Partida Rol por web

16:45, 6 Lamashan 4720, Día Laboral
Ayuntamiento, Ciudad de Rhiannon
Pequeño cuarto secreto

El viaje había sido largo para los cortos pies de Kevork, pero finalmente había llegado a Rhiannon. Según llegaba le habían advertido, la ciudad no pasaba por sus mejores momentos, una cuadrilla de ladrones habían asaltado la ciudad, quemado varias casas y robando todo lo posible a su paso. 

Para animar a los entristecidos ciudadanos, el señor de las tierras, Lord Kent, nombrado como tal por decreto real, había organizado un torneo de Skulls. Al propio Lord se le sabía gran jugador, y quería medirse él mismo a todos aquellos "caminantes sobre la faz de la tierra con propensión a las artes del juego". Las 800 monedas de oro que se embolsaba el ganador eran suficiente atractivo como para atraer a grandes jugadores de Skulls. Kevork no era el mejor jugador, pero se defendía bastante. El premio era suculento y no había dudado en poner pies en dirección a Rhiannon para participar en el torneo de Lord Kent. 

Sin embargo, al poco de entrar en la ciudad había recibido un mensaje. Un mensaje que no podía dejar pasar por alto. El Alcalde le citaba, expresamente a él, para reunirse en el Ayuntamiento. Era una oferta cuyas amenazas implicaban incluso el no poder participar en el torneo, por lo que Kevork había aceptado ir de buena gana. Perder el dinero antes de empezar, y hacerlo encima después de haber completado aquel largo viaje... 

Le habían tenido esperando en una sala, era estrecha y no tenía ventanas. En la estancia solo había dos sillas, una de las cuales estaba vacía y en la otra reposaba el mediano. Los pies le colgaban a poca altura del suelo, y se entretenía moviéndolos adelante y atrás mientras se miraba los pies llenos de vello. 

En ese momento, entró un hombre. Era bastante grande y tenía un aspecto un poco desaliñado. Tenía grandes ojeras y se le notaba el paso de los años en sus profundas arrugas. Sin embargo, había algo en su rostro que le causaba cierta sensación de tranquilidad al pícaro. 

- Hola, Kevork - dijo tomando asiento - Mi nombre es Algus Fellstone, soy el alcalde de Rhiannon. - Se pasó la mano por la cara, en un claro gesto de cansancio - Perdona que haya sido tan brusco. No sé si te has enterado, pero Rhiannon sufrió hace muy poco un ataque, un asalto. Aún estamos en proceso de recuperarnos y tengo muy poco tiempo libre, ayudando donde puedo. 

Hizo un gesto a un hombre que esperaba en la puerta que salió corriendo, al poco trajo un par de vasos de agua que dejó en el suelo entre los dos hombres. El Alcalde Fellstone agarró el suyo y lo bebió de un trago. Al fijarse en sus manos, Kevork se dio cuenta de que tenía numerosas heridas, fruto seguramente, de dolorosos trabajos manuales. 

- Tengo mis sospechas sobre los asuntos que te pueden traer a nuestra ciudad. Tengo entendido que el torneo de Lord Kent tiene un premio de lo más suculento. 

Hizo una pausa, al ver que no hablabas continuó preguntando.

- ¿Qué sabes de los ataques a Rhiannon, Kevork?

- Lamento lo que le ha sucedido a su pueblo - contestó con la mirada fija en los ojos del Mayor -. Aunque lo cierto es que no sé mucho señor... - entonces, el mediano bajó la cabeza y con la mirada distraída continuó respondiendo a la pregunta que le había formulado el Alcalde -, o lo más correcto sería decir que no sé nada. Sólo sé lo que se dice, lo que uno puede escuchar cuando se sienta en una taberna en el camino desde Absalom a Rhiannon. Y ya se sabe que de lo que se dice uno nunca sabe cuánto hay de realidad y cuanto de invención, porque todas las buenas historias siempre tienen algo de ficción, un toque personal, una hipérbole...

Levantando entonces la cabeza, y volviendo a mirar al Alcalde, está vez con un tono entusiasta:

- Yo mismo podría contarle muchas que tal vez fueron de otra manera o quizá nunca fueron, pero para las que necesitará al menos otro vaso de agua.

La mueca final de la cara del mediano esbozaba una sonrisa, como si se hubiese puesto a recordar muchas de estas historias y ahora todas se le acumulasen en la boca, a punto de estallar y salir, completamente ajeno a la situación en la que se encontraba. Tras unos segundos, Kevork sacudió la cabeza regresando de sus pensamientos.

- Perdone, señor - recuperando la mirada sobre los ojos de su interlocutor -. He escuchado que el pueblo ha sido saqueado por una banda de malvadas criaturas y que el origen de lo sucedido está relacionado con... bueno, con... Como dije no sé nada y no sería prudente acusar a nadie, ¿no cree? 

- Supongo que usted lo sabe mucho mejor que yo señor, tal vez incluso podría contarme, me encantan las historias...

El alcalde agachó la cabeza. 

- Tras el ataque organicé una partida para seguir los rastros de las tropas que atacaron Rhiannon, si les pillábamos por sorpresa podíamos recuperar algo de lo que nos habían robado. Pero lo que encontramos nos sorprendió. - hizo una pausa - Todos los rastros llevaban a la fortaleza de Lord Kent. 

Estudió tu rostro, quería ver en él cómo reaccionabas. 

- Como bien has dicho, a Lord Kent no se le puede acusar por las buenas para llevarle ante la justicia. Se necesitan pruebas fehacientes de sus fechorías. Y aun así, yo mismo necesitaría esas pruebas. Sigo sin entender qué podría llevar al protector de estas tierras a atacarlas. Él no parece una mala persona. - Estaba claro que el hombre estaba hecho un lío - Aquí es donde entras tú, Kevork. Sabemos algo de ti. No eres una mala persona, por lo que hemos escuchado, y tus capacidades de sigilo podrían tener una gran utilidad. Necesito contratarte para un trabajo. Necesito que entiendas y encuentres pruebas o motivos que movieran a Lord Kent a atacarnos. Por las molestias, te pagaría 200 monedas de oro. Además, hay varios objetos que nos han saqueado en el asalto. Si pudieras recuperarlos te pagaría por cada una de ellas, hasta un máximo de 530 monedas de oro. Si además ganaras el torneo, que no dudo que lo harás, podrías embolsarte 1330 monedas de oro. Es todo un botín. 

No quedaba claro si el hombre quería tentarte o simplemente ver cuáles eran las motivaciones que podía tener Kevork. Pero en su discurso había un poco de todo.  

Kevork se quedó pensativo, nunca habría imaginado que en aquel lugar fuese a encontrar nada más allá de la emoción del juego, y quizá alguna que otra anécdota de taberna que podría adornar en el futuro para convertirla en una historia digna de ser contada. Pero ahora, surgía ante él la oportunidad de resolver la intriga del ataque a Rhiannon y por qué no, dicho sea de paso, de embolsarse una buena suma de dinero extra.

La emoción empezó a invadir todo su pequeño cuerpo, sin pensar en el riesgo que entrañaba semejante aventura.

- ¿Qué objetos son esos que tengo que recuperar? - se anticipó a preguntar antes de nada -.
- Además, necesitaré conocer más información antes de poder aceptar el encargo - dijo ahora con un tono más grave y serio -. ¿Qué criaturas cometieron el ataque?

De un salto se incorporó y empezando a caminar con pequeñas zancadas en círculos continuó con su discurso:
- ¡Planos! ¡Eso es! Necesitaré planos del castillo... - levantando el dedo índice - Y... ¡Lord Kent! ¿Qué sabemos de él?... ¿Tenemos algún cómplice dentro? ¿Tal vez alguien del servicio? ¿Cómo es la seguridad?...

De pronto, deteniéndose frente al Mayor y mirándole nuevamente:
- Por último, necesitaré una cabra - espero unos segundos cuando esbozó una amplia sonrisa -. ¡Es una broma señor! Llevaba tiempo esperando la ocasión para poder hacerla.

El alcalde vió interés en tus preguntas y sonrió complacido.

- Han desaparecido varios objetos del pueblo que tenían cierta importancia. A mí, personalmente, me han robado varios mapas y libros que hablan de la zona, no parecen muy importantes, pero son el legado de nuestros ancestros y tienen cierto valor sentimental. Han desaparecido dos estatuillas, una de la diosa Diana, otra de una fémina elfa. Por último han desaparecido una espada con gemas incrustadas que pertenecía a Mathias Black, el herrero de nuestro pueblo, y un amuleto con una runa que era propiedad de Aerlyn Moon. 

Hizo un recuento mental. Esos eran los 5 objetos desaparecidos, no se había dejado ninguno. 

- El ataque lo realizaron humanos, pero precisamente algunas pistas que nos llevaron a sospechar de Lord Kent fue el hecho de que algunos supervivientes vieron orcos y gnolls entre los atacantes. Lord Kent los usa como guardas de su fortaleza, algo a lo que nosotros ya estamos acostumbrados. - se encogió de hombros. Lo decía con normalidad como si el hecho de contratar a un orco como guardián del castillo fuera lo más normal del mundo. 

- Me alegro de que te lo tomes tan en serio, pero por desgracia no puedo facilitarte mucho más. Como te dije, nos han robado los mapas y los planos y creo recordar que no tenía en cualquier caso ninguno de la fortaleza. Dentro estarás tú solo, si eres capaz de conseguir algún aliado será cosa tuya, nosotros no hemos metido a nadie más, nos arriesgamos a que os descubran y traiga peores consecuencias a Rhiannon. - Se quedó muy sorprendido con la petición de la cabra, y aunque Kevork aseguró que era una broma, tardó unos segundos en reaccionar. 

- Lord Kent fue designado aquí por el rey para protegernos y cuidar estas tierras. Y hasta ahora había hecho un gran trabajo. Sé que ha hecho incursiones contra grupos bandidos de la zona y es normal que haya mucho movimiento de tropas entrando y saliendo de su fortaleza. La verdad es que estamos muy sorprendidos de que esté involucrado en los asaltos a Rhiannon. No entendemos los motivos de esta traición. 

Kevork hizo un repaso de los objetos y consideró que su precio podría ser muy superior al que le ofrecía el Mayor por ellos. En cualquier caso lo primero sería recuperarlos, después ya habría tiempo para renegociar por ellos.

- ¿Orcos y gnolls? - preguntó mostrando cierta decepción. En su imaginación hubiese preferido tener que enfrentarse a criaturas más exóticas - Podrían haber sido elfos oscuros, nunca son elfos oscuros... No importa, en cualquier caso no es mucha información, pero tal vez durante el torneo pueda descubrir algo más...

- Lo primero será ganar, cuantas más rondas del torneo pase más tiempo podré investigar sin levantar sospechas...

- Necesitaré un adelanto para comprar algunas cosas, lo cierto es que venía preparado para jugar, no para infiltrarme en el castillo... - dijo mientras extendía su pequeña mano con la palma hacia arriba -.

El alcalde negó con la cabeza. 

- Entenderás que no estamos en el mejor momento. Doscientas monedas de oro son una cantidad inmensa para nosotros ahora, y el resto del dinero aún tengo que conseguirlo. Te daré el total después de que consigas la información. Es eso lo que estoy interesado en comprar. Te pido que no le exijas más a Rhiannon. Si te adelantara el oro y fracasaras en tu misión, eso nos haría más débiles y a Kent más fuerte. Y cada moneda de oro cuenta. 

Contrariado, el mediano bajó la cabeza y empezó a negar.

Ni oro, ni elfos oscuros...Siempre es igual. Al menos espero que sea divertido... ¡Sí! ¡Eso es! Voy a infiltrarme en un castillo, "recuperaré" algunas cosas de valor, jugaré un torneo... ¡Ja! Lo cierto es que no podría ser mejor - una sonrisa fue dibujándose en su rostro a la vez que la llama de la aventura se encendía en el interior del joven mediano, nada le gustaba más -.

- De acuerdo Mayor, no puedo negar que vine a Rhiannon a jugar un torneo... Pero, a día de hoy, encuentro su petición mucho más... estimulante. 

- Si no requiere nada más de mí, señor - dijo a la vez que hacía un gesto cortés de despedida -, necesito hacer algunos preparativos antes de que comience el juego.

El Alcande sonrió y agradeció el gesto. Después, alargó la mano para estrechar la del mediano. El apretón de manos era ciertamente cómico dada la diferencia de tamaño entre ambas. 

Tras eso, te escoltó a la salida, enseñándote una preciosa vista de la fortaleza sobre una colina, mientras maldecía la mala suerte de tener un protector que no solo no les protegiera sino que fuera el motivo de sus asaltos. 

Finalmente Kevork se encontró de nuevo sin compañía, pero con una gran aventura por delante. 

17:40, 6 Lamashan 4720, Día Laboral
Ayuntamiento, Ciudad de Rhiannon
Plaza del Ayuntamiento

El pequeño pueblo, porque era más un pequeño pueblo que una ciudad, se abría ante el halfing. Kevork había visto una plaza del mercado tras algunas de las casas que formaban la del ayuntamiento cuando estaba siguiendo la invitación de la carta. Alrededor de dicha plaza se concentraban los comercios. Una rápida pregunta a un amable hombre que reparaba la entrada de su casa le hizo saber que tampoco había demasiadas cosas interesantes en el pueblo.

Una pequeña capilla en honor a Sarenrae, una posada cuyo nombre era "El Gallinero del Dragón", una armería, una tienda de un mercader con objetos mundanos y un prestamista que, en estos momentos, estaba cerrado. 

Aún había algo de tiempo antes de que anocheciese, por lo que el joven halfling se aventuró a dar un paseo por el pueblo de Rhiannon. Quería aprovechar para conocer mejor el lugar, y quién sabe, quizá encontrase algo más de información de la que el Alcalde había podido darle acerca de lo acontecido en el pueblo a penas unos días antes.

Con paso firme, decidió iniciar su periplo por la plaza del mercado, próxima al Ayuntamiento. Quería ver el ajetreo de las gentes que podían quedar a estas horas en el lugar. Además, los mercados eran siempre un indicador de la salud de los pueblos, si el mercado gozaba de buena actividad, tal vez lo sucedido no había sido tan grave.

La intención del mediano era pasar a echar un vistazo a continuación por la capilla, los lugares de culto siempre habían llamado su atención, y finalmente cenar algo en la posada para después regresar a sus dependencias en la fortaleza. Tenía, al menos, un par de horas de por delante antes de la caída del sol.

20:15, 6 Lamashan 4720, Día Laboral
Ciudad de Rhiannon
Posada "El Gallinero del Dragón"

Kevork había estado toda la tarde preguntando por el pueblo. Los ánimos estaban bajos y el pueblo en muy mal estado. El halfling trató de reunir más información sobre el ataque, pero fue lo suficientemente precavido para no nombrar a Lord Kent. Nadie sabía de las implicaciones del Protector de la Zona en los ataques, y Kevork pensó que era lo mejor. Un motín en la fortaleza, o el hecho de que el Lord estuviera alerta ante posibles espías, solo entorpecería el torneo, su misión y, por tanto, sus posibles ganancias. 

El mercado era un auténtico desastre. No había actividad, nadie tenía ahorros para gastarse. Los puestos estaban bastante vacíos, si no cerrados. El pueblo tardaría un tiempo en recuperarse, pero lo haría. Simplemente, sucedía que el ataque había sido demasiado reciente. 

La capilla no tenía el más mínimo interés, y ni siquiera la elfa que lo encabezaba parecía interesante, era una mujer de muy pocas palabras y un tanto tiesa. En la posada, en cambio, aunque muy vacía, le recibieron con los brazos abiertos. Con más regocijo aún recibieron su plata. La comida no era para celebrar, pero eran mejor que las cansinas vainas de las raciones de viaje. 

Finalmente, un poco agotado, Kevork se dio cuenta de que el sol estaba a punto de desaparecer por el horizonte. Quizás era la hora de marchar hacia la fortaleza. 

El paseo por Rhiannon no había resultado tan fructífero como cabría esperar. Consciente de que el sol se pondría pronto, el mediano emprendió el camino hacia la fortaleza.

Quería llegar a su alcoba y disfrutar del mullido colchón que le aguardaba.

- Mañana será un día largo, más vale estar descansado - pensó mientras movía sus dedos, como si los ejercitase para despertarlos del letargo de un día de escasa actividad... -.

Sin embargo, una idea le rondaba la cabeza: no creía poder esperar al día siguiente para comenzar su investigación...

20:50, 6 Lamashan 4720, Día Laboral
Fortaleza Lord Kent
Entrada

La fortaleza de Lord Kent se elevaba en lo que parecía una isla de piedra escarpada que sobresalía de entre ramajes y bosques, a través de los cuales discurría el camino por el que avanzaba Kevork, y que parecía ser el único camino de acceso al lugar. El camino serpenteaba hasta un acantilado adyacente y, desde allí, cruzaba un enorme puente de piedra a través del abismo hasta la entrada principal de la torre, unas gigantescas puertas dobles de madera. 

En aquel momento, las puertas permanecían cerradas y dos guardias, cada uno enfundados en pesadas cotas de malla y enormes cascos metálicos con las viseras bajadas, permanecían quietos a ambos lados de la puerta. No parecían hacer ningún movimiento y únicamente cuando el halfling se acercó a unos pasos, cruzaron sus enormes alabardas por delante de la puerta. 

Kevork pudo darse cuenta, a través de los ceñidos ropajes, de que los guardas eran orcos, con sus pieles verdosas y su extraña pero imponente anatomía. 

- ¿Quién va ahí? - preguntó uno de los guardas con una horrible voz ronca y con un marcado acento. 

A medida que se iba acercando el halfling observaba con atención la fortaleza y todos los detalles que la rodeaban, estudiando la que sería su casa en los próximos días. Al llegar a la mitad del puente no pudo evitar asomarse para contemplar el abismo y, de paso, ver si existía alguna conexión con el castillo más abajo.

- ¿Cómo harán para recoger las cosas si se les cae algo? ¿Se habrá caído alguna vez alguien? ¿Llevaría algo de valor y ahora está por ahí abajo perdido?

Tras esta pequeña pausa, continuó su camino hasta la puerta, donde contestó al ser interpelado por los guardias:

- Mi nombre es Kevork, soy uno de los jugadores inscritos en el torneo y, como tal, vengo a hospedarme en la fortaleza de Lord Kent -dijo el mediano con una voz grave intentando imponerse a la notable diferencia que existía con los dos orcos-. ¿Vosotros también estáis esperando para que os abran la puerta? -añadió a continuación, dejando escapar levemente una sonrisa-.

20:55, 6 Lamashan 4720, Día Laboral
Fortaleza Lord Kent
Entrada

Casi sin moverse, separaron las alabardas y te dejaron acceder. Las puertas pesaban mucho, pero Kevork no tuvo problema en abrirlas. Justo detrás de ellas se abría un hermoso patio, custodiado igualmente por dos soldados que vigilaban la salida de la fortaleza y el propio patio. Llamaba la atención la tremenda torre de reloj que dominaba la vista y cuyas agujas marcaban la hora, cercana a las nueve de la noche. Era una gran torre cuadrada, que se elevaba por encima de las murallas del castillo y que estaba coronada por un tejado de piezas cerámicas y morfología de cuatro aguas y faldones de mansarda. 

Otras partes del castillo que se elevaban por encima de las murallas eran las alas norte y suroeste, donde unas elaboradas vidrieras decoraban lo que parecía ser el nivel superior de aquella zona del castillo. Las ventanas del ala norte tenían un diseño mucho más discreto. 

El suelo del patio estaba cubierto de ladrillos de colores que representaban mosaicos de diseños anudados y en espiral. En una zona cercana a la puerta, había un hermoso pozo de piedra. A lo largo de los muros que cerraban el patio había numerosas puertas, una de las cuales se abrió súbitamente y de ella emergió una figura femenina. 

Una mujer de escasa estatura, pero que aún le sacaba casi una cabeza a Kevork, se movía rápidamente hacia el pícaro. A un lado y a otro se movían los cabellos morenos que escapaban de su destartalado moño.

Caminaba con los hombros encorvados y se movía con relativa cautela, como si esperara que fueras a sacar un cuchillo y atacarla en cualquier momento. 

- ¡Bienvenido al castillo de Blackstone, el hogar de Lord Kent! Mi nombre es Kara, soy la sirvienta del señor, y la moderadora del concurso de Skulls. El torneo comenzará a primera hora de la mañana, a las siete en punto. Sígame y le mostraré su habitación. 

Se dio la vuelta y caminó unos pasos por el patio, volviéndose un par de veces para hacerles señas, indicando que le siguiera.