Partida Rol por web

Con el agotamiento Keldron me deja atras rapidamente, asi que para cuando llego al patio ya lo he perdido de vista. Estoy increiblemente cansado pero la situación requiere que no me quede tirado. Tras unos momentos de duda intento buscar de donde viene el fuego y que lo ha provocado

Al llegar al patio ves que hay un par de focos activos. Uno en la herrería y otro en la planta superior de la mansión.

Keldorn está haciendo frente a cuatro hombres armados con ropas oscuras y una mano roja marcada en el pecho. Lo tienen rodeado pero Keldorn se defiende bastante bien, evitando las estocadas e interponiendo su escudo para desviar los ataques de los rivales.
Desde el interior de la mansión en ruinas se escuchan los gritos de auxilio de Mariam. 

- ¡Gerinn, por favor, ayuda a mi hermana! - te grita desesperado el líder mercenario - yo me encargo de estos bastardos. ¡Deprisa!

Con chorros de sudor cayendo por mi cara, saco el hacha y el escudo y haciendo un gesto de asentimiento a Keldron para no perder fuerzas me pongo a correr todo lo deprisa que puedo hacia el interior de la mansión esperando no encontrar demasiada resistencia en el camino -¿Que demonios esta pasando? ¿Enemigos suyos o mios?- Pienso mientras me adentro en la mansión

Te adentras en la mansión en ruinas mientras Keldorn se queda en el patio luchando con los enemigos. El humo dificulta un poco la respiración en la entrada pero no llega a ser nada grave. Te guías por los gritos de desesperación de Mariam y llegas hasta el salón, donde el espectáculo que encuentras es dantesco...

Mariam está tendida sobre la gran mesa de madera, con las ropas rasgadas, la voz quebrada de tanto gritar y los ojos rojos e inundados en lágrimas. Dos hombres, con el mismo atuendo que los de afuera (ropa negra y una curiosa mano roja marcada en el pecho) la están sujetando, mientras un tercero con cara de lascivia y ojos desorbitados está echado sobre ella con los pantalones bajados.

- Deja de gritar, mujer! Nadie te va a escuchar. No te sigas resistiendo - le dice jadeante el que está echado sobre ella...

-¡Hijos de puta!- Pienso al ver la escena dantesca que se muestra ante mis ojos al entrar por la puerta -¿Quien demonios son estos tipos?- Me digo a mi mismo mientras me lanzo hacha en mano sin decir una palabra para que no se percaten de mi presencia. Intento atacar al hombre que esta encima de Mariam, pero el cansancio y las prisas no son muy buenas amigas de la guerra

Tu intento de asaltar por sorpresa a los desconocidos bandidos queda en nada al tropezarte con un taburete en el momento de la estocada y fallar el tajo que le ibas a proporcionar al violador, llamando así la atención de los tres hombres.

- ¿Pero quién coño es este tio? A las armas, imbéciles, rajarle la garganta! - dice el hombre al que habías atacado mientras se echa para atrás, subiéndose los pantalones torpemente. Los otros dos sueltan a Mariam y, tras desenvainar sus espadas, se abalanzan sobre ti. Uno salta por encima de la mesa y se planta delante de ti pero su filo no llega ni a rozarte. No ocurre lo mismo con el otro hombre, que aprovechando la distracción de su compañero se acerca por la espalda y te lanza una estocada traicionera

Tras el desastre que supone mi entrada intento defenderme como puedo de los dos atacantes que se me abalanzan. Esquivar al primero resulta sencillo a pesar del cansancio y de la mala posición en la que me encuentro, pero la estocada traicionera del segundo me da de lleno produciendome un agudo dolor que a duras penas logro resistir a pesar de la armadura

Girando sobre mi mismo con un grito que muestra todo el dolor y la furi que siento por la herida recibida ataco con mi hacha al maldito que me ha atacado por la espalda. A pesar de todo el esfuerzo que he puesto el maldito esquiva mi golpe sin ningun problema

Mariam aprovecha la confusión creada por la batalla para intentar huir, pero el hombre que aún no se había metido en la refriega se lanza sobre ella y la tira al suelo - ¿Dónde crees que vas tu?

Los dos hombres que se están enfrentando a ti te tienen flanqueado. Uno te ataca desde el lateral y el otro de frente, pero ambos golpes carecen del ímpetu necesario para traspasar la cota de mallas que llevas puesta y tan solo te producen una triste rozadura.

Poco a poco el comedor empieza a llenarse del humo que proviene del incendio de la herrería. Por ahora tan solo es una minúscula molestia...

El humo y el cansancio son un problema pero no puedo hacer nada hasta librarme de alguno de ellos por lo menos. Y encima a Mariam la han vuelto a capturar, no tengo ni idea de como librarme de la situación, asi que lo unico que se me ocurre es volver a atacar, aunque con el mismo efecto que siempre. No consigo alcanzar a ninguno de los dos

Mariam se retuerce y trata de librarse de su captor mientras éste le propicia un par de golpes. De repente, proveniente de la cocina, sentís como el techo cede y el colapso levanta una densa nube de polvo que se une rápidamente al humo que entra por la herrería. El fuego no tarda en propagarse a la propia cocina - Eh! Vosotros dos, acabar con ese estúpido niñato antes de que se nos caiga la casa encima!

Los dos hombres vuelven a arremeter contra ti. De uno te desquitas fácilmente con tu escudo y el otro da un golpe tan torpe que se le queda enganchada la espada en la gigantesca mesa de madera.

-Veremos quien acaba antes con quien- Digo mientras contraataco tras desviar el golpe y ataco al que se le ha quedado atrapada la espada en la mesa -Si me libro de uno de los dos puedo ir a por el que tiene a Mariam y entretenerlos lo suficiente para que ella escape- Pienso mientras el hacha desciende hacia mi atacante

Aprovechas la metedura de pata de uno de tus rivales para asestarle un golpe decisivo con tu hacha. El hombre no la ve venir, ya que sigue forcejeando para sacar su arma atorada, y tu arma raja el cuello y parte del pecho de tu enemigo, salpicando sangre por todas partes. El hombre cae muerto a tus pies mientras el otro trata de atacarte por la espalda nuevamente pero sin conseguir el resultado de la vez anterior.

El humo en la sala comienza a ser cada vez más denso y el fuego se sigue extendiendo, adentrándose por las puertas de la cocina y la herrería, lo que sube la temperatura del salón cada vez más...

Con uno de ellos muerto y el otro fallando el ataque me lanzo hacia el que esta sujetando a Mariam con toda la fuerza de la que son capaces mis cansados musculos. Una vez cerca de él le ataco con toda la furia de la que soy capaz, pero fallo estrepitosamente -Solo espero que con esto Mariam pueda escapar- Pienso mientras espero el ataque por la espalda del que he dejado atras y el ataque del que esta sosteniendo a Mariam

Aunque no consigues golpear al hombre que sujetaba a Mariam con tu hacha, lo distraes lo suficiente como para que la suelte, dándole un fuerte empujón y tirándola al suelo, y se centre en ti. Con sus manos desnudas, trata de darte un puñetazo en toda la cara pero es demasiado lento y no te resulta complicado hacerte a un lado para evitarlo. 

No obstante, el otro enemigo que tienes detrás vuelve a aprovechar su posición de ventaja y trata de colar su espada entre tus defensas...

Como habia previsto, el hombre al que habia dado la espalda intenta atacarme, pero ya estoy preparado para su ataque asi que lo esquivo sin problemas y me encaro con los dos para que se concentren en mi -¡Ahora Mariam!¡Corre!- Grito tanto para distraer a mis oponentes como para que ella me haga caso. Justo cuando ella empieza a moverse ataco al que va armado y acierto.

El objetivo de tu ataque intenta evitarlo echándose hacia atrás. Pero en un caprichoso giro del destino da un traspiés y pierde el equilibrio, haciendo que el desgraciado se arroje al mortal filo de tu hacha y ésta se le clave de lleno en el pecho. El golpe resulta mortal para el hombre. 

- Maldito bastardo! - el hombre de las manos desnudas ruge como una fiera y se abalanza sobre ti, utilizando todo el peso de su cuerpo como si fuera un ariete para tirarte al suelo... pero tu aguantas la embestida y permaneces en tu sitio sin retroceder ni un centímetro ni tan siquiera desestabilizarte.

Mariam por su parte aprovecha la distracción que le has creado y se va gateando por debajo de la mesa hasta la puerta de la entrada. El fuego que proviene de la cocina y de la herrería empieza a extenderse poco a poco por el salón y el humo es cada vez más denso...

Viendo como Miriam se va desplazando como puede hacia la entrada pienso que por lo menos no la he cagado del todo. Mantengo apoyado al cabron en mi escudo cubriendome mientras le grito -¡¿Quien cojones sois y que haceis aqui hijos de puta?!¡Responde o estas muerto!-

- No pienso responder las preguntas de un mocoso como tu - te responde de mala gana el hombre, lanzando un escupitajo. A pesar de ser más o menos de tu estatura, se le ve mayor y es bastante corpulento. El hombre sonríe - Los Caballeros de la Mano Roja vamos donde queremos y hacemos lo que nos da la gana. Y ahora vas a ser tu el que muera aquí calcinado! Por un momento se deshace de la presión que ejerces con el escudo y te lanza un poderoso puñetazo en el mentón...