Partida Rol por web

Arqueo una ceja sorprendido cuando al fin me doy cuenta de lo que aquí mi primer oficial, pretende hacer. Nada menos que ponerse a pilotar.

Ya esta.

Pienso yo.

Finalmente, el mercurio le esta afectando al cerebro.

Pero es que resulta, que cuando observo el inimitable estilo que muestra maniobrando, arqueo la otra ceja mientras pienso.

Pobre caza. Lo siento por sus mecánicos si logran recuperarlo.

Y en ese preciso momento, justo en ese y no en ningún otro, escucho el familiar tableteo de los Flak abriendo fuego. Parece mas bien una andanada de advertencia pues ni un solo proyectil, acaba impactando en el Búho. Yo sonrío. Sonrío hasta que miro al frente y descubro que el caza que pilota nuestro querido primer oficial, con la condesita a bordo, se lanza hacia a nosotros rugiendo.

¡Joder!.

Es lo primero que suelto.

¡Agarraos que nos largamos ya!

Es lo segundo que suelto por el circuito interno de megafonía.

Aprieto las palancas aceleradoras a fondo y las turbinas Pratt and Witney, me otorgan toda su potencia. Como un inmenso pájaro negro, de repente, el Búho se lanza hacia delante destrozando los anclajes magnéticos. Y ya libre, inclino el morro hacia abajo y lo dejo acelerar a placer.

Justo a tiempo. Pues el Caza de Kale, pasa a escasos centímetros de la cola de mi nave. Con rapidez, conecto un par de interruptores y añado por el canal interno de comunicaciones.

¡Capi!. ¡Sistemas eléctricos de la torreta activos!. ¡Tienes munición capacidad de maniobra!.

Ruge el Buho entre tanto. Y tambien rugen los montajes cuadruples de la Flack. Pero ante mi, se abre el espacio ilimitado del cielo azul veteado de blanco Y de entre unas nubes, mientras dejo atrás la bodega del hangar del Mano del Pesar, surgen cuatro puntos oscuros con el ya conocido emblema pintado en sus morros. Uno de ellos, parece acelerar algo mas que sus compañeros y yo, lo centro en el visor de puntería mientras maldigo entre dientes.

Décimas de segundo. Eso es lo que tardamos en acortar distancias mientras que, casi simultaneamente, mi rival y yo, apretamos los disparadores. Dos ráfagas de munición trazadora, se cruzan en medio del cielo. Y tan solo un instante después, inclino el timón a la derecha y el Buho reacciona apartándose de la trayectoria del Wisspen por un margen de espacio tan pequeño que ni quiero calcularlo.

Ni siquiera se si he logrado acertarle pues no he visto que el bimotor enemigo, empezara a soltar humo. Y usando el micro, casi grito a mi Capi.

¡Al cruce!. Atento al cruce!. Alcanzalo antes de que varie el rumbo!.

Cyrus aferró los controles de la torreta. Le dolia la pierna más de lo imaginable, pero la postura era necesaria para poder disparar desde la torreta.

-El cruce, el cruce, dos semanas más y se creerá Almirante. -Farfulló, comprobando por cuarta vez que el visor del arma no estaba desequilibrado.

Había visto el caza intentando elevarse sobre le Búho. La jugada era arriesgada, muy propia de Kale, pero el tiempo le había enseñado a confiar en sus barrabasadas, por locas que fueran. Al final siempre parecía tener éxito. No cómo él, claro, pero con una pata de conejo en la nave era suficiente.

Mierda. Le dolía la pierna sólo de imaginarse una pata de conejo.

-Snarglie, sácanos de aquí YA, esto va a volar en pedazos.

El Wesspen se acercaba a su punto de mira. Sin mucha emoción, Cyrus ajustó los controles y disparó un par de andanadas de advertencia, intentando llamar la atención de aquel genocida con aguijón y darle un respiro al caza de Kale.

 - Oooh, vaya... ¿Eso es todo lo que sabes hacer, artillero?

El más cercano de los Wesspen gira graciosamente alrededor de la estela luminosa de los proyectiles de El Buho. Lentamente, sin apresurarse, centra el Aeronavío en su retícula de disparo y, descuidadamente, aprieta el gatillo una sola vez.

- Esto es sólo un aviso, Snargle...

El proyectil de plomo endurecido vuela en linea recta, impactando limpiamente en la juntura del propulsor derecho.

Un tiro entre un millón.

De repente, El Búho hace un giro extraño, pierde sustentación y cae como una piedra una veintena de metros antes de estabilizarse.

Mientras tanto, el aguerrido Kale intentaba maniobrar bajo la panza de La Mano del Pesar con discutible éxito. Los Wesspen pasaron de largo, dejándolo atrás sin miramientos, mientras las Baterías Disruptoras se cebaban en él, tratando de derribarlos sin miramientos.

El caza avanza a tumbos y los Wesspen nos sobrepasan. No les importa nuestra pequeña aeronave. Quieren El  Buho.

Los disparos de Cyrus no afectan demasiado al escuadrón, y algunos pasan por uno y otro de nuestro caza, casi rozándonos.

Los disparos de Cyrus... no es la primera vez que Vance me disparaba...

Digamos que aquél artefacto había acabado de alguna manera en mis manos. ¿Que? Bueno, sí, eso posible que un rato antes estuviera en el bolsillo de Vance, aunque en aquel momento yo no sabía como se llamaba.

Lo que tampoco sabía era el valor de aquél prodigio de relojería, solo sabía que tenía pinta de ser caro, muy caro. Tenía forma de araña, y en su abdomen el mecanismo de le relojería relucía y hacía tick tack. Más tarde me enteraría de que era una Reptotorturadora HL2 modíficada, aunque en aquel momento yo no sabía lo que era.

Tampoco sabía que más de la mitad de los parroquianos de aquella taberna de mala muerte le debían algo a Vance. En mala hora se me ocurrió robarle. En poco menos de un minuto quince tipos con pinta de asesinos y uno con pinta de agente de seguros me estaban siguiendo por los muelles. Mi huida era en realidad totalmente en vano ya que o había en Nightport ni una sola aeronave dispuesta a llevar a alguien que hubiera robado a Cyrus Vance, aunque en aquél momento yo no sabía eso.

Había una última cosa que no sabía, y era que Vance podía disparar a un ladronzuelo subido a un tejado a tres manzanas de distancia.

Cuando caí, con una bala en la pierna, tejado abajo, doce de los hombres con pinta de asesinos y también el que tenía pinta de agente de seguros estaban esperándome. Cogieron la araña de mi pechera y me agarraron para llevarme ante Vance, que esperaba en la puerta de la taberna.

Cuando llegamos me tiraron ante él y me arrancaron la capucha. Creo que Vance no se esperaba ver a un chaval, y pude ver un segundo de compasión en su mirada, ¿reconocimiento por mi robo quizá? Estoy seguro de que ninguno de los demás hombres lo vio, pues duró tan solo un segundo. Vance cogió la Reptotorturadora de las manos de uno de los matones y la metió en su bolsillo, pude ver como se retorcía. Un cuchillo se apoyaba en mi cuello, aquellos hombres estaban dispuestos a matar por Vance, nadie robaba al Capitán.

-Dejadle en paz.- dijo. Y todos obedecieron. Poco a poco todos volvieron a la taberna, y solo quedamos Cyrus y yo.

-Quiero que vengas conmigo, en mi aeronavío. Unas manos así me vendrán bien.- Aunque podía parecer que expresaba un deseo aquello era una orden. Una orden de mi Capitán

Pero volvamos al presente, El Buho realiza una extraña maniobra y desciende unos cuantos pies. ¿Pero que? ¿Que hace el goblin?

Bueno, es posible que eso incluso nos venga bien.

El motor de estos cazas es un Styroengine 3400, estoy seguro de que si meto aire a la vez que presiono la válvula de inyección puedo conseguir el suficiente empuje para alcanzar El Buho y...

¡Han logrado tocar uno de mis motores!. Entre reniegos y maldiciones, doy toda la potencia a la segunda turbina y trato de estabilizar el Búho tras casi entrar en barrena. Teniendo muy presente el viejo consejo de no volar mas de treinta segundos en linea recta en medio de un combate, me dispongo a virar mientras oteo mis alrededores dispuesto a devolver la atención que me han prestado cuando, de pronto, resuena por todo el habitáculo el rechinar del metal torturado.

Alarmado, compruebo el altímetro. Es como si nos hubieran dado una pedrada. Y estirándome, echo un vistazo hacia atrás. Mi cara es todo un poema cuando descubro a un caza enemigo medio posado, medio estampado contra la sección superior del fuselaje.

Kale. No podías subir a bordo como una persona normal no.

Y tras pensar esto, por el circuito interno, aviso.

Parece que vamos a tener que abrir una escotilla para dejar pasar a nuestros ausentes. Cosas que pasan. Se han presentado al final, de una manera un tanto particular.

Tras decir esto, compruebo la posición del maldito cuarteto de Avispones que zumban a nuestro alrededor. Y puesto que solo veo a dos, es fácil deducir donde pueden estar los otros dos. A pesar del peso muerto que supone el trasto que nos ha caído encima, intento balancear mi nave a derecha e izquierda, muy atento a las posibles ráfagas de mis perseguidores.

¿A que esperáis?. Echad una mano o algo y ayudadles a entrad.

Los Wesspen aprovechan para acortar distancias. Pero ya espero con cierto grado de impaciencia, la explosion del Mano del Pesar. Si, me parece a mi, que esa es una sorpresa que no esperan.

¿¡Que dispare!?

El grito me sale automático, la verdad, no se si me escuchará de otra manera. ¿Pero qué se ha creído? Miro los mandos y ni se por dónde empezar. En mi vida había estado en esta situación tan absurda. ¿Que dispare me ha dicho? ¡Soy una noble! Bueno, vale, se supone que ahora no soy una noble. ¡Pero es que lo soy! 

Señor Arkam, lamento interrumpirle mientras intenta que lleguemos al Búho, pero no se cómo quiere que dispare, si no se dónde está el gatillo, ni siquiera cómo apuntar esta... ¿cosa?

Vamos, que podría haberme pedido que levantara un viento huracanado o algo similar, que es mucho más fácil que lo que me ha pedido. Pero no me da tiempo ni siquiera a intentar encontrarle una solución, acelera para llegar hasta la pequeña nave. Miro a mi alrededor, vaya, nos estan disparando. Eso es malo, muy malo. Tenemos que salir de aquí. Ya. Llegar al Búho. Y que los cazas imperiales dejen de molestarnos. Me encojo de hombros.

Haré algo mejor que disparar.

Me pongo de pie sujetándome con mis piernas en la pequeña cabina, levanto ligeramente las manos, no demasiado, para mantener el equilibrio, y me concentro. Arrugo el entrecejo ligeramente, sólo quiero levantar un viento lo suficientemente fuerte para que se desvíen de su ruta y no destruyan el Búho antes de que lleguemos.

Una ráfaga de Aire surge de la nada, rizando el éter, haciendo que los Cazas Wesspen rompan su formación.

Por un momento, todo parece tranquilo, sólo el viento frío, el éter infinito y la luz fija de la Estrella Azul.

Y entonces, elevándose apenas a unos metros de El Búho, el Wesspen de la Capitana de Escuadrón. Con un dedo enguantado, giró el dial y lanzó su onda al éter.

- En nombre de la Emperatriz, entréguense. O no. Háganme el favor de acelerar y traten de escapar. Estoy harta de maniobras y simulacros....

Naomi, algo turbada con el combate entre naves, (lo suyo era pegar hostias a puño limpio y ya), no sabe muy bien a qué atenerse.

El Capitán le ha dicho que vaya a por su señora y Kale, y a ello iba cuando Snargle decidió salir, sin más:

-¿PERO QUÉ COÑ...?-Sin alcanzar a acabar la frase, la guardaespaldas se da contra una de las paredes de la nave, debido a los movimientos de la misma, haciéndose un poco de daño en la espalda, pero nada que lamentar.

-Maldita sea...!!!-refunfuña mientras se levanta, sintiendo cómo los disparos parece que vayan a acabar con la nave...

A punto está de subirse por las paredes o de matar a alguien (al goblin posiblemente por haberse ido sin su señora), cuando siente que el hombrecillo verde anuncia que Kale y Lady Blackbird "están a punto de llegar".

Sin esperar más indicaciones, la joven corre a abrir la escotilla o lo que sea, para facilitarles el acceso a la nave, eso sí, cuando escucha a la zorra esa pedirles la rendición, no puede evitar gritar mientras se dirige a por su señora:

-¡Que les den! 

El viento arranca al aescotilla de las manos de Naomi y la hace golpear contra el fuselaje. El ala del caza donde Kale y la Condesa se encuentran está apoyada en El Búho. La condesa, con la carlinga abierta, se encuentra de pie, las manos terminando de hacer los extraños gestos de su conjuro de Viento.

Tienen que cruzar el ala para llegar a la seguridad del Aeronavío. 

Miro hacia el Búho y veo a Naomi, que acaba de abrir la escotilla. Giro mi mirada hacia el único caza que no ha perdido su formación. Niego con la cabeza. Seguro que no es un piloto cualquiera quien está a los mandos.Y encima tine sentdo del humor, como si fuera a dejarnos escapar. Y eso que no saben quien soy. Si lo supieran... no, mejor no pensar en eso.

Miro a Kale, o se mueve él o me muevo yo. Creo que mejor moverme yo primero, si deja los mandos es posible que nos alejemos del Búho. Apoyo una mano en el fuselaje para subirme al ala. Y entonces miro hacia abajo. Las nubes. Sólo se ven las nubes. Nada más. El viento desde mueve mi cabello, mi recogido hace rato que está casi totalmente deshecho, si me viera madre le daría un ataque.

Casi como aquél baile en el que me presentaron al que querían que fuera mi prometido. O el que ya es mi prometido. O eso pretendían. Si, asístí al baile, claro que lo hice, hubiera sido una falta total de consideración hacia los invitados. Pero no fue exactamente culpa mía que se me hiciera tarde en mi paseo a caballo, ni que me cayera en el río, ni siquiera que cuando llegué a la casa y entré por la puerta justo estuviera bajando de su carruaje. Ni siquiera que me viera en esas lamentables condiciones. Fueron una serie de coincidencias, lastimosas, pero coincidencias al fin y al cabo.

Pero eso fue en otro lugar, casi me parece otra vida, ahora estoy aquí, a pocos metros de Naomi, pero esos metros me parecen casi insalvables.

Creo que voy a necesitar algo de ayuda, Naomi. Vuelvo a mirar hacia abajo, mantengo la serenidad, por lo menos exteriormente. Nadie me dijo que tenía que hacer acrobacias como una funambulista cualquiera. Sonrío ligeramente nerviosa.

Snargle toca uno de los incontables mandos que tiene delante suyo y uno de sus retrovisores laterales comienza a girar hasta poder ver el sudoroso rostro de Kale, que trata de mantener lo suficientemente estable su caza mientras Lady Blackbird se juega el tipo tratando de cruzar. "Eres el número uno Snargle, ¡tranquilo! Puedes mantener El Búho lo suficientemente estable. ¡¡¡Pero Kale qué va a hacer con eso!!! ¿Robarle el motor?"

- ¡Aaaaaagghhh! -grita con su chirriante voz de pito, respondiéndose a sí mismo, mientras enciende el comunicador para dirigirse al mecánico y se lanza unas tuercas del bolsillo a la boca para masticarlas- Kale... ¡Kale! Escúchame, noo te vas a morir, ¿eh, vale? Y no te asustes, sólo... ¡MANTÉN LA VELOCIDAD! Yo sólo voy a despegarme un poquito de tu ala...

El goblin comienza a maniobrar, haciendo descender ligeramente a El Búho. El aeronavío suelta una enorme nube de vapor y avanza hasta dejar la escotilla en la que Naomi aguardaba justo por delante del ala del caza que pilota el hechicero, que continúa recibiendo las comunicaciones del desesperado piloto:

- Vale, voy a irme acercando poquito a poquito a ti... ¡sigue así! No tienes que hacer nada.... Sólo mantén la altura y la velocidad y la dirección. ¡Lo hace la máquina sola, hasta que le ponéis vuestras manos, sucias como... como cosas sucias! Tú como si no hubiera una experta piloto de wesspen justo detrás nuestro...

A medida que suelta su nerviosa perorata y mastica con nerviosismo las tuercas que bailan por sus mandíbulas, Snargle va realizando una a una diversas maniobras con las que poder salvar el pellejo a Lady Blackbird antes de que fuera demasiado tarde. Agarrando los mandos con firmeza mientras su chaleco se empapa, pone a El Búho en paralelo al vehículo de su compañero. Luego se vuelve a asegurar de que la escotilla de Naomi sigue delante. 

- ¡¡Eh, Nao!! ¡¡Agárrate fuerte para ésta y luego prepárate para coger a la Lady!! ¡Un abracito, como a ti te gusta! -tirando con un ligero golpe del timón de profundidad, produce un cabeceo que levanta la proa del aeronavío, tratando de que guardaespaldas y señora queden lo más cerca posible, sin necesidad de saltos al vacío- ¡¡AAAAHOOORAAA!! ¡Momento romántico!

-Kale... ¡Kale! Escúchame, noo te vas a morir, ¿eh, vale?

La voz del goblin suena por la radio del caza.

-Si, vale, lo que tu digas.- murmuro, sin tocar el botón del comunicador.

Pero... aunque me duela admitirlo, el tipo verde es el que sabe de aviones, así que lo mejor será hacerle caso. Cierro los ojos y relajo las manos, para que los mandos se estabilicen. El caza parece tranquilizarse un poco... y yo abro un ojo para comprobar que sigo vivo.

-Creo que ya lo tengo...- digo por el comunicador- ¿Ahora que? ¡Yo también tengo que salir! - digo mientras miro por encima de mi hombro. Lady Blackbird ya está a punto de cruzar...

Cyrus se ajustó bien las gafas de artillero mientras pensaba en reemplazarlas por otras que no olieran a Lurbak. De fondo oyó la algarabía del acople casi imposible que estaba planeando su nave. Cuando Snargluzzo dijo algo así como "momento romántico" su cerebro directamente lo borró.

«Seguro que ha dicho evento aromático»

Alrededor del Búho, un enjambre de furiosos Wesspen hacían lo posible por destruir sus posibilidades de huída. Tras de ellos, y -sin duda inadvertidamente para ellos-, las entrañas de La Mano del Pesar se preparaban para una apoteosis de destrucción apocalíptica.

«Un momento... ¿¿¿Evento aromático???»

Sacudiendo la cabeza, Cyrus volvió a apuntar a la insidiosa avispa, en un intento desesperado por alejarla de su cola.

El Wesspen realiza una pirueta, esquivando las balas.

- Tch, tch, tch... Niño malo...

Las balas trazan una filigrana a vuestro alrededor, pero, milagrosamente, sólo rebotan en el casco, dejando algunos arañazos sobre la corroída superficie del metal.

Por el sistema de megafonía de El Búho resuenan las palabras de su persecutora, a la que el nervioso Snargle no había prestado aún demasiada atención debido a lo complicado de la situación. Pero esa última frase, ahora que parecía haberse encargado ya de Lady Blackbird, sacó al piloto de su ensimismamiento.

"Tch, tch, tch... Niño malo..."

Una vez más, el goblin manipula el insidioso mecanismo de periscopios y retrovisores hasta enfocar esta vez hacia al caza Wesspen y su piloto. No cabía duda: Esa melena, esa letal elegancia a la hora de hostigar una presa y esa manera de hablar como quien es la mejor y lo sabe... Kristina Keel. Aunque al parecer, no era la única capaz de reconocer al otro, pero, ¿cómo? De sobra se conocían el uno al otro en lo que al modo de surcar El Azul se trataba, pero tanto como para haberle llamado antes por su nombre era demasiado. ¿Le habría visto pasar? O lo que es peor, ¿estaría al corriente de lo de El Búho?

No, eso no podía ser. Entonces no habrían necesitado identificar el número de registro de la nave en la Mano del Pesar. El Imperio le habría cortado el pescuezo directamente a Cyrus y probablemente a él no le guardaran un destino mucho mejor. De no ser que, por algún motivo, no quisiera revelarle esa información a sus superiores...

Snargle tragó saliva, y al tragar saliva, una de las tuercas que roía y masticaba cual chicle. Empezó a recordar sus tiempos como aeromarino al servicio del Imperio, cuando aún era un iconsciente y kamikaze joven verde. Tanto él como Kristina eran los mejores pilotos de su promoción, aunque cada uno en lo suyo: Keel era la más implacable de las avispas, Snargle, el que mejor manejando el Avispero. Su visión en la oscuridad, sumada a su temeridad y precisión en el timón de mandos, volvían al goblin en el mejor para producir un ataque relámpago por la cara oculta de los planetas, soltando al ansioso enjambre asesino que no dejaba nada a su paso. La humana, por contrapartida, era la que más víctimas traía ensartadas en su "avispón" y una experta en las persecuciones.

El recuerdo trajo consigo un gran dolor. Era una etapa que el ahora sosegado y moralizado Snarglie no quería recordar, y que nunca se perdonaría a sí mismo. Temblándole un tanto el pulso, tomó el comunicador:

- Kristina. No te voy a dejar que les hagas daño a ninguno de mis amigos. Ya has hecho demasiado, ¡lárgate de aquí o... yo mismo me pondré a los mandos de los cañones de El Búho! -mintió.

Naomi evita que las voces del goblin se metan en su cabeza, la cual empezaba a dolerle de tanto parloteo. 

Mira seriamente hacia donde estaba su señora, y aguarda el momento propicio para pillarla... 

Frunce el ceño y comprueba cómo el hombrecillo verde maniobra con la nave para ayudar a que Lady Blackbird lo tenga más fácil para entrar en la misma. La joven se agarra fuerte, y se prepara para, con una mano, tirar de la mujer hacia ella con presteza, para hacer que pueda entrar de la forma más fácil que sea... 

-¡Sólo un poco más, milady, y estará a salvo!-Añade mientras la hace entrar en la nave. 

Una vez consigue eso, casi respira con alivio... 

Ahora faltaba Kale... Por lo que mira hacia la otra nave, intentando adivinar las intenciones del mecánico...