Partida Rol por web

Juan Manuel de Rosas se concentra mucho en usar su poder contra los mortales,aunque generalmente esta disciplina no era su fuerte,esperaba que funcionase muy bien.

Los dos señores ponen los ojos en blanco y caen desplomados sobre el cuerpo inerte de la mujer, llevados por un sueño repentino e incontrolable.

Erick te mira y sonríe. Dice un mero "Vamos" y llama al ascensor, que no tarda en llegar. La máquina se para con un sonido sordo, y los dos entráis sin perder tiempo.

Los engranajes chirrían y silban mientras la cabina se mueve a través de las vísceras del edificio. Una frenada en seco y estáis en la elegante y bien iluminada planta baja. Frente a vosotros se abre, como las puertas del cielo, la salida.

A un lado están los guardias de seguridad intentando evitar que un par de vagabundos ruidosos suban por las escaleras, mientras una afanada secretaria no para de gritar algo, nerviosa, por el teléfono: parece que el plan de distracción ha funcionado. Andáis por el vestíbulo rápidamente, por lo que esta imágenes pasan por tu retina como en una película.

Una vez fuera, os subís a la furgoneta y os alejáis por la calle, rumbo a la taberna que viste la primera noche que llegaste.

-Bueno, podría haber salido peor, ¿no cree?-te comenta Erick al llegar a la tasca.

Mientras bajáis del coche, portando con vosotros el maletín de los documentos, empieza a llover. 

-Espero que el esfuerzo haya merecido al pena.- piensas mientras diriges una mirada más a la negra cubierta del maletín.

Juan Manuel de Rosas se vuelve de mirar el exterior y le dice:

-Pero,¿usted me esta cargando a mi señor Erick?,me habian dicho que no iba a ver ningun inconveniente en entrar y salir para obtener esos documentos,y en vez de ello,asesine a una mujer,las cosas se nos fueron de las manos y tuve que dormir a esos dos sujetos para que la salida fuese exitosa,si,logramos el objetivo,pero no sin dificultades como se me habia dicho.

Luego de esto suelta un gran suspiro y dice:

-Para la proxima quiero estar bien informado y al corriente,dado que no pienso volver a arriesgarme ciego como fue en esta ocasion.

Al terminar de soltar su frustracion por que la mision no habia salido como el queria no dijo mas nada por el resto del viaje y solo solicito dos ocasiones para poder beber sangre y luego continuar con el camino que debian proseguir en el viaje.

-Noche extraña.-Piensas cuando abandonas la iglesia y, caminado, llegas hasta la Pradera de San Isidro, buscando alguien de quien alimentarte.

Hay un par de vagabundos durmiendo en unos bancos debajo de unos árboles. Después de saciar tu sed, te vas a descansar después de una larga jornada. Torres-Agüero te ha permitido dormir en la parroquia hasta que encuentres un refugio. La habitación está en un sótano sin ventanas, con una gruesa puerta, una cama cómoda y una mesilla.

A la noche siguiente, Antonia Cortázar aparece poco después de la medianoche y te pide que le acompañes a su despacho.

-Estamos muy contentos con su trabajo en La Coruña y en Chamartín ayer-te comenta-, y vamos a pedirle una pequeña misión. No se preocupe, es sólo de búsqueda de pruebas, es difícil que haya complicaciones.

Saca un periódico de un cajón del escritorio y te lo muestra. En él se ve el edificio Windsor ardiendo en primera plana y, debajo, unos fotogramas del vídeo en los que se ven las sombras de unas personas en el interior.

-Me imagino que sabrá que el rascacielos Windsor ha ardido anoche. Se han filmado unas imágenes... digamos que curiosas. -dice señalando la fotografía.-Aparecen unas sombras de personas cuando el edificio estaba en llamas y había sido evacuado hacía horas. Creemos que el incendio ha sido provocado y puede que la Camarilla esté detrás de todo esto... creemos, pero no perdemos nada por ir a echar un vistazo, ¿no cree?

-Ayelen y el señor Tobías le esperan bajo la torre Picasso, ya que las labores de extinción y enfriamiento del edificio han terminado hace una hora. Quizá encontremos algo. Su misión es encontrar algún tipo de información que pueda haber.

Después de terminar de hablar con la Cardenal decides dar un paseo por el barrio. Realmente no hay mucho que ver, salvo un par de chiquillos gitanos jugando al fútbol en un parquecito, un montón de vagabundos durmiendo en bancos y bajo los soportales y toneladas de basura por todos lados.

A la 1:30 te esperan al lado del edificio quemado. Tomas el subte en una estación cercana a la parroquia y llegas a Nuevos Ministerios. Y, entre edificios de resplandeciente cristal, llegas a la Torre Picasso.

Tobías no está, pero Ayelen te está esperando en un banco apartado de la puerta de la torre.

-Buenas, tú debes ser Juan Manuel, ¿verdad?-dice con una sonrisa.

Se levanta del banco con un movimiento que no sabes si calificar de ágil o de torpe, mientras la saludas.

-Me ha tocado la patosa...-piensas con amargura.

-Tobías no viene al final... así que nos ha tocado el trabajo duro y aburrido a los dos-comenta.-Será mejor ponernos en marcha ¿no crees?, cuanto antes empecemos antes terminaremos.

Tú asientes escuetamente y ambos os dirigís al otro lado de la plaza, donde está el edificio Windsor. En el suelo se pueden ver todavía cenizas y algún que otro cascote, y el aire huele a quemado. Veis un pareja de policía municipales cerca, pero en cuanto doblan la esquina os coláis en el edificio aprovechando el momento.

Todo está negro y el suelo cruje a cada pisada. Comenzáis a mirar buscando no sabes qué mientras Ayelen murmura algo así como "¿Y qué coños quiere que encontremos aquí?". Subís a la primera planta, a la segunda, a la tercera, hasta que llega un momento en que ni te esfuerzas en acordarte de qué piso es.

-Si supiéramos qué encontrar, todo cambiaría...-piensas.

Cuando estás a punto de tirar la toalla, Ayelen viene, se lleva un dedo a los labios y te hace un gesto para que la acompañes. Llegáis al final de un pasillo cuando empiezas a oír voces. Os acercáis y miráis por la esquina, desde donde veis un par de hombres que llevan una bolsa negra de las que se usan para los cadáveres. Están sólo a un par de metros, así que puedes notar que la bolsa está llena.

-¿Qué harán aquí?-piensas.-¿Serán de la Camarilla?

Nadie te ha dicho que entres en acción, así que esperas a que los dos hombres se lleven la bolsa. Delataros significaría que sabéis que hay algo turbio, piensas, así que mejor no moverse. Ayelen parece pensar lo mismo porque se queda quieta como una estatua.

Se llevan la bolsa y, después de esperar un tiempo como prevención, os acercáis a la sala de donde salían. La luna ilumina la sala y le da un aspecto onírico: todo está quemado, ennegrecido, pero con un un borde plateado por las luz que entra por la pared derruida. Miráis un poco allí y allá, pero no encontráis nada.

Salí de la sala y, en el umbral, un destello en el suelo llama tu atención. Te agachas y ves que es un anillo de plata adornado con una piedra negra y pulida. Contemplas su belleza mientras te lo pruebas. No eres amante de las joyas, pero hay que reconocer que es realmente bella y, ¿por qué no?, te queda bien. Al levantarte te das cuenta que Ayelen no se ha dado cuanta de que te has entretenido y no está. Sales al pasillo por el que habéis venido y la encuentras esperándote.

Os despedís al llegar a la calle y tomas un taxi que te lleva de vuelta a la iglesia. Todavía tienes tiempo de sobra, casi la mitad de la noche, así que te das una vuelta por el barrio. No te apetece volver al parque de anoche, así que te vas a un descampado muy grande que hay a pocas calles de distancia, donde encuentras un grupo de gitanos charlando en un banco improvisado con unas maderas. Amparándote en la noche te acercas y los atacas por la espalda, alimentándose de ellos con ansiedad.

Satisfecho y con el hambre apaciguada, vuelves a la parroquia a dormir.

Dejáis al contable durmiendo mientras uno de los guardaespaldas le cura las heridas. Decides descansar también, que después de un trabajo bien hecho es más que merecido. Una cama con un colchón mullido cerca del almacén te acoge durante todo el día.

La noche siguiente viajas en autobús al centro de la ciudad y, entre edificios antiguos y turistas perdidos con cámaras de fotos, tú te alimentas con avidez de un grupo de estudiantes extranjeros.

A la noche siguiente lleváis a Peñafiel a un polígono industrial en la otra punta de la cuidad para no levantar sospechas. Te acompañan Orquídea Letal y el viejo Jean Carlo.

Aparcáis al lado de una fábrica de juguetes, en un callejón oscuro y lleno de cajas de cartón. Enrique Peñafiel llama desde una cabina de teléfonos mientras tú escuchas con atención la conversación: les cuanta que fue apresado en la torre Picasso, encerrado y torturado, pero había conseguido escapar. Cuelga el auricular y te mira:

-Vienen a recogerme dentro de quince minutos-te dice.

Esperáis en un callejón cercano, oscuro y maloliente. Enrique Peñafiel, el contable, espera debajo de una farola que no para de parpadear, una calle más lejos.

Al rato llega una furgoneta gris que aparca cerca de donde está Peñafiel. Del coche bajan tres personas: un chaval alto y rubio y dos hombres de aspecto ruso vestidos con monos de trabajo. Caminan despacio, mirando a cada lado con atención, apuntando a cada recodo oscuro con sus pistolas.

Juan Manuel de Rosas espera que comiencen a caminar para seguirlos como un cazador a su presa dispuesto a saltarles a la yugular en el momento preciso,quería ver por el mismo a donde conducirían al contable,pero siempre guardando una distancia segura para que no le detecten.

Si era necesario se embolveria en sombras el mismo para que nadie pudiese verle mas que una sombra que se mueve.

El chaval rubio se acerca al contable, seguido de cerca por los dos rusos. Intercambian un par de palabras en voz baja y empiezan a encaminarse hacia la furgoneta, mirando a todos lados.

Juan Manuel de Rosas decide jugarse el todo por el todo y ordena a las sombras circundantes que le ayudasen a cubrir todo aquel lugar llenandolo de tinieblas para que los humanos no se pudiesen escapar,el entraria en la misma y una vez adentro se dedicaría a buscar al sujeto que estuvo hablando con el contable para raptarlo y llevarselo consigo.

Extiendes tus sombras y la calle se queda a oscuras. Oyes unas maldiciones en otros idiomas y un par de disparos. Te mueves lentamente, pero seguro de estar en tu campo, ahí, donde tú querías que estuvieran.

En un par de pasos puedes entrever al contable y al hombre rubio cerca de ti, entre las brumas del manto. Apunta con su pistola a todos lados mientras empuja a Peñafiel hacia la furgoneta, haciéndole meterse en la parte de atrás.

Juan Manuel de Rosas mira lo que estaba pasando dentro de las sombras y como logran meter dentro al contable y al otro sujeto en la camioneta y dice mentalmente:¨ah no querídos,ahora sabran quienes soy yo,a los inutiles los acabare rapidamente pero ustedes dos se vienen conmigo¨ dicho esto da una orden mental a las sombras y hace salir tentaculos para acabar con aquellas molestas moscas que le moscardeaban de sus objetivos,y una vez que acabase con ellos,raptaría a aquellos dos y se los llevaría como premio al regente.

Los tentáculos se retuercen alrededor del cuerpo de sus presas, aplastándolas como si fueran simple mosquitos en la palma de la mano de un niño.

Sueltan los cuerpos y, al atrapar al joven rubio, éste se las apaña para encender una bengala. El chasquido de la mecha preludia un chorro de luz blanco y cegador.