Partida Rol por web

Donde los personajes se conocen entre sí, se juran lealtades, orgullos se hieren y alguna rivalidades despuntan

Perdon me equivoque de sitio ;)

Green Everglades resultó ser una antigua mansión que conservaba primorosamente todos sus rasgos coloniales. Desde el vallado del perímetro se podía ver un frontispicio y columnas neoclásicos, los escalones que conducían hasta el porche, las gigantescas ventanas; todo ello en un refulgente blanco marfil que contrastaba con la sucia Nueva Orleans que se desparramaba como una mancha de aceite, negro y viscoso, sobre las aguas del pantano.

Por supuesto, todo el regio abolengo que proclamaba el caserío se revelaba una patraña al menor escrutinio. Aquel tono marfileño era una acertada elección de color para los revestimientos de plástico, al igual que buena parte de las plantas y las charcas de piedras que otorgaban cierto aire artístico al jardín no dejaban de ser sintéticos. El papel del jardinero se había reducido al de simple exterminador, sin más ocupación que evitar la proliferación de las malas hierbas cuyas semillas navegaban en el agua y el viento provenientes de las ciénagas cercanas.

En el interior, Cyrus Woolwealth jugaba una carambola tras otra, frenéticamente, en un billar a tres bandas descomunal, con gesto despreocupado pero acero en la mirada. No era un hombre alto, pero era joven, bronceado y atlético, la clase de persona que dispone de tiempo para ocuparse de su aspecto en profundidad. Un espeso cabello rubio peinado en un corte ligeramente anticuado coronaba un rostro de líneas varoniles, equilibradas y presumiblemente tan artificiales como la misma casa. Vestía un pesado batín marrón, con un estampado de hojas ocres, un pantalón de pijama de tela  a rayas blancas y azules, unas zapatillas rojas y casi fosforescentes: un par de miles de dólares invertidos sabiamente en estar en casa al tiempo que pregonar cierto grado de daltonismo. O de simple mal gusto

- Señor-, interrumpió el solitario y monótono juego un criado chino vestido a la vieja usanza-, ya han terminado de llegar.

- ¿Todos?

-  Sí, señor.

- Perfecto, sácalos de sus salitas de espera y hazlos pasar.

Cyrus sonrío y se dejó caer, digno y aristocrático, en un lustroso sillón de cuero, al tiempo que tendía el taco a uno de sus cinco guardaespaldas, que salió de su puesto, silencioso e inmóvil como un mueble más. Al cabo de un par de minutos la hoja de la puerta doble se abría dejando pasar al criado, que en todo momento adoptó una actitud sumisa, con la vista dirigida hacia la alfombra.

- Pasen, pasen, por favor. Somos muchos, así acomódense como puedan.

Woolwealth resulto ser un individuo tan histrionico como su residencia. La poco sutil amenaza de cinco matones con tacos de billar resultaba mucho menos inquietante que el hecho de que nadie se hubiese molestado en registrarme. El reconfortante peso de mi clásica Sig del .357 no podía hacerme olvidar que su presencia probablemente ya habría sido registrada y su intervención anticipada. Por fortuna la estancia era lo suficientemente espartana como para justificar el permanecer de pie a una prudente distancia de las salidas y con el resto de los asistentes controlados.

Con habito profesional evalue las amenazas de los presentes. Los cinco matones parecen arquetipicamente contratados "al peso". Si no se conocen es posible que ni siquiera sean capaces de actuar coordinadamente. Cyrus era similar a como mis informantes me habían permitido imaginar. Y el asistente una incógnita que bien podría convertirse en una desagradable sorpresa.
Los invitados comenzaban a entrar tras de mi. Sorprendo un vistazo profesional en la joven con ropa utilitaria (-quizás tenga instrucción militar). Y por un segundo sus rasgos me parecen vagamente familiares.

El resto de ellos (hasta que totalizamos cinco) entran mientras pienso en la innecesaria perdida de tiempo que supone esta reunión. Me volverán a ofrecer dinero por violar mis principios y de nuevo lo rechazare. Quizás se crucen amenazas, o se ofrezcan motivos. Pero no se llega a mi posición traicionando la seguridad o los secretos de mis protegidos. Puede que McTavitt sea una niña caprichosa, pero su seguridad y privacidad estarán a salvo conmigo.

Cyrus contempló la entrada de aquel heterogéneo grupo de personas, y se incorporó de su asientofrotándose las manos con una extraña, casi infantil, expresión de alborozo impaciente.

- Perfecto, perfecto. Algunos de ustedes ya han hblado conmigo anteriormente, mientras que otros no han cruzado palabra directamente conmigo hasta ahora. Del mismo modo, algunos de ustedes ya me han estado prestando servicios, y otros vienen recomendados por algunos... amigos comunes.

El caballero rubio dio un par de animados pasos hacia un pequeño y posiblemente carísimo mueble bar.

- Callahan, por ejemplo, ha estado reuniendo algunos informes para mí durante unos días. Informes que ahora les serán de gran ayuda. Pero no nos aceleremos: si les parece bien, voy a hacerles la velada más confortable con unas copas. Los cócteles son una de mis debilidades particulares, y los míos son reconocidos por todo el estado... Además de que se puede saber una infinidad de cosas por lo que la gente bebe -añadió con una sonrisa y un guiño, antes de volverse y empezar a trastear con botellas hielos: parecía un imitador de Chaplin en El gran dictador-. Así que, bien, sean corteses, presentense y díganme qué quieren tomar.

El afable tono de la conversación del infitrión dio paso a una mezcla de chapoteos y tintineos, mientras los guardaespaldas no dejaban de vigilar a los invitados.

Amiya entró con paso decidido en la lujosa sala y sonrió por dentro de si misma al ver a su anfitrión, con la cantidad de dinero que llevaba encima y lo amplio de la paleta de colores no había sido capaz de conjuntar ni siquiera un par de ellos. Ella era alta y delgada, tenía unas facciones delicadas y estaba bien proporcionada, una chica mona, aunque la primera impresión que transmitía no era esa, vestía unos pantalones bombachos caídos ligeramente por debajo de la cintura, que mostraban parte de su ropa interior, unas botas militares de media caña que debían valer bastante dinero, un escueto top negro con el que dejaba ver su vientre y su sempiterna cazadora de piloto, de la que casi nunca se separaba y el único buen recuerdo que tenía del ejercito, lucía un extraño peinado, con el pelo cortado desigualmente y siempre revuelto, era una de esas jovenes que metida en un vestido de noche deslumbraría a cualquier hombre, pero su habitual forma de vestir hacía que pasara más desapercibida a primera vista. Aún así, nadie estaba con ella mucho tiempo sin percibir esa belleza y tenía bastante éxito entre ambos sexos, que veían en ella a la típica joven rebelde.

La piloto recorrió una vez más con la vista a los presentes, descubriendo como uno de ellos parecía reconocerla, no sabía muy bien si por su parecido físico con su padre, o por haber pertenecido al ejercito y escuchar las historias que se contaban de ella, la mayoría verdad. El caso es que le daba igual, hacía ya algún tiempo que pasaba de "el que dirán" -Hola, soy Miya, vuestra piloto- se limitó a decir de manera pasota ofreciendo la mano a los presentes justo antes de alegrarse de oir que iban a poder beberse unas copas -Yo tomaré vodka con limón exprimido, por favor-

Callahan saludó a los presentes con una inclinación de cabeza.

Era un hombre alto y corpulento, de mandíbula maciza, sombreada por una barba de un par de días, ralo cabello encanecido, en franca retirada y ojos azules, de mirada intensa, bajo un ceño permanentemente fruncido en un gesto ambiguo, entre el escrutinio y la tristeza, que se movieron discretamente por la habitación, deteniéndose un instante en cada uno de los presentes.
Los prematuros surcos del tiempo sobre su rostro macilento, engañaban al observador, haciéndole pensar en un hombre de unos sesenta años, aunque Callahan tenía diez años menos. Su voluminoso cuerpo, enfundado en una camisa blanca arrugada bajo una raída gabardina gris, estaba ligeramente inclinado hacia delante hacía pensar en un viejo roble, al que la inclemencia del viento y el tiempo amenazaban con derribar, pero que todavía se mantenía en pie, gracias a una misteriosa fuerza interior.

Estrechó la mano de Miya y sonrió ligeramente. Rechazó la bebida que le ofrecía el criado de Cyrus con un gesto.

—Gracias. Es algo temprano para mí.

Abrió un gastado portafolio y extrajo una carpeta, que depositó abierta sobre una mesa cercana. Contenía fotografías del blanco y documentación varia.

—Espero que la información que he recabado sea de utilidad —dijo con vos profunda y rasposa—. Por fortuna, nuestro blanco es una persona de hábitos.

El criado fue a devolver la bebida al mueble bar, pero Cyrus, dedicado a su frenética alquimia espirituosa, lo disuadió con enérgicos gestos.

- No, no, déjaselo ahí, en el billar y llévale el suyo a la señorita-. El confuso oriental abandonó la bebida junto al portafolios del detective, sin ocultar el desagrado que parecía producirle el desorden con que el dueño de la casa se conducía. Parecía dolerle en el alma no haber empleado un posavasos, como si tono tostado de la mesa correspondiese a madera auténtica y no a mero metacrilato tintado.

- Vodka, amargo y transparente. Limón, agrio, también transparente y con un punto de astringencia. Sabores intensos y profundos, sin concesiones a los detalles cosméticos como el color-, dijo el improvisado barman, con la mirada perdida un par de centímetros por encima del horizonte: daba la impresion de estar paladeando a la propia Miya. Pero tal vez se limitaba a saborear sus propias palabras-. Dura, directa, busca impresiones poderosas y aborrece el empalago y la inactividad... ¿Acierto?

Sin esperar confirmación, continuó su examen.

- Y usted... No es su hora... Posiblemente preocupado por mantener el control, ¿verdad? Un lugar para cada cosa, y cada cosa en su lugar, ¿no? Sólo falta saber si es que es usted así de metódico, o si está escarmentado por algo, si está purgando alguna falta-, dijo señalando al detective con una sonrisa y un rápido guiño: para el rubio todo esto, hurgar en la vida de los demás buscando señales de que les había causado algún efecto, no dejaba de ser un estimulante juego de salón-. Bueno, dese un repiro entonces y beba: todos tenemos lo nuestro.

Callahan alzó una ceja y observó a Cyril con gesto inquisitivo.

—Todos aprendemos de nuestros errores, Señor Cyril —comentó secamente.

Cogió un vaso, bebió un sorbo, lo dejó sobre el borde de la mesa de billar y acomodó los papeles de la carpeta.

—Me gustaría empezar con el análisis del blanco, si no le importa.

- Bueno, bueno, querido amigo, sosiegue su ánimo: parece que aún queda alguien por llegar, y no quiero que desperdicie nada de esa abstemia saliva suya-, replico con sorna aquel amago de dandy sureño-. Espere entonces, y hablemos un poco entre nosotros: ya se sabe que el conocimiento es la madre de la confianza. Por ejemplo, observo que el señor Oliwaw lanza algunas miradas de soslayo a la señorita Miya. ¿Cree que me equivoco si supongo que ya la conoce por algo?

Un hombre alto entra en la habitación; lleva un sobretodo, un sombrero fedora ambos negros; una larga barba y pelo largo atado en una coleta. Lo poco que queda de un habano, en sus labios, genera un leve resplandor rojizo debajo del sombrero iluminando sus ojos.

El hombre se quita el sombrero y se descubre un rostro maduro; algunas marcas en el ceño, pero es poco lo que se ve, ya que la barba cubre la gran mayoría del rostro. Ojos oscuros y pelo negro.

Se quita el saco mojado sin quitarse el habano de la boca y mira a cada uno de los presentes.

Buenas noches, disculpen la demora; el tiempo esta cada vez peor...y no es fácil cuando se camina hasta destino...Soy Tony dice con tono tranquilo mientras busca un lugar para sentarse

Miya se mostraba divertida mientras su anfitrión intentaba retratarla, lentamente sacó un cigarrillo de uno de los bolsillos justo antes de quitarse la cazadora lentamente con un movimiento de hombros, dejando al descubierto parte de su delgado y palido torso. Una planta enredadera de tinta subía por uno de sus costados hasta su hombro, aparte de eso, que era lo que más llamaba la atención, tenía un extraño codigo de barras en uno de sus brazos y de su cuello colgaban las chapas de identificación del ejercito. Con parsimonia dió una calada al pitillo -Más o menos ... ¿sabe todo eso por lo que he pedido? porque le advierto que suelo beber cualquier cosa- Apreció sin dejarse impresionar la piloto para pasar seguidamente a mirar directamente a la cara al hombre que parecía haberla reconocido, esperando a que dijera la frase mágica, de la que estaba más que harta desde hacía ya muchos años.

Cyrus río con una sonrisa que se diferenciaba imperceptiblemente de una genuina, al tiempo que señalaba a Miy:

- ¡Ja, ja, ja! Buena contestación, sí señor. Puedo asegurarle, señorita que si ahora mismo alguien nos preguntara qué clase de música nos gusta la contestación sería la propia de un melómano: "no sé, casi todo". Pero no hay que dejar que el baile de los labios nos confunda: atienda a lo que la gente hace de hecho, a lo que compra y a lo que termina metiendo en un vaso, por más que suela "beber cualquier cosa"-, dijo, con una sombra cruzando su mirada, ahora gélida pese al feliz rictus de sus comisuras-, y lo sabrá todo sobre ellos.

Después la puerte dejó entrar a Tony, desarrapado como siempre. Woolwealth dejó su quehacer junto a las copas y anduvo hasta él, con la palma de la mano extendida, con gesto de satisfacción:

- Perfecto, perfecto, creía que no podríamos contar con usted-. Depués de giró para mirar al resto de invitados en la habitación-. Les presento a la pieza clave del asunto por el que me he puesto en contacto con ustedes. El asunto es simple, para aquellos de ustedes que no lo sepan: mi gente en Sunrise Biolabs tiene interés en que la afamada genetista Carla McTavitt comience a trabajar para ellos. Naturalmente, sus actuales patronos querrán mantenerla consigo, y a ello están destinando grandes recursos. Pues bien: su tarea cosiste en lograr captar, ya sea contactando con ella y consiguiendo su cooperación, ya sea con métodos más... enérgicos; eso queda en sus manos. Lo que sí me alegra anunciar es que contamos con un caballo ganador: Tony, el cabalero que acaba de entrar, resultará de un valor incaculable pues es su ex-esposo.

Callahan sonrió levemente, al escuchar la “noticia” que ya conocía. Sus investigaciones habían incluido las relaciones presentes y pasadas del blanco.

—No creo que ninguno de nosotros tenga una mejor excusa para estar aquí.

Encendió un cigarrillo, y se volvió hacia Cyrus.

—¿Puedo hacerle una pregunta, Sr. Cyrus? Si está interesado en que esta persona trabaje par usted, ¿no sería más razonable levantar el teléfono y hacerle una oferta?

Cuando Callahan (ahora ya sabia su nombre) entra en la habitación me tenso de forma casi imperceptible. En varias ocasiones había detectado su presencia y ahora podía al fin saber la razón de sus seguimientos. No puedo reprimir un sentimiento de simpatía ante su estilo. Otro jovenzuelo New Age hubiera usado esos malditos micro - drones o cualquier otra ciber basura. Al menos estaba ante un hombre que no temía hacer las cosas como debían hacerse. Aunque eso dificultase su tarea.

"-Por fortuna, nuestro blanco es una persona de hábitos." estaba claro que, por fortuna, poco sabia del ámbito privado de McTavitt. De sus cambios de humor y caprichos de ultima hora. En cierta forma era como una consentida niña de papa encantadoramente eficaz y seria de cara al publico y salvajemente caótica en lo privado. A estas alturas ya he olvidado el numero de veces que se ha ido a la cama en la arcologia como una niña buena. Para salir acto seguido por la puerta de atrás camino alguna carrera ilegal o una impulsiva excursión de compras en los puntos Lagrange.

Cita:

-No bebo mientras trabajo. Y, realmente quisiera escuchar su propuesta lo antes posible Rechazarla y cambiar el plan de seguridad lo antes posible añado mentalmente. Aunque empiezo a cuestionar si realmente se trata de poner en peligro a mi protegida. Un equipo tan amplio no parece justificado ni para una acción de espionaje, ni para acciones mas violentas. Una tercera posibilidad (lucrativa y ética) se abre paso en mi mente mientras una media sonrisa se dibuja en mi cara.

Cita:

-No recuerdo a la señorita. Pero si me resulta familiar. Respondo a pesar de que su afirmación de ser piloto ha aclarado mis dudas. Lo mas probable es que se tratase de la celebre hija de mi antiguo comandante en las Guerras Panafricanas. Si lo que había oído era cierto no creo que airear su parentesco resultase caballeroso. Mas adelante le explicaría a ella que había servido en el escuadrón de apoyo al despliegue aéreo de su padre.

Cyrus abandonó su triunfal pose y dedicó una mirada al detective, cargada de una curiosa mezcla de cansancio y rencor infantil.

- Señor Callahan, no malinterprete mis palabras: yo no pretendo que Carla trabaje para mí. Son mis pagadores, Sunrise Biolabs, los que tiene ese deseo. Es evidente que si había alguna manera de lograrlo al diplomático y retorcido estilo con que trabajan las corporaciones, no parece que las negociaciones hayan dado sus frutos.

El gentlemen parecía haber olvidado su intención de representar el papel del anfitrión exuberante, y se dejó caer al asiento donde los había recibido mientras indicaba con un gesto a uno de sus guardaespaldas que le acercara una licorera, recargada y cubierta de volutas y hojas en relieve de cristal. Dio un largo trago directamente del ancho cuello y volvió a hablar:

- Y lo entiendo, maldición, claro que lo entiendo. Esa mujer está al Borde. No es que esté a la última y en vanguardia en su campo, ni se trata tampoco de que lleve en su cabeza cientos de millones de dólares en diseños para optimización en procesos de fabricación o distribución. No, eso puede hacerlo cualquier grupo de investigación con tiempo y recursos-. Cyrus hablaba cada vez con mayor pasión, con las mejillas encendidas y los ojos un tanto febriles: parecía un fanático de los deportes hablando de su jugador preferido, una adolescente que siguiera las andanzas de su ídolo favorito. Posiblemente todo esto, la captación de cerebros y el espionaje industrial, era su pasión-. No, Carla  está al Borde: esa mujer te ha revolucionado la inteligencia artificial ayer, y la aplicación de altas energías hoy antes del desayuno. Estamos hablando de convertir la sangre en bancos de datos, de desatar la memética como equipamiento militar, de viajar de una vez a las estrellas... Y, por supuesto, estamos hablando de ser los primeros.

Pareció que iba a dar un nuevo trago, pero observó la bebida en su mano durante unos segundos, como si no hubiera nadie con él, y desistió, dejándola en suelo junto al sillón.

- Y ésa es la razón por la que se me contrata a mí, un simple mediador, que debe encontrar la manera de lograr lo que los corporativos y las altas esferas no han conseguido. Cada uno de ustedes me ha sido recomendado a través de alguien, y en todo momento he querido dejar la mayor cantidad de vías de actuación abiertas: vean el heterogéneo grupo que forman. Por eso es necesario que vean con quién pueden contar, qué recursos puede aportar cada uno de sus compañeros.

-¿¿Señorita?? ¡¡Ja!! sabes bien que no lo soy ...- Al final, el hombre de aspecto rudo no dijo nada, sólo un escueto "me resulta familiar". Esa última palabra volvió a recordar a Miya el enfrentamiento con los suyos, con los que apenas mantenía el contacto, con el tiempo puede que aquello le resultara molesto pero en aquellos momentos le daba absolutamente igual. La chica observó con descaro al tipo que la seguía mirando, como desafiandolo a que la reconociera, aunque probablemente ya lo hubiera hecho, así que sonrió a la vez que le daba una nueva calada al cigarrillo y expulsaba el aire de forma despreocupada.

De repente, la ex militar cayo en la cuenta de quién era el tal Callahan, andaba con la mosca detrás de la oreja desde que había entrado porque el hombre cantaba a policia a tres millas de distancia, su experiencia en el ejercito y más aún, en el mundo de la noche la habían dotado de un sistema de detección bastante eficaz para este tipo de cosas, además sabía algo de ese tipo porque una vez en los baños de una discoteca, mientras se enrrollaba con uno de sus amigos lo vió apretandole las cuentas a Spyke, uno de los soplones de la policia. Michael le explicó que se trataba de un exmadero, al parecer bastante bueno y con muy malas pulgas, porque pateo al negro hasta que consiguió lo que quería, esa cara de mala hostia y aquellas patadas eran precisamente lo que se había grabado en la mente de la joven -Así que Callahan ... usted no me conoce, pero digamos que lo he visto en acción y compartimos algunas amistades...- dijo enigmatica sin revelar cuales eran.

Acto seguido Miya escucho con atención la explicación del encargo, se trataba de reclutar a una genetista para ponerla en nómina de una de las corporaciones, que precisamente era la que pagaba, así que a ella le parecía bien, para ello estaban de momento un expolicia, ¿un ex militar? su exmarido y una piloto, aquello tenía pinta de lo que imaginaba antes de venir, iban a volver a tener que saltarse todas las normas de buena conducta ...

-De forma que usted es el marido de la Srta. McTavitt. He de reconocer que me resulto sorprendente que alguien se casara con una quinceañera antes de salir hacia el frente "para hacer las cosas bien". Saludo tendiéndole a Tony mi mano junto con una franca (aunque discreta) sonrisa. -Entiendo Prosigo hablando en general pero mirando directamente a nuestro anfitrión -Que esto implica que este trabajo busca una extracción corporativa. Un simple cambio de patrones que no pondrá en peligro la integridad de mi protegida.

En tal caso no tengo inconveniente en seguir su sugerencia. Mi nombre Oliwaw, soy uno de los guardaespaldas concretamente la niñera pienso de la señorita McTavitt. Supongo que se espera de mi intermediar con ella. Y llegado el caso ayudar desde dentro.
No tengo inconveniente siempre que se garantice su seguridad. Aunque he de advertir que no creo que los actuales patrones renuncien a ella. Cuando Tony desapareció ellos pagaron su formación y con las nuevas leyes ella es de facto su propiedad.

- ¿Ven lo que les digo? El exmarido, el guardaespaldas... Contamos con lo mejor de lo mejor para lograr aproximarnos hasta Carla y, aquí la sorpresa: la señorita Miya es una más que competente piloto, lo que puede facilitar en grado sumo una huida fortuita.

Woolwealth volvía a expresarse con aplomo. Resultaba extraña su forma de hablar, unas veces expansiva como un sol al amanecer para, al instante siguiente, aer derrumbado por los más oscuros pensamientos. Era como si desayunara ampollas de antipsicóticos y luego los regara generosamente de licores de a quinientos pavos la copa.

- Sin embargo, cuesta creerlo, y no les culparía si no lo hicieran, pues de gráciles formas pese a todo ese barniz de tatuajes. Tal podría contarnos si alguna vez ha pilotado con una empresa de seguridad pisando sus talones...

Cyrus dirigió una cómica mirada de concentrado interés a la mujer, con el ceño fruncido en una máscara de intensa y seria concentración.

O si es verdad que se salto ese blqueo del ejercito Colombiano para Medicos Sin Fronteras pienso con genuina curiosidad.