Partida Rol por web

Al salir de la vivienda pudiste contemplar con mejor perspectiva el tamaño del bombardeo, pero ¿Quién haría eso en una ciudad? ¿Quién se dedicaría a disparar por disparar?.

Desde donde estás tratas de ascender algunos niveles para ayudar, pero pronto no te hace falta hacerlo, muchos restos y naves han caído sobre las zonas inferiores de la ciudad  y los humeantes pedazos de metal provocan incendios por doquier. Logras ayudar a apagar algunos y ayudas a llevar a varios heridos por la caída de cristales y cascotes hasta aerotaxis que los llevan, siempre por las zonas subterráneos, hasta hospitales...

O hasta lo que queda de ellos, porque han sido de lo primero que han destruido.

Media hora después, que para tí ha sido un siglo, te encuentras lleno de restos de carbono por todo el cuerpo, pero los disparos desde el cielo cesan y la gente empieza a echar mano de sus comunicadores, para hablar con sus seres queridos. Sin embargo muchos comunicadores no funcionan y solo se oye estatica o una música inquietante. Afortunadamente varios sintonizan una emisora oficial y parece que el Gobierno de Raxus va a hacer algun tipo de declaración o aviso.

Por tu parte tu tienes horribles presentimientos y cuando miras al cielo ves como haces de luz se cruzan encima de vosotros. Ahi arriba debe haber montada una buena.

Con un profundo cansancio y el sentimiento de llevar horas sin parar, Janos se acerca al comunicador sintonizado en la emisora oficial, donde un grupo de gente se esta reuniendo alrededor para averiguar que ha pasado. El joven amnesico no sabe lo que va a pasar, pero lo que se puede ver de los niveles superiores no parecen sugerir nada bueno.

En las pantallas sale una imagen de mujer que empieza a hablar, su voz también sale de los comunicadores.

-Aquí la consejera Barh'eia Mavros del Alto Consejo de Raxus, rogamos a todos los ciudadanos que ayuden a sus congéneres en la medida de lo posible, y que intentaremos solucionar esta agresion no provocada cuanto antes. La ayuda médica está en camino.-

-A la nave atacante repetimos nuestra rendición incondicional, en un canal público, tal y como pidió, nos rendimos totalmente y estamos a su merced.- Toma un datapad y arruga el gesto al leer de él.-Leo textualmente como ha sido acordado en la rendición: Raxus se rinde al Poder del Lado Oscuro y le entregaremos a las ratas Jedi que se esconden en el Planeta. Ciudadanos... ahora contactaremos -arruga más el gesto.-con El Supremo Señor Darth Akef y el nos dará las órdenes precisas para servirle adecuadamente.-

La imagen del canal oficial se divide en dos en todos los datapads y un humano anciano de pelo blanco y vestido con algún ropaje negro se dirige al planeta desde algún lugar ¿Podrá ser desde la nave que está causando tanta destrucción?.

-Habitantes de Raxus, querida gobernante del Consejo... quiero deciros que hoy voy a liberaros, hoy es el día en el que os alzaréis sobre vuestros maestros... pero sólo lo haréis los que seáis mas fuertes, más dignos, los que no...- Toca un control en la pantalla.- Observad la Gran Torre de Raxus, las viviendas de vuestros dirigentes.-

Las miradas de todos se levantan de los datapads y se dirigen al mayor de los rascacielos de los muchos que sobresalen de la ciudad, el unico que cuenta con un rudimentario escudo y que ha resistido el bomardeo intacto.

En ese momento lo que parece un cometa se estampa contra la torre ¡Reventando el escudo y provocando una brutal explosión, seguida de una lluvia de fuego turboláser y de torpedos de protones que en un par de minutos hacen que el edificio, asemejando a una primitiva antorcha se derrumbe sobre la ciudad acabando con la vida de miles de personas, probablemente de decenas de miles.

-NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO ¡Loco! Ahí vivía mi familia, ¡Las familias de todos los miembros del consejo!-

El humano rie como si la consejera dijera lo más gracioso del mundo. Y continúa hablando: -Afortunadamente el Consejo está a buen recaudo... en las profundidades de Raxus, en un lugar de seguridad... pues que sepáis, ciudadanos, que ofrezco cienmil créditos por la cabeza de cualquier miembro del consejo y la seguridad para el que me la traiga y para su familia.-

-Y aparte... cualquier nave que salga de la ciudad será derribada, dentro de unas horas os pasaré unas imágenes de unos enemigos míos que es posible que se encuentren en ese planeta... si me los entregáis os dejaré tranquilos... mientras tanto, agradeced a vuestra consejera que me proporcionara las coordenadas de hospitales y guarderías para respetarlos... muchas gracias.-

Y la imagen desaparece y el bombardeo se reanuda... y la gente se mira horrorizada, porque sabe perfectamente contra que está disparando ahora.

Maldiciendo al viejo loco con demasiadas armas y engaños de grandeza, Janos se aleja con rapidez de la muchedumbre de gente, no sabiendo muy bien cual sería su próximo movimiento. Ahora que los peores incendios y las victimas de la confusión inicial se han atendido, la mayoría de la gente se pondría a salvo, por lo que su ayuda no sería tan necesitada, y además, el solo sería una mano mas entre muchas.

Los miembros del consejo, por otro lado... el peligro que corrían era muy alto, y Janos sabía que lo único que conseguirían entregandoselos al loco sería acabar con cualquier esperanza de liberación, ya que sin lideres que resistirse su victoria sería indisputada. Y por muy peligroso que fuera y las pocas ganas que tenia de matarse por una causa que no era suya, su conciencia no podía permitir que el viejo asesinara a mas inocentes... y menos aún después de que ese viejo le despertara del mejor sueño que recuerda tener.

Decidido, Janos pone rumbo a las "profundidades de Raxus" donde se encuentran los lideres, y baja a los niveles inferiores para empezar buscándolos. ¿Quien sabe? Tal vez alguno de ellos me conozca.

Después de todo lo que te ha costado subir hacia los niveles superiores, bajar es mucho más duro, ya que pronto dejas de ver luz alguna de los edificios superiores y en las profundidades apenas funciona una luz de cada diez de las de mantenimiento, sin embargo por instinto continúas bajando hasta que sientes que has entrado en una parte de la ciudad en la que no ha estado nadie en años. O al menos nadie que quiera ser reconocido.

A tu alrededor gigantescos cimientos... realmente edificios de eras pasadas, sostienen el resto de la ciudad. Y te sientes como un ser solitario dentro de una inmensa máquina. Hasta claro, el momento en el cual empiezas a oir pisadas. O eso crees.

No queriendo avanzar mas a oscuras, y no queriendo volver a subir para hacerse con algo para que ilumine el camino, Janos tiene un golpe de inspiración al recordar sus extraños cilindros metálicos, muy parecidos a linternas.

Esperando que su suposición sea correcta y no este activando alguna clase de explosivo, el amnesico muy inseguro de sus acciones saca el cilindro de su chaqueta y, alejándolo lo máximo posible de su cuerpo, aprieta el botón.

Janos, imprudentemente, extiende su brazo y pulsa el botón de uno de los cilindros, que tiene media esfera en uno de sus extremos, como una diminuta antena. Por si hubiera suerte y fuera una linterna.

Y una linterna obviamente no es, porque aunque un haz de energía rojiza se extiende desde la semiesfera, se queda parado, como si fuera la hoja de un arma. Afortunadamente la luz que desprende permite iluminar... el enorme y ancestral edificio por el que está descendiendo Janos, que ha bajado escalón tras escalón, por una escalera que corría paralela a un enorme ventanal que alguna vez tuvo cristal... ahora da a un espacio entre edificios y una ciudad fantasma que se extiende en todas las direcciones, por encima de ella un techo de metal sobre el que Janos sabe que reposa la actual Raxus.

De repente tiene el presentimiento que su acción debe haber llamado la atención de algo o alguien, alguien más que las pisadas que le seguían, pero al no escuchar nada más... aparte del agradable zumbido del arma, Janos se tranquiliza y sigue desdendiendo en su alocado intento de encontrar el fuertemente escondido Consejo de la Ciudad... para defenderlo.

De algún sitio, empieza a partir una extraña voz.

-El Hueco, es el Hueco... no has debido venir aquí. Ahora les atraerás. Ahora vendrán a por tí. ¡Márchate!.-

La que así habla, con una voz pausada y pastosa, es una mujer. La localizas y puedes contemplar su desquiciado rostro, mientras camina por un saliente del edificio en el que estás. Sobre un abismo hacia las profundidades del planeta. No hace ningún ruido al andar.

Sobresaltado ante la extraña mujer, Janos intenta recuperar la calma y, con su mano libre, agarra la pistola blaster preparado  para disparar en cualquier momento si la mujer hace un gesto amenazante.

-No se de que está hablando señora, solo quiero ayudar a los consejeros que ese viejo loco intenta matar. ¿Sabes donde están?

-Aquí no hay ningún consejero.- dice de repente con una voz mucho más dura y seca. Como escupiendo cada palabra -¡Aquí solo hay muerte!-

Vuelves a oir los pasos que sentiste antes y justo en el límite que deja de iluminar la luz rojiza que parte de tu arma sientes que se encuentran varias sombras... varias figuras que se mueven en la oscuridad, permaneciendo fuera de tu visión adrede.

Una voz de mujer, guasona, fría, es la primera que rompe el silencio:-Mira lo que tenemos aquí.-

Y otra voz... de la que no sabrías si pertenece a un hombre o una mujer le sigue:-¿Crees que será uno de los Jedis que sentimos arriba?.-

La voz de mujer responde:-No, no creo que la nueva orden les entrene tan mal... no está entrenado, no he sentido su presencia apenas ni su mente vagando por delante de él buscandonos... debe ser como mucho un aprendiz retrasado.-

-Mira, -dice la voz ambigua cuando la chiflada del borde del risco hace un movimiento espasmódico y se hace notar.-la loca le encontró antes que nosotros, da igual ¿me lo puedo quedar? Necesito un nuevo juguete. El último casi no grita.-

-Claro cariño.- prosigue la mujer-Vamos a llevarnoslo, es sensible, así que será mucho más divertido.-

Sientes que las figuras tratan de flanquearte, siempre permaneciendo fuera del alcance te de tu visión, en la enorme escalera en la que te hayas. Tratas de seguirles con tu vista pero justo en ese momento la tipa del saliente empieza a gritar-¡Muerte muerte!- y a proferir chillidos tan agudos que casi te sangran los oídos.

Sintiendo como si su cabeza fuera a explotar del chillido infernal resonando en la sala, Janos se olvida de intentar avanzar mas y su único pensamiento se convierte en acabar con ese sonido. Disparando salvajemente su blaster a la mujer chillona, intenta retroceder ligeramente hasta cima de las escaleras.

Janos, casi a punto de enloquecer, saca su blaster mientras retrocede y dispara a la única persona que no le está agrediendo... pero a la que tiene más visibilidad.

Mientras sostiene a la defensiva su vara luminosa de color rojo...