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Caminando entre gigantes

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12/12/2013, 15:35
Director

Caminando entre gigantes

 

Había una vez un reino llamado Lambeth, lleno de verdes prados y abundantes ríos, en el que la gente vivía en paz y armonía, sumidos en una aparente riqueza material. Todo ello se había logrado gracias al rey Harry el Generoso, cuyo buen hacer con sus súbditos había sacado a la gente de la pobreza y había llenado el corazón de los aldeanos de un amor ciego por su rey, plagando las ciudades de estatuas del buen hombre con gesto magnánimo.

El rey Harry había gobernado con mano firme durante los últimos cincuenta años, manteniendo la paz tanto fuera como dentro del reino, preocupándose por el bienestar de su pueblo, personándose allí donde le necesitaban.

Sin embargo, no es oro todo lo que reluce y el reino de Lambeth distaba mucho de ser perfecto. El mayor problema recaía en la incerteza de su porvenir puesto que circulaban rumores de que el rey Harry se estaba haciendo demasiado mayor, y su hijo, un príncipe díscolo, no parecía la opción más loable para heredar el trono y menos el reino.

En estas circunstancias y con absoluto desconocimiento de ellas, Darkylla había abandonado el mágico y protegido lugar de Pixie Hollow para empezar lo que ella esperaba que fueran un sinfín de hermosas aventuras que poder contar a la vuelta. Pero, ¿dónde se encontraban las aventuras? En los libros casi parecía que uno sólo tenía que despertarse un día y salir de casa para que miles de cosas empezaran a suceder.

Había probado deseándolo con fuerza e incluso lo contrario, a sabiendas de que en las historias las aventuras solían sucederle siempre al que menos las quería. Pero nada sucedía, nada cambiaba, todo parecía idóneo para que su vida diera un giro de ciento ochenta grados pero el mundo parecía decidido a dejar las grandes gestas para los héroes o, tal vez, para los libros.

¿Dónde estaban las aventuras cuando una las necesitaba?

Notas de juego

sólo quería poner el enlace de audio pero no hay manera, ni idea de cómo se hace. Empezamos ^^

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12/12/2013, 21:03
Darkylla

Darkylla había volado con las hadas del cambio de estación hasta el mundo de los humanos, allí las ayudó a derretir el frío invierno y convertirlo en floreciente primavera. Les llevaba muchos días, pues era el cambio de estación más duro y que más trabajo les daba. Por eso habían aceptado que fuera con ellas.

Sin embargo, después el primer día, Darkylla se marchó y se adentró en el reino de Lambeth, sin saberlo, pues para ella no había fronteras, más que el cielo y el mar. Iba en busca de aventuras, pero tras varios días tranquilos y aburridos, se dio por vencida. Estaba cansada por volar tanto tiempo, además de que el viaje hasta el mundo de los humanos era agotador, así que otra noche más, buscó un refugio en un árbol para descansar.

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13/12/2013, 09:19
Director

¿Y si alejarse de los suyos no había sido una buena idea? Tal vez las historias exageraran y el mundo de los humanos no era tan apasionante como prometía ser. Y a todo esto, ¿dónde se habían metido? Aún no había visto a su primer humano, como si fueran tan esquivos como las hadas.

Exhausta y desengañada, encontró un hueco en un árbol y se durmió, deseando que su suerte cambiara. Durante minutos o tal vez horas, sus sueños la transportaron a diferentes paisajes, diferentes escenas en las que vivía apasionantes aventuras para terminar contándolas alrededor de una hoguera, en susurros apagados, a su familia y amigas.

Pero, ¿desde cuándo las hadas encienden hogueras? El súbito pensamiento la dejó lo suficientemente despierta para percibir el olor de la madera al quemarse y de la carne al rustirse. Alarmada, abrió los ojos de par en par. ¿Se estaba quemando el bosque?

Entonces, a pocos metros de su árbol, distinguió tres siluetas alrededor de una hoguera, hablando en voz baja y riendo alegremente, cenando el resultado de una pobre cacería.

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13/12/2013, 12:06
Darkylla

Una extraña ilusión en su sueño la despertó, eran sus sentidos alertándola de que algo estaba ardiendo.

Se puso alerta en seguida, temerosa de que el bosque se estuviese quemando, pensando en cómo actuar si así fuera, salió rápidamente de su refugio para comprobar qué ocurría.

Cuando encontró el origen del olor a quemado, se quedó parada en una rama alta observando. Así que eso era una hoguera, las había visto en las ilustraciones de sus libros de humanos, parecía un fuego tal y como reconocería en cualquier madera, pero parecía que a los humanos les gustaba. Supuso que les daría calor, aunque controlar el fuego era algo complicado, por lo que no entendía cómo podían arriesgarse a hacerlo en un bosque.

Se acercó curiosa, parecía que había tres humanos, o al menos eso imaginó.

¿Y si tenían la habilidad del fuego? Las hadas tenían habilidades de luz o de agua, tal vez entre los humanos hubiera habilidades de fuego y por eso hacían las hogueras.

El hadita hacía trabajar sus propios mecanismos de la imaginación inventando historias, opciones, aventuras, posibilidades con aquel fuego rojo y naranja que ahora la comenzaba a iluminar también.

Se acercó hasta una rama cercana a la hoguera para mirar más de cerca al fuego y a los que lo habían producido.

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13/12/2013, 12:35
Director

El fuego deslumbró a Darkylla, mucho más intenso de lo que hubiera imaginado, de manera que se encontró observando un mundo lleno de manchas negras que no le permitían distinguir apenas nada más que esa fulgurante llama, faro en mitad de la noche.

A pesar de no poder distinguir nada, las voces empezaron a llegar de forma más nítida hasta ella, voces graves y guturales, las cuáles era incapaz de entender. Pasaron varios minutos hasta que no empezó a dilucidar ciertas palabras, que, a su parecer, hacían referencia a la comida. Uno de ellos parecía satisfecho mientras los otros se quejaban de la exigua cantidad. De pronto, uno se detuvo en mitad de una frase y alzó el rostro hacia el cielo, volviendo la cabeza en dirección al lugar en el que se ocultaba Darkylla.

- ¿Habéis oído algo?

Ahora, con la vista más recuperada y el rostro del ser medio vuelto, pudo distinguir sus facciones, su piel de un color gris verdoso, su nariz grande, sus dientes afilados como si fueran una sierra y la expresión cruel de sus ojos. Aquello no eran humanos, Darkylla había visto muchas imágenes suyas en los cuentos y siempre bajo la leyenda de seres peligrosos y malvados. Eran goblins.

 

Notas de juego

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13/12/2013, 12:56
Darkylla

El hada se quedó petrificada al darse cuenta de que eran goblins y podían haberla descubierto, si bien un hada del bosque tenía capacidad para ocultarse bien, ella no era de bosque, así que debía tener mucho cuidado para que no la viesen. Si algo tenía claro es que aquellos seres no eran bondadosos como los humanos, sino grotescos y comilones.

Su corazón se encogió por primera vez en su vida, era algo que nunca había sentido antes, si bien había pasado malos momentos, nunca había sentido miedo de verdad. Allí, sola, no tenía a quien acudir ni cómo pedir ayuda.
 

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13/12/2013, 13:28
Director

El goblin se puso en pie, adelantándose en la dirección de la pequeña hadita mientras su gran nariz olfateaba el aire ruidosamente.

- ¿Oyes algo? - preguntó el más bajo, aún sentado en la hoguera, el cual parecía satisfecho con la comida.

- No si no te callas, estúpido - contestó el que estaba en pie.

- Quizás es una ardilla, espero que esté gordota y sabrosa... - dijo el tercero, que se había incorporado pero no se levantó.

- ¿Os queréis callar? - poco a poco el goblin se fue acercando al lugar en el que reposaba Darkylla, con las aletas de la nariz temblando por el esfuerzo. Entonces, se oyó un estruendoso sonido procedente del tercer goblin, el más gordo de los tres. Era su estómago sonando con fiereza, pidiéndole algo más que llevarse a la boca. El pequeño se echó a reír con una risa estridente y penetrante mientras el tercero volvía al fuego y atizaba a los dos con un garrote que hasta el momento había pasado desapercibido para Darkylla. Ambos gimotearon, aunque sin dejar de entrecortarse entre risas -. ¿NO PODRÍAIS SER MÁS IDIOTAS? Con vosotros armando tanto jaleo ya se habrá ido, sea lo que sea, sois unos malditos hijos de...

Parecía que el peligro inminente había pasado, pero quedarse cerca de aquellos tres individuos era, desde luego, cualquier cosa menos seguro. Darkylla se giró, dispuesta a irse de aquel lugar cuando se encontró con dos ojos mirándola desde la oscuridad, a escasos centímetros de ella. Otro goblin, uno más alto y escuálido que los otros tres que la observaba con curiosidad teñida de malicia. Antes de que pudiera hacer nada, la apresó entre sus fuertes manos.

- Vaya, vaya, qué tenemos aquí... - su aliento pútrido apestaba más que el conejo muerto que colgaba de una cuerda atada a su cintura. Con paso lento se dirigió hacia el fuego, donde los otros tres le saludaron con un golpe en el pecho y la palabra "jefe" -. ¿Habéis visto lo que he encontrado?

- ¿Qué es eso, jefe? - preguntó el más gordo -. ¿Una libélula?

- ¿Qué dices? Es un gusano a medio paso de transformarse en mariposa - ladró el pequeñajo, riéndose espasmódicamente.

- ¿No podéis ser más estúpidos verdad? Está claro que es un duende, jefe.

- Una hada - precisó el jefe con voz fría y una nueva vaharada de aliento capaz de matar a una mosca -. ¿Qué hace aquí una de las tuyas, pequeña? ¿Estás sola?

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13/12/2013, 13:49
Darkylla

Parecía que se había librado, la pequeña se dio la vuelta para escapar, cuando sintió que su corazón explotaba, la había apresado y no podía ni moverse, mucho menos volar. Aquel ser apestoso la llevó ante el resto de goblins, que al parecer no habían visto nunca antes un hada, lo cual era de esperar.

Con el corazón palpitando con rapidez, y su respiración casi cortada, el hada se trató de escapar moviéndose fuertemente entre los asquerosos dedos del jefe goblin.

- ¡SUÉLTAME! gritó finalmente, su voz sonó bajita y con un ligero tintineo característico de las hadas.

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13/12/2013, 14:19
Director

Ante la voz aguda de Darkylla, los tres goblins que se mantenían más alejados soltaron un coro de carcajadas antes de acercarse un poco más, como tres hienas al acecho.

- ¿O qué, hadita? - preguntó el jefe con calma y crueldad -. ¿Me vas a morder?

- Vamos a comérnosla, jefe, estoy hambriento - dijo el más gordo mientras la miraba con voracidad. Los otros dos soltaron gruñidos de aprobación, por fin de acuerdo en una cosa.

- Puede que nos la comamos, sí... ¿qué dices tú, eh? - alzó un poco a Darkylla para que quedara a la altura de sus ojos, con una sonrisa que mostraba sus afilados dientes.

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13/12/2013, 14:36
Darkylla

Fue el mismo jefe goblin el que dio la idea al hadita, que sin pensarlo, mordió con todas sus fuerzas uno de los dedos verdes y mugrientos que la apresaba.

No pensó en cómo escaparía después, en cómo evitaría el resto de manos, pero deseó poder volar muy alto y muy rápido para poder evitar a aquellos feos y horrorosos seres.

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13/12/2013, 15:12
Director

El rostro del jefe goblin se desfiguró en una mueca de terror, soltando al hada sin pensar y haciendo aspavientos con la mano, mientras dos diminutas gotas de sangre surgían de su herida. La mueca que esbozó a continuación fue terrible, llena de un odio sangriento que ponía los pelos de punta.

- ¡COGEDLA! - vociferó, un ladrido seco mientras las comisuras de sus labios se llenaban de baba, observando a Darkylla con fiereza.

Lo que sucedió a continuación hubiera parecido cómico visto desde fuera y a cámara lenta pero era en realidad Darkylla volando con todas sus fuerzas por su vida, escapando por los pelos de las manos de los goblins, realizando tirabuzones, cambios bruscos de sentido mientras una y otra vez sentía las frías y sucias manos a punto de cerrarse entorno a su cuerpo, firmando su sentencia de muerte.

Varias veces consiguió escapar aunque sin poder huir de aquel círculo de luz, tan sólo alargando la agonía hasta que, finalmente, el más gordo consiguió atraparla. Le sonrió, una sonrisa de perlas serradas y boba.

- Por fin, te tengo, hadita.

- Dámela - rugió el jefe -. Verás lo que...

Un ruido penetró en el claro dejándolos a todos sin habla, incluso Darkylla dejó de forcejear por un momento. Era un silbido alegre y tranquilo, una melodía que irrumpía en el silencio de la noche y que se acercaba hasta ellos.

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13/12/2013, 15:22
Kristoff

Un joven rubio entró con tranquilidad en el lugar, dejando de silbar de forma repentina y parpadeando repetidas veces, intentando encontrarle un sentido a la escena que se desarrollaba ante sus ojos. El muchacho aparentaría unos veinte y tantos años, con una holgada camisa turquesa y unos pantalones negros. Los ojos de los goblins se dirigieron a la espada que portaba enfundada en su vaina, golpeteando descuidadamente contra su muslo izquierdo.

- ¡Qué bien, por fin encuentro a alguien! - dijo con una sonrisa bobalicona -. Vi la hoguera y decidí acercarme, llevo toda la noche dando vueltas por el bosque, perdido... que alivio - dejó escapar un suspiro de tranquilidad a la par que se acercaba a los cuatro, como si no reparara en lo extraño de la escena -. ¡Ahí va, un hada! - los goblins estaban todavía petrificados en su sitio, intentando forzar sus pequeños cerebros para decidir qué hacer con el nuevo intruso.

El estómago del más grande rugió de nuevo y los cuatro se miraron maliciosamente. Aquel hombre era tan sumamente estúpido y confiado que ni siquiera tendrían que pelear con él para cocinarlo, simplemente esperar a que se durmiera.

- Ah, sí, la hemos acogido también, aunque ha intentado robarnos nuestras posesiones... - disimuladamente, el goblin tapó la boca de Darkylla, impidiéndole hablar, asfixiándola con su hedor.

- Ah... - murmuró el hombre con desinterés, mientras soltaba su pesada mochila en el suelo y desataba la vaina de la espada -. ¿Me aguantas esto?

Con gesto descuidado le lanzó la espada, mientras el goblin hacia malabares para sostenerla en sus regordetas manos y el chico rebuscaba en sus bolsillos. Por fin, pareció hallar lo que andaba buscando y volvió a sonreír con estupidez.

- Ya pensaba que lo había perdido - les mostró las manos, llenas de un extraño polvo negro.

La escena se sucedió con demasiada rapidez para entenderla. La expresión del hombre cambió en apenas una milésima de segundo, pasando a seria. Los cinco, Darkylla incluida, tuvieron tiempo de ver una mirada acerada antes de que la ocultara tras sus párpados. Con los ojos cerrados, sopló el polvo en dirección a los cinco.

Darkylla notó cómo aquello le escocía a los ojos, haciéndola lagrimear de forma violenta y nublándole la visión. De repente, empezó a oír ruidos a su alrededor, gruñidos primero, gemidos luego, seguidos de golpes sordos del metal contra el metal. A los pocos segundos la mano que la sujetaba la soltó pero otra mano, cálida y limpia, atajó su caída y la sostuvo, aguantándola con más gentileza. Notó el vaivén del cuerpo que la sostenía, golpeando, respirando pesadamente durante un largo minuto antes de oír como cuatro pares de pies se batían en retirada, entre gritos e insultos.

- Espera un momento... - de repente, una gota de agua helada cayó sobre rostro, haciéndola parpadear. Instantes después, la visión se le empezaba a aclarar. El joven rubio que había entrado en el claro la sostenía sobre la palma de su mano, mirándola con curiosidad -. Siento lo que ha pasado, no podía avisarte para que cerraras los ojos. ¿Estás bien?

Notas de juego

Va vestido así ^^

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13/12/2013, 15:47
Director

Había algo entre las hadas que despertaba temor entre algunas y emoción en las otras, algo de carácter irrevocable que rara vez sucedía. Lo llamaban Deuda de Vida. Era extraña la ocasión en la que la vida de esos pequeños seres estaba en peligro pero dada su fragilidad, las pocas veces que eso sucedía solía acabar en tragedia.

Precisamente por eso, como tradición o tal vez como herencia genética, las hadas tenían una especie de ritual, un pacto por llamarlo de alguna forma, la Deuda de Vida. Cuando alguien salvaba a un hada, ésta estaba en deuda con él y tenía que permanecer a su lado hasta que se le diera la oportunidad de saldar esa deuda, algo que rara vez sucedía.

Había la historia en su pueblo de la pequeña Ruilla, la cual fue salvada por un gato de ahogarse y desde entonces, hacía ya demasiados años, había vivido con el animal intentando desesperadamente saldar esa deuda, sin resultados.

El corazón de Darkylla dio un salto en su pecho al contemplar los ojos del joven, como un aleteo, oyendo el lejano rumor de un cascabel que anunciaba sin equívocos lo que ella ya sabía.

Acababa de nacer una Deuda de Vida que la unía a ese joven desconocido.

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14/12/2013, 20:45
Darkylla

Todo ocurrió muy deprisa y sin dar la posibilidad a la hadita a que dijera nada o hiciese algo.

De repente, tras un picor fuerte en los ojos y la oscuridad que aquello le produjo, sintió el calor de una mano que la sostenía, sin llegar a apresarla.

Poco a poco la oscuridad se fue deshaciendo y el rostro del joven apareció ante ella, preguntándole si se encontraba bien. La hadita parpadeó varias veces, elevándose en el aire alrededor de la mano sin dejar más que unos centímetros de margen con ella.

- Creo que sí, respondió tímidamente. Entonces fue consciente de lo que acababa de ocurrir, acababa de hacer un pacto invisible y permanente, una Deuda de Vida, con aquel joven humano. Fue consciente de lo que aquello significaba, así que bajó la cabeza preocupada... ¿Qué iba a hacer ahora?

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15/12/2013, 13:01
Kristoff

El chico no dejó de mirar el gracioso aleteo de Darkylla mientras se elevaba en el aire antes de sacudir la cabeza levemente, intentando centrarse aunque sin poder borrar la curiosidad de su semblante.

- ¿Qué hace un hada sola por aquí? ¿Te has perdido?

Sin más, se acercó al fuego y empezó a avivar las brasas, removiendo las cenizas con un palo y añadiendo un par de troncos más. Se sentó con pesadez en el suelo y olfateó un trozo de carne pinchado en un palo, aparentemente intacto. Tras decidir que aquello parecía comestible, le dio un mordisco y se dispuso a cenar, esperando la respuesta de Darkylla.

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15/12/2013, 13:27
Darkylla

El hadita revoloteaba alrededor del fuego, a una altura y una distancia que le diera calor pero no le quemase sus frágiles alas.

- ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Qué voy a hacer ahora? aahhhhhhhhhhhhhhh hablaba en voz alta, tratando de pensar... y sin contestar a la pregunta del joven.

Miró al bosque, ahhhhhhhhh y si vuelven... aaaaaaaaaaahhhhhhh ¿Qué hago? ¿Qué hago?

Entonces su propia magia respondió por ella, como si una estrella fugaz hubiese caído del cielo, una extraña luz comenzó a brillas tras ella. Eran sus alas, que brillaban con una luz blanca e intensa, entonces toda ella empezó a brillar y su luz salió disparada como una flecha hasta el corazón del joven, quedando él también impregnado de esa luz.

Cuando ambos brillaron por completo, unidos por una fina cuerda de magia, de repente todo se apagó. Haciendo que sus ojos sufrieran el cambio a la oscuridad de nuevo.

- ¡Oh cielos! ¡Oh cielos!.... La Deuda de Vida... suspiró la hadita mientras se dejaba caer las piernas del joven que seguía sentado aunque más que sorprendido.

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15/12/2013, 14:21
Kristoff

El chico siguió comiendo, ajeno al aparente dilema moral en el que se había enfrascado su pequeña compañera aunque, eso sí, sin cejar de mirarla con perplejidad. Parecía estar luchando contra el duro trozo de muslo, a pesar de la cara de placer que ponía cada vez que tragaba.

Entonces algo llamó su atención, el palo con el que sostenía la correosa carne cayó al suelo a la par que la pequeña hadita se iluminaba como si fuera una vela. Por un momento temió que se hubiera acercado demasiado al fuego, a pesar de que la luz incandescente que emanaba de ella no parecía producto de las llamas.

Cogió el agua, dispuesto a echarla por encima de Darkylla cuando esa luz salió disparada hacia él y penetró en su pecho, tumbándolo en el suelo a la par que resollaba, sintiendo el calor en su pecho. La luz cada vez resultaba más insoportable y no pudo hacer más que cerrar los ojos para no enceguecer, mientras sentía como su corazón ardía. Curiosamente, no era una sensación dolorosa, pero resultaba casi insoportable.

Antes de que se diera cuenta empezó a disminuir y su respiración se fue calmando. Logró incorporarse en el momento en el que Darkylla caía sobre sus piernas, mirándola esta vez con los ojos muy abiertos y expresión estupefacta.

- ¿Qué demonios ha sido eso? ¿Deuda de vida?

El chico empezó a tocarse el pecho, sintiéndolo normal al tacto a pesar de que él aún sentía el calor, que ya remitía. Sin pensar, se levantó la camisa, dejando al descubierto un torso blanco y musculado. Sobre su corazón había una marca de un blanco incandescente que se asemejaba a unas alas, algo que habría pasado prácticamente desapercibido a la vista si no fuera por el brillo del fuego.

- ¿¡De dónde ha salido esto!? ¿Qué me has hecho? - preguntó con voz algo estridente mientras se tocaba con precaución la zona.

Notas de juego

Así pero en blanco brillante. Apenas se ve en su pecho porque son marcas muy finas y él es muy pálido.

No sé si se ve, te copio otro link

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15/12/2013, 15:18
Darkylla

Darkylla tenía los ojos también muy abiertos, respirando con dificultad como si hubiera hecho un esfuerzo enorme, sus piernas se habían doblado y permanecía sobre el joven sentada, sobre sus propias piernas... sintiendo el calor y el pinchazo de la luz que acababa de iluminarla.

- Deuda de Vida... repitió como un eco las palabras del joven, que en su voz sonaron como una campanilla repiqueteando. Deuda de Vida...

Cuando el joven se levantó la camiseta, ella estaba frente a él, así que ladeó un poco la cabeza... ¡Vaya!.... aunque en cuanto vio la marcha de las alas, se levantó de repente, volando hasta la marca y acercándose tímidamente a tocarla con la mano.

- Las alas de un hada son su marca... no hay dos iguales... estas son exactamente igual a las mías... dijo mirándose sus alas, aunque no podía verlas con claridad, estaba segura. Suspiró... vayaaaaa...

Finalmente se decidió a tocar la piel del joven musculoso donde sus alas se veían marcadas con una luz blanca brillante, algo que nunca antes había visto, ni escuchado, no sabía que hubiera marcas en las Deudas de Vida.

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15/12/2013, 16:54
Kristoff

- Oye, tú... - la frase que había empezado con tono irritado quedó cortada ante el contacto de la diminuta mano de Darkylla, provocando que aquella marca volviera a brillar con renovada intensidad, con una luz que casi parecía cobrar vida propia y regocijarse de aquella unión. Estaba caliente al tacto -... dime que está pasando.

Su voz ya no sonaba amenazadora, era más bien levemente suplicante.

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15/12/2013, 19:35
Darkylla

- Supongo que es una Deuda de Vida, dijo la hadita quitando la mano al ver que se iluminaba, después la volvió a poner, sus alas propias se iluminaban al hacerlo también. Vaaayaaaaa...

Después de hacerlo varias veces, y ver que el joven enarcaba una ceja impaciente, paró. Perdón, jijiji...

Suspiró profundamente y se acercó a su cara, lo suficiente para que él tuviera que cruzar sus ojos para verla, después de tocarle un poco más, la nariz y los mofletes, se alejó y se quedó a una distancia buena para que la viera bien.

- Soy un hada, sí, y a partir de ahora, soy TU hada, dijo enfatizando la palabra que le unía a él y señalándole. Me has salvado la vida, así que ahora, estoy... bueno... hizo una mueca... unida a ti por una deuda. Debo salvarte la vida para saldarla, mientras tanto, estaremos unidos por un lazo invisible... o algo así... no sé muy bien cómo va eso, la verdad...