Partida Rol por web

-Es el momento- digo mirando a Yuki. - Debemos ir tras él y averiguar que ha pasado.

Ha pesar de mi repentina y fingida fuerza, el dolor por la muerte de nuestro padre pesa como una losa en mi corazón, pero algo me dice que no es el momento de llorar su pérdida, si no de hacer pagar a su asesino y su pena será su propia vida.

Tras darle la ultima despedida a nuestro amado maestro, intento no descomponerme, pero son demasiados impactos en muy poco tiempo. Y Moriya...¿ Que demonios le habia pasado a Moriya? ¿ Por que habia sido tan frio y cruel?
Empezaba a sentir que la pena me hundia, pero al ver como Kaede intenta hacerse fuerte, intento imitarlo.
- Tienes razon. Iremos en esto juntos hasta el final. Por Gaisei.... y por Moriya.
Y extiendo la mano a Kaede

Le doy la mano a Yuki para que sepa que en esto no está sola. Es el momento de partir y ver que nos depara nuestro futuro.

Una vez que había decidido el rumbo a seguir, Moriya estallo por dentro, y solo media fracción de segundo después ya corría hacia la parte de atrás de al finca para buscar huellas.

Tardo un rato, no quería apresurarse. El que había saltado la tapia era sin duda una persona ágil, pero tras matar a un gran maestro de artes marciales no tenia sentido que borrara su rastro.  

La luz no era especialmente prodiga para ayudarlo, pero tenia todo el tiempo del mundo, y una misión clara en mente. Como solía decir Giasei sama, cada cosa un movimiento es, aprende ese movimiento antes de pasar al siguiente. 

Encontraría un rastro, y luego le seguiría. No podía seguirlo sin un rastro. Cada cosa a su tiempo. 

Concentro sus ojos en el suelo, y realizo una batida tras otra, cada vez mas lento y mas concentrado para encontrar una pista del asesino. 

Tras dar sepultura a Gaisei, ambos decidís encontrar a Moriya y averiguar por qué vuestra vida ha cambiado tan repentinamente esa noche. Al pensar esto, es cuando os dais cuenta realmente de que ya no hay vuelta atrás. Gaisei está muerto y enterrado, y ya nunca volverá... El dolor os invade por completo, no dejando espacio dentro de vosotros ni siquiera para el aire que respiráis. De pronto, todo a vuestro alrededor carece de sentido, todos vuestros sueños acaban de derrumbarse. En un momento tan a la deriva, sólo tenéis una cosa a la que aferraros para seguir adelante: encontrar a vuestro hermano.

Así que os ponéis en marcha. Es ya noche cerrada, y el cielo tiene un color grisáceo, ceniciento. De vez en cuando se ve algún relámpago lejano, pero no se oye nada salvo las hojas mecidas por el viento del otoño y los grillos que cantan. Afuera, no hay signos de Moriya. Parece haber partido con rapidez, tal vez huyendo... Sea como sea, será complicado encontrarlo. Rápidamente os ponéis a pensar qué podéis hacer. Hasta el último segundo puede ser decisivo...

La escena sigue no? es que ese ultimo post parece autoconclusivo

Las alternativas no son muchas... Moriya es un experto guerrero, y como tal, sabe caminar e incluso correr sin dejar un rastro evidente. Seguirlo podría ser difícil. Otra opción podría ser intentar pensar como él y anticipar sus movimientos, lo conocéis bien... Además, ¿no ha dicho justo antes de irse que tenía cosas que hacer? Su actitud ha sido extraña toda la noche, aunque podría deberse a la angustia que sobreviene tras cometer un crimen.

Debe haber alguna razón para que todo esto haya ocurrido, y el único que sabe más que vosotros es vuestro hermano. Si queréis respuestas, debéis encontrarlo.

Moriya buscó desesperadamente la más mínima evidencia que marcase el rumbo del asesino de Gaisei. Sin embargo, el patio trasero parecía tan normal como siempre. En la mortecina luz de la noche, lo único que podía verse era la hierba cubierta de hojas rojas y marrones, mecida suavemente por el viento. Tras la tapia, los árboles hacían sonar sus hojas como si fueran instrumentos, al son de la brisa. Aparte de los grillos, ni un ruido. El criminal era sin duda rápido y sigiloso...

Pero los ojos de Moriya eran expertos, y rivalizaban con los de un halcón. Una mínima pista aguardaba en ese patio. Sí, el asesino había pasado por allí. Pero la única evidencia era extraña...

Moriya caminó hacia lo que veía en el muro, turbado. No era más que una mancha en la tapia de piedra gris, como si algo se hubiera... ¿quemado? La pared estaba chamuscada, como si hubiese habido una súbita llamarada junto a ella. Algunas briznas de hierba verde también se habían carbonizado, aunque a Moriya le costó verlo a la luz de la luna. Pero no cabía duda, junto a esa tapia, algo había provocado un gran estallido de fuego, y luego había desaparecido. Moriya examinó la tapia por su parte superior, justo encima de la mancha. En las tejas del borde había otra mancha parecida, aunque más pequeña. El asesino debía haberse apoyado ahí para saltar. Había cruzado el muro y desaparecido entre los árboles, hacia el norte.

El joven guerrero repitió los movimientos del asesino, se coloco sobre el muro en la misma posición, debía seguir si rastro, vislumbro desde arriba lo que tenía delante.

Por muy asesino que fuera, era una persona, tendría que dirigirse a algún lugar, solo tenía que saber cual.
Luego de un salto ágil, cayó al suelo y empezó su caza.

Se movió entre la maleza como un depredador, siguiendo las pistas y su instinto. Debía encontrar algo, un trozo de tela, una marca de calzado, algo con lo que trabajar, porque estaba seguro de que en algún momento saldría a campo abierto, se cruzaría con la población, y disimularía su rastro.

No podía consentir que se le escapara de las manos, porque aquel asesino, no tenía ni forma, ni nombre, ni siquiera técnicas de combate por las cuales guiarse. Era un misterio horripilante que nada le decía, y aquello no era bueno.

Como no hay tiempo que perder, en cuanto puedo me pongo a recoger un equipaje improvisado para mi y para Kaede, y se lo llevo.

- Moriya nos lleva ventaja, pero si nos damos prisa, podremos alcanzarlo. Vamos!!
Y me dispongo a partir en direccion ha donde iba Moriya la ultima vez que lo vimos

Tanta decisión tras este amargo momento me deja algo confuso, pero sin rechistar y sabiendo que mi hermana tiene razón, salgo corriendo tras ella con la bolsa que me ha dado a la espalda.

-No sabemos dónde está ni lo que ha pasado. Necesitamos un plan - le digo mientras corremos.

Aunque el ímpetu que sentís es difícil de frenar, Kaede tiene razón. Tenéis que decidir a dónde os dirigiréis antes de empezar a correr sin rumbo fijo. Lamentablemente, no sabéis en qué dirección ha ido Moriya, y como ya sabéis, seguir su rastro será difícil...

Rápidamente pensáis en lugares que sean importantes para los tres, quizá se haya dirigido a uno de ellos... O tal vez puede que haya ido a encontrarse con alguien. Todas las posibilidades están abiertas. También podéis registrar el recinto del dojo, con la esperanza de encontrar alguna pista suya...

Tras saltar del muro, y a pesar de la luz escasa, Moriya corrió por el bosque como un gamo, buscando pistas que le indicaran por dónde había huido el asesino. No tardó en encontrar la primera rama rota, y la hierba aplastada bajo el peso de un hombre corpulento. ¿O tal vez se trataría de una mujer...? Con aquella luz, era imposible distinguir bien las huellas.

Moriya corrió durante varios minutos, siguiendo el evidente rastro. A pesar de que se había apresurado a escapar, el asesino no parecía preocuparse demasiado por haber dejado pistas. Tal vez no esperaba que nadie las siguiera, o quizá no le preocupa lo más mínimo... Después de todo, si ha podido derrotar a Gaisei, es dudoso que cualquiera pueda detenerle.

Tras una carrera desesperada por el bosque, Moriya alcanzó un claro entre los árboles. Algunas ramas de bambú silbaban con el viento que crecía en intensidad. En medio del claro vislumbró una piedra grande, que sobresalía del suelo cubierto de hierba. Se aproximó y vio que estaba chamuscada, igual que el muro del dojo. El rastro terminaba allí... era como si el asesino se hubiese volatilizado. Moriya no podía dar crédito a lo que veía. ¿A dónde demonios había ido ese miserable?

Se sentó en el suelo con las piernas cruzadas bajo el. No tenía tiempo que perder, pero tampoco podía permitirse equivocarse.
Durante un minuto entero, que duro tanto como toda una vida, Moriya se concentro en calmar su pulso y su respiración.

Al llegar y ver la marca sabia sin duda que el asesino había pasado por allí, pero ahora podía haberse marchado en cualquier dirección, si no se calmaba y concentraba nunca daría con él.

Así pues, una vez sus pulsaciones habían vuelto a el lugar donde tenían que estar, bajo llave, el joven samurái se levanto y miro con cuidado la roca.

Una marca de quemadura había aparecido allí. Intento imaginar como podían haberse ocasionado. Eran acaso del tamaño de una mano, de un pie. Si estaban en el muro, y allí mismo, podía ser que su objetivo usara algún tipo de técnica especial explosiva que lo impulsara con fuerza.

Aquella idea extravagante era su mejor deducción por el momento. Así que realizo una serie de cálculos.

Si realmente habían usado aquel punto, como lugar de apoyo para un salto formidable, la misma marca podía indicarle en que direcciones no se había marchado. Quizás tardara horas, pero encontraría otra vez el rastro. Aquel demonio no tendría lugar donde esconderse, porque a partir de esa noche, siempre tendría una sombra siguiendo su rastro.

Moriya, empezó con lo que el supuso se trataba de la línea recta del salto, el lugar más probable hacia donde hubieran podido saltar, y usando la piedra como referente camino en esa dirección un centenar de pasos, buscando con paciencia alguna otra señal de la dirección o intención del asesino.

Sin perder tiempo, a pesar de que empezaba a sentirse agotado por la frenética carrera a través de la espesura, el joven Moriya comenzó a trazar círculos, cada vez más amplios, alrededor de la piedra quemada. Lo único que se oía a su alrededor eran los grillos y la brisa nocturna. Moriya caminó despacio, buscando cualquier indicio, pero no había nada. A partir de ese punto, el rastro del asesino simplemente desaparecía. Transcurrió media hora pero la búsqueda fue infructuosa. Frustrado, Moriya se detuvo.

En el momento en que lo hizo, sucedió algo. El cielo cambiaba... Su color azul oscuro se convirtió en gris plomizo en una amplia zona. Al principio, le parecieron nubes. Pero no eran nubes. Era un color plano y apagado, como si el cielo perdiese su esencia. Era extrañísimo. De vez en cuando, de aquella zona surgía algún pequeño relámpago que se desplazaba hacia el resto de cielo, como intentando contagiarlo. Moriya tuvo la desagradable sensación de que aquello, fuera lo que fuera, estaba vivo de alguna manera...

Pero algo más atrajo su atención. Bastó un pequeño ruidito para alertar sus reflejos de samurai. Se volvió, echando mano a la katana y descubrió que en los matorrales del borde del claro, brillaban pálidamente dos siluetas que trataron de esconderse en cuanto las miró. Por un momento pensó en Kaede y Yuki... pero no eran sus hermanos. Era algo etéreo, brillante, y le ponía nervioso. Algo extraño le estaba acechando... y estaba solo.

Suspiro resignada ante las palabras de Kaede.- Tienes razon, me he dejado llevar por la impaciencia. Necesitamos un mapa para ver donde podria ir en las proximidades.
Yo creo que voy a mirar en sus aposentos. Puede que haya alguna pista.
Suelto el equipaje, y me dirijo a echar un vistazo rapido a la habitacion de Moriya

Con prudencia y dejando que sus sentidos se inundaran con cada matiz del ambiente Moriya camino hasta el claro otra vez.

Si había alguien en aquel lugar a esa hora no podía ser coincidencia. Muchas cosas extrañas estaban pasando, no solo la muerte de su viejo maestro.

Mostraos, porque un guerrero de verdad no se oculta entre las hierbas.

Se dejo ver tal cual era, y mantuvo su mano cerca de la empuñadura de su espada, pero no la saco. Aunque para muchos aquello era una debilidad, pues sacar la espada era algo lento en términos de combate. Para Moriya era una ventaja, pues quien lo mirara se confiaría. Y desde luego no era la clase de luchador que pierde tiempo desenvainando.

Hacía tiempo que había aprovechado ese movimiento para incorporarlo a sus feroces y rápidos ataques.

-Yo miraré en los aposentos de padre a ver si hay algo que nos ayude a entender que ha pasado - dije dirigiéndome allí.

Corres a la austera habitación de Moriya, en la que has entrado muy pocas veces. A tu hermanastro no le gusta que nadie interrumpa su soledad y su meditación, pero ahora no está...

Dentro de la sala, el suelo de madera cruje y la oscuridad es intensa. La única luz proviene de las láminas traslúcidas que cubren las ventanas. Enciendes el candil de Moriya, y compruebas que sus escasas pertenencias continúan ahí. Moriya se ha ido con lo puesto, y con su katana como única arma. Está claro que no había planeado nada...

Salvo eso, no distingues nada más relevante a primera vista.