Partida Rol por web

ADAM & KARLENE.

Podrían decir, (luego, de sobrevivir a esto), cualquier cosa de Adam MENOS que no era una amigo fiel y verdadero.

Y si no, ¿Por qué otro motivo se habría quedado frente a una de las manifestaciones del horror cuando todo en su interior le impelía a correr lejos de allí?.

Amistad real, sin dudas, algo que Patrick no podría terminar de agradecer nunca en los días por venir.

Pues, era ahora en el mas tenso momento, que el agarre firme y seguro de Adam había impedido que “El Gafas” diera sus últimos pasos inseguros hacia “La Criatura” que con los brazos abiertos le esperaba.

El muchacho, afectado por algún invisible poder, se vio en aquel instante libre de la presa maléfica que adormecía su mente y tras sacudirse como un gato que ha sido mojado, miro la mano de Adam con desconcierto y a continuación, a esa “Cosa” horrenda que ambos tenían por delante.

¡JOOOOOOOOOOOOOOOOOOOODEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEEERRR!

Grito con un alarido digno de una ultra-fan de Justin Bieber frente a su teen-idol antes de pegar media vuelta y salir corriendo como alma que lleva el Diablo.

Porque, y sepan disculpar la honestidad, Patrick era de los mierderos “sálvense primero yo y segundo yo”.

Adam lo vio – incrédulo -, y sintiendo en ese momento una voz de mujer que venida de ningún sitio decía:

“No vayas. No vayas Gafas”.

KARLENE.

El DON – pues esto era en verdad -, que Karlene tenía se manifestó en ese instante y por vez primera sin que ella fuese capaz de controlarlo (*) puesto que hasta ese instante desconocía sus capacidades ocultas.

Quizás era la tensión, quizás una invisible conexión con los muchachos que ahora veía o algo que Jess, la chica de cabellos rojizos que había muerto ante sus ojos, le había transferido antes de ser cruelmente asesinada.

En este momento le era imposible entenderlo y a decir verdad, dado el nivel de estrés que estaba soportando, tampoco tenía la capacidad para ponerse a reflexionar al respecto.

Lo cierto es que se vio a sí misma, extendiendo sus brazos hacia aquella ventana que se abría hacia el sueño de Josh y que ahora se resistía a la presión que los dedos de Karlene comenzaban a ejercer sobre ellos.

Había una barrera, invisible y elástica, que solo podía detectar – al menos de momento -, gracias a la fuerza que sus manos encontraban mientras se internaban más y más dentro de aquel resquicio de Ensueño.

KARLENE & JOSH.

La criatura se lanzo sobre Josh.

Los tentáculos extendidos hacia el rostro del chico mientras los dientes chasqueaban en el aire desgarrando las distancias.

El dolor llegaba de la forma más horrenda y en ese momento supo que sí, que se podía morir en los sueños.

Iba a doler.

Pero, en el último segundo previo a que los dientes múltiples y filosos desgarrasen carne, hueso y cuerpo onírico un chirrido insoportable se hizo oír con fuerza tomando por sorpresa tanto al muchacho como a la criatura.

La totalidad del cuarto tembló como si un terremoto de magnitud 9.5 hubiera decidido manifestar su epicentro justo debajo de donde Josh estaba de pie.

Era como si algo inmenso, mas allá de toda explicación posible, estuviera acercándose, un crujir de placas tectónicas matizado con un coro sinfónico de mil gatos en celo al mismo instante.

Un crescendo de ruidos insoportables que le obligaron a caer de rodillas mientras se tapaba los oídos sangrantes.

Y la criatura, presa también del dolor y la sorpresa, comenzó a retorcerse en el suelo mientras la masa que daba forma a su cuerpo mutaba adoptando nuevas y felinas formas antes de fundirse en las sombras y desaparecer por completo.

También aquel estruendo se esfumo tan súbitamente como había llegado y en su lugar, pasmosamente claro, se oyó el “rasguido” en el aire.

Entonces dos sueños fueron uno solo y tanto Josh como Karlene pudieron verse a los ojos por vez primera.

ADAM.

Hijo de puta.

En verdad Patrick lo era, porque había corrido sin mirar atrás dejando solo a Adam frente a aquella “Cosa” horrenda.

Adam retrocede con toda la velocidad que puede intentando poner distancia del peligro y por un instante parece conseguirlo, mas la “Cosa”, - como ya se ha dicho antes -, parpadea en el aire desapareciendo de su sitio para aparecer a continuación preocupantemente más cerca de donde ahora se encuentra Adam.

Como un fotograma, una diapositiva o dibujos hechos en el margen de un block de notas que un invisible Dios está moviendo hacia él mientras se divierte con su sufrimiento.

La “Cosa” parece muda, pues nada dice mientras lanza hacia adelante una de sus manos de dedos largos y pálidos. Dedos que al tacto son fríos y húmedos, como si la criatura hubiese estado bajo una intensa lluvia y sin embargo, su toque también arde con virulencia y tras “la caricia” que aquel nefasto ser alcanza a darle en la palma de la mano a Adam, este puede ver, no sin espanto, tres superficiales arañazos – como hechos por la zarpa de un gato -, que comienzan a formarse sobre su piel.

La puerta lejana, la oscuridad y el frio que ahora siente amenazan con sobrepasar los muros del dique de su cordura, (¿en qué momento el aire se ha puesto tan frio?), pero se obliga a si mismo a seguir moviéndose, tiene que escapar de allí.

Como sea.

Iba a doler. El engendro de pesadilla está a punto de morder al pobre chico con sus tres filas de dientes y Karlene tiene la certeza ineludible, pesada y densa de que le va a doler. De que en los sueños también se puede morir. Karlene traga saliva y siente cómo su garganta todavía tiembla por el final de la chica pelirroja. 

Jess. Se llamaba Jess.

Y ahora le toca el turno al chico de la primera ventana. Karlene no sabe cómo se llama —no todavía—, pero no quiere contemplar más horror. No puede. Tiene que ayudarle. TIENE que hacerlo.

Ni siquiera se da cuenta de en qué momento empieza a extender sus manos tanteando la solidez de la ventana, pero lo hace. Empuja esa barrera transparente, invisible a la vista, hasta que el ruido llega. Karlene sabe —o, más bien, intuye— que ese ruido lo ha hecho ella, aunque no sabe cómo. 

Sus ojos brillan con el triunfo de haber conseguido desgarrar la barrera, de haber atravesado la ventana y por un instante se siente como Dorothy al aterrizar en Oz. «La Cosa» se ha marchado y el pecho de Karlene está apretado en un puño por la angustia contenida. Y, sin embargo, sus labios dibujan una pequeña sonrisa maravillada por lo logrado. Su mano se estira un poco más, intentando tocar al chico, comprobar su solidez, y si él se deja, le acariciará la cara con la punta de los dedos antes de retraer la mano de vuelta. 

—¿Se ha ido? ¿Eres de verdad? —pregunta en un hilo de voz—. ¿Soy de verdad?

KARLENE & JOSH.

Un sueño que sueñas solo es sólo un sueño. Un sueño que sueñas con alguien es una realidad.

John Lennon

La materia de los sueños es voluble.

Muta en un instante, como arcilla, en los dedos de aquellos que tienen la capacidad para poder modelarla.

Karlene lo descubre mientras primero sus brazos y a continuación el resto de su persona, atraviesa aquella ventana.

Esto es un sueño, está segura de ello y es por su convicción que todo el sitio, al completo, se desluce ante los ojos de ambos muchachos y en su lugar, salido de la nada misma pero no sin motivos (al menos para Karlene) aquella –antes-, oscura habitación es ahora un bonito entorno silvestre con carpas, fogatas y un cercano rio de aguas mansas y cristalinas.

Es de día, el sol radiante se esconde, pícaro, tras las esponjosas nubes del cielo espiando a la gente que va y viene por todas partes ajenos – al parecer – con ambos muchachos.

Ellos pueden sentir la brisa en sus cabellos, el sol tibio en la piel y los perfumes del entorno mezclándose armoniosamente con los muchos sonidos que ahora les rodean.

Es un sueño, si, pero también uno de los mas atesorados recuerdos de Karlene y por ende, este momento de ahora ya no es solo de Josh.

También le pertenece a ella.

Jadeaba temblando, agarrándome el pecho cuando aquella criatura estuvo a punto de morderme, con terror, preparándome para el mordisco cuando ocurrió todo aquello, sorprendido, tragando saliva.

-¿Q..Quien eres tu?-

Jadeaba cerrando lentamente la mariposa para guardármela en el bolsillo, temblando.

-¿C.. Como has llegado a mi sueño?-

Preguntaba jadeando, algo alterado por lo que había pasado, incluso ante el tacto de ella

Soltando un gemido, me llevé la mano herida al pecho y la sujeté con fuerza.

Presa del pánico a punto estuve de echar a correr sin mirar atrás. En lugar de esto, aminoré el paso e intenté observar a mí alrededor buscando algo con lo que mantener a raya a la criatura. Aprovechando al máximo cada segundo, examiné al ser lo más detenidamente que pude; ansiaba encontrar algo en su comportamiento o fisionomía que pudiera interpretarse como un signo de debilidad.

Karlene da una vuelta girando sobre sí misma, contemplando con los ojos bien abiertos cómo el lugar ha cambiado y la oscura habitación ahora es el sitio de uno de los recuerdos que atesora con más cariño. 

—Oh, vaya —musita al terminar de nuevo encarada frente al chico. La angustia todavía palpita en sus venas, pero poco a poco se va diluyendo bajo el sol de esa forma que sólo puede suceder en un sueño, arrastrada con el rumor del río. 

Sabe que si ella está ahora allí en algún lugar deben estar también Dana y Robert y los dos hermanos de su amiga. Y esa certeza hace vibrar las fibras de su pecho con la tristeza de haber perdido algo, pero es difícil estar triste en un lugar tan lleno de felicidad.

—Soy Karlene Dahl —responde, omitiendo por inercia su segundo nombre, como hace siempre—. Y... No lo sé —reconoce, encogiéndose de hombros y mirando de nuevo alrededor por un instante—. Estoy soñando, o eso creo. Había un lugar oscuro, rollo... Como un lugar de negrura infinita —«Wow, estoy en modo inspiración. Eso tengo que escribirlo al despertar»—, con tres ventanas. Tú estabas en una. Y había una chica. Jess. Se llamaba Jess. Algo la atacó —La mirada de Karlene se ensombrece y un estremecimiento hace temblar sus hombros con el recuerdo de las imágenes violentas y terribles. Cambia enseguida de tema—. Había otro chico también, se enfrentaba a algo... Como tú. Te vi con esa «Cosa» y quise venir a tu lado para ayudarte. ¿Existes de verdad? ¿Cómo te llamas? —pregunta ahora hablando rápido y ladeando un poco el rostro al mirarlo fijamente—. ¿Qué era eso que te atacaba?

KARLENE & JOSH.

Hay una palabra que define el ahora de ambos.

Hiperrealismo.

Y es que, todo es tan vivido.

Los colores, los perfumes, los sonidos.

Todo, en este, su ahora, es plenitud absoluta.

Ellos han conectado, de una forma imposible de ser descrita por mera palabras, a niveles subatómicos donde la materia deja de ser relevante, vibran, en este preciso instante en el espacio entre los segundos, en una misma sintonía.

Y si bien, hasta hace tan solo un instante fueron dos

Ahora se han vuelto…uno.

Esencia en estado puro.

Cuerpo sutil

Plano astral de infinitas posibilidades.

Eterno reino de Morfeo.

Lo perfecto, hecho onírica realidad.

Ahora.

KARLENE & JOSH.

"El mundo necesita soñadores y el mundo necesita hacedores. Pero sobre todo, el mundo necesita soñadores que hacen."

La certidumbre llega a la mente de Josh en ese instante.

Su mano se estira un poco más, intentando tocar al chico, comprobar su solidez, y si él se deja, le acariciará la cara con la punta de los dedos antes de retraer la mano de vuelta. 

Ella le ha acariciado el rostro.

Karlene da una vuelta girando sobre sí misma, contemplando con los ojos bien abiertos cómo el lugar ha cambiado y la oscura habitación ahora es el sitio de uno de los recuerdos que atesora con más cariño. 

—Oh, vaya —musita al terminar de nuevo encarada frente al chico. La angustia todavía palpita en sus venas, pero poco a poco se va diluyendo bajo el sol de esa forma que sólo puede suceder en un sueño, arrastrada con el rumor del río. 

Sabe que si ella está ahora allí en algún lugar deben estar también Dana y Robert y los dos hermanos de su amiga. Y esa certeza hace vibrar las fibras de su pecho con la tristeza de haber perdido algo, pero es difícil estar triste en un lugar tan lleno de felicidad.

—Soy Karlene Dahl —responde, omitiendo por inercia su segundo nombre, como hace siempre—. Y... No lo sé —reconoce, encogiéndose de hombros y mirando de nuevo alrededor por un instante—. Estoy soñando, o eso creo. Había un lugar oscuro, rollo... Como un lugar de negrura infinita —«Wow, estoy en modo inspiración. Eso tengo que escribirlo al despertar»—, con tres ventanas. Tú estabas en una. Y había una chica. Jess. Se llamaba Jess. Algo la atacó —La mirada de Karlene se ensombrece y un estremecimiento hace temblar sus hombros con el recuerdo de las imágenes violentas y terribles. Cambia enseguida de tema—. Había otro chico también, se enfrentaba a algo... Como tú. Te vi con esa «Cosa» y quise venir a tu lado para ayudarte. ¿Existes de verdad? ¿Cómo te llamas? —pregunta ahora hablando rápido y ladeando un poco el rostro al mirarlo fijamente—. ¿Qué era eso que te atacaba?

Es un sueño. Todo esto lo es. ¡Por supuesto!, si, un sueño.

Pero uno lucido. Uno que pueden afectar con solo desearlo.

Desearlo.

La gente que les rodea va y viene cada cual en sus asuntos.

Plenos de gozo en ese instante de beatitud absoluta.

Todo ha nacido de un recuerdo, el recuerdo de Karlene. Un momento de su pasado que añora con cariño como un tesoro.

Deseos y Recuerdos.

Casi sin pensarlo, Josh deja a su mente volver atrás en el tiempo.

Y mientras la gente que ahora les rodea, de una forma muy natural y nada forzada, comienza a congregarse cerca de ellos sin dejar de conversar o reír.

Es por detrás de la multitud que llega entonces por unos invisibles altoparlantes la voz clara de un hombre quien emocionado dice a los gritos:

!Y EL GANADOR DEL 13º TORNEO LOCAL DE AJEDREZ ESSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSSS!…..

!JOSH MASSOOOOOOOOOOOON!.

ADAM.

!Como arde y entumece al mismo tiempo el jodido toque de aquella cosa.!

Adam retrocede con nerviosismo hacia la puerta mientras el monstruo parpadea frente a sus ojos apareciendo y desapareciendo.

Hasta el momento todo aquel sitio endemoniado ha estado sumido en un absoluto silencio pero este – el silencio -, ahora se rompe con el sonido de una cancioncilla que se cuela desde el exterior.

Nacida desde vaya a saber dónde y sin un porque aparente, la melodía nostálgica se cuela en su interior y – para su asombro dado lo que ahora le toca vivir -, se encuentra a si mismo prestando demasiada atención al sonido y poco a la cosa que se acerca y a la cual ve de reojo.

Y es por esto tal vez, el solo prestarle una parcial atención por una fracción de segundo, lo que le permite apreciar “el cambio” físico del ente que viene.

Cree que esto es cierto aunque tal vez lo presuma pero fuera como fuera donde primero ha habido un monstruo...

Parpadeo.

Luego esta su hermanastro y a continuación...

Parpadeo.

Un gato horrible de cuatro ojos que se lanzan sobre él.

Parpadeo.

Y nuevamente la criatura le ataca.

-Si, si... Existo de verdad y me llamo Josh ¿Vale?...-

Observaba detenidamente a mi alrededor antes de ser rodeados por la gente, siendo así alabado por el campeonato.

-Un momento... Este campeonato fue hace meses...-

Me miraba los brazos, recordando que casi recibía un mordisco de aquella criatura, buscando alguna herida, rebuscando, respirando hondo. Después de ello tragué saliva algo nervioso por tener tanta gente alrededor.

-G..Gracias, gracias. Y... Ya está ¿Vale?-

Karlene mira al chico con rostro muy atento, como si quisiera beberse con los ojos cada instante de este sueño raro, maravilloso, fascinante. Su sonrisa se amplía cuando él reconoce ser también de verdad —aunque no tiene muy claro lo que significa eso en realidad— y cuando la gente empieza a rodearlos, aparta su mirada de Josh para mirar alrededor, curiosa, cada vez más impregnada del ambiente festivo de su recuerdo. 

Sus ojos terminan por mirar el aire, más allá de las cabezas de la gente, en busca de esos altavoces que suenan ahora. Por un momento su ceño se frunce con la confusión de quien sabe que eso no sucedía en ese recuerdo, pero enseguida comprende —o cree comprender— y busca con sus ojos pardos a Josh para después empezar a aplaudir, dejándose llevar por el entusiasmo de la voz que ha hecho el anuncio. 

—¡Bravo! —llega a exclamar antes de notar que el chico parece incómodo. Entonces sus manos se separan y descienden y Karlene lo mira con una preocupación que parece indecisa sobre si nacer o no—. Es un sueño, debes estar recordando ese torneo. ¿Ganaste? ¡Eso es brutal!

El tacto de aquella cosa era demasiado para mi, sus “caricias” me hicieron sentir náuseas y el dolor era algo que jamás había sentido antes.

Me temblaron las piernas y por un segundo perdí el sentido de la realidad - ¿Mi hermanastro? ¿De dónde viene esa música? Esto tiene que ser una pesadilla. tengo que despertar… quizá la melodía…

Intenté tararear la melodía con mis temblorosos labios pero aquella criatura ya había llegado hasta mí…