Partida Rol por web

Sus encantamientos no han sido necesarios por la noche. Nadie ha atacado la cabaña, pero puede significar solo la calma antes de la tormenta. No pueden bajar la guardia. Es por eso que la actitud de Moriya la está cansando. Y es que hacerlo todo a la tremenda puede llevarles a la muerte.

Recoge sus cosas mientras se asegura que no queda nada atrás de demuestre su presencia en esa cabaña.

-Creo que lo más sensato es que dejemos tierra firme y tomemos un barco en el puerto de Nagoya. Nuestro destino sería Odawara. O Shizuoka. Desde aquí, y caminando, nos tomará una semana... como poco. Y la nieve no ayuda a nuestro paso.

Se echa la mochila al hombro.

-Juzoh, ayuda a Yuki a caminar. Si no puede, cárgala.

–Haz lo que quieras, como siempre. Pero sabes que nosotros no podemos desviarnos del camino– respondió a Moriya lanzandole una gélida mirada. Aún estaba molesta con su hermano, y no podía creerse que fuese incapaz de dejar de lado  durante un tiempo una venganza que ya había llevado a cabo. Podía perfectamente acompañarlos en el difícil camino que se acercaba y después partir. Pero no. Igual que el año anterior, cuando decidió no darles explicaciones sobre la muerte de su padre– Pero no olvides lo que decía padre.

Aunque la noche había transcurrido sin malos sueños y tranquila, no estaba en el mejor de sus momentos. Con cuidado, se levantó y se tocó el costado mientras probaba a avanzar despacio. Dolía, pero ya al menos no sentía la muerte mordiendo su nuca. Akari intervino entonces, pero Yuki hizo un gesto tranquilizador.

–En realidad creo que puedo andar sola... Despacio, pero puedo... Claro, que incluso con ayuda tampoco podré ir a paso ligero... si en algún momento hay que correr si que necesitaré que me llevéis. Pero de momento, con que llevéis mi equipaje, suficiente. 

Y no conviene llamar demasiado la atención cargando con un herido...

Yuki, Kaede y Moriya habían sido criados en la idea de que, aunque no era vergonzoso recibir ayuda, era conveniente hacer lo posible para valerse por si mismos. También habían sido criados en la idea de que la familia era lo más importante, de ahí sus palabras a Moriya. Se sentía traicionada, pero habían llegado a un acuerdo en la reunión y tenían que cumplirlo... Además, aquella presencia le había dicho que debían darse prisa. Pero había cosas que hacer antes. Aunque Akari estaba guardando ya todo, Yuki intervino. Era preferible asegurarse antes que llevarse una sorpresa más tarde.

–No me vendría mal cambiar el vendaje y comprobar como está ¿no?– dijo mirando alternativamente a Lee y a Akari. Lee parecía menos descompuesto que la noche anterior. No se le había pasado por alto el temblor de las manos al comprobar su herida... y aquello era una buena señal.

-Cuando te canses, solo dilo y te ayudaremos.

Parece que la tensión entre los hermanos aun no se ha disipado y es que la actitud de Moriya no ayuda demasiado. Alguien que lo arriesgaría todo por venganza no parece el más adecuado como compañero de viaje. Pero no dice nada. Solo espera que en el momento de la verdad, sepa elegir correctamente. Y ellos no pueden hacer esa elección por él.

-Yo te miraré la herida y te la volveré a vendar. Los demás podéis ir abriendo un camino en la nieve para facilitar las cosas.

Les mira, como queriendo decirles que quiere hablar, a solas, con Yuki.

Había descansado hasta que mis heridas apenas era un rasguño, me estiré y comencé a escuchar las voces de los que despertaron primero mientras me refregaba los ojos y acercaba a mi hermana.

Mire a Yuki y escuché lo que le dijo a Moriya, nada más despertar y ya estaban discutiendo, entendía el punto de vista de los dos y nadie me había pedido el mío pero igual lo dí.

-Una vez que le hayan cambiado los vendajes a Yuki partiremos- le dije a Moriya con una resolución tal que demostraba que no le estaba dejando otra opción- mientras salgamos a apartar la nieve como dijo Akari- dije saliendo hacía afuera.

Zantetsu había escuchado las opiniones y los comentarios de los chicos. No quería meterse en la guerra interna con Moriya y su cabezoneria. No le parecía bien lo que hacía el chico, pero en cierto modo le entendía. Por otro lado, la preocupación por Okina aumentaba. No dudaba que el viejo podía defenderse por sí mismo, pero visto el poder ofensivo de aquellos a los que se enfrentaban...

Mientras Akari se ocupaba de la herida de Yuki, Kaede salió junto con Moriya, Amano y Juzoh. Afuera, era otro día nublado, pero no nevaba ni hacía viento fuerte como la tarde anterior. La capa de nieve era gruesa, pero la temperatura se había suavizado y no les cotstó demasiado moverse.

El camino que tenían por delante era siniestro. Moriya partiría sin duda en pos de Kagami, y le daría igual hacerlo solo que acompañado. La sugerencia de Akari de que continuaran su camino por mar desde Nagoya no era mala idea. Por mar se viajaba mucho más rápido y sería más difícil que pudieran caer en emboscadas. Aunque una tormenta como la de la noche anterior en mitad del mar podía ser peligrosa. Pero en cualquier caso, debían considerar seriamente la opción. Ya hacía bastante que se habían separado de Okina, y las esperanzas de que se encontraran eran escasas. El tiempo apremiaba, y deberían continuar el viaje sin él...

Juzoh se abrió paso sin demasiada dificultad, dejando un surco en la nieve tierna. Se estaba helando los pies otra vez, y gruñía.

—No vamos a tener ni pizca de suerte con el tiempo —rezongó—. Ya podía haberse abierto esa puerta en verano...

Luego se volvió hacia el grupo. No sería difícil volver a la Tokaido, pero debían decidir a dónde ir desde allí.

—¿Qué hacemos? —preguntó—. ¿Nos olvidamos de Okina y vamos en barco, entonces?

A Lee la idea de dejar de pisar tierra firme no le gustaba demasiado. No quería decirlo, pero los barcos le mareaban, y ya era bastante suplicio tener que coger uno cada vez que tenía que ir o volver de China. Pero también era cierto que era un medio de viajar mucho más rápido...

—Quizá sea lo mejor —dijo—. Después de lo que nos contó Moriya, dudo que vayamos a encontrar de nuevo al anciano maestro...

Washizuka se adelantó. Había sido el último en descansar aquella noche, pues había insistido en hacer dos turnos de guardia en vez de uno para que los heridos pudieran recobrar fuerzas, pero se le veía despejado y seguro.

—La opción de ir por mar no es mala... —dijo—. Pero no me fío demasiado del clima, puede jugarnos una mala pasada y retrasarnos, o algo peor. Otra alternativa es avanzar hasta algún puesto cercano y requisar caballos. En estas tierras aún se respeta a los miembros del shinsengumi. Seguro que podríamos conseguir monturas para todos y avanzar con rapidez.

Miró al resto, esperando a ver cuál les parecía mejor opción.

Cuando se quedan solas, comienza a preparar las cosas para vendar las heridas de Yuki.

-Yuki, me gustaría preguntarte algo. La Dama y tú ¿sois una sola o dos entes separados? Tú eres la única que puede saber eso.

Espera que Yuki descubra su herida para comenzar a cambiar los vendajes.

-Su fueseis dos entidades diferentes, podría sellar su poder en uno de mis talismanes. Eso evitaría que tuvieses que morir y, aunque no evitaría que fuesen a por ti, nuestro plan no correría peligro. Aun podríamos hacer uso del poder de la Dama para sellar el portal para siempre. Se consumiría su "vida".

Yuki había permanecido en silencio mientras Akari le cambiaba las vendas. Las manos de la onmyoji se movían con prestreza pero aquello no hacía sentir mejor a la guerrera, que seguía dolida con Moriya. Además, sabía que si quería hablar con ella sería de algún tema serio. Y eso no era buena señal. Afortunadamente, la lo que Akari quería preguntarla, aunque no era alegre, era menos  incómodo que lo que había pensado en un principio. Yuki sacudió la cabeza. A su cabeza vino la pequeña niña rusa, Alina, vino su padre, sus hermanos y su transformación en la Dama.

–Yo...creo que, aunque me duela ese poder, somos un mismo ser.– dijo mirando hacia puerta y suspirando con resignación– No entiendo mucho de estas cosas, pero no he visto nada que me haga pensar que seamos... seres distintos. Recuerdo lo que hice y lo que dije cuando estaba transformada, recuerdo decidir. Recuerdo ser "yo". Sobre todo, recuerdo haber tenido más claro que nunca eso. Como... Es difícil explicarlo. Como si hubiese comprendido cosas que antes no entendía. Como si por fin, después de muchos años sin saber que era esa extraña sensación, hubiese despertado. 

–Te lo agradezco, Akari.– murmuró mientras se pasaba la mano por el pelo. A pesar de que no parecía haber solución agradecía a la chica que intentase buscar una salida.

Nada dijo Yuki a la sacerdotisa de Alina, y de una sospecha que empezaba a tomar una forma terrorífica en su cabeza. Si aquella niña tenía relación con ella y la Dama, y solo una de las tres podía sobrevivir, movería cielo y tierra porque fuese la pequeña. Siempre. Por un momento había llegado a sospechar que eran la misma persona, una visión de su pasado mandada por los espíritus, pero aquello era imposible. Antes de llamarse Yuki, se llamaba Tanya, no Alina. Allina, Yuki y la Dama no podían ser tres versiones del mismo ser. 

El viejo ninja miró a los presentes. 

- No me gusta la idea de ir por el mar. Si os parece mejor vamos en busca de monturas. Menos aún con este tiempo tan traicionero. Es mejor tener los pies en la tierra. 

-Yo estoy con el señor Zantetsu...la verdad es que prefiero tener los pies bien puestos en la tierra, el mar es algo que me aterra...y con el devenir de los últimos sucesos, quien sabe...no me gustaria enfrentarme contra serpientes de mar gigantes, o cualquier otro demonio de las profundidades marinas...-comentó Hibiki en un susurro, poniendose ligeramente roja, pues ella si que era creyente en bestias fantásticas y seres sobrenaturales, y los ultimos enemigos a los que se habian enfrentado no habian hecho sino mas que afianzar su ferrea creencia en la existencia de otros seres.

Juzoh miró al resto y resopló. Estaba claro que no todos opinaban como su hermana. A él le alegraría continuar el viaje por tierra firme, pero no quería decirlo en voz alta. Y además, se quedaban sin tiempo...

—Bueno, parece que algunos les parece bien el mar y a otros no tanto —dijo—. Pero no creo que sea buena idea separarse. Yo estoy dispuesto a ir por donde a la mayoría le parezca más adecuado. ¿No crees que sería lo mejor, Akari?

Miró a su hermana, dando a entender que él la apoyaría, pero que no podía hablar por los demás.

Washizuka escuchó a Zantetsu, Hibiki y Juzoh. Asintió con gravedad, pues él también veía ventajas e inconvenientes en las dos alternativas.

—Quizá sea lo mejor —dijo—. Aquí todos somos iguales, y la opinión de cada uno cuenta tanto como la del resto. Votemos, pues... y que la mayoría decida nuestra ruta.

Calló durante un momento, valorando una vez más las dos opciones de que disponían.

—Yo voto por mantenernos sobre tierra firme —concluyó—. Mi oferta de conseguir monturas para el grupo sigue en pie, y creo que aunque no sea un medio tan rápido como un barco, podremos defendernos mejor en caso de ataque.

Miró al resto, esperando una decisión.

-Entiendo... intentaré pensar más cosas. Para protegerte de los ataques. Estás débil y no podrás usar ese poder por un tiempo si quieres sobrevivir. No hagas esfuerzos innecesarios si no quieres que tus heridas se abran de nuevo. No estás sola, ¿de acuerdo?

Tras asegurarse de que las vendas están en su lugar, recoge todo y se pone en pie. Los demás esperan fuera y tienen que emprender la marcha si no quieren retrasarse. Y hay muchos enemigos tras sus pasos. No pueden demorarse más.

Una vez sale de la cabaña, todos están ya fuera y parece que discutiendo sobre algo importante. Escucha como su hermano le pregunta algo.

-¿El qué sería mejor?

No ha acabado de escuchar de lo que están hablando los demás. Le mira con extrañeza.

Yuki miro a Kaede interrogante. Aún estaba pálida y parecía cansada, pero la expresión de su rostro era decidida. Había tomado una decisión y lucharía hasta el último aliento por ella. Quedaban muchas cosas que comprender, mucho que entender, pero ahora tenía confianza.

Lee se adelantó a Juzoh a la hora de realizar la aclaración. Había estado pensando un rato en silencio, pero parecía haberse decidido.

—Hablábamos sobre qué opción sería mejor —dijo—, si continuar por tierra o coger un barco como has sugerido. En cualquier caso, parece que tenemos claro que separarnos de nuevo no es buena alternativa.

Tomó aire y luego miró al resto.

—Yo creo que lo mejor es ir lo más rápido posible. Si cogemos un barco, llegaremos a Edo mucho más rápido. No me gusta ir por mar... pero el tiempo apremia y si lo perdemos, quizá no podamos evitar un mal desenlace. Además, será un medio de transporte mucho más adecuado para llevar a alguien que ha sufrido heridas —terminó refiriéndose a Yuki.