Partida Rol por web

La invitación que os enviaron la noche anterior era extraordinariamente simple, especialmente teniendo en cuenta la ocasión:

"Empezaremos allí donde todo comenzó. Nos vemos en La Panza del Cerdo una hora antes del amanecer."

La Panza del Cerdo es un edificio destartalado con un cartel descolorido de un enorme cerdo de pie sobre las patas traseras, y con las delanteras en la forma de brazos cruzados sobre un vientre corpulento. Dentro, el aire está lleno de olor a sudor humano, tabaco rancio, y restos de comida.

Llegué un poco antes de la hora acordada para observar el lugar. La panza del cerdo, era el tipo de tugurio que me gustaba, sórdido y alejado de las miradas extrañas. Me acerqué a la barra y pedí una bebida no alcohólica. No tenia demasiada idea de que me esperaba así que prefería estar despejado. A pesar de que el local era algo oscuro (además de por ser aun de noche) no me quité el sombrero. En este tipo de lugares era donde uno encontraba los inicios a las mejores aventuras. Y deseaba que esta fuera una de las buenas.

Entró apartando la puerta con su cola, impasible. Dammeros se acercó a la barra y saludó al camarero. Habiendo pedido su bebida, algo suave para la mañana, aprovechó para pedir una ración de comida. La primera regla de Dammeros, no partir con el estomago vacío, ya que de ahí sale toda la fuerza.

Se quedó en la barra saboreando el lomo que le sirvieron mientras bebe de la cerveza más suave que había en la taberna, lo justo para acabar de despertar el cuerpo.

Echó su capucha hacia atrás y se mantuvo a la espera a que lleguase la hora, mientras se toma un descanso para meditar sobre sus cosas.

Tristan entró y frunció el ceño al notar el terrible olor de dentro, pero sonrió y se encogió de hombros. Saludó a varios tipos con la mano y una expresión alegre. Se acercó a la barra y, casi dando un golpe en la mesa, llamó con emoción al camarero.

- ¿Cómo va el negocio, amigo?- le preguntó a la vez que señalaba la bebida que quería.- Deberías comprar unas ventanas. O abrirlas.- se giró para contemplar todo el local y rió.- Por lo demás, esto está muy bien. ¿Algún rumor interesante?

Y continuó hablando como si no se fuera a callar nunca, que si el tiempo, que si la música, que si conocía a esa chica de la esquina... 

- En la Panza del Cerdo, no hay ni uno cuerdo - canturreaba Queck de camino al lugar donde la habían citado. Se plantó delante del edificio unos minutos antes de la hora acordada. Observó la estatua del cerdo que había colgada justo encima de la puerta. Je, se parece al tío Arnaldo. El tío Arnaldo, come poco caldo - vuelve a canturrear. Mira el número de ventanas, la cantidad de pisos, callejones próximos,... Cualquier sitio por donde pueda huir en caso que esos locos humanos se enfadaran de nuevo con ella, sin motivo alguno, por supuesto. No entiende que se enfaden por intercambiar una pequeña bola de cristal por un reclamo de patos, con lo chulo que es. Es cierto que no hay muchos patos por la zona, pero tampoco es para tanto, en uno o dos días de travesía hay un bonito lago que seguro seguro contiene patos.

Pero bueno, una vez inspeccionado el edificio, se dirige a la puerta de entrada. ¡Qué lugar más bonito! ¡Qué ambiente! Se me está ocurriendo una canción... No, mejor que ahora no, tengo una cita y no quiero perdérmela. Uy, comida en el suelo. Siempre pasa lo mismo, los humanos desperdiciando los alimentos. Bueno, los iremos recogiendo.

Queck se dedica a recoger restos de comida, agenciarse algún plato vacío de encima de alguna de las mesas y llenarlo de lechuga, queso, pan,... Mientras, va observando a las personas que están en el negocio, con esa mirada entre divertida e inquisitiva que sólo ella tiene. Aquel de allí debe ser cazador, aquel otro viene del Norte por su aspecto,... Uno a uno pasan un pequeño escaneo de quienes pueden ser y los motivos por los que están allí.

Parecia que, como todas las grandes historias, aquella aventura empezaría en una taberna. A Agatha le parecía bien. Siempre había tenido inclinación hacia la teatralidad...

-Buenas. Una copa de vino varisio, por favor. Un local encantador, lleno de historias que ser descubiertas, ¿Me equivoco? -le dijo en tono inocente al tabernero.

Una vez entraron todos los aspirantes a agente, un elfo que les resultaba familiar salió de no sabían donde y se subió de un salto a la mesa que ocupaba el dentro de la taberna.

—¡Bienvenidos! ¡Bienvenidos mis alumnos! ¡Por favor, tomen asiento!

Tras decir estas palabras, Kreighton Shaine, el maestro de pergaminos se sentó grácilmente sobre la mesa con las piernas cruzadas, mirando alrededor con una mirada de asombro reverente.

—¿Pueden creerlo? Todo empezó aquí hace años... bueno, cuatrocientos años al menos. Bajo este mismo techo nació la Socidad Pathfinder.

Jurek había permanecido en la sombra de la taberna. Había llegado mucho tiempo antes de la hora citada y se había sentado en un rincón oscuro. Prefería evitar ser observado, aunque bajo su ropa intentaba disimular su naturaleza tiefling, sus puntiagudas orejas y su cola eran siempre foco de atención entre la mayoría de pathfinders.

Al ver aparecer al maestro Kreighton, Jurek se levantó y se aproximó sentándose en una mesa cercana, iluminada esta vez por una de las lámparas que colgaban del techo.

- Un placer verlo maestro. Estoy impaciente por saber que hago aquí.

Dammeros acabó de masticar el último pedazo que se había llevado a la boca. Mientras se separaba de la barra volvió a incarle el diente, aquel tiefling era una extraña muestra de lo que era su raza ¿Porque intentará disimular tanto su color de piel? Observándolo mientras se acercaba a la mesa, su cola se enroscó en una de las sillas, para moverla hacia atrás permitiendo al monje sentarse comódamente, mientras seguía bebiendo y comiendo.

- Con vuestro permiso, seguiré desayunando - dijo al tragar el bocado, levantando la jarra en dirección al maestro y su congénere palidecido -. En cuanto queráis empezar estaré gustoso de escuchar.

A Agatha se le congelo la sonrisa al ver aparecer a uno de sus maestros, Kreighton Shaine, el maestro de pergaminos. Pero cuando escucho lo que tenia que decir los ojos casi se le salen de la cara. En realidad estaba exictadisima por estar en lugar tan importante para la Society como aquel pero se abstuvo de demostrar su emoción.

-Maestro Shaine! Es entonces un gran honor para nosotros estar aqui.

Mientras me llevaba mi bebida a los labios apareció casi de la nada el Maestro de Pergaminos. Es un tipo que me gustaba, era gracioso y hasta bromista a veces, y cuando nos enseñaba pedazos de la historia de la Socidad, era ameno. Sonreí, me acerqué con la bebida en la mano y me senté en la mesa en la que estaba Shaine. Por lo visto el resto serían compañeros mios de esta clase o aventura, segun se terciara. 

- Saludos Maestro. Hacia tiempo que no lo veia. - Miré a mi alrededor a ver si encontraba alguna cara conocida.

Tristan tragó todo el contenido de la jarra al oír la llamada del maestro y se apresuró a ir hacia su mesa, no sin antes despedirse con un comentario amable y chistoso del tabernero.

- ¡Maestro!- exclamó al tomar asiento.- ¿Qué vamos a hacer? ¡Explique, explique!- le animó, emocionado.

Kreighton sonrió ante las palabras de los estudiantes y continuó, sin dirigirse a ninguno de ellos en concreto.

—¡Y hoy es un gran día para vosotros! ¡Hoy empezaréis vuestra Confirmación! El Maestro Farabellus, el Maestro Zey, y yo mismo estamos de acuerdo en que cada uno de vosotros ha mostrado su valor y su dedicación a la sociedad; así que no hay un mejor momento para ver si sois capaces de convertidos en agentes completos. Permitidme que os introduzca a Janira Gavix...

Queck, al oir las palabras del maestro Shaine, no pudo hacer otra cosa que aplaudir sin acordarse del plato que llevaba en las manos. Todos los restos de comida que había ido recogiendo se desparramaron por el suelo y provocó que los agentes próximos desviaran sus miradas hacia ella.

- Ya la has liado Queck, ya la has liado - iba repitiendo la barda en voz baja mientras intentaba limpiar el suelo, gateando entre las piernas de los integrantes de la posada. Siguió recogiendo y se encontró con una cola entre las manos. Perdón señor agente - dijo la gnoma soltando la cola y todos los restos que ya había recogido.

- Jejeje, lo siento Maestro Shaine, ahora mismo lo limpio todo. Dijo con cara inocente mientras se volvía a agachar.

- Y encima delante del Maestro. Si yo sólo lo hacía para que estuviera todo más limpio. Uy, un tenedor, para la saca. Si es que siempre me meto en líos. Este queso está un poco ácido, a ver este cordero, le falta un rato más en la sartén.

Siguió recogiendo los restos.

Kreighton señaló a una halfling de aspecto nervioso que se aproximaba. Llevaba una mochila grande y portaba toda clase de herramientas, bolsas y fundas de pergaminos en su cintura.

Kreighton sonrió antes las disculpas de Queck, sin parecer darle importancia.

—Janira os acompañará en su Confirmación. Es uno de mis pupilos más brillantes y será sin duda alguna de un valor incalculable en vuestro viaje, ya que ella descubrió las cuevas que debéis explorar en vuestra Confirmación.

Janira tomó la palabra con una voz entusiasta y amigable.

—¡Saludos, aspirantes a Pathfinders! Hace seis meses, mientras me encontraba cartografiando las entradas a las cuevas en las colinas de las Montañas Kortos, divisé a un gillman solitario que entraba en una cueva escondida. No le di mucha importancia en aquel momento, pero un mes después vi de nuevo a otro gillman entrar en la misma cueva. Unos días más tarde, después de completar mis tareas asignadas, entré por esa cueva, pero fui incapaz de encontrar a los gillmen.

Dammeros lenvantó la cola para dejar pasar a la gnoma que había tirado todo por el suelo, solo bastaba que se tropezase y tuviera que volver a comenzar.

Para evitar relajarla y que volviera a abajo, la cola agarró la jarra de bebida, llevándola a intervalos a la boca del tiefling, mientras observaba al Maestro Shaine y a la mediana que acababa de entrar en escena.

Su boca no dejaba de moverse, lentamente, mientras masticaba la carne del desayuno.

Tristan se levantó un poco de la silla y se apoyó con las manos en la mesa para poder ver bien a la chica, y entonces se dio cuenta de que podría parecer muy ofensivo, por lo que se sentó de inmediato y sonrió avergonzado. Escuchó a Janira con atención, asintiendo con convicción.

- Vaya, vaya. ¿Y qué crees que habrá dentro? ¿Por qué es importante entrar?- preguntó sonriéndole. Pensó que esa pregunta podría dejarle en evidencia, así que la elaboró un poco más.- Es decir, ¿habrá algo de interés para la Sociedad? ¿Algo como...?- dudó un poco.- ¿Algo como minerales? ¿O cosas... mágicas?

- ¿Es la primera vez que se avistan gillmen por aquella zona? - pregunta el monje con curiosidad - Supongo que, a parte de otras cosas de interés, como apunta nuestro colega, la aparición de los gillmen debe ser ya noticia suficiente para investigar y documentar todo aquello.

Pega un trago a su cerveza.