Partida Rol por web

Hibiki estaba demasiado excitada para ser recatada en un momento como ese. Había estado tan cerca de la muerte que la adrenalina recorría sus venas como una corriente eléctrica, y la espoleaba para no permitir que aquél... monstruo al que había conseguido herir escapara.

Amano la miraba con los ojos como platos, impresionado por su vehemencia. Pero se recuperó de prisa y agarró con fuerza su propia shirasaya.

—¡Sí, vamos! —dijo—. ¡No debemos dejar que escape!

Sin perder un minuto, Hibiki y Amano salieron al exterior. Era noche cerrada y hacía frío, pero no les importaba. Con una linterna que les había prestado el dueño de la posada, siguieron el rastro de aquél hombre grotesco. No fue difícil, la herida que Hibiki le había hecho había continuado supurando, y aquella sangre oscura y ponzoñosa no podía ser de nadie más que suya.

La siguieron a toda prisa, hasta llegar a los establos de la posada. Los caballos estaban muy nerviosos y relinchaban. Cuando entraron, pudieron ver que había una caballeriza abierta, y que el caballo que había estado pasando la noche allí ya no estaba. Alguien lo había robado y por la dirección de las huellas, había partido al galope rumbo al este. Hacia Edo.

Sentía una descarga intensa de adrenalina recorriendo todo su cuerpo, la muchacha se amarró su cabello en su tradicional cola de caballo, tan rápido como pudo y salio corriendo en dirección a las caballerizas.

Los manchones de sangre posquiaguada, brillando a la luz de la luna, de color oscuro, fueron señal inequívoca de que el ladrón se habia escapado por ahi, o mejor dicho el asesino, Hibiki pensó por un momento que quizá el daño que le habia hecho a Mukuro habia sido suficiente como para que muriera desangrado, luego lo meditó unos momentos, habia escuchado leyendas de comerciantes ingleses sobre seres llamados vampiros, criaturas no muertas que bebían la sangre de otros, porque no tenían sangre en sus venas...tal vez Mukuro era algo parecido, tal vez el hecho de desangrarse no significaba mayor preocupación para el, que quedarse sin tomar el café de la mañana.

Cuando llegaron a las caballerizas, le bastó echar una ojeada al comportamiento de los animales para darse cuenta de lo que habia pasado.

-Se ha escapado Amano...Kojiroh...pensará que no pudimos controlarlo...estuvo aquí...los animales son los primeros en sentir el peligro...ya ya...no pasa nada.- susurro Hibiki tomando con delicadeza la cabeza de uno de los caballos, y dandole un par de bésitos, mientras rascaba entre sus orejas para serenar al animal.

-Pasaremos aqui la noche...o seguiremos adelante...lo que tu decidas...ahora que lo pienso, RAYOS!, como se pudo escapar tan rápido ese demonio! Amano, si pasamos aqui la noche tal vez le perdamos el rastro, pero si lo seguimos y nos preparan una emboscada?.- la muchacha se mordió el labio pensativa sin saber que decisión tomar.
 

Amano también fruncía el ceño, pensando con rapidez. Todo asomo de burla o frivolidad había desaparecido de su semblante y ahora estaba alerta, en tensión.

—No me gusta nada dejarle escapar... —dijo—. Pero actuar precipitadamente es peligroso. Quizá pretende que lo sigamos para llevarnos a un peligro mayor. Ya sabemos que no actúa solo...

Suspiró.

—Es mejor que descansemos y continuemos camino mañana —dijo—. No conseguiremos nada si caemos en una trampa, y al menos sabemos que él estaba aquí y no acechando al resto de nuestros compañeros. Partiremos con la primera luz del día y viajaremos lo más deprisa que podamos. Procura dormir bien, si puedes...

La noche fue dura. Por mucho que Hibiki trató de tranquilizarse, aquella sensación de desasosiego no se disipó del todo. A pesar de ello, se concentró en intentar recuperar fuerzas y logró conciliar algunas horas de sueño intranquilo. No se levantó demasiado descansada mentalmente, pero al menos su cuerpo estaba más entonado.

Amano y ella se prepararon lo más rápido que pudieron y cogieron de nuevo los caballos. Partieron incluso antes de que el sol saliera, y cuando daba la tarde estaban ya en la frontera de la provincia vecina, Ise. Sin embargo, el control fronterizo estaba cerrado, y había un montón de carros apelotonados frente a la reja de bambú. Parecía haber algún problema, porque los guardias no dejaban pasar a ningún viajero...

Hibiki dió vueltas, una y otra vez, sin lograr pegar un ojo durante la mayor parte de la noche, no se dió cuenta cuando se quedó dormida, y sintió que habia sido demasiado poco tiempo, cuando despertó aun incluso antes de que el alba rayase.

Se apresuró a vestirse, se cepillo su cabello energicamente, recordando las palabras de Amano la noche anterior, cuando estuvo lista, salió al pasillo, y caminó en dirección del cuarto de Amano para encontrarse con el, lo saludó con una sonrisa y unos golpecitos en su hombro, salieron de la posada, y tras varias leguas de camino llegaron a la región de Ise, lugar de peregrinación, nunca había estado en ese lugar, pero recordaba que existía el santuario sintoista más importante.

Suponiendo que el lugar estaria lleno de fieles, que se estuvieran encaminando al santuario, Hibiki se sorprendió con el numeroso grupo de soldados y guardias que impedian el paso para seguir adelante, volteó a ver a Amano, como buscando respuestas en el, se encogió de hombros, y con su mirada serena, pareció indicarle a Amano que sería buena idea descender del caballo y aproximarse a averiguar.

Hibiki, se fajó su shiragaya, y avanzó hasta colocarse delante de los guardias.

-Bu...buenos...dias oficiales- dijo con un hilo de voz la chica. -Eh...quisieramos saber...si podemos pasar...que es lo que está ocurriendo?,¿porque han bloqueado el paso?, tenemos un asunto pendiente por favor!-

Uno de los guardias escuchó las preguntas de Hibiki y con gesto hosco respondió,

—Ha habido un problema con unos viajeros occidentales —dijo—. Algo les poseyó y causaron problemas en la ruta, el señor de Ise ha ordenador cerrar el acceso hasta que todo se aclare.

Y no dijo nada más. Pero entonces, justo antes de que pudieran responder, oyeron una voz familiar justo detrás de ellos.

—Eso es un contratiempo, sin duda...

Al volverse, Hibiki y Amano pudieron ver que aquella voz era, como habían esperado, la del capitán Washizuka, que les miraba con una leve sonrisa en su curtido rostro.

—Me alegro de veros —dijo—. Una feliz coincidencia encontrarnos aquí. Pensé que no lograría alcanzar a nadie del grupo...

Amano y Washizuka se saludaron con efusividad, contentos de haberse encontrado. Luego el capitán hizo una leve inclinación ante Hibiki.

—Veo que al final este bribón ha cuidado de ti. ¿O habrá sido más bien al revés...? —terminó con una media sonrisa.

Hibiki se llevó una mano a la boca, reprimiendo un gesto de sorpresa -Posesión?, como se comportaban!, poseídos porqué?.- se quedó callada unos momentos, creyendo que a lo mejor toda la sarta de preguntas, le harían notar como alguna posible sospechosa, finalmente, tanto Hibiki como Amano, estaban de paso por esa región, y eran completamente dos desconocidos ( uno de ellos bastante...exótico).

Una voz firme y noble a sus espaldas, hizo que Hibiki se volviera, abrió sus ojos emocionada, ante ellas se encontraba el capitán Washizuka, pensaba correr hacia el para darle un fuerte abrazo, pero supuso que sería algo impropio, por lo que se limitó a hacerle una amplia reverencia, inclinando medio cuerpo hacia el frente.

Luego sonrió divertida ante las palabras, y sin saberpor que, se aferró al brazo de Amano y recargó su cabeza en su hombro -Es un hombre muy competente y habil, aunque pareciera por el kimono que no...digamos, que nos hemos salvado el pellejo mutuamente.- luego se separó de el, cuando se dió cuenta de lo que habia hecho, tan rápido como si el cuerpo de Amano le hubiera dado un toque eléctrico.

-Capitán Washizuka, como se encuentra el joven Kojiroh, se separó de nosotros dos regiones antes de esta, iba tras la búsqueda de Mukuro...si se hubiera quedado un poco más...se hubiera topado cara a cara con el, nos atacó en los baños de la posada del camino, antes de llegar a Ise- le comentó Hibiki en voz baja y apresuradamente, para ponerlo al corriente.

Washizuka escuchó el relato de Yuki y asintió con la cabeza. De pronto, su expresión se había vuelto más seria.

—Es bueno que hayáis averiguado esas cosas —dijo—. Yo también tengo novedades, aunque sin duda será mejor que hablemos cuando nos encontremos con algunos de nuestros compañeros. Tengo la certeza de que están cerca. Seguidme, pronto podremos ponernos al día.

Washizuka guió a Hibiki y Amano al interior del puesto de guardia fronterizo. Como capitán del shinsengumi, era sencillo para él moverse por las provincias que eran leales al shogunato. Para sorpresa de la chica y su acompañante del kimono rosa, no tardaron en informarles de que Kojiroh, Lee y los hermanos Ichijo habían pasado por ahí hacía menos de media hora. Si se apresuraban para ponerse en camino, seguramente les alcanzarían sin problemas.

Los viajeros se habían detenido un momento para hablar de cómo dividirse a partir de aquél punto. El plan de Akari era sencillo, iría con Kojiroh a visitar al señor de Ise. Mientras tanto, Juzoh y Lee se unirían de nuevo al resto de sus compañeros para apoyarles. El grandullón no parecía estar muy dispuesto a alejarse de su hermana, pero justo cuando estaban hablando del tema, oyeron una voz familiar a su espalda. Cuando miraron, descubrieron con asombro que el capitán Washizuka, Amano y la joven Hibiki se acercaban por el camino bajo la intensa nevada.

Washizuka sonrió satisfecho mientras se acercaba a los cuatro viajeros que acababan de encontrar.

—Tal como me dijeron, aquí están —dijo—. Hemos llegado a tiempo.

E hizo una inclinación respetuosa al llegar a su altura, mirando con especial satisfacción a Kojiroh.

Cuando vi a Washizuka, sonreí ligeramente; aunque rápidamente traté de disimular aquel gesto de mi rostro y contestarle a su inclinación con otra más profunda. Había muchas cosas que quería hablar con él... sólo esperaba encontrar pronto el momento adecuado para ello.

—Sí, parece que nos estamos reuniendo a tiempo — le contesté.

Luego le conté a todos los presentes lo mismo que le había contado a Akari: que Kagami había reunido a un grupo de sicarios, entre los que era probable que estuviera Shikyoh, quien la última pista de su paso que había obtenido era que... se dirigía hacia aquí.

—Debemos estar alerta, señor — añadí finalmente con voz grave.

Hibiki saludó alegremente a Akari, Juzo y Kojiroh, le daba gusto verlos de nuevo, tan ...pues...tan como siempre, al menos estaban enteros.

Hibiki ni tarda ni perezosa, comenzó a relatar los pormenores del viaje-...Así que después de terminar adoloridos por el viaje en los caballos que el amigo de Amano le hizo el favor de regalarle, terminamos en la posada de un camino, la chica me condujo a los baños, y mientras tomaba un baño...fui atacada por Mukuro...ese ser...es literalmente...¿un muerto viviente?, porque para estar muerto se movía con una velocidad de medio, como si fuera...una araña repulsiva y gigante, lo mantuve a raya, e incluso logré herirlo, sin embargo...cuando Amano y los dueños de la posada llegaron a donde estaba luchando ( ya estaba vestida no se preocupen), Mukuro escapó...robó un caballo, así que lo que ha contado el joven Kojiroh, debe ser cierto.- exclamó la chica
 

Escucha a Hibiki. Parece que han tenido dificultades.

-Nosotros no hemos tenido muchos más problemas. Unos gaijin se volvieron locos debido a unos espíritus y los tuvimos que exorcizar. Y en la posada nos enfrentamos a unos samurais que estaban abusando de su poder, pero no creo que tengan nada que ver con Kagami y sus esbirros. Esos samurais son bien conocidos por la gente de la zona. Y ahora estamos aquí.

Mira en dirección en la que debería quedar el río.

-Los demás se deberían encontrar con nosotros dentro de poco. Tuvieron que cruzar la empalizada de forma poco ortodoxa. Quizá debamos acercarnos al río. Están tardando demasiado. De todas formas, sigo creyendo que debería cumplir mi palabra e ir a ver al Señor de Ise. No hacerlo supondría poner en entredicho mi palabra y la del Templo Ichijô.

Washizuka escuchó preocupado las noticias que el resto le contaban. Confirmaban algunas de las cosas que había oído, y eso no era buena señal. Miró a Hibiki y después a Kojiroh.

—Parece que estamos sobre la buena pista —dijo—. Esta joven y Amano se han encontrado con el criminal al que perseguíamos. Amano lo conoce y confirma que era él. El problema es la otra parte... eso de que parecía ser un muerto viviente. Concuerda con lo que relata la joven Akari sobre la posesión de esos gaijin.

Reflexionó un momento.

—No quería creerlo, pero... lo cierto es que al cuartel han llegado noticias de que por todo el país han ocurrido sucesos similares —explicó—. Parece ser que algún tipo de fuerza desconocida está transformando a gentes normales y corrientes en una especie de... seres que se mueven como marionetas, están dotados de fuerza terrible y no tienen miedo. Sus ojos se iluminan con un fulgor verdoso y atacan a todo lo que se interpone en su camino. Y parece que todos viajan en la misma dirección, hacia el este.

Al escuchar aquellas palabras, Lee intervino.

—Eso es justo lo que yo vi al enfrentarme a ese Shikyoh... o Mukuro, como ahora bien lo llama la joven Hibiki —dijo—. La mirada de ese ser no era humana. Algo se ha apoderado de su cuerpo y lo utiliza como un títere. Un títere letal...