Partida Rol por web

Cuando Snargle se acerca a la munición yo también empiezo a rebuscar entre las piezas (parecen de exposición) buscando los materiales idóneos. Identificar la munición no es lo mío, pero si mi compañero verde me da las piezas que necesito...

-Lo que estamos buscando, además de explosivo, es algún mecanismo de relojería.-comento al goblin, esperando que eso le sirva de ayuda para elegir materiales- ¿Lo tiene alguna de estas armas? Si no, creo que podré modificar un detonador de presión... ¿Alguno tiene un reloj?

Y he aquí que el deber me reclama. Lo cual es una autentica pena pues ya iba yo a responder a la guardaespaldas de oscuros he hipnoticos ojos.

Me guardo la pistola enganchada en mi cinturon y me aseguro de colocarle el seguro. Pues no es el momento adecuado para que se me escape un tiro. Tras escuchar a mi primer oficial, miro a mi alrededor mientras enseño los colmillos. Y finalmente, acabo diciendo.

No te preocupes Kale. De veras, no te preocupes.

Y alla voy. Correteo de un lado a otro de la santa barbara a tal velocidad que parezco una mancha verde apareciendo por aquí y por allá, Y una vez que me he asegurado del material disponible, todos los presentes pueden verme en medio de la sala, frotándome las manos mientras una sonrisa aviesa cruza mi rostro.

Es hora de empezar. Corro al fondo de la sala y no tardo en estar de vuelta con un rollo de cable para espoletas. Y mientras vuelvo, mis ojos rojizos no se apartan de uno de los montones de proyectiles apilados contra la pared de estribor de la Santa Barbara. Pues resulta que ese montón en particular, tiene un par de detalles que me han llamado la atención.

Son de gran calibre y además, se hallan situados debajo de una de las vigas de refuerzo de la sala. La explosión, bien podría no solo destrozar la cubierta superior sino también, dañar la integridad estructural del casco. Y por lo tanto, tras un guiño a mis compañeros, comienzo a trabajar alegremente.

Con mis colmillos, voy cortando el cable y pelando los extremos. Hecho esto, introduzco los extremos pelados en media docena de las bocas de los proyectiles de 305 mm que hay en el centro de la pila de los mismos. Una vez que he hecho contacto con el Trinitotolueno compactado de su interior, los voy clavando con suavidad. Con mucha suavidad mientras algunas gotas de sudor caen desde mis sienes.

Quizá algún compañero se percate de este curioso detalle. Pero sabiamente deciden no molestarme mientras me ocupo de tan delicada operación. Con los seis extremos de cable de cobre ya insertados, trenzo los trozos hasta dejarlos sólidamente enlazados. Extiendo el cable y, a continuación, pelo los seis extremos opuestos que han quedado unidos tras haberlos entrelazado.

Naturalmente, vuelvo a salir corriendo. Esta vez, en dirección a las cajas de espoletas. Examino las cajas hasta dar con una que lleva un signo en particular. La abro y, saco una espoleta. De vuelta corriendo se la enseño a Kale mientras digo.

Espoleta a tiempos. Quiero decir, que esta diseñada para soltar una carga eléctrica en un tiempo determinado. El margen máximo es de 30 minutos. Esto es así, por que a veces es necesario en una descarga de artilleria, saturar una posición de proyectiles, dejando pasar un tiempo determinado hasta hacerlos estallar a todos simultaneamente. Conecta los extremos pelados de cable a la espoleta. gira el temporizador y una vez hecho esto, aprietalo hacia dentro. La espoleta estará prepara para hacer su trabajo.

Tras estas explicaciones, me giro hacia mi capirulo y añado.

Jefe, ¿que tiempo crees adecuado?. Pues te aseguro una cosa. El estallido, va a notarse. Te lo digo yo.

Y si, mientras le paso la espoleta a Kale, no puedo evitar reir por lo bajo.

Se han vuelto locos, totalmente locos. Después de decidir unilateralmente que mi plan hacía aguas, que no es así, no, de ninguna manera, sólo me equivoqué en uno de los cruces, habrase visto tamaña desfachatez...

Y no contentos con eso, dejo a Naomi que se vaya con ese... ese capitanucho. Porque no tiene otro nombre. Claro, es que las mujeres somos las que les arreglamos los problemas a los hombres. Ya lo decía un hombre sabio, que detrás de un gran hombre hay una gran mujer.

Miro a mi alrededor, en vez de preocupame por esa cosa que está construyendo, o lo que sea, para abrir la puerta. Me dedico a observar la estanterías, ¿cual puede ser interesante? ¡Ah! Pólvora. Esto puede ser útil. Cojo una de las bolsas y me la meto en uno de los bolsillos de mi abrigo. A lo mejor en el futuro puede servirme de algo.

Me acerco para ver cómo construyen la cosa esa.

¿Mecanismo de relojería?

Pregunto por cortesía, no porque me interese demasiado.

Cyrus miró con interés los explosivos, manipulados por las hábiles manos del técnico goblin.

-En realidad había pensado en que la explosión tuviera lugar cuando estemos ya saliendo de La mano del pesar. Procurad, por ello, retardarla lo más posible: si son 30 minutos, pues 30 minutos tendremos para repostar, hacernos con la nave, vencer la resistencia en el hangar, montarnos, ponernos en marcha y salir volando -Vance bajó la voz, como si aún temiera ver aparecer a las reptotorturadoras por el hueco del techo-. También estaría bien que usarais algún tipo de explosivo medio para abriros camino hasta la nave, sólo por si acaso la resistencia en el hangar os sobrepasa. Recordad, las prioridades son estas: la nave ha de repostar y debéis prepararla para el despegue. Si la explosión tiene lugar y nosotros no hemos regresado al Buho, despegad. Kale: la nave sería tuya, y deberías terminar nuestro contrato con Lady Blackwood. 

Una vez dicho esto, se dirigió a la guardaespaldas.

-Señorita Bishop, conmigo. Cuando salgamos al pasillo verá dos puertas: una grande que conduce al hangar y una más pequeña que lleva a la Sala de Control. Ése es nuestro objetivo. -Tomó una de las armas de mano de uno de los estantes de la santabárbara-. ¡En marcha! ¡Tenemos 30 minutos!

Capirulo parece tener un plan. Y eso, siempre es algo de agradecer. Tampoco se me ha pasado por alto como nuestra Lady de medias de red, agarra un saquete de pólvora y lo hace desaparecer en el interior de sus vestiduras. Pero antes de que ninguno de mis compinches empiece a moverse, yo alzo el índice derecho y digo.

¿Sois conscientes de lo que he preparado?. He enlazado seis proyectiles de 400 kilos, con unos 250 kilos de carga útil cada uno, para que estallen en perfecta sincronía. Eso significa que, en cuanto se cumpla el tiempo, 1500 kilos de explosivo de alto poder, reventaran, precisamente, bajo una viga de refuerzo. Y de propina, ni siquiera estamos seguros de poder abrir la puerta de este lugar. Pues bien, primero lo primero.

Vamos a comprobar la cerradura de este agujero si es que hay puerta claro.

Miro ahora a Kale antes de añadir.

Creo que ese trabajo, te toca. Y mucho cuidado con los posibles circuitos de alguna alarma. Apuesto a que los hay. Y eso contando, con que también es muy posible que haya un par de guardias al otro lado de la puerta. Echemos un vistazo primero antes de activar mi paquete especial.

Para cuando me doy cuenta esa cosa verde con gafas de piloto ha montado un explosivo y casi se ha convertido en el capitán del barco.

Por suerte Cyrus vuelve a tomar el mando, explicando el plan a seguir, espero no tener que hacerme cargo del barco...

Y una vez más el goblin toma la palabra

Tsk, tsk.

Chasqueo mi lengua mientras se vanagloria de su creación... Maldita sea, ¿y ahora me dice como hacer mi trabajo?

Por desgracia tiene razón así que me acerco a la entrada de la santabárbara y palpo el marco de la puerta en busca de cables.

-Mmmm, desde luego aquí hay un sistema de seguridad.

En puntillas para alcanzar la parte superior de la puerta sigo los cables hasta que estos desaparecen en la pared.

-Por suerte está pensado para que nadie pueda entrar, no para que nadie pueda salir.

Con el destornillador que ya tenía en la mano suelto unos tornillos dejando al aire un complejo mecanismo que controla la alarma de la puerta.

-Vaya vaya, toda una obra de arte, un sistema de engranajes compuestos y cápsula cerámica. Cualquier intento de manipular la cerradura sin la llave correcta- señalo la cerradura de la puerta con el destornillador- hace que la maquinaria se ponga en marcha- vuelvo a señalar los engranajes- estos engranajes son los que controlan la activación de la alarma. Creo que puedo bloquearlos, lo malo es que tras ellos hay una cápsula de fina cerámica que puede romperse si se manipula como no se debe, activando la alarma de todas maneras...- explico

Coloco mi destornillador en el bolsillo exterior de mi casaca un instante y me crujo los nudillos y el cuello. Después me pongo mis gafas y giro la rueda en los lados de cada lente para fijarlos en aumento.

-Veamos..

Mientras Kale se acerca cuidadosamente a la puerta, Naomi, tras él, cierra su puño y lanza un sonoro golpe contra el acero y el bronce. Un golpe que resuena como un cañonazo en las paredes de acero de la Santabárbara, haciendo caer unos cuantos proyectiles de sus soporte.

Y dejando una abolladura de más de dos pulgadas de profundidad en la puerta. Una puerta de acero de más de un palmo de espesor.

Por desgracia, las Reptotorturadoras también han escuchado el golpe, y comienzan a caer por el conducto de ventilación, pequeños ingenios demoníacos del tamaño de una mano, pero capaces de trocear a un hombre en menos de diez minutos.

¡Con sus patas afiladas repiqueteando sobre el metal, se lanzan hacia nuestros héroes!

Manos a la obra,

Giro la punta del destornillador para mostrar uno de los cabezales más finos y me acerco todo lo que puedo al mecanismo. Ya he visto antes estos mecanismos, se utilizan a menudo en los dispositivos de seguridad del Imperio, sobre todo en las trampas de gas, y por suerte o por desgracia ya me había tocado desactivar alguno en varias ocasiones.

Introduzco la fina punta de acero entre los engranajes para bloquear parte del mecanismo y evitar que se ponga en marcha. Mientras, saco unas pintas estrechas y largas de otro bolsillo interior y las paso entre las ruedas dentadas, hace falta una gran habilidad para desconectar la cápsula cerámica del resto del circuito sin romperla, por suerte yo tengo una gran habilidad.

El fino hilo de wolframio sale de la cápsula limpiamente, en ese momento las primeras Reptotorturadoras comienzan a entrar por la rejilla.

-¡Maldita sea! ¡Mantened esas cosas alejadas de aquí si queréis que abra esta puerta!

Con la cápsula desconectada puedo relajarme un poco, aunque todavía debo abrir la cerradura. Me dispongo a quitar el destornillador de su posición, sujetando los engranajes cuando...

-¡Rayos!- he estado a punto de bloquear la puerta, y probablemente de llenar la santabárbara de gas... o algo peor.- ¡Es una maldita doble cápsula!- por suerte he visto el segundo cable a tiempo...

Poniendo las pinzas entre mis labios, y sin soltar el destornillador me seco el sudor y ajusto mis gafas. El segundo cable está aun más profundo...

Por suerte una vez localizado desconectarlo es coser y cantar. Sonrio para mi mismo, aunque en ese momento el sonido de las microsierras de diamante de una de las arañas me devuelve a mi serenidad.

-Ahora la cerradura.- digo, a nadie en particular.

No cuento con mi mejor ganzúa, pero tengo intención de no volver a fallar, utilizando una punta algo más gruesa del destornillador y las pinzas como improvisado material de cerrajero me abro paso por los pistones de la cerradura.

Finalmente logro introducir todos los pistones en los taladros del estátor, y con algo de esfuerzo logro girar el mecanismo que abre el cerrojo. Las ruedas dentadas de la alarma giran inertes...

-¡Vía libre!

De pronto, la situación da un vuelco espectacular. La guardaespaldas aficionada a las ataduras de cuero, se dirige resueltamente hacia la puerta que nos impide el paso. Lanza un directo con su diestra y asombrado, compruebo que el acero de alta resistencia, queda marcado en el lugar del impacto.

Pero no basta para sacar a la puerta de sus goznes. Y no solo eso. Todos nos giramos por unos instantes cuando sobre el suelo del pañol de municiones, resuena de nuevo, un sonido bastante caracteristico. Esas malditos chismes multipatas, han acabado por hallarnos. A Traves del mismo conducto por el que hemos entrado, saltan ahora en tropel y se dirigen hacia nosotros. Gruño en su dirección enseñando los colmillos y digo.

¿Los imperiales quieren jugar duro?. ¡Sea!. ¡Juguemos con sus reglas!.

Y soy yo el que agarra las espoleta y activa el temporizador. De reojo, miro a mi Capirulo y añado.

¿Treinta minutos Jefe?. Los tienes. Pero eso si. Recomiendo darnos prisa en largarnos de este navío. ¡Pero mucha mucha prisa!.

Hecho esto, empuño la pistola que agarre del cadáver del carcelero y voy retrocediendo sin dejar de controlar a esos puñeteros bichos. Y en todo momento, me coloco entre los bichos y Kale. Pues nuestro compañero, se esta ocupando ahora del problema de la puerta.

Los bichos se aproximan, Kale sigue a lo suyo con la maldita cerradura y su sistema de seguridad y yo, añado.

¡Tu tranquilo que no dejare pasar ni una!. ¡Pero date prisa con esa puerta!. Y no es solo por las arañas.

Y como si mis palabras fueran el aliciente que necesitaba, no tardo en escuchar la frase que estaba deseando oír. ¡Vía libre!. Es hora de largarnos de aquí.

¡Salid!. ¡Vamos!. Y si hay algun guardia ahí en medio, acabad con el. Hemos de largarnos pero ya

Niego con la cabeza, si es que si una no lo hace, no lo hará nadie. Patético. Alzo los brazos para invocar mi poder. Ya les veo salir por la trampilla. Tendré que esperar a que estén todas fuera. Tienen pinta de arañas. Bueno, mejor. Mis manos se mueven en una danza silenciosa. De mis labios sale un cántico sugerente, pero no reconocible.

Recuerdo la primera vez que usé mi poder, estaba enfadada con el hijo de la cocinera porque era más alto que yo. No se cómo fue, entonces no lo sabía, ahora si. Después de mi grito, el pobre tenía todos los pelos de punta, y los dedos chamuscados, y la punta de su nariz. Y yo no sabía qué había pasado. Pero padre si.

Mis manos se siguen moviendo, las palmas a un palmo la una de la otra, lo noto, si, aquí está. Veo cómo los minúsculos destellos se convierten en algo más, no me hace daño, sólo un ligero cosquilleo. Sonrío. Ya casi están encima mío. Les veo perfectamente, y mis manos se extienden hacia ellos, liberándolo, intentando controlarlo para que sólo afecte a las Reptotorturadoras y no a un barril de pólvora.

Estupendo. Me giro mientras me limpio las manos de nada, bueno, si, para librarme del cosquilleo.

Está visto que tengo que hacerlo todo yo. Vamos al hangar.

Me doy la vuelta satisfecho de mi gran acto de destreza y me encuentro con Lady Blackbird recitando lo que parece un conjuro de...

¡La electricidad llena la sala cargando el aire y poniéndome todos los pelos de punta!

Sí, efectivamente, era un conjuro de relámpago.

Vaya... así que esa mujer es una bruja, y mucho más poderosa de lo que yo pueda llegar a ser...

Está bien saberlo.

Lady Blackbird:

Asiento a la mujer, a ver quien es el guapo que se niega...

Mientras trato de volver a poner en su sitio mis pelos erizados a causa de la electricidad estática, escucho lo que dice nuestra Lady de medias de red con liguero. Y tras escucharla, miro el montón de arañitas mecánicas fritas y convertidas en montones de escoria derretida. Pues si. Parece que este, es un problema que ya ha quedado solucionado. Por lo tanto, asiento con la cabeza y, con la pistola todavía empuñada, me voy aproximando a la puerta del pañol de municiones ya abierta gracias a la destreza de Kale.

Abro del todo la puerta con mucha cautela, y apenas me asomo un poco para comprobar que no haya guardias a uno u otro lado. Mientras lo compruebo, mentalmente, voy siendo muy consciente de que el tiempo pasa en el temporizador de mi bomba. Presto toda mi atención al pasillo que se abre al otro lado de la puerta esperando poder llegar al hangar lo antes posible.