Partida Rol por web

-Jajajaja esto no es nada amigo.- digo orgulloso de como me he metido el flamigero al cuerpo.

Me quedo espectante ante la reacción del rodiano a las palabras mágicas de Kyle. Si alguien debía decirlas es el, es el diplomático del grupo.

Mientras jugueteo con el vaso, no debía haberme bebido el trago de una vez, ahora no tengo nada que beber y no debo tampoco abusar en plena misión ¿o sí? Esperaré a ver si el resto se pide otra.

El rodiano quedó quieto el vaso que tenía en la mano, y que estaba a punto de colocar en la repisa de cristal bajo la barra. Se quedó observando a Kyle, y luego al dug y luego al jedi...

Se pasó la lengua por los dientes dentro de su boca y tragó saliva. La muchacha que había a su lado también dió leves muestras de sorpresa cuando el senador dijo aquello. Inmediatamente, tras colocar el vaso, el Rodiano Fugaz miró hacia las escaleras que había al fondo de la sala, más allá de los clientes.

Tercer piso... -alcanzó a decir-. Luego dejó de miraros y siguió colocando bebidas y vasos, casi sin haceros caso.

Evidentemente si sabía..¿porque su sorpresa?

Doy un largo sorbo a mi cerveza y luego de mirar a los demás, espero se levanten para dirigirme con ellos al tercer piso.

Hago una señal con la cara para que avancemos.

-Muy amable caballero -le respondo con una sonrisa.

Tomo un trago apurando mi copa

-Vamos

Mientras nos dirigimos hacia las escaleras les susurro a mis compañeros

-Fijaros si alguien nos observa al subir y no bajéis la guardia, ahora si que entramos en tierra peligrosa...

La sorpresa del cantinero me hace gracia, es decir, supongo que son las palabras que se le dan para ponerse en contacto con el pirata así que se habrá hecho caquita al ver que nosotros somos tipos duros capaces de vernos cara a cara con Jagg.

-¡Venga hombre! Prepara otra ronda para cuando salga- digo al rodiano para que se relaje. Mientras me levanto de la silla y camino mirando a todos lados con cara de mala ostia. Esto no me gusta ni un pelo, intento esconderme el blaster por si nos cachean a la entrada pero seguramente sea inutil.

Hago caso a las palabras de Kyle pero no comento nada, no quiero que se crea que puede darme órdenes a todas horas.

Caminásteis por todo el local, dejando a un lado al grupo armado del centro de la mesa y a los wookies. El rodiano seguramente preparara alguna otra bebida para aquellos invitados especiales tras descender del piso de arriba. En breves tomásteis las escaleras y comenzáteis a subir. Una vez en el segundo piso, divisástei que las paredes y el suelo eran similares a los de abajo, pero la planta estaba mucho más iluminada. Parecía aquello como un local de apuestas aún en preparación, algo clandestino de momento, como si estuviera a la espera de permisos de juego y listo para inaugurar. Se veían mesas de ruletas, caras, dados y maquinas con varios juegos, todas ellas apagadas a esas horas.

En uno de los sillones vísteis un par de dos sullustanos charlando entre sí que se callaron nada más veros. Parecían algún tipo de guardaespaldas. Nada más veros se levantaron y se acercaron hacia vosotros. Además, En la esquina izquierda de la habitación se encontraba otra gran escalera recta y de color blanco que comunica con el tercer piso. Los tipos, entonces, sacaron una especie de scanner diminuto y, habíendose puesto delante de vosotros, comenzaron a pasároslo por encima rápidamente, sin mucha precisión.

Tranquilos señores, sólo es rutina... -señaló el que no estaba procediendo-.

Desde luego -decía con empático recelo Gibbon haciendo acopio de entereza de sus años de espía- creíamos que la clave es suficiente. Por supuesto comprobarán nuestras armas: seríamos unos locos entrando en este sector sin una mínima seguridad encima.

Gibbon no hizo sino adelantarse y dar por supueto que llevaban armas antes de que el scaner las encontrase.

Por supuesto -dijo el tipo-, pero ha de comprender que para hacer negocios hay que asegurarse.

Entonces el scaner emitió varios ruidos, delatando vuestas armas en su micropantalla. Pareció que los sullustanos no dieran importancia a aquello. ¿acaso los secuaces de un pirata se sorprenderían del uso de un arma?

Ahora han de entregarme las armas, por favor -parecian muy educados, realmente, lejos de cualqueir arquetipo bárbaro, cual gamorreano, por ejemplo-. Arriba se encuentra el señor Jagg, no habra problema ninguno -dijo el guardaespaldas- en conversar sin ellas en su apartamento sobre nosotros. Cuando bajen se las devolveremos.

Entonces uno de los sullustano extendió su mano esperando que vuestra entrega.

Miro a mis compañeros, miro al guardaespaldas y encojo los hombros

-Cada uno manda en su casa como más le conviene -comento sonriendo mientras me abro mi amigo y saco mi bláster.

-No me lo pierda, le tengo mucho cariño.

Dudaba si entregar mi unica arma, porque la misma era comprometedora, pero antes de  nada  queria asegurarme de algo.

El lugar empieza a ponerse interesante, según subimos me gusta cada vez más, sala de juegos, cartas, dinero que apostar. Esto es lo mío.

Lo que no me gusta un pelo es tener que dar nuestras armas pero Kyle en seguida cede la suya al sullustano. Un poco a regañadientes hago lo mismo mientras farfullo algo en el idioma dug para asegurarme que no se enteran de que me estoy cagando en toda su familia.

-Aquí tienen.- digo finalmente. Miro a Jnuth pensando si será capaz de desprenderse de su sable de luz. ¿A caso se han dado cuenta de el? Quizá no hayan reparado y piensen que es alguna clase de artilugio.

Envuelto en una tela  que no deja ver el contenido de la arma que llevo entrego sin decir mucho el aparato pero con mucha desconfianza, el asunto no me gustaba nada... y ciertamente podía ser una trampa.

Tras entregar vuestras armas, los sullustanos señalaron la escalera que acabábais de ver. Ni tan siquiera os acompañaron, sino que quedarían a modo de guardia en el segundo piso. Nada más subir por las escaleras, observásteis que en el tercer piso las paredes eran de color naranja amarillento , muy suaves. Aquello parecía un pequeño apartamento privado, como una suite especial. En la parte opuesta a la escalera había un gran balcón abierto desde el cual se podía ver parte del espacio-puerto, la ciudad, y el trasiego de aterrizajes y despegues. Apoyado contra la baranda había un hombre alto, de tez verde y grandes manos. Vestía unas ropas finas de color rojo claro y blanco, y contemplaba la ciudad mientras saboreaba una bebida, justo hasta el momento de vuestra llegada. El tipo se dió la vuelta antes y se presentó.

Oh, uhmm... buenas tardes... -dijo como sorprendido-. Bienvenidos. Mi nombre es Seccor. ¿A que debo su grata compañía? -el tipo llevaba una especie de cigarrillo en su boca, que manejaba con total libertad entre sus manos-. Os miraba como si el decir su nombre fuera una mera formalidad, y con el hecho de estar allí se habría de saber. ¿Qué es lo que buscan?

Para ser un pirata espacial es bastante educado... -os murmuró Gibbon entre dientes-.

¿Acaso me deben algo? -continuó el duro- ¿O traen alguna propuesta de negocios?, ¡Ah, ah, ah! ¡Sentáos, por favor! -os invitó amablemente antes de que pudiérais decir nada-. Entonces extendió su brazo y señaló al sofá blanco pulcro, en el que había un manjar y unas botellas con vasos, por si a alguien le apetecía.

Espero que los demás se sienten para hacerlo de último.

Este hombre parecia amable, pero realmente un pirata es un pirata, demaciado culto para su concepto, aunque los grandes lideres en estos negocios deben manejar dos caras... y ninguna la verdadera.

Dejo que las personas con más uso de la etiqueta en este tipo de asuntos hable, mientras tanto estoy pendiente.... no confiaba...

Al ver a Secor Jagg y tras escuchar sus palabras sonrío

-¡Buenas señor Jagg! -me adelanto extendiendo la mano- me llamo....puede llamarme Ben Kahn. Tranquilo, no nos debe nada, venimos a hablar de negocios. Negocios que esperamos que sean provechosos para ambas partes.....