Partida Rol por web

Summer days

Capítulo 4. Camino al dolor

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23/11/2014, 17:11
Eva Blair

Había cerrado los ojos con fuerza al meter la mano en el agujero. Si todo se terminaba ahí para ella por lo menos lo había intentado... Pero nada. No pasó nada. Ni bueno ni malo. No sabía si alegrarse o cagarse en todo... 

Ahora lo que pasara estaba en manos de Lenny. Ese enano peliazul que había aprovechado la ocasión para echarse novia. 

-Suerte...- fue todo lo que le salió de los labios alejándose un poco mientras cruzaba los dedos. 

Sentía el corazón latiendo con fuerza, hasta creía que se oía por todo el lugar. -Ya está...ya está...se ha acabado todo...-

Pero seguía sintiendo su cuerpo... no había desaparecido. Hasta ese momento no había sido consciente de que había cerrado los ojos inconscientemente de nuevo. Abriendo uno y después el otro ve con sorpresa, alivio y alegría que Lenny tenía la foto apretada en la mano. 

Les tiende la mitad que ella tiene y ambas partes acaban por juntarse.

¿Estaban muertos? 

El ver tanta luz de golpe solo le había hecho pensar en eso. 

Pero no. Aparecieron Hugo y Penélope con sus cuerpos (¿se podrían llamar cuerpos?) reales. 

Mientras apretaba los dientes veía a un nuevo Hugo. Uno que ya no buscaba venganza. Incluso se parecía al que había conocido al inicio del campamento. Aunque no fue capaz de pronunciar palabra alguna hasta pasado un rato desde que desaparecieron ambos fantasmas. 

Fue en ese momento cuando las pocas fuerzas que había sacado no sabía muy bien de dónde le habían abandonado, cayendo de rodillas en el suelo con ambos brazos cayendo a los lados de su cuerpo y lágrimas rodando por sus mejillas que no podía detener. 

-Se ha terminado...... ya está......- levanta la vista para ver el paisaje que se extendía frente a ellos. Era evidente que todo había terminado al fin. 

-Y...¿cómo le explico esto a mis padres?- muy probablemente pensarían que estaban locos o algo por el estilo, no se le ocurría nada más. 

Con cierta dificultad consigue ponerse en pie, aunque algo tambaleante, acercándose a la salida de la cueva para respirar el aire. Un aire tranquilo, libre y pacificador. Coge una buena bocanada de aire y grita. Grita con todas sus fuerzas. Por los compañeros que habían perecido esa noche, por los fantasmas que ahora descansaban en paz, por ellos mismos, que seguían ahí y habían pasado por tantas dificultades, que habían visto a la muerte cara a cara y habían conseguido salir con vida... Era como nacer de nuevo. A partir de ese momento empezaba una nueva vida.