Partida Rol por web

El hombre se despidió de las dos damas con una inclinación cortés antes de alejarse de su posición. Minutos después empezó un desfile de criados con grandes fuentes de alimentos portando variados manjares que fueron desfilando ante las narices de todos los huéspedes.

- Entonces, ¿qué tal? ¿Cómo es? ¿Has averiguado algo de él? - preguntó Noah mientras le servían una perdiz bañada en lo que el criado describió como una salsa de almendras que olía estupendamente.

- Albert es un buen hombre, señora Green - John siempre había sido un gran amigo de su hermana y según sospechaba Rosalin, un firme admirador, aunque ésta lo había despachado en favor a su actual marido. Desde entonces el hombre, que rondaría los treinta años, había pasado a referirse a ella por su apellido de casada con constante sorna, algo que su hermana toleraba con resignación -. Serio, reservado y soso, pero bueno al fin y al cabo.

- A mí me parece un caballero muy interesante. - se atrevió a comer mientras se limpiaba con la servilleta dándose pequeños golpecitos tras una pequeña salpicadura de la salsa.- Incluso me ha parecido que ha bromeado.- fijó su mirada en el caballero, mientras hablaba de forma cordial.- Creo que solo le hace falta un poco de confianza alguien que estimule su labia.- obviamente ella estaba pensando en sí misma. Era cierto que era serio y reservado, pero, ¿soso?- No creo que sea tan soso como comentáis, señor Wingam. Aunque no lo sabremos hasta que veamos sus dotes de baile, ¿no?- algo la había llevado a defender a sir Albert. No supo muy bien de qué se trataba exactamente aunque supuso que era empatía. Se puso en su lugar y no le habría gustado que la tacharan de sosa, como alguna que otra vez ya le habían insinuado.- ¿Habéis visto a lady Stevens? Dijo que vendría a la fiesta, pero no la adivino entre los comensales. Creo que harían una excelente pareja ella y vos, sir Wingam.

Ambos son sarcásticos e irónicos aun cuando no es necesario. ¿Realmente tiene que seguir usando con ese toniquete el apellido nuevo de Noah?

- Serían una pareja de lo más atractiva y sus hijos heredarían las mejores virtudes.

Posiblemente ahí me he pasado en halagos.

Wingam recogió las insinuaciones de Rosalin sin perder la sonrisa divertida, con su acostumbrado buen humor.

- Oh vamos, Rosalin, no te vuelvas tan formal conmigo que no hace tantos años que te llevaba a caballito mientras tú hacías volar aquella cometa. Tengo el derecho e incluso diría la obligación de reírme de los demás con la misma frecuencia que lo hago de mí mismo. Pero si prefieres que respete el nombre de Grunner en pos de vuestro floreciente amor, lo haré con el fin de que el vuestro sea un idílico romance.

- No la molestes, John - le riñó Noah con una sonrisa divertida sobre la que no parecía hacer mella ninguno de los comentarios de Wingam -. En realidad parece un hombre atento y bastante atractivo, Rosalin, si para ti está bien para mí también. En cuanto a Stevens, he oído que estaba por aquí, la señora Henrys ha mencionado algo sobre su escote, pero no he tenido el placer - y esbozó una mueca ante la palabra - de verla.

Controló la risa ante la cara de Noah por el comentario sobre el escote de Stevens. Estaba claro que su hermana opinaba lo mismo sobre lady Stevens, que más bien, enseñando tal cantidad de carne, no debería ser nombrada como "lady".

- Probablemente la veamos más tarde.- tampoco la apasionaba en exceso, pero una parte de ella quería saciar su intriga sobre el supuesto prometido de la joven y también, por qué no decirlo, comprobar que Rosalin había tenido mejor gusto y mayor suerte.- Sir Grunner tenía razón. La comida está exquisita.- aprovechó que uno de los mayordomos pasaba cerca de ella para llamar su atención y una vez estuvo cerca no dudó en expresarse con cordialidad.- Sea tan amable de felicitar a las cocineras por su espléndido trabajo. Desde luego todo está perfecto.

El mayordomo que las atendía hizo una profunda inclinación ante la palabras de Rosalin y le aseguró que sus elogios serían transmitidos inmediatamente. Parecía orgulloso cuando se retiró hacia la puerta para hablar con otro de los sirvientes que iba y venía.

- Bonito detalle por tu parte, Rosalin, al menos sabrán que su futura señora es una buena persona - la felicitó Wingam a la par que daba un sorbo a su vino.

- Rose - a pesar de que tanto Rosalin como John desviaban la conversación constantemente, Noah parecía que en esos momentos sólo tenía a Albert en mente -, ¿entonces se supone que ya estáis prometidos o no?

- Creo que estábamos prometidos incluso antes de encontrarnos esta noche, Noah.- aseguró Rosalin posando las muñecas en el borde de la mesa.- Padre se encargó de ello y, como hombre de palabra que realmente parece sir Grunner, no será él quien rompa el compromiso. Creo que aunque yo no fuera de su agrado continuaría adelante.- pasó a mirar al extremo opuesto de la mesa, donde se encontraba su prometido, inmerso en sus asuntos con el resto de invitados a su alrededor.- Ahora solo nos queda conocernos mejor.

Desde su posición apenas alcanzaba a ver el extremo de la mesa pero se daba cuenta de que, hablara de lo que hablara y con quien lo hiciera, la expresión de Albert no había variado un ápice.

- Me sorprende que te estés tomando esto tan bien - le susurró su hermana atrayendo nuevamente la mirada hacia ella -. Pensaba que estarías más resignada pero veo que me equivocaba. ¿O tal vez es que en realidad lo consideras más que adecuado? - le preguntó algo maliciosa aunque con una sonrisa cariñosa en el rostro.

Tal y como Rosalin imaginaba, Noah intentaba indagar sobre su predisposición hacia Grunner.

- Todavía es pronto para verlo adecuado, pero de momento no es tan malo como podría haberlo sido.-  comentó intentando no caer en trucos de Noah. Sabía que intentaría sacar sus verdaderos sentimientos y pensamientos hasta que quedasen completamente exprimidos.- ¿Resignada? Bueno, en cierto modo es así, ¿no crees? Al fin y al cabo terminé por aceptar venir esta noche aquí. Ya soy una persona adulta, hermana. Y debo comportarme como tal.- aquellas dos últimas frases emulaban a lo que su madre había dicho cada vez que había rechazado cualquier compromiso o cita y Noah sabía muy bien que acababa de copiar las palabras de su madre. Rosalin aguantó las ganas de sonreír.
 

Las últimas palabras de Rosalin consiguieron que su hermana alzara ambas cejas con cierta sorpresa e incluso que se sintiera algo culpable pensando en cómo había dejado sola a la chica en casa al casarse, sabiendo que eso la haría el objetivo de todas las pesquisas amorosas de su madre quien, sin duda, podía ser muy insistente cuando se lo proponía. Bien pensado, era normal que Rosalin hubiera acabado cayendo ante la persistencia de su madre para casarse antes del final de esa temporada.

Antes de darse cuenta las damas estaban levantándose de la mesa para ir ya hacia la zona de baile mientras los hombres aprovechaban para fumarse un puro, beberse un brandy y tener el tipo de conversaciones que se suponía que las mujeres no debían escuchar, como la cruenta guerra en España.

- La caridad siempre me ha parecido de una abnegación ejemplar, querida - la voz de Stevens surgió por la espalda de ambas hermanas, que estaban sentadas en un banco charlando animadamente sobre la fiesta -. Con un hombre tan mayor... - fingió escandalizarse la muchacha que lucía un escote de vértigo que, muy a pesar de Rosalin, debía reconocer que la hacía parecer realmente atractiva a la par que provocativa en exceso.

La tensión que le provocaron las palabras y la presencia de Ana Stevens se mostró en su rigidez de espalda y en la presión que hacía su mandíbula. Encima estaba atractiva aunque bien era cierto que enseñaba demasiado.

- ¿Tan mayor? Es culto, rico, educado y atractivo para su edad.- enumeró con los dedos de una mano- Parece que su cuerpo se conserva bastante bien, lady Stevens. ¿Se podrá decir lo mismo de su prometido? ¿Conservará el pelo a los treinta? ¿Será educado, culto y rico? ¿Contará con un exquisito gusto? ¿O se habrá consumido por el alcohol? - sabía que se estaba arriesgando demasiado. Podía ser que su prometido fuera mejor que Albert. Podía ser que fuese un caballero lleno de virtudes y ningún defecto. Pero no podía dejar las cosas así. Al menos sus palabras sembrarían dudas en la joven.-Ya se sabe que los hombres jóvenes aún no tienen claro su futuro. Al menos sir Grunner tiene encauzado el suyo.

Me fijaré en sir Albert después. Espero que los ojos no se le vayan al escote de Stevens y que ésta se dé cuenta...

- Ah, veréis, Rosalin, tengo la certeza de que mi prometido está cortado por un buen patrón, sin duda, pero no os preocupéis, le conoceréis dentro de poco - Ana sonrió, regodeándose de forma anticipada de aquel encuentro, sintiéndose ya vencedora, o al menos eso creía Rosalin -. Nos vemos tras el primer baile en los jardines. Sé que querrá pasear conmigo para estar a solas puesto que antes ha dicho que la luz de la luna haría mi belleza aún más esplendorosa que el brillo de un millar de velas - la chica bajó los ojos, luciendo aparentemente turbada por el cumplido aunque Rosalin tenía la certeza de que al presumir de aquel elogio no tenía otra intención que demostrar una vez más la superioridad de su prometido -. Vuestra presencia logrará que no sucumba a la dulce tentación de mis encantos, tal y como él mismo me ha dicho, y quién sabe, tal vez enseñe al señor Grunner cómo tratar a una mujer.

- ¡Qué osadía, lady Ana! Tened cuidado con sucumbir tan rápido a los encantos de tan gentil caballero.- comentó, intentando no dar muestras de la rabia que sentía.- Pues la gente habla, y lo hace rápido y sin misericordia. Si os ven a oscuras en la primera cita con un apuesto caballero podrían dudar de vuestra honorabilidad y discreción. Aunque sobre vuestra discreción ya deben de estar hablando...- esbozó una medio sonrisa, acompañada con una mirada nada disimulada hacia el escote excesivo de la joven, antes de sujetar la mano de su hermana y hacerla caminar.- Nos veremos más adelante. Espero no llegar tarde para salvar tu dignidad ante ojos externos.

Mejor era marcharse ahora, tras un más que elocuente mensaje mitad directo, mitad indirecto. No la soportaba, pero creía, por primera vez en bastante tiempo, que había ganado la batalla.

Si bien no la guerra.

Si Stevens pensaba añadir algún comentario se quedaron sin saberlo del mismo modo en que no pudieron ver la mirada calculadora que les dirigió antes de darse la vuelta en busca de su grupo de amigas habitual. La puerta se abrió entonces y empezaron a acceder los caballeros a la sala de baile a la par que los músicos se ponían a tocar música de ambiente, previniendo a los bailarines de que empezaran a ocupar su posición en la pista de baile.

Rosalin vio aparecer a Albert aunque éste, a pesar de que paseaba la mirada por la sala, no pareció reparar en ella.

- Vigila con Stevens, no dudará en jugar sucio sólo para fastidiarte - musitó justo en el momento en el que Wingam llegaba hasta ellas.

- Me concederás el primer baile, ¿señora Green? - preguntó John con falsa pedantería a la par que se inclinaba hasta la mano de Noah y le daba un beso. Rosalin advirtió que su dedo índice buscó la tierna piel de la muñeca de su hermana y la acarició, un gesto que sin duda pretendía permanecer oculto ante ojos ajenos.

- Sabes que sí, John, hace mucho que no bailamos y ahora no está mi marido para bailar conmigo - su hermana no pareció inmutarse por el gesto. Le dio un beso en la mejilla a Rosalin antes de despedirse de ella y alejarse con John Wingam.

- Lo sé. Será mejor que encuentre a Sir Grunner cuanto antes.

Tras la afirmación y antes de marcharse, el señor Wingam llegó hasta ellas con sus mismos aires molestos de siempre. Ante el gesto de la mano Rosalin no pudo evitar alzar una ceja momentáneamente. No le gustaba el coqueteo que se traían Wingam y su hermana. Ella parecía no hacer caso, pero posiblemente se tratase solo de una fachada. ¿Acaso cuando estás casado con quien además has decidido casarte no es debido comportarse fielmente y dejarse de jueguecitos?

No sé en qué piensas, Noah. Deberías haberte negado al primer baile.

- Que se os dé bien.

Y sin más se apresuró a moverse rapidamente por la sala, con la mirada fija en todas partes intentando dar con su prometido antes de que Stevens lo hiciera por ella. No se fiaba ni un pelo de ella y mucho menos de su escote.

Rosalin iba en busca de Albert cuando por fin sus miradas de encontraron. Había algo en su aspecto, a pesar de permanecer erguido y sereno y aparentemente seguro de sí mismo, que le hizo pensar en un niño perdido, aunque la impresión duró apenas el instante en el que sus ojos volvieron a mostrar simple seriedad a la par que la tomaba de la mano con el fin de bailar.

- Espero que estéis disfrutando de la velada, señorita Mirror.

Se paró en seco antes de chocarse con sir Albert, exhibiendo una sonrisa de alivio al ver que no se había encontrado con Lady Ana y que, al parecer, también la había estado buscando. Dejó que tomase su mano, sujetando la suya con la punta de los dedos, con total delicadeza.

- Sin duda está resultando una gran velada. Teníais razón en que la exquisitez de la comida y la compañía, al menos hasta el momento, resulta inmejorable.- se colocó, dispuesta a dejarse llevar, porque en aquel baile el caballero dirigía y ella solo tenía que preocuparse de no tropezar, estar erguida y no apartar la mirada de él.- Yo también espero que vuestra compañía durante la cena le haya resultado satisfactoria. Entablar conversación con personas que nos son indiferentes resulta un ejercicio agotador... ¿no cree?

- ¿Usted cree, señorita Mirror? - dijo antes de darle una vuelta y separarse de ella para seguir con una de las piezas de baile en la que se movían en paralelo -. ¿Tan arduo le resulta hablar conmigo? - le volvió a preguntar cuando de nuevo se unieron para separarse instantes después, cruzándose el uno con el otro. Un minuto después, volvían a tomarse de ambas manos -. Espero que no encontréis ni una osadía ni un desprecio por mi parte deciros que hasta ahora sólo había reparado en vuestra inteligencia pero debo decir que vuestra belleza no queda atrás - un paso atrás, un paso adelante, hasta casi tocarse. Él nuevamente la taladraba con esa mirada de ojos grises insondables tan difícil de sostener. Un paso atrás. No hubo una sola vez en la que sus ojos se apartaran de los de ella, sin necesidad de recorrerle el cuerpo con la mirada o prestar atención a los pasos de baile -. Lo cuál me lleva a preguntarme de nuevo el por qué una joven como usted ha decidido aceptar el compromiso impuesto por sus padres en vez de esperar a que alguno de los admiradores que sin duda tenéis diera el paso.

Su pregunta parecía contener un tono bromista que ni su expresión ni su mirada acompañaban y por ello quizás Rosalin decidió no sonreír por si se equivocaba de reacción.

Se dejó llevar mientras le escuchaba. Media vuelta, palmada conjunta de toda la sala y de nuevo juntos. Algo la mantenía con una sensación ingrávida. Se sentía flotar, como si sus pies se movieran solos sin apenas sentir el suelo, y tan solo la mirada penetrante de Albert Grunner la sostenía de pie, como una marioneta que se mueve a base de hilos. Con un paso hacia atrás y otro hacia adelante, quedando a escasos centímetros de tocarse él la halagó sobre su belleza y ella se sintió sonrojar ligeramente. No se esperaba ningún comentario sobre ello por parte de aquel hombre, no al menos en aquellos momentos, pues parecía que sus ojos solo estaban conectados con los de ella. Se alegró de tenerse que separar nuevamente pues así, con un paso hacia la derecha y luego uno nuevo a la izquierda pudo desviar la mirada de aquellos insondables ojos grises.

Tras esa pequeña pausa volvieron a acercarse, se sujetaron las manos y con una nueva vuelta sobre ella misma regresó a fijar su mirada en sir Grunner, dispuesta a responder:

- Mi respuesta no ha cambiado desde hace un par de horas. Me cansé de rebelarme y decidí que tomaran la iniciativa por mí. Y al parecer no ha ido nada mal. Me encuentro ante usted, un caballero que tiene inteligencia, labia y que sabe bailar. Sin lugar a dudas - aprovechó para retomar la conversación anterior, mirando fijamente al hombre, fijándose en su atractivo.- no me resulta arduo entablar conversación con usted.

Parecía inmune a sus halagos puesto que ni mudó la expresión mientras le soltaba la mano derecha y se ponían ambos mirando al frente.

- Pero mi pregunta sí ha cambiado, señorita Mirror - dijo tras dar tres pasos hacia adelante y volver a tomarse de las manos, conectando sus miradas nuevamente -. Antes quise saber por qué accedió a un compromiso sin siquiera conocerme, ahora quiero saber por qué, si a todas luces no está buscando amor, no ha esperado a que otro se le declarara y le pidiera ser su esposa. Estoy seguro de que usted habría sabido cómo animarle a ello - se quedó un momento en silencio y Rosalin pudo observar como una arruga aparecía en su frente a la par que sus cejas se juntaban. Pero antes de que pudiera proseguir el baile los separó de nuevo, esta vez de la mano contraria -. Perdóneme si cree que he ido demasiado lejos, no pretendo insinuar que usted no sea ni honorable ni humilde y que tenga a bien alentar los sentimientos de los demás aún sin ser correspondidos - se disculpó cuando nuevamente se encontraron.

Rosalin frunció ligeramente el ceño, claramente ofendida por las acusaciones directas de sir Albert. ¡Al parecer ya sacaba su más sinceras opiniones sobre ella!

Debe de seguir convencido de que he accedido por su dinero.

Aquella suposición la enfadó aún más. ¿Cómo podía pensar que ella solo pensaba en dinero, riquezas y edificios como palacios? Cuando nuevamente se encontraron acudió la disculpa, pero era demasiado tarde para calmar la lengua de Rosalin Mirror, que había masticado la respuesta segundos antes:

- ¡Si no acepté conocer ni casarme con nadie hasta el momento es porque fui tan ilusa como para amar a un hombre!- soltó con mirada ardiente, mirando directamente a los ojos al hombre, sin importarle lo que pudiera llegar a pensar de ella.- Lo amé y lo esperé hasta la saciedad, asida a una esperanza que poco a poco se fue consumiendo. Así pues no soy una ramera ni una descarada, por mucho que este mal elegido vestido pueda dar a entender. Tampoco me interesan las riquezas que nadie pueda poseer y mucho menos la cantidad de edificios en propiedad que tenga. Sino que soy una joven tonta que una vez llegó a creer que un desconocido podría recordarla tras una mirada y que la buscaría hasta la saciedad. -  Una vuelta más en el sitio sin soltar la mano y con seriedad y tono algo encendido terminó su respuesta.- Ahí tiene su razón.