Partida Rol por web

1ª vez

- Soy Otonashi Aya. Es un placer conocerlos -, dice la estudiante transferida con una débil sonrisa.

23ª vez

- Soy Otonashi Aya… Saludos -, dice la estudiante transferida, sin interés ni emoción alguna.

1050ª vez

- Otonashi Aya -, dice la estudiante transferida, luciendo completamente aburrida, sin siquiera mirar a sus compañeros. 

13.118ª vez

Miras a la estudiante transferida de pie en la plataforma.

“Otonashi Aya”, la estudiante transferida murmura únicamente esto a sus compañeros, con voz baja, como si no le importase si se le podía oír. No obstante, su voz es clara.

Todos tus compañeros de clase se quedan sin respiración. No a causa de su directa y sencilla presentación que ni siquiera podría contar como saludo, sino, probablemente, porque es una belleza despampanante, que destaca entre todos los que están en el salón.

Todos esperan sus siguientes palabras.

Ella abre su boca para formular nítidamente…. tu nombre: “Hoshino Kazuki.”

Te llama, poniendo ojos penetrantes en ti – los ojos de todos los demás se vuelven hacia ti, mirándote intrigados, arcando una ceja algunos, otros con la boca ligeramente abierta. 

_"...¿Eh?" Se vio a sí mismo con la cabeza apoyada sobre su puño y el codo sobre la mesa. ¿Se había quedado dormido? ¡¿EN CLASE!? Uggh... no debió quedarse hasta tan tarde jugando a ese MMORPG... Todavía debía estar atontado, que su cerebro estaba confundiendo la realidad con la ficción. En el juego, su personaje hacía saltos en el tiempo y recuperaba así los puntos de vida cuyos números se mostraban en la pantalla un millar de veces, junto también los daños hacia los monstruos. "Sigh." Suponía que tanto juego y la excesiva falta de sueño explicaba la sensación de dèja vu triple o cuádruple que tuvo. Seguro que tenía que tener unas ojeras terribles, madre mía... Además que veía sangre donde no la había. Ese juego era veneno, ya te digo. A lo mejor debería directamente dejar de jugarlo... Total, era divertido pero exigía demasiado tiempo.

En fin, Kazuki levantó la cabeza para mirar a la estudiante transferida recién llegada. ¿Sería guapa? Vaya, pues sí que lo era. Toda la clase, incluyéndole a él, se quedaron sorprendidos de su belleza. En fin, tampoco es que importase mucho realmente... Apartó la mirada y empezó a preparar su cuaderno para la clase. Alguien como él no le llamaría la atención, además de que conocer gente, entablar conversaciones y hacer amigos era una lata y demasiado esfuerzo... así que encima una pareja ya ni te cuent-

“Hoshino Kazuki.”

"¿Huh?" Alguien le había llamado. De repente, toda la clase le miraba. Cayó en la cuenta de que la voz que había pronunciado su nombre no era otra que la de la chica nueva. Otonosequién Aya... ¿Pero no acababa de llegar? ¿Por qué conocía su nombre? A-a lo mejor había oído mal. Parpadeó, y se señaló. "¿Yo?"

“¿Quién más aquí se llama Hoshino Kazuki?” pregunta la belleza en un tono entre fastidio y desafío. “Te diré algo, y no tengo la intención de repetirlo, entonces, escucha bien.”

La llamada Ononashi Aya habla directamente con ti, como si los demás no existieran. El sensei y tus compañeros la miren atónitos, luego te miran a ti atónitos, luego vuelven a mirar can la misma cara de estupefacción a la estudiante transferida.

“Estoy aquí para doblegarte”, declara repentinamente, autoritariamente, casi brutalmente. “Esta es mi 13.118ª ‘Transferencia de escuela’. Ni siquiera yo puedo evitar el fastidiarme con tantas, así que para cambiar un poco, declararé la guerra.“ Ni siquiera se molesta en mirar a nadie más que a ti. “Hoshino Kazuki, haré que te rindas. Será mejor que me des pronto lo más preciado para ti. La resistencia es inútil. ¿Por qué? Es sencillo, porque yo”, forma una sonrisa y continúa con su declaración ofensiva, “siempre estaré a tu lado, sin importar cuánto tiempo pase.”

La escena es completamente absurda, surrealista, como sacada de una película de las malas y baratas. La chica evidentemente no se preocupa de ninguna forma de su actitud horriblemente rara, y lo más sorprendete es quizá que parece estar en su derecho diciendo lo que dice. Es sorprendente, pero habla con una autoridad, con un descaro, con una ignorancia completa de las circunstancias tal que se impone por su imponencia impresionante. Todos se maravillan; pero nadie la cuestiona, ni siquiera el sensei quien observa la escena como si no pudiera tener ninguna parte en ella, como si no estuviera allí.

¿Que estaba aquí para qué exactamente? ...¿Para doblegarle? ¿Doblegarle en qué, en los estudios? Pero si él no era un primor en ellos precisamente, era más bien tirando a normalillo. Además, ¿la trecemil ciento dieciochoctava vez que se transfería de escuela? Ya, claro, y él era el elegido de un Dios alienígena. Molesto e incrédulo, sin decir ni una palabra abrió la calculadora, y dividió 13118 entre 365... dándole un total de... "...Casi 36 años." volvió a levantar la mirada hacia ella. Se conservaba demasiado bien para llevar cambiando de escuela prácticamente todos los días desde hacía treinta y cinco años.

"Ya. Muy gracioso." respondió con el ceño fruncido. No sabía a santo de qué venía esa pantomima. La chica nada más acababa de pisar el aula y ya estaba declarándole la guerra, haciendo gala de un chuunibyou verdaderamente desesperante. ¿Por qué a él? ¿De dónde había siquiera sacado su nombre?

La chica de pelo marrón frunce el ceno escuchando tu respuesta. “Verás. Ya me pedirás a rodillas de entregármelo. Mejor que lo hagas pronto, antes de que te haré llegar a tales extremos.” Su voz es tan fría, tan abyectamente fría, que muchos de los presentes sienten un escalofrío pasarles sobre la piel.

Levantando la cabeza, airada, espléndida, atrozmente hermosa, Otonashi quita la plataforma y anda con un andar casi felina, peligrosa, como si te va a atacar de pronto con un salto, por el pasillo en el que está tu asiento y se siente muy cerca de ti, en el pupitre que aún queda libre.

Te observa, te escruta, pero no de reojo, sino, con su desfachatez extravagante, ladeando la cabeza, mirándote fijamente, sólo a ti mientras que…

El sensei carraspea, se rasca la cabeza, desplaza de un lado al otro los papeles sobre su escritorio, y luego anuncia, al fin habiendo hallado de nuevo el hilo conductor de la situación: “Vamos. Comencemos ya la clase.”

Tus compañeros, como si un hechizo se hubiera roto, desvían lentamente su atención de vosotros dos hacia el profesor quien comienza, aún algo titubeante, la lección.

Una sensación extraña se desprende de la atmósfera del aula – la sensación que todos están confundidos, incómodos, y se esfuerzan de olvidar, tan pronto como sea posible, la escena que acaban de presenciar. Algo que no cabe en su mundo, en sus normas, en la hechura, textura de la realidad que siempre viven en la escuela, algo que rechaza su mente por no cuadrar con ningún patrón. No hacen preguntas, porque quieren olvidar, porque tienen que olvidar lo que su percepción no alcanza.

Y la mirada de Otonashi pesa sobre ti, sus ojos brillan por entre los pelos cayendo sobre su frente. Para ti no es tan fácil olvidar su actitud. Nada fácil como te sigue mirando así.   

Era muy buena en su pantomima. Demasiado buena: casi se lo creía. Casi se creía que estaba loca de remate y que iba en serio. Casi. Quizás sí que era verdad que la habían echado de muchos colegios: con una actitud así no le extrañaba en absoluto. El profesor prefirió hacer como que aquello no había pasado, como también el resto de los alumnos. Kazuki quería hacer lo mismo... ¡pero no podía porque la loca que estaba sentada a su lado seguía mirándole!

"Oye..." susurró, mostrándose claramente incómodo. "...Vale ya con la broma ¿no?... Deja de mirarme, me estás poniendo nervioso..."

Ahora con la clase empezada y el profe explicando una serie de cálculos del día anterior, al menos la chica tiene la decencia de cuchichear cuando responde: “No finjas. Veo a través tu juego. Acabaré con tu maldita insolencia - me darás lo que no te corresponde a ti. Sí, sí, me quedaré aquí mirándote, cada día, hasta que te rindas.”

Los en vuestro alrededor ponen cara de no escuchar nada, aunque sí se notan algo tensos, pero visiblemente se esfuerzan de poner toda su atención en el sensei, dejándoos a lo vuestro de lo que no tienen idea y tampoco quieren tenerla.  

"Pues vale." contestó Kazuki Hoshino de mala gana, encogiéndose de hombros. Era ella la que estaba jugando, no él, y la broma ya empezaba a ser de mal gusto. No tenía ni la más remota idea de lo que estaba hablando. Quizás sería una serie de anime de moda o algo... no veía mucho la tele. Bah. Ya se cansaría de jugar cuando viera que no le hacía caso.

Dió un sonoro suspiro y se concentró en mirar su cuaderno y escribir lo que el profesor fuera diciendo. Tomar apuntes, intentar concentrarse aún con esa chica mirándole fijamente... desviando los ojos de vez en cuando para ver si seguía mirándole... (y lo hacía). "Sigh." volvió a suspirar. Tenía pinta de que iba a ser una mañana muuuy larga. Esperaba que no fuera en serio con lo de cada día...

Te observa tan groseramente como antes tratando de seguir bajo estas condiciones las explicaciones del sensei, y tras unos pocos minutos repite, los ojos entrecerrados y al parecer un fuego de adversidad apasionada abrasándolos: “Tenemos todo el tiempo del mundo, Hoshino Kazuki. Todo el tiempo del mundo. Cuidado, que no lo olvides.”

10.876ª vez

Es 2 de Marzo. Se supone que es 2 de Marzo.

El cielo sigue nublado, a pesar de que ya es Marzo. El tiempo infunde fácilmente una actitud algo melancólica. Recientemente, parece que el cielo azul se esconde siempre detrás de las nubes. Parece una interrogante a la que no hay respuesta cuándo por fin se despejará el cielo.

Estás en el aula antes de que comiencen las clases, mirando por la ventana hacia fuera. El patio es como siempre – un patio que queda igual cada día. Puede que, además, siempre haya un embalaje de plástico o celofán volando a estas horas sobre las losas parcialmente agrietadas por el clima, el maltrato constante de los pisos de los alumnos y la calidad baja de la piedra seleccionada en la compra.

Es uno de los días esos para sentirse incómodo, para ser afligido de un malestar indescriptible – si se tiene de todo una perceptibilidad y sensibilidad de fenómenos atmosféricos.

Sin embargo, la mañana fue como siempre. Y también ayer no sucedió nada inusual. Quizá porque es siempre como siempre que el mundo pierde colores. Antes de ir al instituto, tomaste el desayuno y escuchaste el nuevo disco de tu artista favorito en el tren. Sacaste “suerte promedio” de acuerdo al programa de lectura de fortuna que viste por casualidad.

Aficionado a los Umaibō, no es de extrañar que tomes uno de tu mochila. Hoy toca uno con sabor a carne de cerdo. 

“¿Otra vez con un Umaibō? Nunca te hartas de esos, ¿o sí? Si sigues comiendo Umaibōs todo el tiempo, tu sangre se volverá de ese color, ¿sabías?”

La chica que te interpela así es tu compañera de clase, y en realidad incluso amiga, Kirino Kokone. Su cabello castaño, entre largo y muy largo, está atado en una cola de caballo alta, en la parte de atrás de su cabeza. Kokone cambia su peinado todo el tiempo, pero parece que le gusta el actual, o al menos es el único peinado que se la ha visto lucir últimamente. 

"Ja ja... espero que no..." respondió en voz baja, esbozando una leve sonrisa. "Supongo... que soy animal de monotonía y costumbres... " La buena de Kokone. Lo más parecido que tenía a una amiga por allí... Aunque claro, ella era de las personas que se llevan bien con todo el mundo. Pero no por interés propio o algo así, sino... porque genuinamente era buena persona. ...O al menos, eso le parecía a él. Tampoco es que la conociera demasiado, nunca le había preguntado nada sobre ella. Eso sí, le encantaba verla cambiar de peinado de tanto en tanto, era una especie de novedad entre la monotonía que se hacía curiosa, casi de agradecer. Pensó que quizás debía decírselo. "Un poco lo contrario que tú, que siempre estás cambiandote de peinado... T-te sienta bien este último. _{...Bueno, en realidad te sientan bien todos...}"

“Vaya, hoy eres un auténtico caballero, Kazu-kun”, te dice Kokone con una amplia sonrisa palmeando amistosamente tu brazo.

Es una de las chicas con la que fácilmente sabes qué es tu papel en su corazón, que es tu puesto en su vida, y cualquier que sean tus pensamientos hacia ella, es un papel que te agrada, porque es una de las chicas, tal vez de las pocas, de las que, pese a son muy chicas, puedes ser un amigo sincero, como ellas te consideran como un amigo de verdad, tal como si fueras una chica tú mismo – bueno, en cierto sentido. Kokone es como una vibración de luz, una brisa fresca, un latido de corazón apasionado, un pequeño huracán volteando los colores grises y el cielo nublado…

A continuación, ella agarra arbitrariamente un asiento a tu lado y comienza a maquillarse con su espejo de mano azul, usando una herramienta que, como hombre, no conoces bien. Desgraciadamente, tomando en cuenta sus notas escolares, no pone en todo tanto esfuerzo como en maquillarse.

“Sabes, me gusta el azul…“, te habla desconectamente. “¡Ah, cierto, Kazu-kun! ¿No hay algo distinto en mí hoy? ¿Lo hay?”, te pregunta con sus ojos brillando. “¿Mh…? ¡Te daré una pista! ¡Mi punto de encanto ha cambiado! Y por favor no te pongas te pervertido. No me hables de mis senos. Mírame a los ojos y dime...”

"Gra-gracias..." respondió agasajado, rascándose la mejilla en gesto inconsciente de timidez. No le importunó que se sentara a su lado, al contrario, aunque sí que es cierto que Hoshino se preguntó si no habría gente más interesante que él con la que hablar... Como fuera, en realidad agradecía su amabilidad y compañía. Sacó un espejito de mano azul y empezó a maquillarse, y él fue a seguir comiendo Umaibos tranquilamente cuando Kokone-chan le llamó la atención muy entusiasmada para preguntarle si había algo distinto en ella. ¿Que su centro de encanto había cambiado? ¿Tal vez se refería a que la goma del pelo que llevaba era roja en vez de azul? Pero eso cambiaba tanto como su peinado, y no creía que fuera a lo que se refería con su 'foco de encanto'...  Con curiosidad, la miró de arriba a abajo intentando buscar a qué se refería, y justo entonces ella bromeó sobre sus senos. {XDD} "¡N-no estaba mirando por eso!" contestó abochornado. Ella le pidió que la mirara a los ojos y él obedeció... Tragó saliva: ¿¡por qué le latía tan nervioso el corazón!?

"...¿Te has puesto sombra de ojos?"

Kokone te mira poniendo una cara decepcionada que en un instante cambia a enfadada. “Cuán triste eres, Kazu-kun! Cuán poco atento, al fin y al cabo! Hoy estoy usando rímel, no sombra de ojos. Es una diferencia transcendental. Pero una diferencia que chicos como tú no pueden ni captar ni entender, ya lo veo.”

Te da la espalda y se va hacia otros compañeros para mostrar su rostro con rímel.

Evidentemente, Kokone puede ser graciosa, pero a veces resulta difícil, para cada cual, lidiar con su carácter.