Partida Rol por web

En un segundo están poniendo un cuchillo al cuello a Caesar y otro ser se acerca, un alíenígena de rostro insectoide.

-Vaaaaya sssi, que tenemosss aquí... ¡Dossss amigosss! Uno con la piel azul y otro con el pelo azul... Mira amigo.-dice refiriéndose a Aleesha, sin duda no distingue entre géneros humanos.-Dame essas gafas tan bonitas para mi amiga y essa mássscara tan útil para mí y noss iremos tranquilamente.-

La criatura no empuña ningún arma, aunque sus mandíbulas probablemente sean bastante desagradables por el olor que desprenden.

Caesar sabía que aquello era una mala idea... lo sabía. Seguir el plan, salir del planeta, esperar a Gaius en Polmanar. ¿Acaso era tan difícil? ¿Por qué le resultaba tan complicado a la mujer entender que la impulsividad y esas patrañas de vivir el momento no conducían a nada bueno?

El muchacho no conseguía quitarse el cabreo de la cabeza y eso le ofuscaba hasta el punto de no controlar lo que tenía alrededor; miseria, decadencia... la cara más oscura de la desesperación. Tanto que antes de que se diera cuenta una chica no mucho mayor que él le amenazaba con un cuchillo a pocos centímetros del cuello. Sorpresa...

La chica no parecía muy fuerte y aunque el chiss no las tenía todas consigo sí albergó durante un momento la posibilidad de enfrentarse. Pero luego estaba ese asqueroso tipejo de la voz sibilante... en caso de reaccionar, ¿atraparía a tiempo a Alex o ella podría zafarse? Puede que Caesar estuviese enfadado pero no tenía ninguna intención de dejarla atrás. Y, ciertamente, el hecho de que nada más comenzar la búsqueda de Gaius ya les tomasen por dos pardillos no auguraba nada bueno. Pero el riesgo de acabar con una sucia puñalada en el cuello era alto... está bien.

- Tranquilos... - dijo el muchacho de piel azulada. - ...todos tranquilos. En un momento el chiss tironeó de la mano que le amenazaba para apartarla de su cuello... pero la muchacha era más fuerte de lo que parecía.

Apretando los dientes, Caesar logra apartar poco a poco el cuchillo de su cuello...

-¡Tranquilos!  ¡Primero vuelan a mi nave a y a mi novio y tu puto niñato de mierda dices que me tranquilice! ¡Te voy a hacer una sonrisa nueva y a tu novia la voy a quitar esa chaqueta y esas gafas...!-

Trata de rajarte, pero de momento la tienes bien agarrada y no tiene ángulo...

En ese momento el insectoide se agacha y se prepara para saltar sobre Aleesha...

Les miré por un momento. Habría levantado una ceja pero no se habría visto con las gafas. Desde luego no eran particularmente observadores. 

- ¿Esto es en serio? - Pregunté con voz intencionalmente burlona - Si, claro, te doy mis gafas, mi máscara y lo siguiente que querrás es que te dé mi blaster - me burlé - Debéis de estar muy desesperados...

Les dejé ver el blaster y luego me preparé para disparar. Por lo que parecía Caesar se las apañaría, no le quedaba más remedio. No tenía claro si para él había sido una suerte o todo lo contrario el esperar tanto tiempo antes de verse obligado a madurar. Vi que el ser insectoide se preparaba para atacar. Aunque el cuerpo a cuerpo no era mi especialidad, tampoco era negada. En parte me daban pena, pero se lo habían buscado. 

- Aún estáis a tiempo de dejarlo, sólo con que salgáis heridos - dije esto como si fuera algo inevitable - os convertiréis en presa de carroñeros. Y será incluso peor si alguno queda inconsciente. Así no viviréis para vengaros de quién voló tu nave...

Por qué les daba una oportunidad de rendirse era algo que no tenía del todo claro. Sospechaba que era mi tendencia a intentar negociar o, tal vez, una forma retorcida de hacerle un corte de mangas a la fanática religiosa. Fuera como fuese, que les diese la oportunidad de rendirse no implicaba que no me preparase para disparar. Tenía el blaster en la mano, ángulo y si saltaba le dispararía en el aire mientras esquivaba. 

En cuanto Aleesha saca el arma la cara de la mujer palidece y el alienígena adopta una postura más relajada. Menos amenazadora.

-El pequeño humano tiene aguijón... sssssi.- mira por un momento hacia Caesar y su compinche, y ve que no puede sacar nada de ahí porque Caesar tiene agarrado el brazo del cuchillo.-Vámonos, essstos no juegan en nuessstra liga-

Y empieza a retirarse hacia las sombras, lejos de los pocos iluminadores y luces de emergencia que quedan.

Tu con tus gafas le sigues viendo perfectamente claro...

-Tienes suerte, niñato. Si no fuera por tu amiguita...-

Con un movimiento brusco te suelta y se lanza hacia atrás, aprovechando que estabas empujando en esa direcciòn su brazo.

Sigo atenta a sus movimientos y los del resto. Ahora que he sacado el bláster me miran de otra forma pero me gustaría no haberlo necesitado. En parte, estaba tan acostumbrada a ir con matones, matones de verdad como Jaing o Zekk, que sólo me había preocupado por cubrir mis propias espaldas. ¡Qué diablos! Caesar tenía que aprender. Y tenía que hacerlo ya.

Como ya tenía el arma en la mano, hice un leve gesto en su dirección. 

- No tan rápido. 

Modulaba mi voz para que fuera firme, pero no particularmente agresiva como habría sido la de Zekk o impaciente como la de Jaing. Había dado una orden clara, pero mi autoridad no estaba en mi arma, si no en mi seguridad. Por otra parte, las negociaciones y la persuasión eran mucho más mi campo...

- Has dicho que volaron tu nave, así que es probable que sepas de mecánica. También que hayas visto a quien realmente disparó y no lo sepas, porque su nave estaba aquí arriba. ¿Cuánto tiempo vais a perder aquí robando a otros desgraciados en lugar de hacer algo útil?

Había dejado caer el anzuelo, la posibilidad de salir con vida, de vengarse... Si estaba en lo cierto sería bastante para hacerles pensar. Cierto que la información ahora no parecía inmediatamente útil, pero no había que subestimar el poder de las emociones. Además, en situaciones de crisis la gente siempre necesitaba que le dijeran qué hacer. 

- Quien se quede aquí no sobrevivirá - declaré como si fuera un hecho ya probado, cosa que era cierta - Y solos no vais a salir de aquí. Así que decidme, ¿qué es lo que sabéis hacer?

Ambos seres se van retirando...

-¿Y tú sabes bien lo que tengo que hacer?-dice con desprecio.-Aguantaremos por aquí hasta que se vayan los idiotas que están disparando... sera algún pirata ex-capitán imperial que está arrasando el planeta. Hay muchos de esos idiotas sueltos.- Es obvio que no ha visto el video del autodenominado Darth Akef.

Podría dejarles marchar, pero no era así como funcionaban las cosas. Si les dejaba ir sin más el resto lo interpretarían como una señal de debilidad. Además, no podía dejarles ir creyendo que atacar a las personas equivocadas no tenía un precio. Porque todas las elecciones tenían consecuencias.

Me dirigí a ellos sin dejar de apuntarles, dispuesta a pelear si hacía falta.

- Como queráis, pero si no me sois útiles entonces pasadme vuetros vibrofilos. Ponedlos en el suelo y deslizarlos en su dirección - le dije con voz autoritaria - Creo que es lo mínimo por las molestias.

Mi tono de voz era tranquila, me limitaba a señalr un hecho. Lo justo para que se lo pensasen dos veces antes de atacar. Después hablaría con Caesar. Entendía por lo que estaba pasando, su mundo se había derrumbado en un instante. Pero no podiamos permitirnos el lujo de darle tiempo a asimilarlo.

Después, me herguí en toda mi altura y miré a mi alrededor antes de subir la voz:

- Quedarse aquí y esperar que los problemas se solucionen solos es una actitud de víctima y no me quiero que nadie así me acompañe. Quien no sea una víctima que me acompañe y luche para salir de aquí, el resto podéis quedaros aquí y arrastraros entre las ruinas.

Los dos miserables atracadores te miran y luego miran tu arma. Y ambos tragan saliva (o lo que sea en caso del insectoide) y depositando ambos vibrofilos en el suelo los patean en dirección a Aleesha, para después salir corriendo como si les persiguiera un Dragón Krayt. Cada uno por su lado.

A continuación la mujer levanta la voz y aunque al principio nadie parece que le hace ni puto caso (no da muy buena impresión levantando el blaster), una voz de mujer se acerca desde las sombras, y no vacila en preguntar.

-Tú... eres especial.- Dice como soñadora mirándote, luego mira a Caesar...-Tú también.- Por un instante parece algo ida pero a continuación se arregla el uniforme y os mira de forma bastante más sensata. -¿Qué proponéis?.-

La mujer os mira con curiosidad. Lleva puesto el uniforme de tripulación de algún tipo de compañía mercante o ejército privado, no debe de tener un rango muy alto por la simpleza de sus marcas de rango.

Caesar respiró aliviado. Fuese como fuere, Alex se las sabía arreglar bien sola y, qué demonios, lo de ir armado de pronto se había convertido en una imperiosa necesidad. Caminó hasta donde estaba su compañera y recogió del suelo los dos vibrofilos. No eran ninguna pieza de coleccionista pero servirían para amedrentar a otros carroñeros como aquellos que les acababan de atacar. El chiss se guardó uno en el cinturón y tendió el otro a su compañera humana.

- Er... gracias. - musitó.

Casi de forma inesperada apareció aquella otra mujer. Efectivamente las alcantarillas en las que se habían metido habían dado cobijo a toda clase de gente pero ella no parecía tener aviesas intenciones. Más bien miraba a Alex como poseída por algún tipo de ensalmo muy poderoso.

- ¿Especiales... ? ¿A qué te refieres? - el chiss habló con desdén. Ya no se fiaba de los desconocidos tan fácilmente. Durante la escaramuza precedente casi había sentido piedad o compasión por la mujer que lo había perdido todo y ahora se veía abocada a una vida de delincuente. Pero... ¿qué querría esta otra? Llevaba una pinta curiosa, como de soldado... y sin embargo se ponía al servicio de Alex. 

- Vamos... hay que moverse, Alex. No nos podemos entretener. - comentó con voz baja apremiando a su compañera para ignorar a la recién llegada.

Entre todo el caos y la desolación de los túneles debajo del espaciopuerto la mujer había visto a alguien que no se dedicaba a saquear o a atacar a otros, y no estaba dispuesta a dejarlos escapar.

-Anda, muchacho.-dijo a Caesar.- No me ignores, lo que dice tu amiga tiene sentido, si cooperamos podemos salir de aquí o sacar a más gente.-comenta.-O descubrir que es lo que realmente ha pasado aquí.-susurra.

Patético, sencillamente patético. Aquellos matones ni siquiera eran capaces de mantener la dignidad. Detuve el deslizamiento de uno de los vibrofilos pisándolo. Luego le indiqué a Caesar que recogiera el otro.

- Ya tienes armas.

De haber tenido tiempo habría disfrazado a Caesar. Su genética le daba una ventaja a la hora de parecer peligroso, sobre todo los ojos rojos, era un hecho. Lo malo era que, muy a mi pesar, no parecía saber nada de combate. ¿Cómo se podía viajar por la galaxia sin un bláster? Vale, supuestamente había zonas civilizadas de la galaxia donde eso no era necesario y blablabla. Pero en mi experiencia, nunca, nunca, nunca, podías estar del todo seguro. Al final siempre terminabas dependiendo de tus propios recursos.

- Esto esta lleno de carroñeros - miré de reojo hacia donse se habían ido los matones - y abajo habrá depredadores, no dejes que te sorprendan.

De no haber ojos sobre mi le habría dicho que sabía lo que era que tu mundo se derrumbase, perderlo todo, y que en este caso era literal. Tal vez habría intentado animarle. Pero eso habría sido interpretado como debilidad. No podíamos permitirnos eso. Ni tampoco pararnos a pensar o descansar.

Adopté una posición que sugería confianza y control de la situación. No era algo que me gustase, porque lo cierto era que ponerme al frente me "hacía visible". Era mucho mejor pasar desapercibida, pero hasta que encontrase alguien poderoso tras el que esconderme, no me quedaba más remedio. O jugaba el papel de cazarrecompensas peligrosa y líder competente o todos los matones se nos echarían encima.

Examiné a la mujer. Uniforme y armada. Eso era bueno porque, al menos, tendría algún entrenamiento básico y necesitabamos gente competente. Y eso era sin contar que había notado algo en nosotros. Algo a lo que ahora podía darle nombre: eramos brujos. resultaba irónico en un mundo tan tecnológico y que había olvidado las supersticiones, pero había un poder que no podía negarse. Sabía lo que sentía. Por supuesto no era el momento para tratarlo, pero en caso de necesidad, ser tres era algo a tener en cuenta.

Bajé mi máscara, sonreí de forma confiada y miré a la mujer a los ojos. Sostener la mirada era muy importante porque daba
credibilidad a lo que dijeses.

- Sobrevivir. Los contrabandistas estarán en los niveles inferiores, con el resto de los bajos fondos. Si quedan naves serán las suyas. Negociaremos y, si eso falla - hice una pausa intencionada para esbozar una sonrisa torcida - usaremos otras formas de persuasión - El eufemismo era evidente. Si era necesario me colaría en una nave o la haría despegar a punta de blaster pero no me iba a quedar a ver cómo destruían la ciudad hasta sus cimientos. Me coloqué de nuevo la máscara - ¿qué entrenamiento tienes?

Omití lo del padre de Caesar aunque, técnicamente, era parte del plan. Necesitabamos, al menos, dos pilotos y dos mecánicos. Eso garantizaba que pudieramos volar. Recorrí los alrededores con la mirada, por si veía a alguno de los que habían estado en el hangar. Nada. Lo otro que necesitabamos era las grabaciones se seguridad del hangar. Por experiencia sabía que se habrían enviado a alguna parte. Eso nos daría una información valiosa: la imagen de la nave y de la mujer que habían destruido la ciudad. No es que fuera estrictamente necesario, pero nos ofrecía una buena moneda de cambio llegado el caso.

- Será mejor que nos movamos, cuéntamelo mientras andamos. - No lo dije especificamente, pero me aseguré de no darle la espalda y tener espacio de reacción.

Vigilé el entorno, no quería que nos sorprendieran de nuevo. Sabía que todos estaban pendientes de nosotros, esperando que cometiéramos un error para saltar o temerosos de que les asaltasemos. Cualquier posibilidad de pasar desapercibidos desaparecida hacía mucho. En realidad, no había diferencias entre este nuevo ecosistema y cualquier territorio salvaje. La ciudad estaba mortalmente herida, pero aún había vida en sus entrañas y ahí era precisamente dónde ibamos.

La mujer os sigue mientras responde a las preguntas de Aleesha

-Trabajaba en un supercarguero, para Soorosub Transportes ligeros. Como auxiliar de comunicaciones... pero por salir de aquí puedo intentar pilotar lo que quieras, tengo la licencia. Expedida por la República y en el Imperio, tuve que pagar tasas en ambos sitios.- De lo que dice ambos jóvenes pueden deducir que sería una piloto idónea en cualquier situación, excepto en una de combate, en cuyo caso sería un misterio.

-¿Cómo os llamáis?- dice como idea de última hora.

Por cierto majo, tu sabes pilotar, mejor que el común de los mortales, aunque no has visto todavía ninguna situación de combate.

Caesar resopló abiertamente ante la presencia de aquella otra mujer. Más compañía femenina era lo último que realmente le apetecía tener al chiss. Se encontraba completamente fuera de lugar. Las cloacas estaban resultando bastante más desagradables de lo que se había imaginado en un principio. El deseo por encontrar a su padre le había empujado a una situación que le era completamente ajena y que, si bien no le sobrepasaba, le causaba cierto estupor.

Que toda esta pesadilla se termine ya... - pensó.

Sin embargo al empuñar el vibrofilo que le había tendido Alex se sintió extrañamente confiado. No estaba demasiado acostumbrado a empuñar armas... por mucho que la humana insistiera en que resultaba una temeridad no llevar un blaster con los tiempos que corren lo cierto era que Caesar jamás se había visto en ese brete. Pero ahora... ahora quizá todo fuese distinto. Él era distinto.

- Yo soy Caesar... y ella es Alex. - afirmó con seguridad en la voz. - Vamos a buscar a mi padre y a salir de éste planeta. ¿Conoces algún lugar dónde podamos encontrar una nave? Yo también soy piloto... mercante. Pero el carguero de mi padre fue destruido en la primera oleada de bombardeos.

Me alegro que Caesar se estuviera recuperando. Sin dejar de estudiar mis alrededores respondí a la pregunta.

- Contrabandistas. Tienen sus propias rutas y sus propios espacipuertos. Estarán abajo, con el resto de los que operan en el limite. Pero para tratar con ellos... tenemos que ser como ellos. Y eso implica ir armados. - Mire un segundo a la mujer - Como podrás imaginar, lo importante es que sepas pilotar, no si tienes licencia. - Medité por u momento antes de añadir algo más - Si conseguimos las grabaciones de hoy del espaciopuerto tendremos algo más con lo que negociar. ¿Alguno podría conseguirlas?