No tengo una razón por la cual puedo sospechar de uno y de otro. Ciertamente el doctor me ha parecido una actitud sospechosa, así como la clériga, pero no tengo tampoco razonamientos para saber que son culpables.
A la clériga... aún así y todo pudieran no ser ninguno de los dos culpables.
Yo escogería al científico. Nadie le ha defendido y no nos sirve de nada.
ya he vuelto de vacaciones
Elegid entre uno de ellos y, si no os decidis, tendré que tomar medidas drásticas
La vida en territorio hostil me ha hecho bastante inmune a las emociones y al sufrimiento, pero durante un instante se apodera de mí un sentimiento de culpa. Rápidamente, lo descarto.
No tomo yo las decisiones. Y por lo que sé es probable que sea el asesino.
Sea. El científico.
Sea pues -dice Gea dando la orden a uno de sus hombres con gestos de su mano.
El nativo se acerca al científico que está arrodillado en el suelo y mueve su mano derecha para coger una pistola que ajusticiará a Yegor. Sin embargo, antes de poder concluir esta acción el científico hace un rápido movimiento y le raja el cuello al hombre con un escalpelo, provocando una catarata de sangre que riega la habitación.
Sin más dilación el científico asesino saca de su bolsillo varios escalpelos y los lanza contra el otro soldado antes de que este pueda dispararle. Las ojas de los afilados instrumentos penetran por todo el cuerpo, empalándolo, mostrando muchas más fuerza de la que se podría esperar de Yegor. -No podreis matarme, estúpidos -grita el asesino mientras se lanza a por el resto de los individuos de la sala con un escalpelo en cada mano.
¿Pero en qué estaban pensando? Creían que tenían aquí al asesino y ni siquiera lo han desarmado.
Empuño el cuchillo de caza en una mano y busco algo que lanzar a Yegor para distraerle.
En un instante la situación se les había ido por completo. El asesino había sido descubierto y con una rapidez sorprendente había matado a uno de los soldados. Afortunadamente, Atho aún tenía su pistola en su poder, por lo que no duda en sacarla y disparar hacia él.
Atho, tira para disparar, Mark, tienes a mano el arma del segundo soldado, el que tiene clavados varios escalpelos.
Me agacho para recoger el arma del soldado muerto. Este asesino no parece ser del tipo de personas que te gusta tener cerca y mi rifle es demasiado aparatoso en esta situación.
En cuanto puedo disparo al asesino.
Motivo: disparar
Tirada: 3d10
Resultado: 1(+6)=7, 1(+6)=7, 1(+6)=7
Sin comentarios
Yegor se lanza contra Mink-Ho tratando de apuñarlarle con los escalpelos. El mercenario se defiende como puede, esquivando la mayoría de los tajos y devolviendole algún golpe.
En el momento en el que Atho apunta con su arma al científico asesino Mink-Ho acierta a este último con una patada, provocando que el psicópata de varios pasos hacia atrás. Los suficientes pasos como para apartarse de la trayectoria de la bala. Trayectoria que termina en el pecho del aguerrido mercenario.
Víctima de los nervios, del cansancio de la situación o por pura estupidez Atho aprieta el gatillo de su arma con fuerza, incapaz de controlar sus movimientos, mientras que el arma se mueve de un lado para otro fuera de control, acribillando a todos los que se encontraban frente a él.
Me lanzo al suelo sin dejar de vigilar a Yegor.
Este Atho es más peligroso...
Atho, para ya. Grito desde el suelo.
Atho deja de disparar, pero sigue apuntando con su arma al médico.
Dios, esto se me da fatal- piensa. Era la primera vez que usaba un arma de fuego, y eso se veía ante lo que acababa de hacer.
¿Que cojones has hecho? -grita Gea furiosa, arrebatándole el arma de las manos a Atho y estampando a este contra la pared.
La habitación huele a sangre.
El primer nativo yace en el suelo, con la vida brotándole a borbotones del gran corte del cuello.
El otro nativo está en el suelo, completamente inmovil. Dos escalpelos están clavados hasta el mango en la zona donde se encuentra el corazón de este.
Al otro lado de la habitación la situación no es mucho mejor.
Mink-Ho está gravemente herido, tras recibir un disparo en el pecho y las heridas por parte del científico loco.
Jacob Hammer tiene dos agujeros en el rostro y ha dibujado la pared con la materia gris del interior de su cabeza. El resto de su cuerpo presenta aún más heridas de bala.
La sacerdotisa está acurrucada en el suelo tras el cadaver de Jacob, rezando. No parece haber sufrido ninguno de los disparos aunque está bañada en la sangre del hombre que la ha protegido.
Carol grita de dolor en el suelo, agarrándose con fuerza la pierna.
El científico loco está desplomado contra una pared, con docenas de disparos en su torso
Me levanto y me acerco a Mink-Ho para intentar ayudarle.
Quizás pueda evitar que se desangre.
Le grito a Gea:
Avisa a cualquiera que pueda ayudar a salvar a algún herido.
Más nos valdría haber dejado que Gea los matara a todos.