Partida Rol por web

De acuerdo, Saltador de Roon -señaló uno de los pilotos de un Caza-Cabezas- procederemos a la comprobación.

Acto seguido, tras aguardar unos segundos, os dieron vía libre para aterrizar en Landa. Os recomendaron una bahía de embarque en el centro de la capital, próxima a un taller de reparaciones que hacía negocio con dicha plataforma.

Tienen permiso para aterrizar. Pueden hacerlo en el muelle asignado, dado la confluencia de su gravedad en la nave: Muelle S12-14, repito: muelle S12-14. Cambio y corto.

La transmisión finalmente se acabó, y los dos cazas Caza-Cabezas hicieron una pirueta y se perdieron en la atmósfera del planeta Landa.

Finalmente bajásteis hasta la Ciudad de Cirisha, capital de Landa. Se encontraba en el más grande continente del planeta, y su aspecto asemejaba a una gran urbe. Tenía edificios altos y muchas torretas de comunicación, y el tráfico sobre sus alturas era fluido aunque denso. Tras dirigiros a la zona de muelles aterrizásteis en una plataforma libre del muelle S12-14. Allí, una vez desembarcásteis, un aduanero imperial os dijo que el alquiler de la plataforma eran 100 créditos diarios.

Las dos antenas de Jiboro, tensas como postes durante la conversación con las autoridades, se encogieron de nuevo a su posición habitual cuando estos les dieron luz verde.

-Muy hábil jefe-dijo Jiboro sonriendo.

Después, todo fue como la seda hasta llegar a los muelles. La gran cantidad de luces de la ciudad casi impedían ver el cielo estrellado. Era como un enorme ser con vida propia.

-Además de estacionar, necesitaremos algunas reparaciones. ¿Pueden encargase aquí de ello, y darnos un presupuesto?-preguntó el rodiano al funcionario de los muelles.

Jiboro explicó que la nave había sido pasto de una fluctuación severa de radiación durante la entrada al hiperespacio. El aduanero arqueó una ceja, y tras comprobar algo en su tablilla electrónica, determinó que una reparación de ese tipo estaría entre 500 y 1000 créditos (los precios en Landa se encarecían). El pago del primer día de alquiler y la posible reparación era, por supuesto, por adelantado.

El precio de las reparaciones y la tasa por día no me lo podía permitir había que conseguir que el gasto fuera menor.

-Vayamos por partes- dirigiéndome al aduanero imperial –aquí tienes los 100 créditos del primer día de alquiler del muelle de atraque- mientras le tiendo la mano con los créditos.

-Respecto a las reparaciones solo necesitamos las piezas, nosotros mismo nos encargaremos la reparación, mi unidad R3 se encargara de pasar un listado con las piezas que necesitamos- mientras señalo a R3.

-¿Respecto al uso y porte de armas cual es la legislación local? Es la primera vez que estamos en este planeta y no queremos tener ningún problema por el desconocimiento de la ley- volviéndome nuevamente hacia el inspector de aduanas.
 

El aduanero asintio. Nadie os obligaba a pagar nada, pero claro, el negocio era el negocio. Quién sabe si éste estaría "conchavado" con alguno de los talleres o muelles de reparación de Cirisha. El caso es que el funcionario os dió unos impresos escritos sobre la legislación de Landa, y una copia más extensa en forma de microtarjeta (por si la leíais en algún droide o computador). Todo se resumía, a vuestro entender y lectura rápida, que no estaban prohibidas las armas, aunque aquel planeta estaba bajo la jurisdicción imperial (donde no había apenas media guarnición, pero la algo había). Dicho lo cual se largó.

En breves llegó a vuestra plataforma un tipo que quizá fuera avisado por el mismo aduanero o quizá el vió vuestra llegada. Se trataba de un mecánico acompañado por un droide de protocolo (para facilitar el lenguaje de las ventas). Tras explicarle el suceso de la radiación, os preguntó si podía echar una ojeada al carguero para comprobar, a modo de inspección técnica rutinaria, el estado de la nave. El precio podría discutirse luego (quisiérais o no, habríais de pagar las piezas a uno u otro precio, y eso era seguro... al menos eso pensaba el mecánico). Tras vislumbrar un rato subido en un elevador, aquel tipo, que por cierto era un humano bastante mañoso, habló que el precio de las piezas (un turboconductor de carbosilicio y un filtro antiradiaciones tri-gamma) costarían 155 créditos. Acoplarlas no sería problema para un droide de las características de R3*

-Eso ya es más razonable. Trato hecho. Yo me hago cargo del pago-dijo Jiboro al técnico. 

El rodiano tenía suficiente para permitírselo, de manera que creyó mejor pagarlo y no alargar más la transacción. Al fin y al cabo, las negociaciones tampoco eran lo suyo.

Jiboro no lo pensó más, ¿Cuán pocos eran 155 créditos en comparación con la jugosa suma que iba a proporcionarles su jefe al final de la misión? Tras realizar la transacción, R3 se quedó a la espera  de que el mecánico trajera las piezas para ponerse a cambiarlas y acoplarlas. Éste le ayudaría para cuando tuviera que usar el elevador del muelle de amarre y reparación. Salísteis entonces de allí, entrando en la ciudad propiamente. Cirisha, la capital, era un conjunto de modernos edificios con algunos rascacielos. No era una ciudad excesivamente grande como otras urbes planetarias, pero alguien podría ocultarse allí sin problema alguno.

R3 sería capaz de reparar la nave sin muchos problemas, aun así lo mismo en algún momento lo necesitábamos.

-R3, deja la nave como nueva y estate atento al comunicador por si te necesitamos-

La ciudad se abría ante nosotros, y habría que empezar la investigación por los tugurios de los bajos fondos.
Antes de salir me dirigí al mecánico,
-Amigo ¿Dónde podríamos encontrar compañía y bebida en una ciudad como esta? Habrá que pasar el tiempo mientras dura la reparación- mientras hago una pausa para ver cómo reacciona –también estaríamos interesados en diversión y apuestas, esas cosas-
Esos sitios nos permitirían empezar a sondear los bajos fondos de esta ciudad.
 

-Buena idea. Todos estos sitios de música, apuestas y licor suelen estar juntos, así que buscando un poco no creo que tardemos mucho en encontrar un garito a la altura de dos tipos con clase como nosotros...-dijo Jiboro socarronamente-. Cuando lleguemos, aprovecharé para hacer algunas llamadas. Con un poco de suerte, quizás alguno de mis contactos esté haciendo negocios aquí y puede que tenga información sobre quién está moviendo un cargamento como el que buscamos en la ciudad.

R3 emitió varios pitidos en señal de aprobación.

El tipo os habló que en la parte sur de Cirisha, a la cual podríais visitar en cualquier transporte por un módico precio, se concentraban los lugares como esos: numerosos tugurios y casinos destinados a turistas, pillajes y otras actividades que muchos consideraríain poco lícitas. El caso es que también insistió en algo: es barrio estaba sumido en un auténtico caos debido a la feroz lucha que existe entre distintas mafias criminales. Por lo visto, todas ellas querían alcanzar el control del mercado negro establecido por el difunto Ragar Lucio, el jefe criminal por excelencia en el planeta.

Un rápido recorrido en taxi les acercó hasta la zona sur. Tal y como les había comentado el funcionario, allí se concentraban los locales que estaban buscando. Las luces de neón se reflejaban en los grandes ojos oscuros de Jiboro, que los movía de un lado a otro recorriendo los anuncios de bebidas, juego y stripers. De los locales salía música y griterío por igual, y no sólo eso. Después de avanzar un par de calles,  un individuo atravesó el cristal de un establecimiento cayendo de espaldas sobre la acera. Un aqualish saltó encima de él y lo zarandeó mientras la congregación en el interior le jaleaba.

En definitiva, todo un espectáculo de lo más sórdido de la ciudad. El lugar ideal para lo que Luthar y Jiboro buscaban. Lo malo es que no había un jefe al que dirigirse y presentar respetos, puesto que el capo local, Ragar Lucio, había muerto, y ahora el crimen organizado de Cirisha estaba descabezado.

-Este parece un buen sitio-comentó Jiboro a su socio mientras señalaba un local.

Realmente no tenía nada de especial. Parecía un antro como cualquier otro, pero el rodiano no tenía ganas de seguir dando vueltas. Le apetecía tomar una copa, y quizás tantear al barman.

Jiboro rápidamente obtuvo un medio de transporte adecuado para llegar a nuestro destino. Me olía que este pequeño paseo en el taxi iba a ser el único momento de paz que tendríamos en este planeta. Una guerra entre bandas para hacerse con el control y ocupar el puesto de Ragar Lucio, eso nos vendría bien llegado el momento, pero a la vez hacia que fuera más arriesgado y peligroso.

Pero desde que Jiboro está conmigo ya no rechazo las situaciones peligrosas, es un compañero de armas de fiar y habíamos salido más o menos ilesos de unas cuantas refriegas.

Llegamos a la zona sur de la ciudad, tal como nos había dicho el mecánico, era una zona de tugurios nada recomendables, es decir de los que a mí me gustaban, pero esta vez no estaba por diversión y placer sino por trabajo así que rápidamente volví a centrarme.

Jiboro ya había elegido un sitio por el cual empezar y yo me fiaba de el.

-Entonces entremos- mientras empecé a andar hacia el sitio que indicaba Jiboro a la vez que comprobaba que la pistola estaba en su sitio y preparada.

En la parte sur de la ciudad, entrásteis en uno de los tantos tugurios que allía había. Su nombre era El Rodiano Feliz. Gentes de todo tipo caminaban por fuera, en la calle, y también consumían en cada uno de ellos. Todas las especies de la galaxia sería mucho decir, pero la barra estaba infestada de rodianos, duros, quarren y otros tantos seres viscosos, al igual que intentos de humano, twi'leks, ithorianos e incluso algún gamorreano pululaba por las mesas (bebiendo licores de mil colores o incluso jugando al sabbacc). No tardásteis mucho en acercaros a unos tipos y charlar para comprobar la situación en Cirisha, en torno al tema de ese tal Ragar Lucio:

El mercado negro lo controlaba el gran Ragar Lucio, un tipo espabilado para las armas y los negocios. Ningún matón de tres al cuarto, ni cualquier señor criminal osaba mirarle por encima del hombre. Recientemente, Ragar Lucio, según os contaron, había asistido a una reunión con 10 de los más importantes Señores del Crimen de la Galaxia, con el objetivo de planear el fin de la Rebelión, que tantas veces ha causado problemas al negocio. En esta reunión, un grupo de  rebeldes logró volar la mansión en donde se encontraban, logrando matar a Ragar Lucio y a otros 8 criminales. Se sabe que lograron escapar dos jefes del hampa: uno de ellos era Dermit Tirano.

Ahora, el vacío dejado por Lucio intenta ser rellenado por numerosos jefecillos que hasta ahora no habían logrado nada importante. Caben destacar el frío Rocharch Framer, el cruel y brutal Goorkas, un Gamorreano con más de una neurona en la cabeza (concretamente dos), y el tahur Jirar Lombas, sobrino de Ragar Lucio, que controla los despojos dejados por su tío. En medio de esta guerra andan metidas las autoridades del planeta, que intentan suavizar la situación. Una maravilla de ciudad, vaya...

Tras un rato en el tugurio de mala muerte en el que estábamos ya habíamos obtenido los nombres de los que actualmente controlaban los negocios ilegales en la actualidad, y eso nos daba una pista de por dónde empezar.
Le hice una señal a Jiboro para que se acercara a la barra, ya que estábamos aquí no estaría de más que nos tomásemos algo mientras hacíamos alguna averiguación más.

-Camarero dos cervezas corellianas-

Mientras la degustaba analizaba la información obtenida, rápidamente descarte el gamorreano, nunca me había gustado hacer negocios con ellos, porque era cuestión de tiempo que todo terminase en violencia. Así que ya quedaba solo dos posibles candidatos. Si la lógica existía el sobrino tendría la mayor parte de la infraestructura de la organización, pero también sería el principal objetivo de las otras facciones, asi que optaría por intentar contactar con Rocharch Framer.
 

-Creo que deberíamos contactar Rocharch Framer y sobre todo apartarnos de los gamorreanos- mientras doy un nuevo sorbo de la cerveza.
 

-Barman!! Necesitamos algo de información, ¿Dónde podemos encontrar a Rocharch Framer?-

La suerte estuvo de su parte, y los dos contrabandistas pudieron obtener una jugosa información mezclándose con la fea calaña del lugar.

Jiboro degustaba la cerveza pensativo, al tiempo que escuchaba a su socio y asentía con la cabeza.

-Estoy de acuerdo. No quiero mezclarme con gamorreanos para nada, y el sobrino tiene pinta de ser sólo una sombra de lo que fue su tío, que no tardará en desaparecer. Sea como fuere, siempre tendríamos la opción de recurrir a él si no sacamos nada de Rocharch.

Tras el razonamiento de Luthar, el barman os miró algo mal. Eso de gritar el nombre de aquel tipo a lo loco había sido una verdadera imprudencia. El tipo se ruborizó y se hizo un poco el loco mientras seguía sirviendo. Nada más añadió, aunque lo único que os brindó fue un movimiento de cabeza hacia el fondo de "El Rodiano Feliz". Allí, tras giraros con cierto disimulos, vísteis que un único reservado en todo el local estaba ocupado por tres tipos bebiendo y jugando como a las cartas. Las finas y delicadas cortinillas (que dejaban entrever el interior) os permitían saberlo. ¿Tendrían que ver algo ellos con Rocharch Framer?

La señal del barman era evidente. Aquellos tipos tenían alguna relación con Rocharch, y esa era la única pista de la que disponían. Abordarlos directamente quizás no fuera la mejor opción, pero no tenían otra, o al menos no se le ocurría otra al rodiano. No conocían a nadie en la ciudad que pudiera hacer de intermediario, ni tampoco tenían tiempo para andarse con sutilezas.

-Vamos allá- dijo Jiboro a su socio, al tiempo que apuraba la cerveza y se levantaba.

El rodiano se acercó decidido hasta el reservado, apartó las cortinillas y se colocó junto a la mesa de los jugadores.

-Bien, iré al grano. Mi socio y yo tenemos un negocio que proponer a Rocharch. Somos nuevos en la ciudad, pero creo que vosotros podréis ayudarnos a contactar con él. Os aseguro que estará interesado en lo que tenemos que ofrecerle...

Jiboro nunca se había preocupado por la sutileza, como buen soldado era directo. Apure también la cerveza, llegado el momento era mejor tener las manos libres y el arma presta por si acaso.

Entre en el reservado tras Jiboro y atento a la reacción que pudieran tener, esperaba que les pesara más la curiosidad por hacer un negocio, que el entablar una confrontación por nuestra entrada.

Me empezaba a oler que cuando obtuviésemos las armas nos iba a tocar salir de aquí a toda prisa, la inestabilidad en el control del mundo criminal abría muchas posibilidades pero a la vez hacia que se volviera todo más peligroso, y si hacíamos negocio con una de las facciones posiblemente nos tocaría enfrentarnos a las otras.
 

Los tipos miraron a Jiboro, mientras éste les hablaba en básico, pero con su voz de Rodiano. Luego se miraron entre ellos, dejando de lado todo lo que tenían entre manos (las cartas y las bebidas de colores). Uno de ello chasqueó la lengua mientras que el resto le miraban. Supieron enseguida que no érais de por aquí, sobre todo por el acento y por no conocer la jerga (¿nuevos extranjeros como bien decíais o alguien dispuesto a quedarse con gran parte del pastel del puesto que quedó Lucio?).

Sea como fuere, éstos asintieron a la propuesta: conoceríais a Rocharch en persona. Su almacén personal no distaba mucho de allí, por lo que os invitaron, una vez que éstos pagaron con su tarjeta de créditos las consumiciones, a ir con ellos a verle. Por lo visto os invitaban a subir en su deslizador urbano: un bonito carruaje granate oscuro que habíais visto en la entrada y que os dijeron que era suyo. Eso sí: para ir a ver a Rocharch debíais taparos los ojos con unas vendas, según os dijeron.