Partida Rol por web

El demonio salido de la puerta abierta a los infiernos era una presencia que las mentes normales no podian soportar sin caer en shock, o te sometias a su voluntad cual esclavo o te sumias en la negrura con la mente hecha pedazos. Era un ser que estaba compuesto de la maldad encarnada, de mas alla de los eones cuando el mundo fue creado y se alimentaba de almas humanas. Los gritos de agonia de miles de ellas resonaban en las cabezas de los que intentaban mantener su voluntad delante de la presencia de la hija de Lucifer...

Mas Bairarico, el suevo no flaqueo, poseido por una determinacion inquebrantable vio en ese momento la oportunidad de acabar con el demonio. Arrojo la lanza como lo habia hecho cientos de veces, y ensarto al demonio por el pecho como antes habia ensartado a decenas de hombres... En una explosion de luz saliendo del cuerpo ensartado el demonio revento en pedazos y el portal se cerro, desvaneciendose como si nunca hubiese existido.

En decimas de segundo el hechizo estaba roto, no habia miedo, ni niebla ya pues un poderoso rayo de sol alumbraba sobre el suevo y el resto del grupo, y eran los salvajes los que huian despavoridos en todas direcciones...

Zayn estaba tan sorprendido y aliviado que era un gozo lo que estaba sucendiendo. No sabía si dejarse caer o agarrar Al Suevo por la cabeza y mentón y estamparle un beso en la mejilla de alegría. Tanto dudaba que no hizo nada. No se movía. Sólo sonreía como un loco o un "bobo babeante".

Incluso tras unos segundos de mirar al resto girándose lentamente hizo un sonido que le salió de dentro. Era un - ¡Huu!. Leve pero contundente. Una forma de dedir....: - "Listo, ya se ha terminado ¿Eso era todo?".

Todo preguntaba su mente. Si no fuera por el lanzazo que había lanzado El Hijo del Oso ahora varios de ellos serían ruinas humanas o manchas sanguinolentas en el suelo... y pocos segundos después... todos seguirían ese mismo destino. Un zombie más para la "colección". Un alma más que atormentar en su infierno particular.

Había escuchado unos momento antes a alguien rezar y no tenía claro quién había sido, pero le daba las gracias a su Dios por haberle escuchado: - Dile a tu dios de mi parte que gracias. Que si necesita un guerrero más... Parecía dudar. Se golpeó con el puño en el pecho. - ... dile que aquí estoy. No sabía si eso de convertirse al cristianismo era bueno, pero durante un instante había estado planteándoselo.... pero no. No era de una familia de cristianos, una tribu de cristianos.... a no ser que todos den ese paso.

El sol aparecio en el horizonte, expulsado con su presencia a los infieles y demonios que tanto mal habia causado en estas tierras. Vero se sintio aliviado, pero por dentro sentia que no podria regresar a la vida normal. Ahora se sentia mas temeroso y paranoico que antes.

-Oh gaius, amigo mio. Siento que mi dias leñador han acabado. No quiero volver caminar en los bosque por una buena temporada.

Se sento en el suelo y con el crucifico en su mano, se puso a rezar por los caidos. Todo aquellos que conocio en el camino, y cuya vida se perdieron en esta aventura.

-Padre, que los muerto descanse en tu amparo eterno. No nos dejes caer en la tentacion, amen.

Bairarico acabó con la reina con un lanzazo digno de Lug, desterrando su maligna sombra de Gallaecia para siempre.. resuelto por la inminente victoria, Arthaios recordó que una batalla no se había terminado hasta que todos sus enemigos estuvieran muertos o huidos.. de modo, que sin pensárselo dos veces, auspiciado por la cólera de Cossus, el ártabro cargó con la lanza por delante y atravesó la caja torácica del vándalo traidor que todavía se lamentaba por la caída de su señora.. 

- Muere sin honor, cerdo traidor! este es el pago por mancillar nuestra tierra con tu pútrido aliento! - mientras Garvarik escupía sangre por la boca, ahogandose, el explorador ártabro continuo, retorciendo la lanza en el pecho del vándalo- .. ahora te pudrirás en Hel junto con el resto de tu estirpe de malnacidos.. lleva ahora, este mensaje para que los muertos lo canten como advertencia a todos aquellos que intenten dañar a los galaicos y a su tierra madre. Ahora sufrirás la vergüenza y la burla de tus ancestros por haber servido a la reina de los condenados!! - dicho esto, Arthaios sacó la lanza del pecho del gigante vándalo, manchando su cara y ropas de sangre.

Con cara de satisfacción, el hijo de Brigantium miró al resto de sus compañeros.. parece que los dioses galaicos, suevos y romanos nos han bendecido para liberar Gallaecia de este gran mal. Ha sido un honor.. y como toda buena historía.. acaba con una buena batalla.. y con una mejor celebración.. bebamos pues, hermanos de armas, por la victoria!! 

Zayn no se sorprendió por el castigo al traidor. Ni se sorprendió ni se molestó en ver como asesinaban a un cerdo mal nacido. A un desgraciado que sólo nos había guiado hacia una muerte segura. Una muerte que no solo haría perecer a los presentes, si no que además, extendería el mal y la muerte por todas estas tierras, montes, valles y ríos.

Tras sacar la lanza y untarse con la sangre del último enemigo, le miró con satisfacción. Como se mira a un compañero de armas que ha realizado heroicidades en la batalla, uno que ha sobrevivido como tú y que aún está en la tensión del combate, por mucho que este hubiera ya terminado. Asintió indicándole su confirmación, dándole un "bien hecho" sin palabras. Sobraban las palabras.

Todavía arrodillado en la tierra húmeda, incapaz de alzar siquiera los brazos, y con el espíritu destrozado por el terror más absoluto, Gaius creyó percibir un movimiento por el rabillo del ojo. No parecía más que la brisa, meciendo las hojas de los árboles en la distancia. Una sombra borrosa, justo al límite de su campo de visión. Sin embargo, el sordo murmullo había logrado captar de alguna manera, y apenas por un instante, el reflejo de los rayos del sol.

Y ese minúsculo destello se había extendido por todo el campo, hasta convertirse en un halo de luz, que fue a posarse justo sobre el pecho de la criatura recién salida de los Infiernos. Por supuesto, el atormentado carbonero apenas si fue parcialmente consciente de todo aquello. Pues le resultaba imposible alzar la vista. Y solo se atrevía a atisbar de reojo a la Reina de los Lobos, con la cabeza gacha y el corazón oprimido.

Gaius podía sentir la maligna oscuridad que emanaba del portal. Era como una niebla invisible, pero tan palpable como esas cortinas de humedad que se formaban en los peores días del verano. Y como si de un remolino se tratara, la maldad lo arrastraba hacia la Reina. Aunque no tiraba de su cuerpo mortal, sino de su alma. Las fuerzas se desvanecían, y simplemente no había voluntad alguna de resistirse.

Sin embargo, mientras el carbonero esperaba anhelante las palabras de la Reina de los Lobos, conminándolo seguramente a someterse a su poder, un estallido de luz lo obligó a alzar de rostro de repente. En el preciso lugar donde la Reina de los Lobos había entrado al mundo, se veía ahora una explosión iridiscente de luces y reflejos, en los que Gaius creía adivinar cientos de rostros. Algunos eran bellos, y otros terriblemente monstruosos, pero todos se retorcían de dolor y frustración. En medio de la caótica confusión, el carbonero creyó divisar los diabólicos rasgos de la Reina... que le sostenía la mirada con un odio eterno.

Aquello duró apenas unos instantes. O tal vez horas. Era imposible de determinar. Y para cuando el humilde carbonero consiguió por fin ponerse otra vez de pie, ya varios de sus compañeros se habían lanzado a por los últimos esbirros de la Reina. Por supuesto, a Gaius aquello le importaba bien poco. Ya no tenía ánimos ni fuerzas para seguir buscando la muerte.

En algún lugar a sus espaldas, la familiar voz de Vero lo devolvió al mundo de los vivos.

- Te has ganado un descanso, Vero, viejo amigo. Y tal vez algunas canciones en tu honor. - el carbonero hablaba con un tono sereno, había una luz en su mirada como no había conocido jamás. Poco a poco, una sonrisa extenuada se fue dibujando en sus facciones. - Pero nada de eso va a poner comida en tu mesa...

Tras expulsar al demonio las nieblas se retiran de las tierras, los muertos vivientes caen en un monton de huesos podridos, las maldiciones son anuladas, los salvajes vuelven a lo profundo de sus territorios y la vida vuelve a la normalidad.

Al poco tiempo el rey Hermerico y los suevos marcharon contra los vandalos para expulsarles de Gallaecia.