Partida Rol por web

Rose te agradece con una sonrisa algo seca tu colaboración. Lees en sus ojos que no te tiene excesivo cariño pero con todo no te recrimina nada, al menos de palabra. Parece que si pagas puntualmente y no alborotas, y cumples las normas, sin problema.

Brenda se queda medio tranquila. Quizá es pasajero, cosa de unos días, pero vas a tener que vigilarla de cerca. ¿Con el poco tiempo que tienes? Como no lo haga Robby...Piensas que lo intentarás, más vale calidad que cantidad.

Y bueno, allá que te vas, con la maleta, la mochila y las ganas. Nerviosa. Puede pasar de todo en esta sesión. Ya estás algo excitada. No estará Sey...todo depende de ti...o buena parte...Alan...usado como objeto...su dolor...tu placer...su resistencia...¿Controlarás? ¿Te dejarás llevar por el deseo? ¿No se trata de usar a los demás en tu propio beneficio? 

Te lo puedes pasar de muerte...¿vas a reprimirte? ¿Vas a..?

El taxi se detiene a las puertas del hotel. Alan ya está allí, en la entrada, esperando, esperanzado. Su expresión lo dice todo, sonriente, animado en su timidez.

-Hola, Alice. -te abraza, dubitativo, inquieto. -Qué guapa estás. ¿Subimos? -Lo cierto es que va directo, tiene tantas o más ganas que tú.

Alice le saluda con una sonrisa, dos besos un abrazo. Se muestra segura, aunque con una seguridad fingida en parte. Ella no podía permitirse mostrar duda, no es que se sintiera insegura, pero...tenía que transmitir calma.

-Hola Alan. Te veo bien, vamos arriba, hablamos un poco y ya nos vamos metiendo en materia.

joder Alice...¿Ahora vas de la profesora Chadburn? "Entrar en materia" mira a ver si encuentras una forma más sosa de hablar de una sesión de juego sexual.

siempre tienes pegas ¿No?

Alice toma la delantera y pasa a la recepción para hacer el check in, abonando todo el coste de la habitación.

-¿Tomas vino, Alan?- pregunta de repente, como si se le hubiera ocurrido algo- ¿Puede subir una botella de vino y dos copas a la habitación? Gracias - le pide a la recepcionista con una sonrisa y le deja otro buen billete sobre el mostrador, algo que diera de sobras para pagar la botella y las molestias.

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-Gracias, Alice. La verdad es que sí, ha sido una semana buena, en todos los sentidos, aprobé el permiso de conducir, me subieron el sueldo. Y...bueno, medio salgo con un chico. Está un poco en el aire, no se -se sonroja, desvía la mirada, quizá ha hablado demasiado. Pero parece tenerte confianza.

-¿Vino..? Oh...Vale. A veces...un poco. Que sea rosado fresquito, por favor. -sonríe.- Sí, eso en materia. Qué ganas, ¿no? -no le importa mucho si vas de profe o qué...

Arriba...Lo de siempre, Alan no sabe donde meterse, se sienta en la cama. Mira la mochila y la maleta, te mira a ti. Sus ojos de corderito anhelante para el sacrificio. No tardan en traer la botella y las copas. Os quedáis a solas.

-Déjame servirte, por favor. 

-Oh que bien, de verdad.me alegro por ti.- celebra con una sonrisa encantadora mientras suben. En otras circunstancias preguntaría si el chico sabía lo de sus gustos pero...no era el momento.

Cuando llegan arriba y ya con el vino en su poder, Alice dispone la botella y las copas en la mesa que hubiera en la habitación y ocupa un lugar en la silla, mantiene un aire elegante, sofisticado, superior. Su mirada pide, exige calma.

-Sirve las dos copas y siéntate. Primero hablaremos. Necesitas nuevas palabras de seguridad, unas que usarás conmigo y solo conmigo. Una para detener completamente el juego, otra para cambiar de práctica y otra para reducir la intensidad de la misma. Toma un poco de vino conmigo y piénsalo.

Alan no se lo hizo repetir. Escanció el vino en tu copa y luego en la suya. Derramó unas gotitas -Uy-  y se apuró en limpiarlas, con inquietas miradas de refilón hacia ti. -Perdona.

Después se sentó. Golpeó suave las dos copas en un brindis silencioso y bebió un largo trago. -Está bueno
Te miró. Y retiraba los ojos cuando se cruzaban con los tuyos. Le imponías mucho, tienes claro que su caracter es afable y apocado.

Leyó tu orden silenciosa en tus oscuros ojos y adoptó una postura relajada.

-Nuevas palabras…¿Las elijo yo? Pues...a ver...No se...Me da igual…¿Jueves? Hotel...y...Vino. ¿Te gustan? ¿Prefieres otras? -bebió otro sorbo- ¿De qué quieres hablar?

-Si a ti te valen, a mi me valen, debes sentirte cómodo con ellas y acordarte de mi cuando las pienses...¿podrás vivir con ello?- pregunta, algo malévola y graciosilla, toma un sorbo de vino.

-Me gustaría saber si tienes alguna práctica o juego que...no quieras hacer bajo ningún concepto. Ya sabes...un límite absoluto.- inquiere, se lo toma con calma, no hay prisa, la conversación le está sentando bien, va tomando su lugar, los nervios se van y en su lugar va quedándose una Alice más controladora, dominante...segura.

Alan parpadea con rapidez tras los delgados cristales de sus gafas. -Vale...vale...Me acordaré de ti, seguro. Sin problema. Jueves, hotel, vino. Alice.- una mirada más decidida de lo habitual observas cuando te mira -Ama Alice. ¿O prefieres Dómina, como dice Sey?
A la siguiente pregunta no tienes que esperar demasiado a su respuesta.
-No quiero nada escatológico. No, no, eso no. Es sucio. Tampoco comida en mi cuerpo. Bebida, bueno, sí, no es lo mismo. Y detesto que me griten...Si quieres, un poco, vale...pero no todo el rato, por costumbre. 
Te sirve más vino. -No se qué más...No he probado tantas cosas. 

-Vale eso está muy bien. A mi tampoco me gusta lo escatológico, lo veo como tu. Hay gente a la que le va mucho pero...bueno a mi no. No te preocupes por eso. Tampoco me gusta gritar, es poco elegante, prefiero variar el tono o acompañar la orden de un fustazo.- se ríe sabiendo que a Alan le encantaría también esto.

-Prefiero Ama. Ama Alice suene muy bien, la verdad, suena increíble. Vale, nada de comida.- toma otro sorbo de vino y agradece con un gesto que se la rellene- Eres atento, eso me gusta. -Toma otro sorbo y termina la copa, deja que Alan vuelva a rellenarla pero ya no toma.

-Voy a cambiarme, tu desnúdate y espera.-dice levantándose de golpe, le pasa un dedo por la mejilla al pasar a su lado y se va camino del baño con la maletita de la ropa de Sey.- Y quítate las gafas.

Se une a tu risa, con un tinte de excitación en la misma y un brillo de anticipación en sus pupilas. 

-Gracias, Ama Alice -dice tras el comentario acerca de sus atenciones. -Lo que tú quieras. -Sonríe, como siempre, afectuoso.

Se levanta de golpe también en cuanto tú lo haces.- Sí, me desnudo. Y te espero, Ama. -ya se está quitando las gafas. 

Has dado la señal de salida, el juego comienza. Es semejante a la anterior, aunque en aquella no hubo esas preguntas, estos minutos de intimar un poco. Te vas decidida al baño, con la seguridad de que a tu vuelta lo encontrarás de pie, desnudo, sin sonreír ni taparse la entrepierna, que ya conoce que no te gusta que lo haga.

Pero...también sabes que Alan tiene su punto de rebeldía justamente para provocar el castigo...

Alice encuentra algo que la inspira entre la ropa que Sey ha preparado, un corsé de cuero sencillo con cremallera delantera y unas botas con un tacón de infarto que le encantaron. Debía recordar preguntar a Lindsey dónde las compró porque deseaba, desde ya, unas iguales. Se hace de rogar en el baño, se pasea ante el espejo, se recoloca el pelo, afina el maquillaje, el gloss rojo intenso, el rimel bien extendido...perfecta...dominante. Sexy. Si, se echaría un polvo a sí misma ahora. Pero...no. Ahora no. Ahora era el turno de Alan.

Sale del baño y examina con cuidado a su "juguete", no parece muy agradada con lo que ve.

-No, no no...muy mal, Alan...-recoge la fusta que ya había preparado en la mesa para tomarla al salir del baño. Da vueltas entorno al chico como un buitre antes de lanzarse sobre la carroña- Venga, tienes dos segundos para corregir lo que estás haciendo mal...o lo corregiré yo.

Con tu altura natural y aquellas botas, quedabas por encima de la cabeza de Alan. Él no se atreve a mirarte, solo a veces, esas miradas furtivas, tímidas, temerosas y, de alguna manera, con un brillo atrevido. ¿Hay deseo en ellas? ¿Rebeldía? 

Mira al suelo, agacha un poquito la cabeza. Observas ligera transpiración en sus brazos, ya está algo excitado, tan solo de anticipar o imaginar vuestra sesión. 

-Ama...No se qué hago mal...perdóname y guíame, Ama Alice.

Seguro que sabe muy bien a qué te refieres, pero...

-Eres un chico muy listo...eso no es malo.- se pone a su espalda, le recorre la columna con la tira de cuero de la fusta hasta acariciar sus nalgas- Lo malo es creerte más listo que yo, nene...-le susurra al oído con un tono peligroso.- Estamos aquí para que yo juegue contigo...no para que tú juegues conmigo ¿lo pillas? Bien, veamos...- vuelve a rodearle y se sienta de nuevo en la silla, piernas cruzadas, la fusta reposada sobre su regazo y toma su copa de vino.

-Hasta que no sepas lo que haces mal y lo corrijas, no jugaré contigo. Los castigos los decido yo...no tu.- dispuesta a cortar de raíz aquella sublevación, Alice tenía un brillo potente en los ojos, era una advertencia de lo en serio que iba.

Alan mantuvo una actitud de aparente incomprensión. Debajo de esa fachada de timidez, sumisión, introversión, subyacía un cierto desafío y sutil manipulación de las circunstancias que le rodeaban. Esto, lo estabas descubriendo, y no pensabas ceder ni un poco, a riesgo incluso de que la sesión terminase antes de que comenzara.

¿Era un farol por tu parte? Alan no apartó las manos de su entrepierna, dispuesto a afrontar tu reto. Y allí estuvo un minuto...dos...mirando a veces la fusta...a veces tus curvas...Hasta que avanzó unos pasos hacia ti y se arrodilló delante.

Sin embargo no era eso lo que tú exigías. Tu mirada feroz atravesaba la de él, que tomaba riesgos -¿Es esto? -Tu silencio fue la respuesta. Tu sumiso no quería dar su brazo a torcer. Lamió las botas, el empeine, la caña...Pero esto tampoco era lo que deseabas, no al menos ahora mismo.

Finalmente, sentado de rodillas, separó sus manos y liberó su sexo, en estado normal. No era vergüenza, era el atrevimiento a desafiar tus leyes. 

Tenía claro que tú mandabas, decidías los castigos, los premios...lo que quisieras.

Permitió que probara, aunque Alice sabía que él solo jugaba, ya vendría el tiempo en que ella lo hiciera. Pero no respondió ni dejó de dedicarle una fulminante mirada hasta que no hizo realmente lo que se le pedía. Y cuando lo hizo, una sonrisa triunfal se muestra en la cara de la Ama Alice.

-Vuelve a tu posición. De pie, manos a los lados, firme.- espeta con aire autoritario. Ninguna felicitación, ni una caricia, ni un fustazo de recompensa. Cuando el chico hace lo que se le ordena, ella toma la fusta y la acaricia entre sus dedos, mirando la punta, pareciendo no prestar atención a Alan.

-¿Sabes? En parte soy como tu. Soy manipuladora y caprichosa, sé lo que quiero y cómo conseguirlo. -iba tendiendo su trampa para el sumiso, encontraba mucha diversión en ponerlo ante situaciones comprometidas en las que tuviera que salir de su zona de comfort para contentarla- ¿en qué me convierte eso, Alan? ¿Cómo definirías a una persona manipuladora y caprichosa? Habla con libertad.

De pie, manos a los lados, firme...Alan obedeció de inmediato. Su iniciativa sabes que es poco, aparte de esas "sublevaciones" puntuales. Ponte aquí, allá, haz esto...Un objeto, como te dijo Sey. Pero que se revelaba de vez en cuando.

Ahí lo tienes, tieso, inquieto, rascándose el muslo, reprimiendo una erección, comenzaba, disminuía...Entonces le haces preguntas. Su desconcierto es evidente en la expresión de su cara. Él espera otra cosa...aguarda y hasta anhela el azote, la orden firme, sin concesiones...Se encuentra con tus preguntas, igualmente de obligada respuesta.

Se muerde los labios- Peligrosa. Admirable. Excitante. -¿dice la verdad o lo que cree que quieres escuchar? Jurarías que es sincero, no mentiría a su Ama. -¿Qué es lo que quieres, Ama Alice? ¿Podría yo dártelo? -Se aventura a preguntar, resultando sorprendente el grado de interacción que tiene contigo.

-Soy una zorra. Igual que tu. - le corta en seco. Pero con una sonrisa- No me malinterpretes...me gustan las zorras. - se levanta y cae un fustazo en su trasero. Veía la duda en los ojos del chico, la confusión...él no tenía el poder y Alice si.- Estas nervioso ¿por qué? ¿no te gusta mi juego? ¿No te gustan mis preguntas? Venga piensa un poco...quiero someter tu mente, lo inteligente es sexy...Vamos Alan...¿qué podrías darme? -cae otro fustazo en la otra nalga.- No retengas tu erección, quiero verte, quiero ver como piensas sin nada de sangre en el cerebro. Pero tienes prohibido correrte, ya lo sabes. Hasta que no te autorice expresamente.

Eso es. El poder. La dominación de otra persona. La satisfacción y el malsano placer de saber que ejecutará prácticamente cualquier orden tuya sin apenas pensar. Lo que sea. O casi. Quizá va más allá de la excitación y fascinación que te embarga el causar dolor. Hoy puede que averigües más sobre ti. ¿Es lo mismo que siente Frisbee? No, a ella le gusta, tú has hecho que le guste, pero la tatuadora no se pone así de cachonda. 

Y ahora con Alan, enfocas la sesión de manera diferente. Corres el riesgo de que no le agrade, de que se encuentre incómodo, de que pronuncie alguna de las palabras de seguridad.

No lo hace. Y los dos fustazos que sacuden su cuerpo ayudan a que la erección siga su curso natural. 

-Me gusta tu juego, Ama. Es diferente. Me gustan tus golpes. -parece mirar hacia el infinito a través de la ventana- Puedo darte...Mi sumisión total...Podría darte mi obediencia absoluta.

-¿No tengo eso ya?- pregunta sorprendida y con un divertido toque de indignación. De nuevo el cuero restalla contra una de las nalgas de Alan.- Pero vas bien, zorrita, me gusta, estás pensando. Ahora eres sexy. Sigue. ¿Qué puedes darme...que nadie más podría?

La Ama Alice estaba disfrutando de lo lindo, este juego mental la chiflaba, se estaba mojando bastante pero al mismo tiempo mantenía el control de si misma y de la situación. Paseaba alrededor de su "presa" de su "juguete"...tan servil, tan objeto...lo estaba sacando de su zona de comfort, obligándole a pensar, ahora si que estaba haciendo lo que quería con él. Porque azotarle, atarle y someterle hubiera sido hacer lo que él quería que ella hiciera y el juego no va de eso ¿no?. Se muerde el labio inferior, admira el cuerpo de Alan, le resulta atractivo, tan expuesto, tan vulnerable...tenso y dubitativo...igual que un cervatillo que duda entre salir corriendo o quedarse ahí plantado.

-Venga...véndete un poco...-le anima con un tono sugerente y sensual, le acaricia con la tira de cuero...y la vuelve a hacer restallar en el trasero de Alan.

Los azotes hacen temblar un poco el cuerpo de Alan. Un respingo. Eso le gusta claro, o le excita, ahí tienes su resultado en su entrepierna. Pero, ¿le va el juego psicológico que estás planteando? Ha afirmado que sí, antes. ¿O lo hace por agradarte? Quizás no le gusta pero obedece, que es su deber, su razón de compartir esta tarde contigo. 

A saber. De momento estás en ello. No hay palabra, así que sea lo que sea, él quiere continuar. Aunque tu pregunta le deja un tanto bloqueado, reflexivo. Menos mal que tu fusta le activa el cerebro.

Se atreve a mirarte y en sus ojos ves que no encuentra respuesta válida. ¿Qué puede darte que nadie más podría? Ya ha dicho antes el qué. Insistes. 

-Soy insignificante, Ama. Podría amarte, pero otros lo harían. Podría dejarte que hagas conmigo lo que quieras, Ama Alice, pero otros, otras, también. Podría entregarme a ti toda una noche y no solo dos horas...pero supongo que más personas pueden. 

Agacha la cabeza, compungido por no superar tu reto. -No lo se, Ama Alice. Si tú quieres algo que nadie te puede dar, dímelo y yo te lo daré.

La mano de la Ama vuela hasta alcanzar la barbilla del compungido joven y le levanta la vista, sin dejar que se esconda.

-Al menos te has esforzado. He sido mala, pero no lo has hecho mal del todo...¿vas a volver a jugar conmigo, Alan? ¿Vas a volver a intentar obtener lo que quieres? ¿O vas a acatar mis órdenes a la primera?- pregunta, mirándole intensamente a los ojos, desde arriba, en una posición de poder, sabía de su sensualidad, sus labios rojos y su oscura sombra de ojos ensalzaban su poderosa figura. Se sentía como una diosa, en realidad.