Partida Rol por web

La una y veinticinco minutos, marcaba el reloj de la parroquia. A cada lado de la arena, separados por veinte metros, los dos contendientes del primer duelo del día. James Barkham a un lado, Rafael Castillo al otro, ambos con los revólveres enfundados y esperando a que llegase la hora. El tiempo sucede lentamente, el reloj marca la hora, la campana de inicio suena.

*Con una sonrisa en la cara, acaricio mi revolver en la funda mientras alejo mi largo pelo hacia atras, repiro hondo y espero que el sonido de las campanas anuncia la batalla y el momento de morir uno de los dos...

No hace falta fijarse mucho para ver que al pobre tahúr Barkham le tiemblan las piernas, las manos y tiene un nudo en el estómago. Las armas están bien, sí, pero es mucho más saludable dirimir una discuta con unos juegos de azar -a poder ser trucados- o las palabras, incluso con una navaja se siente bastante cómodo. Pero un tiro y se acabó el joven James Barkham. Y no mejora nada el hecho de que su contrincante tenga una sonrisa en el rostro y tenga ganas de meterle un tiro por algo tan interesante y peligroso como un tesoro.

Así que cuando suena la campana, y contra toda expectativa, sale corriendo hacia delante acercándose a su oponente y, usando un resorte en que normalmente se guarda un par de ases en la manga, pasa de usar el Colt que tiene a la cintura y abre fuego a unos doce metros con el Derringer que tenía ahí escondido.

Se marca la hora. Rafael es el primero en actuar, desenfundando el arma y pegándole un tiro a James. Sin embargo, las prisas por sacar el arma, la velocidad y algún pinzamiento del músculo hacen que el disparo se transforme en un instante en una bala perdida, aunque totalmente inefectiva. Y en ese momento es cuando el tahúr reacciona, iniciando una carrera hacia delante y abriendo fuego con su pistola de muñeca. La cercanía, junto con la aceleración y el desconcierto de su rival hacen que Barkham se anote el primer tanto, acertando en su disparo y haciéndole un daño relativamente alto a su oponente.

*Miro un instante por donde ha entrado la bala, y luego miro a mi oponente sonriendo mientras preparo un segundo disparo con mas calma intentando esta vez acertarle.

-¡Oh, joder, joder, joder! -Grita Barkham, que estaba totalmente confiado de acabar el duelo con su primer disparo, y que ahora teme aún más por su vida que antes. Viendo que va a tener que disparar, tira su Derringer al suelo y, con las manos aún temblando, desenfunda el revolver que le han prestado del cinturón y abre fuego vaciando toda la recámara del arma sin importarle demasiado que su puntería se vaya a ver muy afectada por ello.

Las balas se cruzan, muchas más disparadas por parte de Barkham que de Castillo, pero en definitiva ambos consiguen un acierto, aunque el tahúr está cerca un par de veces de meterse una bala a sí mismo por su afán de darle al oponente, aunque la cosa no llega a salir.

El tahúr sigue totalmente muerto de miedo, viendo que no consigue acabar con su rival. Esto ya está, ya casi está. ¡Debería estar muerto! ¡¡Y no tengo más balas!! ¡¡¡¡Pero ya está!!!! y con esos pensamientos en mente, abre a toda prisa su revolver y se pone a meter una bala tras otra hasta completarlo, justo en el momento justo para abrir fuego dos veces más tratando de terminar con el enfrentamiento de una vez y para siempre.

*Sonrio cuando el chico se pone nervioso, respiro hondo para intentar aguantar el dolor producido por sus disparos, y esta vez haciendo una cuenta de mis balas del cargador, ejecuto dos disparos e intento esquivar...

Las balas vuelven a silvar. A causa de la larga recarga que está efectuando Barkham, Castillo tiene la oportunidad de oro al tener suficientes balas, por lo que abre fuego dos veces para cuando James está cerrando su pistola para hacer lo mismo. Y por fortuna para el primero, consigue impactar la primera de las balas, pero parece que la suerte no está de su lado, porque en vez de derrumbarse su oponente consigue mantenerse a duras penas en pie y abrir fuego dos veces, fallando el primero de los disparos por el dolor, pero sacando fuerzas de flaqueza el segundo va tan bien dirigido que acierta en el pecho de Rafael una vez más, siendo ésta la última.

Un segundo después, James se derrumba llorando y llamando a una mujer que probablemente sea su madre, pero vivo.