Partida Rol por web

Oscuridad.

Solo vemos oscuridad y nada más.

Sin embargo, un sonido persistente llega hacia nosotros con una apabullante claridad.

Plic, plic, plic.

Gotitas de algún líquido que caen, una tras otras y sin detenerse.

Cerca, muy cerca de donde ahora estemos.

Mas, nada vemos.

Solo hay,

Oscuridad.

No es consciente de donde se encuentra ni del como ha llegado allí.

¿Dónde está?.

Tampoco quien o que sea y menos su nombre.

¿Lo tiene?, ¿es algo?.

Sin embargo ahora ha despertado, (o eso cree), al NO-sitio donde se encuentra y las dudas inmisericordes comienzan a obrar sobre su entidad.

¿Debe hacer algo o no?.

¿Podrá salirse de donde sea se encuentre?.

¿Quién o qué es él o ella?, ¿Cómo se llama?, ¿Por qué ha llegado allí o siempre fue este su sitio?.

Lo que es, lo que fue y lo que podría ser se mezclan sobre si mismos y la duda se hace inmensa.

Y mientras,

Las gotas siguen cayendo,

Una tras otra,

Y otra,

Y otra…

...sin cesar.

La niña abre los ojos y por un momento duda de si realmente los tiene abiertos. Todo lo que ve es nada, la más absoluta oscuridad, y tiene que llevarse la mano a la cara para encontrarse a sí misma. 

Gira, o cree que lo hace, sobre sus talones. O tal vez flota, no está muy segura de ello. Pero sabe que intenta moverse, reconocer el lugar. Aunque tal vez debería antes intentar reconocerse a sí misma. Palpa su rostro, intentando reconocerse por el tacto. Sus dedos se deslizan por sus cejas, sus pómulos, su nariz, sus labios, su barbilla... Se lleva la otra mano al pelo y una pequeña sonrisa se cuela en su boca al notarlo esponjoso. Por algún motivo, eso hace que se sienta mejor, como si así es como debiera estar. 

Mientras tanto, su otra mano continúa el camino opuesto y, una vez se ha recompuesto tras caer por el acantilado del mentón, tantea sus hombros, sus clavículas, sus pechos y llega hasta la cintura. La niña no sabe quién es, si es que es alguien, o qué es, si es que es algo. Pero de pronto siente que se conoce. Y eso amplía su sonrisa. 

En la nada más oscura la niña extiende sus brazos, o al menos cree hacerlo, intentando atrapar alguna de las gotas que reverberan en el silencio. 

«¿Mamá?», tantea en su mente, sin que su garganta llegue a vibrar con esa palabra que no sabe lo que significa, pero que trae de forma instintiva el sabor del caldo caliente y el abrazo de los edredones de plumas, «¿Bobby?», pregunta entonces, con una palabra que significa casi lo mismo que la anterior, pero que llega teñida del granate del cariño incondicional y del olor del cuero. 

Las gotas caen. Plic, plic, plic. Y la niña intenta seguir ese sonido para encontrar en ellas las palabras que se enredan en sus pestañas sin llegar a alcanzar sus cuerdas vocales. Quizá se han quedado prendidas de cada gota.

«Es casi como nadar», piensa, sin saber de dónde viene ese pensamiento, «Nadar o andar, sólo es una cuestión de orden».

Miren hacia la oscuridad.

La oscuridad profunda, el mar de ausencias donde ahora ella se encuentra.

Ha despertado e intenta descubrir quién o qué es.

Observen como va tocándose a sí misma para descubrir que su ser tiene unas formas definidas.

Existe.

Y la revelación de esto parece reconfórtala.

Ella no lo sabe pues sus ojos no ven nada pero los nuestros pueden perforar esta nada.

Sabemos.

Que su existencia del ahora es nueva, que hasta hace tan solo un parpadeo solo era brumas.

Humo y poco más.

Vemos.

Que el sitio donde ahora esta no tiene límites, ni formas. Que es como una infinita planicie donde no hay absolutamente nada.

Un sitio de brumas y sombras. Un caos informe y carente de sonidos. La entropía. Antesala de un sitio al cual no quisiéramos ir jamás.

Solo esta ella.

Pero, poco a poco y en el más absoluto silencio la nada misma va cobrando sentido. Las profundas sombras se reúnen, agrupándose en capas brumosas y traslucidas como hebras de humo. Retorcidas, anudadas, fundidas las unas sobre las otras mientras van, ellas también, adoptando límites.

Existiendo.

Ella no es consciente de este hecho como he dicho pero si lo somos nosotros y es por ello que podemos ser testigos silenciosos del cambio y de la creación.

Estaba en aquel lugar vacío y ahora, lo vacuo ha tomado forma.

Karlene está en su cuarto – ahora -, y se acerca hacia la puerta entreabierta.

Y mientras,

Las gotas siguen cayendo. 

Karlene.

Se llama Karlene, ahora lo recuerda.

Saber que ella es Karlene es un alivio. Reconocerse, entender sus gustos y lo que detesta. Saber que tiene una forma, una edad, que viene de algún sitio, que no está sola en el mundo.

Ser Karlene mola, incluso con todas las malas que le tocan por ser Karlene.

Sus ojos comienzan a percibir ahora – que ha descubierto su identidad -, el lugar donde se encuentra y el efecto de esto se asemeja al de haber estado mucho tiempo en algún lugar oscuro para salir a continuación a un sitio con mucho sol.

Pero, de ser realmente así, ¿Qué sitio existe que sea más oscuro y vacio que el de hace un instante?.

Un sitio horrible, se dice, un lugar sobre el cual es mejor no pensar ahora.

La oscuridad poco a poco va tomando forma mientras se gira sobre sí misma para entender los límites de este sitio donde se encuentra.

Está en su habitación, todas sus cosas queridas y reconocidas están allí.

Es tarde, por la noche, lo descubre luego de mirar por la ventana de su cuarto al exterior silencioso y oscuro que hay afuera.

Ha debido despertar de alguna pesadilla que no recuerda ahora.

¡Si, ha de haber sido eso!.

Entonces escucha el ruido, plic, plic, plic, gotas que caen pero no allí, en su habitación.

Mira hacia la puerta, entreabierta, y la tenue luz del pasillo que se cuela hacia ella.

¿Sera en el baño?, o por el silencio que hay ahora ¿quizás de abajo, de la cocina?.

El nombre invade su pecho con un alivio profundo y dulce, como si todas las preguntas del universo se hubieran respondido durante un breve instante. Karlene. 

La pesadilla todavía permanece prendida en sus pestañas, pegajosa y llena de vacío, como una legaña que se va endureciendo a medida que el tiempo la va arrastrando a la realidad del presente, dejando atrás la arena de los sueños. «Ha tenido que ser una pesadilla», se repite hasta que ni siquiera existe otra remota posibilidad en su mente y el sonido de las gotas es quien atrapa su atención. 

Plic, plic, plic. 

Sus ojos dibujan en el aire el contorno de su puerta. No sabe dónde están sus padres o Robert y la pereza tira de ella hacia el calor de las mantas, sugiriéndole con voz sedosa que se arrebuje de nuevo en la cama y cierre los ojos. Pero Karlene —qué alivio ser Karlene— sabe que no podrá dormirse de nuevo. No mientras el goteo continúe sonando en algún lugar de la casa, salpicando el silencio de la noche con su humedad. 

Así que la muchacha resopla entre dientes y, tras contar hasta diez por si alguien más se levantase a cerrar bien ese grifo, pone los ojos en blanco en la penumbra de su dormitorio y se levanta. 

No busca las zapatillas debajo de la cama, no espera tardar mucho. Y descalza camina hasta salir de su cuarto, siguiendo el rastro del sonido.

Cruzar el dintel de la puerta de su habitación es adentrarse en un nuevo ámbito, casi como en los comics, cuando la protagonista de turno es llevada de una viñeta a otra sin pedirlo y gracias a los caprichos de su escritor.

- Plic, plic, plic -

Su mente confundida – ahora -, tarda un momento en procesar lo que está viendo pues el sitio al cual ha ingresado no se corresponde con su recuerdo de su hogar.

- Plic, plic, plic -

Debería haber salido al pasillo del piso superior que cruza su casa de lado a lado comunicando las tres habitaciones y el baño pero de alguna forma ha llegado hasta el living que por alguna razón ahora no tiene la puerta de salida a la calle o la escalera que permite acceder al primer piso.

- Plic, plic, plic -

Solo ve, allá, en frente, la puerta de madera que custodia el ingreso a la cocina ahora entreabiertas lo suficiente como para permitir escapar haces de luz intermitentes y un zumbido bajo como el de un televisor escaneando canales sin señal.

- Plic, plic, plic –

Esto está mal, no debería ser así. ¿Cómo o porque el living esta ahora fuera de su habitación y a donde se han ido las puertas y ventanas que deberían estar aquí?.

Solo ha quedado el acceso a la cocina – no debería ir a la cocina -, mas la lluvia que ahora comienza a empaparla cayendo desde un cielo que no está sobre su cabeza y la capa de agua que rápidamente comienza a esparcirse por todo el suelo amenazando con inundarlo todo es muy fría y muerde inmisericorde sus pies desnudos haciéndola tiritar.

Karlene pestañea frunciendo el rostro con toda la confusión que se impregna bajo su piel al pisar el salón. Por un momento todo es incomprensión y la sensación de que aquello está mal se revuelve contrayendo su estómago. Gira sobre sí misma, buscando las cosas que deberían estar y faltan y, en último término, la puerta de la habitación que acaba de dejar atrás. 

Pero, finalmente, vuelve a mirar hacia delante, hacia ese resquicio de luz que escapa de la cocina y hacia ese sonido disonante que eriza su piel con un miedo irracional. No quiere entrar ahí. Quiere volver a su cama y arrebujarse en un ovillo bajo las mantas. Pero las escaleras no están y la curiosidad muerde desde dentro, exigiendo que al menos se asome a la cocina.

Esa lluvia que parece venir de la nada empieza a castigar su piel con agujas de hielo que la estremecen y Karlene, llena de alivio por ser Karlene, sabe que el agua es su amiga. Nada malo le puede pasar si hay agua, aunque está esté sin duda demasiado fría. 

«¿Robert?», insiste su mente, sin que su voz llegue a articular ninguna sílaba todavía. 

El agua le llega por los tobillos cuando se decide a volver a caminar. Sus dedos se extienden en el aire antes de tiempo, como si quisieran acelerar el momento en que se abra la puerta. Y cuando por fin tocan la madera y sus ojos pardos se asoman por la rendija, encuentra en su pecho el coraje suficiente para dejarse oír.

—¿Bobby? ¿Mamá? 

Empapada hasta la médula y aterida por el frío, Karlene extiende su mano y toca la puerta mientras intenta atisbar el interior de la cocina.

[color=#6A5ACD] -  El agua es dolor, teme el agua - [/color]

Mas la puerta se abre, empujada por una fuerza invisible y poderosa que la hace estrellarse hacia adentro con gran estrepito crispando aun mas a la muchacha.

[color=#6A5ACD] - El frío tiene dientes filosos y lastima al morder - [/color]

Karlene retrocede, un paso, dos, pero su espalda encuentra pronto la resistencia de algo que impide seguir moviéndose. Se gira rápido y con espanto descubre que donde antes no había nada, ahora está la pared solida de la cocina.

[color=#6A5ACD] - Una prisión me encierra, una prisión sin paredes ni ventanas - [/color]

Y todo rastro de la puerta que hace tan solo un instante ha sentido bajo la yema de sus dedos, ha desaparecido.

[color=#6A5ACD] - Te veo ahora, finalmente –  [/color]

Está atrapada, ahora, y sin posibilidad de escape.

Imposibilitada de hacer otra cosa solo le queda mirar.

… Plic, plic, plic…

Mirar, nuevamente hacia adelante, a lo que le espera, por lo que ha sido arrastrada hasta aquí.

… Plic, plic, plic…

El cuarto es más o menos como lo recuerda, pero no está igual.

Con sus muebles, el desayunador justo al medio, las alacenas, la encimera, la cocina, la heladera y todo el resto de enseres que su madre tan poco usa.

Pero, el sitio parece haber sido asaltado por la entropía y la decadencia.

La pintura cuelga desconchada de las paredes como capas de piel a medio arrancar, las vadosas del piso, tan bonitas y coloridas, ahora se presentan deslustradas y en muchos casos rotas o levantadas del suelo. También del techo cuelgas hebras de mampostería, aquí o allá,  pendiendo de forma peligrosa y tan solo sujetas por los hierros de las vigas.

… Plic, plic, plic…

No tiene forma de precisar qué hora del día sea pues no hay ventanas ni resquicio alguno que permita atisbar él fuera del dentro.

Del techo cuelga una única bombilla que oscilando bajo el flujo de un viento que no existe, se mece con pereza de un lado hacia el otro sin cesar en impulso.

La bombilla parece enfrascada en una lucha interna encendiéndose y apagándose intermitentemente mientras el sonido de los chasquidos estáticos se hace eco en la habitación.

Y la luz - ¿Qué le pasa a la luz? -, se proyecta por el lugar desde ángulos inverosímiles y desagradables haciendo que las largas sombras bailen su danza de silencio ante los ojos aterrados de Karlene.

… Plic, plic, plic…

Aquí no llueve pero el frio es peor que en el cuarto anterior, tanto que puede ver como volutas de vapor escapan por entre sus labios temblorosos.

Sigue empapada, su cuerpo se sacude de forma incontrolable ante el ataque ahora recibido y le duele mucho el vientre, y allá abajo, de una forma terrible como nunca antes ha sentido.

… Plic, plic, plic…

Entonces lo ve.

A pocos metros por delante, sobre la encimera de la cocina y junto a la bacha de lavar los trastos de la cual mana gota a gota un agua aceitosa y oscura.

El gato pardo.

De espaldas a ella.

Estático. 

Se dice que el terror es un miedo muy intenso mientras que el horror es un sentimiento intenso (no necesariamente miedo) causado por algo espantoso.

El horror también es una aversión profunda (que no es lo mismo que el miedo) hacia alguien o hacia algo.

Algunos profundizan en este asunto indicando que el terror implica algo que asusta pero que tiene una explicación racional mientras que el horror implica la presencia de algo paranormal.

Yo pregunto y teniendo lo anterior como sabido.

¿Cuál sería la definición correcta entonces para lo que a continuación sucede?

De espaldas.

… Plic, plic, plic…

El Gato.

Que observa las gotas que caen una, tras otra y otra y otra sin detenerse jamás.

… Plic, plic, plic…

El Gato.

Que estaba estático pero que ahora comienza a girar su cabeza…

… Plic, plic, plic…

…con pasmosa lentitud…

… Plic, plic, plic…

Y mira a Karlene.

… Plic, plic, plic…

El gato se vuelve hacia Karlene, lento, muy lento para el gusto de la joven, el gato se vuelve y la mira.

Y entonces ella descubre que aquello no es un gato y que no está a salvo aquí.

[color=#6A5ACD] - Te veo ahora, finalmente –  [/color]

...plic,plic,plic...

El miedo la invade entonces, penetrando profundo en su alma y uniéndose al dolor que su cuerpo ahora siente.

El miedo la invade y escucha la voz que susurra desde hace un rato y creía suya.

...plic, plic, plic...

Entonces.

...plic,plic, pl...

Cesa el ruido.

La bombilla se detiene en seco y en un ángulo de 45 grados.

Y una gota de esa agua oscura y oleosa queda atrapada en el aire a medio recorrido en su caída.

Todo es silencio ahora.

Todo es tensión,

Cuando finalmente la luz se va,

Y todo se vuelve,

Oscuridad.

FIN DEL CAP 1.