Partida Rol por web

El rival de Amano era rápido, pero no lo suficiente como para superarle a él. Atacó con rapidez usando su tanto, pero Amano se retiró de su camino una fracción de segundo a tiempo, y la espalda de su enemigo se le ofreció como un blanco perfecto para asestar el primer golpe.

Shikyoh se estremeció una vez más, seguramente debido al dolor que atenazaba su cuerpo. Se había movido con demasiada violencia tratando de escapar, y aún estaba muy herido. Jadeó con esfuerzo, pero no perdió su sonrisa. Entonces Washizuka pudo oír la voz de aquél sádico inhumano.

- Da igual lo que te diga... -logró articular con una voz que parecía la de una serpiente-. Mañana tú y todos los sacos de huesos que te rodean estaréis muertos... No podréis detenerle...

Se rió con fuerza, aunque se notaba que le costaba muchísimo.

- Te ofrezco un trato... -dijo-. Suéltame y déjame marchar... y te diré quién me... convenció para que le llevara toda la sangre que pudiera...

Su boca se abrió de par en par, en una mueca de locura que mostraba una larga hilera de dientes amarillentos que rezumaban saliva. Washizuka no podía creerse lo que le estaba ofreciendo. ¿De verdad pensaba que iba a soltarle así por las buenas? ¿Por qué iba a creer en la palabra de un loco asesino como él? Y sin embargo, el capitán sabía que no habría otro modo de averiguar por qué Shikyoh había actuado del modo en que lo había hecho...

aprovechando que el sujeto esta de espaldas, uso mi poderoso uppercut, por desgracia creo que aun estoy un tanto sobrio, no me sientyo muy fuerte

- No puedo hacer algo así Shikyoh. Aunque no lo creas tu muerte es demasiado valiosa.- digo sin un ápice de duda en mi voz, aunque en mi interior la curiosidad me puede.- Si de verdad quieres que me plantee la idea de liberarte tendrás que contarme algo más. Qué objetivo tiene el reunir esa sangre o quién anda detrás de todo esto. Tendrás que darme más datos. No pienso liberarte por una simples sospechas o curiosidad.- añado con el mismo tono. Nada me desagradaría más que dejarlo marchar, pero si hay algo más grande detrás de todo esto a lo mejor es hasta necesario. Pero para ello debo de estar seguro.

El golpe de Amano alcanzó a su adversario en un costado, pero no lo suficientemente fuerte como para causarle daño. Sin embargo, le derribó e hizo que se quedara en el suelo durante un momento. Rodó para ponerse fuera del alcance de un nuevo ataque y miró con furia a Amano. Su rapidez le había cogido por sorpresa.

- ¡¿Quién demonios eres tú, y que haces aquí?! -preguntó a voz en grito, furibundo.

Shikyoh abrió la boca de par en par y soltó una estentórea carcajada.

- No te diré nada -exclamó-. Si lo hago, nada os impedirá matarme. Así que si no quieres que todos a tu alrededor se conviertan en masas de carne humeante, será mejor que escojas... ¿prefieres acabar conmigo, o rescatar a todos tus queridos amiguitos?

Miró con insidia a Washizuka y se relamió con deleite y malicia.

- Sólo te diré que él se impacienta. Pronto tendrá cuanto necesita y abrirá la Puerta del Infierno. Entonces, será demasiado tarde... ¡todos moriréis!

amano se disponia a hacer una embestida cuando escucha las palñabras del sujeto, entonces para en seco y le ofrece la mano al hombre -mil disculpas, crei que usted queria pelear, yo soy el gran amano, heroe de las damas y estoy buscando a mi amiga aika, de casualidad no la has visto? un demente la rapto... y a mi licorera favorita-

El hombre que le había atacado se quedó de una pieza al escuchar las palabras de Amano.

- ¿Pero de qué estás hablando...? -preguntó con el ceño fruncido.

No tenía muy claro si Amano le estaba tomando el pelo, si era una estratagema para distraerle, o si simplemente estaba loco. En cualquier caso volvió a gruñir y se preparó para intentar matarle una vez más.

- ¡Me da igual cómo te llames! ¡Has oído lo que no debías y ahora debes morir!

Se lanzó hacia delante una vez más y atacó sin piedad. Esta vez Amano, con la guardia baja por su ofrecimiento, no pudo esquivarlo a tiempo. Su rival le hizo un profundo corte en el brazo derecho que arruinó su kimono y del que manó sangre.

Las palabras del asesino esta vez si captan mi atención. Apenas ha revelado nada nuevo, pero lo poco que ha dicho es suficiente para que me de mala espina todo el asunto. Y sobre todo es una declaración que reduce las posibilidades de que sea una mentira para escapar de mis garras.

- De acuerdo.- respondo finalmente con voz gélida tras un buen rato pensando mis posibilidades. Lentamente desenvaino mi katana y me acerco más a Shikyoh.- Pero el trato es este. Me dices lo que quiero saber y yo te doy mi palabra de honor  de que después te soltaré. Esto no admite discusión, ¿de acuerdo?.- añado con evidente cabreo. No me va a gustar nada dejarlo escapar, pero si lo que está diciendo es la mitad de cierto de lo que parece el problema es bastante mayor d elo que me imagino. Además, sólo he dicho que lo dejaré escapar, no le dejaré llevarse sus armas.

Durante un momento, Shikyoh parece recelar, pero luego vuelve a sonreír y sus hombros se sacuden cuando ríe entre dientes. Seguramente está pensando que los oficiales del Shinsengumi son unos idiotas por dar tanta importancia a eso que llaman "honor".

- No hará falta que te explique nada -dijo con sorna-. Podrás descubrirlo todo tú mismo. No tienes más que dirigirte al oeste de Edo, y a tres o cuatro millas del Torii Rojo hallarás una mansión de factura occidental. Él está allí, y seguro que ya tiene todo lo que necesita. Aunque quizás, si te das prisa, aún llegues a tiempo de detenerle...

Se rió de forma salvaje, como si aquél último comentario fuera más una broma que otra cosa. Luego se dominó y volvió a mirar ceñudo a Washizuka.

- Y ahora cumple tu promesa -dijo-. Te he dicho todo cuanto necesitas saber, y todo cuanto yo sé. Suéltame ya.

Sacudió las cadenas que lo retenían, como para apremiar a Washizuka para que le liberase.

amano se molesta, ve su kimono y pone cara furiosa, no se habia sentido asi desde lo de su amiga, -oh, maldicion, era mi kimono favorito, esto me lo vas a pagar- amano sala hacia el sujeto y en el aire lanza un golpe con su baston

Observo a Shikyoh con más desprecio que otra cosa, evaluando las palabras que me ha dicho. Tras unos segundos con evidente desgana me acerco a sus correas y comienzo a soltarle un brazo. Nada más liberarle el primer brazo coloco mi katana en su cuello, a escasos milímetros, rozando su piel.- Nada de movimientos bruscos. En cuanto te libere te acompañaré a la salida. Cuando estés fuera podrás irte corriendo. Pero no voy a dejarte coger tus armas ni intentar nada raro así que más te vale no intentar jugármela. Te puedo asegurar que nada me causaría más placer que me dieras una excusa para matarte.-lo miro fijamente y sigo liberándolo de sus ataduras. Se que es un peligro dejarlo suelto, pero he dado mi palabra de honor.

El golpe de Amano alcanzó a su rival en plena mandíbula. Estaba claro que estaba furioso ahora. El enmascarado cayó al suelo fulminado e inconsciente. El tanto se le cayó de la mano y repiqueteó en el suelo.

Amano se miró el corte y comprobó que era profundo. Tendría que tratárselo rápidamente para curarlo bien. Sería terrible que le dejara una cicatriz...

El hombrecillo gordo al que ese tipo había estado amenazando estaba de rodillas en el suelo, con los ojos llorosos y aterrorizado. Cuando la lucha terminó, se levantó y avanzó con pasos trémulos hacia Amano.

- Gracias, señor... gracias... -dijo con voz temblorosa-. ¡Me habéis salvado!

Shikyoh dejó de sonreír al oír aquello. Nada le habría gustado más que jugársela a Washizuka... pero aunque estaba loco no era estúpido y sabía que el capitán tenía la sartén por el mango. Una vez que lo soltó, ambos caminaron hasta la salida. A Washizuka le revolvía las entrañas tener que soltar a ese demente para que volviera a cometer maldades... pero había dado su palabra y era mucho más lo que estaba en juego. Ya volverían a jugar al gato y al ratón más tarde.

No bien hubieron salido, Washizuka soltó la cadena y Shikyoh, sintiéndose libre, corrió y desapareció por la calleja más cercana, profiriendo gritos y carcajadas de malsano júbilo. Washizuka reprimió un ataque de náuseas. Sería mejor que se olvidase de él por el momento. Ahora tenía algo más importante que hacer...

amano suspira triste, como si hubira perdido un viejo amigo -mi kimono, tendre que comprarme uno nuevo, en fin- un par de segundos despues se da cuenta de la situacion gracias al agradecimiento del sujetop gordo y mientras revisa lo que el enmascarado tiro le pregunta al otro tipo -gracias? amigo, si quieres agradecermelo dime que pasa aqi, por que tu y el agrasivo hablan de cosas feas como muerte y demas?-

Observo como el asesino que tanto me costó capturar escapa soltando carcajadas, pero no me muevo del sitio. He dado mi palabra de honor. Sólo espero no haberme equivocado.

- Soldados debo partir. Voy al Oeste de Edo en misión especial. Iré solo porque así viajaré mucho más rápido. Ichigo queda al mando durante mi ausencia.- informo a mis hombres, que me miran sin comprender qué ha pasado, mientras comienzo a preparar las escasas pertenencias que me llevaré de viaje. Sandalias de viaje, un pequeño makuto con una manta, u sombrero de paja para protegerme del sol y algunas raciones de viaje.

- Y una cosa más. Volver a colocar la órden de búsqueda y captura contra Shikyoh. Si lo capturáis cortadle la cabeza en ese mismo lugar.- añado poniéndome en marcha con premura. Mi palabra de honor era dejarlo marchar, pero él seguramente cometerá otros crímenes, y pagará por ellos.

Lloriqueando como una magdalena, el hombre al que Amano acababa de salvar la vida se avino a hablar.

- No... no fue culpa mía, señor -gimoteó-. Ellos, esa gente vino y me dijo que me pagarían bien si les prestaba mi casa para guardar una mercancía. Supuse que eran contrabandistas, pero me ofrecieron mucho dinero... Así que acepté.

Sorbió un par de veces y se frotó las regordetas manos.

- ¡Pero eran asesinos, señor! -exclamó-. Les oí hablar de que la mercancía que debían llevar era sangre, sangre humana. Y tenían que llevarla a una mansión al oeste de Edo, para su jefe. Incluso tenían un mapa.

Señaló con una mano temblorosa un papel que había sobre una mesa de la bodega. Amano lo cogió y lo miró. Señalaba una ubicación cercana a Edo, y una fecha. La fecha del día en el que estaban.

- Van a realizar un ritual... -siguió el hombre-. Por lo visto debe ser algo terrible, para necesitar tanta sangre...

Sin perder tiempo más que en los preparativos indispensables, Washizuka se puso en camino hacia Edo. No le fue difícil conseguir un caballo en los establos del Shinsengumi, pues sabía que no tenía mucho tiempo. Salió al galope de Kyoto y pronto dejó atrás la ciudad.

Viajó durante todo el día, mientras a sus espaldas iban quedando pueblos y aldeas. Se detuvo únicamente cuando el caballo necesitó descansar, y consumió algunas raciones militares. Después, volvió a ponerse en camino con rapidez.

Por la noche, estaba agotado... pero había llegado a las inmediaciones de Edo. Le bastó preguntar una vez a los lugareños para que le indicaran la ubicación de la mansión, pues era muy llamativa y todo el mundo la conocía. Cuando la tuvo delante, se sintió admirado. Era de hermosa factura occidental, aunque él no era muy amante de las importaciones europeas. Había luz en ella... pero Washizuka sabía que no podía acercarse así como así. Los que la habitaban no tenían buenas intenciones, según Shikyoh. Y había que reconocer que, hasta ese momento, todo lo que el criminal había dicho había resultado ser verdad.

amano se rasca la cabeza y ve el papel, despues voltea a ver al sujeto knoqueado por si se levantaba -vaya, vaya, traficantes de sangre, la gente ya se droga con cualquier cosa- despues al reflexionar con la palabra ritual hace un gesto como si hubiera tenido una epifania -oooooh, no tendra algo que ver con lo que me dijo aquel viejo? esto puede ponerse feo- amano toma el mapa, lo mete en su kimono y corre hacia el lugar

Amano se encaminó rápidamente al lugar indicado por el papel. En su viaje utilizó todo tipo de transportes, desde caballos y carretas hasta sus propios pies. Tardó bastante tiempo y llegó agotado al lugar... pero finalmente lo alcanzó al cabo del segundo día de viaje.

Encontró una enorme mansión europea, un poco al oeste de Edo, cuyas ventanas estaban encendidas aunque no se veía a nadie cerca. Aquello era muy extraño, sin duda, y Amano pudo sentir que había algo fuera de lugar en todo ese asunto. De pronto vio a una imagen familiar. El capitán del Shinsengumi también estaba allí.