-Supongo que si no te queda una pizca de magia en el cuerpo, tendré que valerme de mis reservas.-, sonríe, cerrando un ojo, -Si sucede eso, intenta que no dure mucho tiempo.
-Mh. No. No sé cual es la situación en el mundo. Ni en qué año estamos, ni donde.-, mira alrededor, -Nunca he estado en esta parte del mundo.
-¿Los magos, condenados a muerte?-, frunció el ceño, sin comprender del todo. -Vaya. Sí que ha cambiado todo.
Lo miré de reojo, y sentí cierta envidia al darme cuenta de cuánto ignoraba sobre el tema. De todos modos, si iba a permanecer a mi lado, sería mejor que le contara todo cuanto sabía. Sin dejar de rodear mis rodillas con un brazo, agarré una piedra a mi lado y me puse a garabatear sobre la tierra.
-Mi madre me contó que ella era una niña cuando todo sucedió. Dijo que había paz en el mundo, y que se vivía con relativa tranquilidad y normalidad... Pero que algo sucedió en tan sólo unas semanas que lo cambió todo. Creo que nadie sabe con certeza qué es lo que lo provocó, y recuerdo que me dijo que empezó a suceder sin que nadie pudiese darse cuenta a tiempo. Una sombra apareció, que al igual que una enfermedad se expandió en cada reino y cada tierra... Y debilitó a la mayoría de las personas. Las criaturas de todas las clases se volvieron dementes y enloquecieron en su mayoría, y muchísimos de ellos provocaron grandes disturbios. Los reinos entraron repentinamente en guerra entre ellos, sin ningún motivo realmente... Y las criaturas malignas empezaron a hacer apariciones por todos lados mucho más que de costumbre. Era como si algo hubiese fortalecido el bando oscuro, y la balanza de equilibrio cayó del todo por su lado. Alcé la mirada para ver cómo se lo estaba tomando Tarben, y tras eso eché un vistazo a mi alrededor.
-Fíjate. No hay más que mirar, incluso cerrando los ojos se nota el caos que todo aquello dejó. -suspiré un poco y me dispuse a continuar-.
Mientras todos esos conflictos destruían los muros de cada reino, y las criaturas perdían en su mayoría el norte... Se alzó al poder una criatura que nadie jamás había conocido, un ser que parece de otro mundo... Nadie sabe cuál es su naturaleza, pero todo el mundo sabe que era la fuente de todo lo que había sucedido. Apenas había puesto un pie en la tierra, y ya disponía de las suficientes fuerzas, ejércitos y súbditos para hacerse completamente con el poder de todos los reinos... Y bajo su yugo vive toda criatura en el mundo. Y al parecer, tiene una especial obsesión y necesidad por erradicar la magia por completo, lo que nos hace pensar que debe ser algo que lo debilita. Por eso persigue a criaturas con poderes mágicos, y claro... A los magos. -no pude evitar deprimirme un poco por todo lo que había tenido que contar...
La sonrisa de Tarben se deshace ante la historia. Él frunce el ceño, cierra los puños. ¿Realmente algo así puede suceder sin que nadie consiga detenerlo...? ¿Podría ser que quien la invocó estuviese diciendo la verdad? O más bien, ¿Qué motivos podría siquiera tener para mentirle con algo así?
Él se inclinó hacia atrás, mirando el cielo.
-... Así que puede que mi reino haya caído, como los demás...
Cerró los ojos, asimilando la información.
Hay bastante que pensar...
Pasado un minuto de silencio, se fijó en ella nuevamente.
-Entonces para eso me has invocado. Para protegerte de quienes te buscan.-, se cruzó de brazos, tenso. -¿Y qué harás al respecto?-, abrió un ojo, mirándola.
Asentí brevemente, fijando la mirada al suelo cuando él insinuó que ese fue el motivo de invocarle. Llegados a este punto, para qué decirle que no. -¿Qué hacer al respecto? -me encogí de hombros y lo miré-. ¿Qué puedo hacer? Con sobrevivir ya tengo mis problemas... No hay nada que yo pueda hacer. Ni siquiera sé encender una hoguera sin herir a mi compañero... Ni defenderme de una panda de Canes Inmundos. Además... no he conocido a otro mago en mi vida. Me vine abajo por completo definitivamente. Entablar esa conversación sólo me había hecho darme cuenta de lo inútil e insignificante que soy... Y de lo mal que lo iba a pasar Tarben a mi lado si viajaba conmigo. Me pregunto si no habría sido mejor que esos bichos me hubiesen comido y ya...
Él esbozó una pequeña sonrisa, poniéndose en pie.
-Has encendido un fuego por tu cuenta y me has invocado para acabar con los canes. Suficiente para mi.-, no parece dudar de sus habilidades.
-Haré mi mayor esfuerzo por solucionar tus problemas para sobrevivir.
-Creo que sería mejor irnos de aquí.
Miré cómo se ponía en pie, sin llegar a entender todavía cómo es que parecía tan dispuesto a defenderme de cualquier cosa, si apenas me conocía y acababa de aparecer de la nada... Supongo que lo normal sería desconfiar en un desconocido, pero nunca me topé con un desconocido como él. Realmente sí confiaba. Me puse en pie y sacudí la tierra de mis ropajes. -Está bien. Vayamos allá donde nuestros pies nos lleven. -asentí un poco y esperé a ver hacia donde se dirigiría-.