mejor los estragos de la humedad y la ruina del abandono.- No tendrá que hacer malabarismos aquí...

Realmente curiosa fué la actitud de Gorman frente a los sonidos provinientes de fuera. Afinó el oído, inclinando incluso la cabeza hacia el foco de las voces, pero no parecía mostrarse agitado. Tal vez aquello constataba, más que la intuición, la certeza de que había más individuos confinados en aquel edificio.

La pregunta inmediata era, por tanto, el por qué de esa determinada organización. Las respuesta tibia del extranjero no ayudaba a resolver esa cuestión primaria y fundamental. A él se acerca cuando las voces dejan de escucharse y el silencio es contraproducente.

- Disculpe,...Sir.- dice aclarándose previamente la garganta.-¿ Habría alguna forma de poder examinar la totalidad de las monedas?. Probablemente no sean todas iguales y espero que, tras haberlas juntado, recuerde aún a quién pertenecía cada cual.

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16/10/2008, 15:28
Director
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Un vistazo próximo permite a Gorman ver aquella moneda: Una antigüedad, un tesoro que podría venderse de maravilla en cualquier subasta...

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16/10/2008, 16:51
La-Shawn Rutherford
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Con lentitud giro la cabeza hacia lo que parece ser mi nombre, de pronto es como si todo allí hubiera desaparecido: una voz amable. Ya podría ser peor y no lo es, así que me levanto sin hacer el menor ruido y me acerco a Gorman para sentarme cerca de él. Dar las gracias para mí siempre ha sido un acto automático pero ésta vez es distinto; un gracias firme aunque en voz baja sale de mi boca y una media sonrisa o lo que puede ser una sonrisa en situaciones como aquellas.

Ciertamente no sacaremos nada en concreto de aquellas palabras que vinieron hasta nosotros como un recuerdo vago de algo que uno desea olvidar, como los fragmentos de un sueño mal vivido en el que no fuimos los protagonistas principales, suspiro con resignación; quizás de pronto abra los ojos y esté de nuevo en mi cama, bajo mis sábanas limpias y tersas, con aquel al que he ido a buscar, si es que lo sé, si es que lo recuerdo. Aún mantengo apretada la moneda en mi puño, lo abro suavemente mirando a los ojos a Gorman cuando le pide a Alec que las revisemos.

La observo con detenimiento durante escasos segundos para reconocerla si es necesario una vez que todos mostremos la nuestra, aunque no sé para qué pueda servir aquello, no sé si tenga algún valor aquel gesto. Abro la palma por completo y la poso frente a la cara de Gorman, por iniciar podemos comparar las nuestras y no es un mal inicio cuando los demás parecen estar más interesados en alguna otra voz que pudiera venir de detrás de la puerta.

-Quizás no está cerrada con llave-mi voz es apenas audible para Gorman pero más que nada parece un pensamiento en voz alta.

Ninguno ha intentando abrirla, aunque ya dos nos hemos acercado a ella. Quizás sea hora de actuar antes que morir allí creyendo que desvaríamos todos juntos o quizás sólo somos uno soñando con los demás. Me obligo a dejar de pensar o me volveré realmente loca.

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17/10/2008, 08:09
Serena Loire
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    Todavía se sentía traspasada por la afección que le había imbuido el contacto de la mano de Alec, cuando aquellos retazos de alguna crispada conversación llegaron para volver a cambiar el ánimo de todos los que la rodeaban. La actitud subsiguiente por parte de sus compañeros de cautiverio podría haber ayudado a Serena a comprender algunos puntos más sobre el estado de las cosas en aquel horrible lugar; y lo hizo, a buen seguro, pues en aquella circunstancia hasta el más nimio detalle arrojaba luz sobre alguno de las incertidumbres de la joven, que se contaban por miríadas. Pero a Serena le interesaban más las certidumbres. Bueno, había algo en concreto que le interesaba más que cualquier certidumbre, aunque no supiese muy bien cómo afrontar la situación. La iniciativa era una puta asquerosa entre cuyas piernas se turnaban aquellos hombres y mujeres para saciar su vanidad. Y ella no podía competir con la tórrida gratificación que proporcionaba un servicio como aquél. Ella también era complaciente, pero carecía de atractivos...

    Resultaba descorazonador sentirse una vez más ajena al paisaje humano en el que se veía inserta. Sentía el conjunto de sus pretensiones como un insulso bodegón arrinconado a la sombra de enormes acuarelas luminosas, coronada la exposición por un magnífico retrato ecuestre de Alec DeRoos. "Sir" Alec DeRoos. Después de todo, sí que era un caballero. Y, ante todo, había demostrado ser un caballero. Aunque, sobre todo lo demás, su caballería galopaba con elegancia las ensoñaciones de Serena, el jinete embutido en una coraza cuya única mácula correspondía a la divisa del amor. Mas el cerebro de Serena hervía, y así pues el vapor generado por la ebullición hacía que bailotease la tapa de los sesos: en realidad, la única divisa de importancia para Alec parecían ser aquellas estúpidas monedas.

    No tan importantes, empero, como para privarse de la grosería de entregarle una de ellas a Serena en concepto de condescendencia. Más le valdría guardársela para su próxima zorra. El enfado de Serena era pueril, estaba mezclado con lo embarazoso de la indisposición por la que se acababa de ver afectada, y lo agitaban las continuas insinuaciones de Winston a la hermosa La-Shawn. Había entregado su inconsciencia en prenda para no recibir a cambio más que un manojo de ilusiones; y si bien éstas saturaban ya su haber emocional, aquélla era algo cuya envergadura podía ser vital para sobreponerse a la presencia de esos profundos huecos de su mente que no podía seguir negándose a encarar. En nadie más... Sólo puedes confiar en mí. Pero contigo a mi lado sé que seré capaz de salir adelante. Te prometo que nunca tendrás nada que reprocharme. Quería centrarse en sí misma por un momento, tenía que aclarar sus ideas de una vez; aunque no le gustase estar sola.

    Harta de conducirse con moderación por la senda de la fantasía, Serena decidió montar en el tren; en uno cualquiera, no importaba el destino, sólo que fuese estrepitoso y la trasladase sana y salva hasta el otro lado de aquel sinsentido.

    -Oye, ¿tú no tienes miedo? No sé muy bien lo que está pasando... ¿Sabes cuánto tiempo llevamos aquí dentro? -inquirió a media voz tratando de aparentar cierta seguridad ante la pelirroja, después de haberse acercado a la cama que ocupaba Shanon Carradine.

    No le gustaba estar sola.

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19/10/2008, 07:06
Shanon Carradine
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-¿Miedo? -la miré- ¡Claro que lo tengo!... Miedo e incertidumbre, pero ninguno de esos sentimientos van a hacer que salga de aquí y regrese al lugar en el que debo estar.

Tiro de mis mangas, de modo inconsciente, cubriéndolos y dejando practicamente sólo mis dedos a la vista.

-Estoy confundida -vuelvo a esconder la cabeza entre mis piernas y cierro los ojos, respirando profundo para no perder la serenidad-... No se qué día es hoy, ni si es de día o de noche, creo que alguien me dopó mientras dormía y me trajo a este lugar, pero creo que eso no fue anoche.

Me hago sonar los dedos, mis palabras salen con tono suave, es casi como si estuviera pensando en voz alta.

-Me parece -continúo- que lo que sea me dieron consiguió inducirme un profundo sueño que me mantuvo abstraída del mundo hasta ahora...

Miro a Serena, pero también a los demás. Mi voz, creo, difícilmente les ha resultado legibles o entendibles para los demás pues apenas y la he elevado lo suficiente para que Serena me escuche.

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20/10/2008, 08:13
Serena Loire
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Ahora que podía observar su rostro con mayor atención y desde una menor distancia, Serena creyó ver en Shanon a una compañera de generación, pues las formas frescas de la veintena eran capaces de traspasar incluso los rigores que una situación como aquella imponía en la expresión de los afectados. Pero lo más reconfortante era poder comprobar que no se encontraba sola en la confusión, que también para otra persona la memoria era un hilillo débil al que ningún recuerdo de peso había quedado anclado. Escuchaba las palabras de Shanon como si estuviesen saliendo de su propia boca, y se unió a ella en un pequeño abrazo cuando hizo desaparecer su cabeza, continuando la conversación en un tono de mayor intimidad que agradaba enormemente a Serena. Su propia cabeza reposaba pegada a la de Shanon, concentrada en tratar de no perder el rastro de los murmullos que lograban escurrirse por entre los encarnados labios para formar aquella sobrecogedora confidencia. El calor de aquella fusión la hacía soñar, pero la vista sólo podía enfocar al futuro, quedando el pasado en un borrón que se le resbalaba por la nuca en forma de pequeñas gotas que ni siquiera sabía si eran suyas o en realidad pertenecían al techo y ella se las estaba robando en su lucha encarnizada por apropiarse de todo cuanto tuviera el menor viso de haberle pertenecido alguna vez.

Por alguna razón la pelirroja le había parecido un espíritu robusto cuando reparara en ella por primera vez, sin embargo ahora que casi podía sentirla temblar contra su cuerpecillo parecía que sus almas convergían hacia el mismo punto de la habitación, hacia aquel rincón mugriento en el que una bestezuela arácnida de aspecto espeluznante recorre con parsimonia los milímetros de su telaraña que la separan de unos desdichados insectos involuntariamente sorprendidos por los designios del azar. Ciertas arañas inyectan veneno en sus presas a fin de paralizarlas y poder así vomitar sobre ellas un infierno de jugos gástricos que las harán corroerse en vida, aterradas espectadoras de su progresiva disolución, hasta que la cocción de aquel horror llegue al punto exacto en el que deba ser devorado, siga o no albergando vida su interior. Por suerte algunas otras se conforman con desmembrar a sus sentientes piscolabis, que no se demoran en morir más de lo que una mayoría de sus fluidos tarda en esparcirse por los alrededores, evitando así los sadismos de la tortura.

Se quedó brevemente desconcertada al percatarse de que estaba deseando fumarse un cigarrillo. El pensamiento le resultó gracioso, y se lo guardó en un bolsillo como presagio fehaciente de que todo lo que faltaba todavía por encajársele en aquel desastre suyo de cabeza acabaría encontrando su lugar adecuado dentro del conjunto. La proximidad de Shanon era un sortilegio que le devolvía la cordura sin pedir nada a cambio, pero Serena quería dárselo, todo lo que pudiera, porque no soportaba verla sufrir, porque si ella estaba triste ella no podría sonreír hasta que ella volviese a mirarla para que ella le devolviese la confianza.

-Perdona, pensaba que sabía más que yo de todo esto. Yo tampoco recuerdo nada... Seguro que alguien nos drogó, o nos metió alguna cosa rara en el cuerpo o algo. Yo todavía sigo fatigada, aunque no tengo sueño. Serena apenas se había separado de Shanon para dirigirse a ella con la inusitada soltura de la que se sorprendía haciendo gala, seguramente espoleada por el poder rastrero que una calma mayor que la de su compañera le proporcionaba. Se resistía no obstante a soltar una de sus manos, que acariciaba entre las suyas propias. Me alegro mucho de que estés aquí conmigo, porque me pongo muy nerviosa cuando no conozco a nadie. Pero todo va a salir bien, seguro que alguien acabará encontrándonos, yo tengo a mucha gente que me quiere, seguro que todos me están buscando ahora. Sonreía levemente. Le faltaba acaso perfeccionar aquella máscara, pues también ella se encontraba abatida por la situación. Aunque por el momento la ternura había suplantado a los desvaríos. Y todo gracias a Shanon.

Hace unos momentos se había sentido disgustada al resolver que aquel "1314-B" que se dibujaba en la pechera ligeramente ondulado sobre el relieve de sus pechos se refería a ella misma, como si no fuera más que un producto de catálogo. Ahora en cambio, con "Shanon" y "Serena" despuntando en aquella realidad por encima de cualquier galimatías arbitrario perpetrado por sus captores, sentía curiosidad por saber cuál era el número de su improvisada hermanita. Es "A", es "A"... Ella es mucho más guapa, ella era la que me ayudaba a mí antes... Es el mismo número, porque siempre fuimos amigas. Sé que la conozco, y nos queremos. Había una promesa en el sonido de aquellos pensamientos que parecía deslizarse a través de la mirada de Serena con la cadencia hidráulica de cuatro pares de patas peludas.

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23/10/2008, 07:15
Shanon Carradine
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El abrazo de Serena me tomó por sorpresa, realmente no me lo esperaba pero se lo agradecí sinceramente.

La miré y en sus ojos ví cierto desasosiego que me pareció se esforzaba por ocultar o calmar, como si ella buscase en mí aquel cable a tierra que le permitiera, nos permitiera, conservar la cordura.

Volví a observar a los demás y pude percatarme que todos llevábamos impresos unos números en el pijama, como si fuésemos reclusos de alguna cárcel. Irónica comparación, pero no tan desacertada ¿No era ese lugar una cárcel para locos?. ¿Qué significarían? Cuatro cifras y una letra. Los dos primeros números, trece en mi caso, quizás representasen el número de la habitación mientras que el segundo par el número de la cama, pero... ¿Y la letra qué? No se me ocurría más que pensar que la letra representaba el ala de edificio o el grupo al cual pertenecíamos. Un código, eso era y eso éramos cada uno de nosotros. ¿Acaso a eso se reducirá nuestra existencia en éste lugar? ¿Cuatro números y una letra? ¿Acaso hemos perdido nuestra identidad?

¡No! Me resisto a aceptar ese pensamiento tan funesto. Se quién soy y de dónde vengo. Lo han preguntado y he podido responder, todos lo han hecho. No debo olvidar eso, no debo olvidar lo que soy ni mucho menos quién soy.

De pronto soy consciente de esas voces, esos gritos que provienen de afuera. ¿Son reales? ¿Algo de todo ésto es real? Mi mano sigue entre las de Serena y entonces me digo que sí, que al menos quienes conmigo están son reales, el contacto es de masiado cálido, demasiado vívido como para estar imaginándolo.

Entonces... Mis ojos se clavan en la puerta, la certeza de saber que no estamos solos en ese lugar me anima pero al mismo tiempo me asusta. Al menos los que están en la habitación conmigo no parecen representar peligro; se ven personas normales dentro de su propia anormalidad, pero... ¿Ocurrirá lo mismo con quienes están al otro lado de la puerta?

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23/10/2008, 16:11
Winston Gorman
Sólo para el director

Notas de juego

Algunas cosas básicas que Gorman podría conocer:

- Identificación que tanto él como el resto llevan en sus ropas.

- Composición del líquido con el que fué hecha la inscripción de la puerta ( pudo olerla desde muy cerca y quizá fué capaz de distinguir los elementos que la componen).

- Como médico forense, está familiarizado con el efecto de distintas sustancia sobre el cuerpo: ¿tiene la sensación o la sintomatología de haber sido drogado/sedado?.

- Gorman recuerda la última vez que probó bocado y sabe perfectamente que su cuerpo busca energía tirando de lípidos cuando transcurre un tiempo determinado, provocando un ligero aliento a acetona. También conoce al detalle la sensación que se produce en el organismo la alimentación asistida.
Con estos datos, ¿podría Gorman ajustar un período de tiempo aproximado entre su último acto consciente y el momento actual?. ¿Fué alimentado por sonda o alguna otra vía?.

(espero la respuesta de Alec para postear).

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24/10/2008, 06:35
Serena Loire
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Se encontraba a gusto después de aquella pequeña mudanza. Era evidente, por cómo esa mirada perdida en el infinito revelaba sin pudor una ristra de utopías que jalonaban su trayecto, la placidez por la que se había dejado embargar a la vera de esa otra joven. No se había traído demasiado equipaje, tan sólo desconcierto y una pizca de rencor; pero todo eso quedaba silenciado por el alboroto que montaban en su cabeza los vítores de aquella alentadora familiaridad. La contigüidad de Shanon continuaba haciendo erupción en el ánimo de Serena, desplegando una cortina de humo y cenizas cuya densidad le nublaba por completo casi la visión del entorno más inmediatamente cercano que era el resto de la estancia. El eje de la realidad no podía evitar curvarse bajo el peso de toda la vehemencia que Serena estaba acumulando tras las costuras de su corazón. Una bola de nieve de impecable factura se había echado a rodar montaña abajo cuando viera a su compañera enterrándose afectada entre sus propias piernas, llegando a crecer hasta el punto de que ahora podía distinguir claramente bajo algunos terrones de aquella nada incolora el tono anaranjado de la melena que Shanon lucía con un adorable desaliño. Como siempre.

Podía verse a sí misma rodeada de personas que la amaban y con las que compartía todos los aspectos de su vida. El cariño, las risas, la confianza, el compromiso, un conjunto emocional que arrojaba sobre su pasado la paz que sólo una vida plena puede proporcionar a cualquiera que llegase a reunir el valor -o la demencia- necesarios para descender hasta los abismos de sí misma. El afecto vertebraba álbumes repletos de fotos en las que ella posaba a regañadientes: divertidas noches de celebración en compañía de sus amistades, cenas en las que el plato fuerte eran las carcajadas que se elevaban de entre la masa formada por sus seres queridos, paisajes y construcciones de portentosa belleza que quedaban inmortalizados a modo de fondo sobre el que una deliciosa pareja plasmaba ante el objetivo de la cámara la llama inextinguible de su amor... Los buenos momentos requerían ser refrendados por el plástico de una instantánea, que debería en adición ser colocado en algún lugar bien visible. Y todo estaba allí, en su sitio, donde Serena lo dejara antes de la fractura en el tiempo que la hizo aparecer en aquella prisión. Sólo necesitaba una luz, un pequeño foco de iluminación, y podría volver a verlo todo. También a él, por supuesto. Es a quien más echo de menos. Igual que tú, ¿verdad? Pero pronto vendrán a por nosotras, y nos sacarán de aquí. Ahora tenemos que mantener la calma, y procurar no desmoronarnos hasta que todo esto se termine. Sabes que yo siempre cuidaré de ti, porque eres lo que más quiero en este mundo. Sería tan fácil venirme abajo ahora... Pero tengo que cuidar de ti, y te prometo que lo haré.

Serena reptaba por las catacumbas de su mente buscando en cada resquicio algún indicio sobre el paradero de las soleadas galerías que por fuerza debían existir más allá de las humedades y el tétrico reverberar que dominaban esas únicas zonas a las que por el momento era capaz de acceder. Pero a diferencia de hace algunos minutos ahora su consciencia fondeaba en la realidad en virtud de aquella mano a la que no dejaba de aplicar un suave roce con las palmas de las suyas propias. No había mucho que comprender de aquella situación: estaban encerrados. Seguramente poco más que rezar se podía hacer, siguiendo el ejemplo de aquel hombre. Y a falta de un Dios mejor, sólo quedaba encomendarse a la devoción de la deliciosa Shanon. Refugiarse en el calor que la mantenía unida a ella en esos precisos momentos. Y, así, no tardó en comenzar a chisporrotear la galaxia de chiribitas que poblaba los ojos de Serena. Levantando la manga del pijama de Shanon, que tanta prisa había tenido la pelirroja hace un momento por utilizar como escondrijo para sus manos, inició con las yemas de sus dedos sobre la cara interna de aquel brazo desnudo una serie de movimientos suaves pero cargados de intención que pretendían resultar agradables al sentido del tacto de su compañera. ¿Qué mejor manera de expresar la alegría que mediante unas buenas cosquillas? Serena mostraba a Shanon su sonrisa mientras el vaivén de sus yemas de desplazaba hasta las muñecas para alcanzar finalmente la palma de la mano, ese indefenso territorio en el que tan sencillo resulta hacer estallar una fiesta. Sin duda el agradable hormigueo de la carne sería capaz de hacerle apartarse a una de las agonías del espíritu.

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24/10/2008, 11:59
Director
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Al levantar la manga, Serena puede ver lo que Shanon escondía: Entre los huesos carpianos, el cúbito y el radio, tiene marcas y laceraciones de una naturaleza muy extraña, pues son heridas hundidas y de aspecto muy doloroso, redondas, como si alguien hubiese clavado algo en ellas... A pesar de que semejantes heridas deberían dificultarle el movimiento de las manos y haberle inhabilitado el uso de, como mínimo, el pulgar, Shanon mueve las manos con total normalidad y el color de las mismas no es malo. No hay gangrena, no hay costra infectada... Sólo un par de perfectos estigmas.