Partida Rol por web

¿Puedes oler eso Gafas? – susurré a mi compañero mientras avanzábamos casi a tientas por la caballeriza. - No creo que ningún caballo huela así…

Con esta última frase muriendo en mis labios, un escalofrío recorrió mi espalda y con un brusco movimiento, agarré a Patrick de la camisa. En parte para calmarme a mi mismo y en parte para que ese maldito loco, no saliera otra vez corriendo y me dejara solo en la oscuridad. 

Observaba extrañado y algo nervioso como de repente mi vista se volvía más lúcida y podía ver en la oscuridad, extrañado y viendo que la presión era mínima tiraba de mi brazo pero sin embargo no podía moverlo, estaba encajado o atrapado por algo viscoso, sin poder moverme de allí. Pero aquella presión ¿Quizás era de la suciedad?

-De acuerdo... Intentemos algo-

Pronunciaba entonces soltando mi mano, esperando que con la relajación poder así sacar la mano de lo que fuera que me la tuviera sujeta. A pesar de todo y que podía ver en la oscuridad, cosa más extraña aun intenté llevar mi mano hacia atrás, buscando por los alrededores por cualquier cosa extraña.

Jess.

Adrian, la mamá de Jess, se reprocharía su actitud de esta noche en todos los días aun por venir.

De haberlo sabido, se diría luego, habría sido más permisiva. Las groserías de Jess no le habrían molestado tanto. Porque, que Jess hablase tan burdamente era tan parte de ella como lo era su risa o sus miradas, porque vivía y era su hermoso tesoro. Y porque, incluso prefería eso, las groserías, al aplastante vacio que vino luego.

La incertidumbre, de saber, que fue de SUS hijos.

Porqué no solo Jess desapareció de la vida de Adrian, sino que también lo hizo David; Tragado por la selva Tailandesa.

A ninguno de los dos volvió a vérselos jamás, robados de la sombra de un corazón destrozado de madre, como diminutos granos de arena en la playa de la vida misma que fueran llevados por las olas de un inmisericorde mar.

Pero volvamos a Jess, esto fue lo que sucedió con ella. 

ADAM.

A Patrick le temblaba tanto la voz que parecía tartamudo de nacimiento. Un miedo terrible y pesado se le había anudado en el cuerpo y pesaba tanto que le obligaba a arrastrar los pies. Sentía un frio terrible que le obligaba a abrazarse a sí mismo y solo quería irse lo más lejos posible de aquel sitio pero las putas piernas no le respondían.

Y es que, ahora que Adam le tomaba con fuerzas de la camisa y le hablaba – pero él no escuchaba nada -, finalmente había conseguido ver, allá, al fondo de la caballeriza y en donde las sombras se concentraban en gran medida, la silueta de algo humanoide que llevaba dos soles incandescentes como ojos.

¡JO-JO-JODER, TTIOOOOOOOO! gritó presa del pavor mientras señalaba sobre el hombro de Adam antes de sentir como el vientre se le aflojaba y a continuación, desmayarse.

Ahora, Adam no quería volverse, - por todo lo santo que no quería -, pero el ruido como de “uñitas sobre el concreto” que ahora rompía el profundo silencio le habían crispado los nervios y la curiosidad.

Por eso se giro, despacio, como en cámara lenta, y sabiendo, que iba a ver algo horripilante a su espalda.

Y, por supuesto, el puto Destino se encargo de no decepcionarle.

En el corazón de la oscuridad, donde incluso las sombras temían adentrarse, había una criatura de cuclillas que llevaba una máscara anti-gas como rostro.

Desnuda por completo, el cuerpo enorme y desgarbado demasiado blanco para estar vivo y las manos de dedos largos y huesudos alrededor de una masa carnosa y sangrante que bien podía ser un corazón.

Ocupado en sus asuntos nefastos y maliciosos, ajeno a los dos curiosos niños que se habían adentrado en aquel sitio, pero, ahora el grito del desfallecido Patrick le había puesto sobre aviso de que no estaba solo y por eso ahora miraba.

Curioso.

A Adam.

JOSH.

De alguna forma se había librado del miedo. De la agónica falta de reacción que la sorpresa le había causado inicialmente.

Porque, Josh estaba seguro de que esto era un sueño, tenía que serlo. Pero, que lo fuera o no, poco tenía que ver con que las cosas no siguieran un curso.

Como ahora, cuando el chico comenzaba a sacar su mano del interior del conducto de ventilación de la caldera.

Efectivamente, lo que se había aferrado a su antebrazo, mano y dedos no era Sanic. Ahora podía ver – incluso en la más abyecta oscuridad -, esa masa informe y más negra que la noche, casi un pulpo, que latía, se retorcía y parecía querer envolver el resto de su cuerpo entorno al de Josh.

La “cosa” – a falta de una mejor definición -, estaba húmeda y fría, pegajosa al tacto y se adhería a su piel con fuerza pero sin lastimarle.

Podía soportar eso, de alguna forma, pero lo que sucedió a continuación le dejo estupefacto por que la cosa abrió sus ojos y le vio.

Y tenía en verdad muchos, MUCHOS OJOS.

Abría de golpe los ojos al ver aquellos enormes ojos, temblando de miedo, paralizado por este y llevando mi otra mano al bolsillo, nervioso e intentando encontrar la mariposa, la cual no estaba siquiera en el bolsillo que buscaba. ¿Que podría hacer? No tenía ni idea y para colmo no apartaba la mirada de aquella cosa, temiendo lo que pudiera suceder.

-Esto no es un sueño... E.. Es una pesadilla... Una pesadilla-

Al principio, cuando vi caer al suelo al Gafas no sabía que estaba pasando, pero aquella cosa que ahora nos observaba desde las tinieblas hizo que todos mis sentidos se agudizaran, presa como estaba del pánico y mi primer impulso fue el de intentar salir corriendo de allí como alma que lleva el diablo, pero el cuerpo sin sentido de Patrick me hizo dudar. 

KARLENE.

Tía, ¿pero con qué chico? ¡No! No me lo digas... ¿Tom? ¿El hermano de Gina?. ¿Crees que Jody la dejará por eso? Debería, ¿no? ¿Crees que ahora se arrepiente? 

¡Khal, ósea, no se tía!, responde Dana mientras se estira como una pantera sobre la cama de Karlene. Internamente se siente emocionada pues ve en su adorada amiga un poco de aquel brillo radiante que siempre la caracterizo y que ahora, dadas las terribles cosas que le están sucediendo, se ha opacado como el sol tras las nubes.

Mas aquella alegría o interés de Karlene es fugaz y pronto vuelve la preocupación a ensombrecerle el rostro bello y joven. Dana incluso creer notar las sombras que se enroscan sobre Khal y hasta podría asegurar – si no fuera obviamente algo producto de su imaginación -, que ha escuchado el maullido cercano de un gato.

¡Oye!, dice con énfasis intentando llamar la atención de Kahl buscando en ello que Karlene no vuelva a sucumbir a la tristeza, ¿sabías que Tyrell Wilsheem el quaterback del D-5 (otro curso en el instituto), el tío popular y cachas, lo recuerdas?, ¡Ok, espera!, - indica dándose viento con las manos  como si fueran dos abanicos españoles -, ¡es muy fuerte tía, en serio!, ¡Tyrell-es-gayyyyy-tíaaaa!.

…

Las horas se pasan rápido en compañía de Dana, entre risas, recuerdos, algunas lagrimas y mucho cotilleo (alguno incluso inventando en el momento). Dana ha intentado con todas sus fuerzas levantarle los ánimos a Karlene y en parte lo ha conseguido.

Por ello, horas después y cuando el sueño finalmente se hace insoportable, ambas jovencitas se duermen.

Pero solo una sueña.

Sueños que no son suyos.

TODOS.

Sueño/Ensueño:

El término ensueño describe el proceso de soñar, aunque suele utilizarse más frecuentemente, en lenguaje coloquial, el término sueño. Los sueños son manifestaciones mentales de imágenes, sonidos, pensamientos y sensaciones en un individuo durmiente, y normalmente relacionadas con la realidad. Para la, los sueños son estímulos esencialmente anímicos que representan manifestaciones de fuerzas psíquicas que durante la vigilia se hallan impedidas de desplegarse libremente. Soñar es un proceso mental involuntario en el que se produce una reelaboración de la información almacenada en la memoria, generalmente relacionada con experiencias vividas por el soñante el día anterior. Los recuerdos que se mantienen al despertar pueden ser simples (una imagen, un sonido, una idea, etcétera) o muy elaborados. Los sueños más elaborados contienen escenas, personajes, escenarios y objetos. Se ha comprobado que puede haber sueños en cualquiera de las fases del dormir humano. Sin embargo, se recuerdan más sueños y ellos son más elaborados en la llamada fase REM (movimiento ocular rápido [MOR], por sus siglas en inglés rapid eye movement) que tiene lugar en el último tramo del ciclo del sueño.

El acto de soñar no solamente ha sido confirmado en el Homo sapiens. Los animales también pasan por la fase de sueño REM. Parece que los mamíferos son los animales con mayor probabilidad de soñar debido a su ciclo del sueño similar al humano.

El adjetivo correspondiente a ensueño-sueño es onírico (del griego ónar, "ensueño"). Por analogía con el ensueño -que cumple a menudo fantasías del durmiente- se llama también «sueño» a cualquier anhelo o ilusión que moviliza a una persona. La disciplina encargada del estudio científico de los sueños se conoce como onirología. Según las afirmaciones de la parapsicología, si el sueño anticipara eventos futuros o exhibiera eventos pasados desconocidos se podría hablar de una premonición.

Durante el siglo XX se avanzó muchísimo en el estudio científico de los sueños, ya que la tecnología facilitó en gran medida el acercamiento a lo que podría denominarse "energía del sueño". Sistemas avanzados de escáner han detectado que en numerosas ocasiones los sueños son bucles de actividad cerebral que se repiten noche tras noche. Se sabe que cada sujeto tiene una forma única e irrepetible de soñar, pues la actividad cerebral representada por ondas electromagnéticas en las pantallas de esos escáneres presenta gráficas muy similares en cada paciente, y distintas entre dos de ellos.

El comenzar a dormir nos ocasiona perder el conocimiento, y dejamos de responder a acciones que ocurren a nuestro alrededor, no dormir es perjudicial y peligroso para la salud ya que afecta el rendimiento físico y la actividad cerebral. Las horas de sueño tienden a cambiar con la edad, desde el nacimiento de una persona hasta su vejez, sin embargo los hombres duermen menos que las mujeres en el transcurso de la adultez temprana.

Onirolgía:

La Onirología (del griego ὄνειρος, ensueño, y λóγος logos, razonamiento, estudio, ciencia) constituye el estudio científico de los sueños.

El primer uso registrado de la palabra es de 1653. Un impulsor de la disciplina fue el sinólogo francés Hervey de Saint-Denys. El campo de estudio adquirió relevancia cuando Nathaniel Kleitman y su estudiante Eugene Aserinsky descubrieron la existencia de ciclos regulares.

Una confirmación independiente y casi simultánea del sueño lúcido por parte de Stephen LaBerge y Keith Hearne ha permitido una serie de experimentos y desarrollos posteriores.

Sueño Lucido:

Un sueño lúcido es un sueño que se caracteriza por un soñante que es consciente de estar soñando, logrando alterar el desarrollo del mismo. Se puede dar espontáneamente o ser inducido mediante prácticas y ejercicios. El uso del adjetivo "lúcido" como sinónimo de "consciente" fue introducido en 1867 por el escritor, sinólogo y especialista en sueños, Léon d'Hervey de Saint-Denys; en su obra Los sueños y los medios para dirigirlos (en francés Les rêves et les moyens de les diriger). La mayoría de los sueños lúcidos suceden en la etapa de sueño paradójico y mediante un proceso fortuito o desencadenado mediante aprendizaje. La consciencia de soñar le da al soñante la posibilidad de controlar deliberadamente no solamente sus acciones, sino también el contenido y desarrollo de los sueños. La capacidad de reconocer y controlar los estados oníricos se menciona ya en textos latinos del siglo V y budistas del siglo VII. En condiciones de laboratorio se viene estudiando el fenómeno desde finales de los años 1970.

KARLENE.

Hay un sitio que no conoce.

Un sitio a oscuras pues la noche es cerrada y los arboles muy altos y de copas tupidas.

(No puede ver el cielo).

El bosque denso esta silencioso. Una alfombra de hojas muertas, ramitas, nudosas raíces como dedos horrendos y tierra húmeda y perfumada como suelo que ondulando de forma accidentada e irregular se extiende hacia todas partes.

Karlene puede ver, como si fuera un fantasma, a la chica de cabellos rojos que corre desesperada, tropezando, cayendo y volviendo a levantarse para seguir huyendo.

Por un instante aprecia en el rostro de piel clara de esa desconocida el más primigenio de los miedos.

El terror hacia las sombras y lo que en ellas mora.

Karlene vuelve sus ojos hacia lo que la otra mira con pavor pero atrás no hay nada, solo una oscuridad profunda. Es como si todo el mundo se hubiera desvanecido, como si el bosque y todo lo que contiene dejase de existir a medida de que la chica de cabellos rojos se aleja.

Pero, lo que Karlene no puede ver – por ahora -, es aquello que acecha en la oscuridad profunda pues este no es su sueño.

No aun.

TODOS.

La oscuridad crece, se acelera, muta, repta, trepa, salta, se acerca.

- Nosotros lo vemos - 

Hay cosas, informes, indescriptibles.

Cosas que la mente se niega a identificar.

- Nos negamos a ello - 

Una vorágine de formas y siluetas retorciéndose sobre sí mismas, como un Maelstrom de locura, dolor y violencia.

Es ira.

Una IRA de fuego vivo que incluso Karlene puede sentir dentro de si ahora.

- Y congela -

Pues la ausencia de luz finalmente lo ocupa todo al completo y entonces, TODO ES NOCHE y en la oscuridad misma (que no esta vacía), Karlene es arrastrada nuevamente hacia el Despertar y la Chance.

- Pero ninguna de ambas esta en manos de Karlene pues ahora son ELLOS, quienes están "allí afuera", los que deciden - 

KARLENE.

La pesadilla es extraña y confusa. Karlene no siente este sueño como suyo. No reconoce el sitio, la chica que corre o el miedo que esta profesa hacia algo que Karlene no puede ver.

Confundida es arrastrada, por esta sucesión de imágenes y acciones como una espectadora involuntaria.

Pero, a medida de que todo comienza a oscurecerse por algún ignoto motivo, Karlene comienza a DESPERTARSE dentro de aquel Ensueño y finalmente, cuando ya no queda nada más que oscuridad, humedad y frío (y el lejano maullar de un gato). 

Ahora, frente a sus ojos TRES ventanas se abren en la negrura que la rodea y en ellas ve cosa que han sucedido, que suceden o que sucederán.

Karlene SABE (ahora) que está soñando y que contrario a todo lo que suelen decir, en los SUEÑOS SI SE PUEDE MORIR.

JOSH & KARLENE.

El miedo atenaza el cuerpo de Josh por un instante.

Instante el cual “La Cosa” aprovecha para terminar de desplegar su horrible forma.

Ahora Josh puede ver a aquella criatura informe de pesadilla en toda su aterradora envergadura, sus tentáculos, su húmedo y gomoso cuerpo negro y la enorme boca saturada de dientes pequeños y filosos.

Chorros de baba se desprenden por entre los crueles dientes de “La Cosa” pues está deseosa de probar la carne de su presa.

Y su presa, es Josh.

ADAM & KARLENE.

Lenta y segura la criatura comienza a moverse hacia Adam y Patrick. Resulta extraño observarla pues parece parpadear en el aire, como si fuese una proyección de diapositivas desacompasadas de su ritmo.

Desaparece, aparece, muta de aspecto y se acerca.

Podría ya estar frente a ambos, - Adam lo piensa -, pero parece que aquella cosa disfruta con el miedo que el chico desprende y con la duda que siente entre salir corriendo de allí o quedarse por su amigo desmayado.

Entonces, destino o causalidad, Patrick se incorpora en el mismo instante que la criatura se detiene y abre los brazos como para recibir a un viejo amigo que hace mucho tiempo no ve.

Adam puede ver en el rostro de Patrick que no está despierto y aun así, comienza a caminar como un borracho o un sonámbulo…

(*)

…hacia la criatura que aguarda.

JESS & KARLENE.

La chica de los cabellos rojos está en su cama y sueña. Pero el santuario de su merecido descanso ha sido profanado pues Karlene ve como la chica de los cabellos rojos se retuerce, murmura y sufre por la pesadilla que ahora la ha hecho prisionera.

Cualquier otra persona, un casual observador quizás, habría tomado este hecho como una simple pesadilla pero Karlene sabe que aquella chica intenta escapar de algo y que esta aterrada porque está perdida y sola (indefensa) en aquel oscuro bosque.

Y porque en las sombras que acosan a la chica de cabellos rojos hay algo inteligente, una criatura depredadora que ha elegido a esa chica como su presa. Y que tras acecharla, marcarla y cansarla, finalmente se desprende del resquicio de locura donde estuvo oculto para dar su último y mortal embate.

Con violencia la muchacha de cabellos rojos es arrancada de su cama. Una fuerza invisible la arrastra por todo el cuarto golpeándola con cuanta cosa hay en él y destrozando su cuerpo con una inusitada violencia.

Ella grita con fuerzas más nadie acude a su llamado. Parece despierta, pero Karlene sabe que todo aquello que hace de esa muchacha lo que es no está ahora en ese cuarto. Esa chica – en esencia -, también está muriendo en el sueño.

La sangre brota del cuerpo de esa desconocida, manchándolo todo, volviendo las blancas paredes en un horrendo carmesí.

Finalmente el inerte cuerpo de la jovencita es lanzando con desgano al suelo. Un último resquicio de vida escapa en forma de suspiro por entre los labios de la moribunda y es en ese momento - donde el límite entre la vida y la muerte es más fino - que ambas muchachas se reconocen…

…y se ven por primera y última vez.

Jess.

                                              Su nombre,

                                                                                                                Era,   

                                                                                                            Jess.

¿Pero qué coño es esto? ¿Patrick? – Tartamudeando y mordiéndome los labios miré a ambos lados en busca de algo con que…

¿Para qué? – Pensé por un instante - ¿Qué voy a hacer? ¿Pegarle? Esto parece una puta pesadilla…

¡Gafas! – exclamé mientras avanzaba hacia él para agarrarlo por un brazo y sacarlo a rastras de aquel puto sitio.

¿Qué coño estoy haciendo? ¡Vete de aquí imbécil! – Estas palabras resonaron en mi mente mientras me acercaba a “aquello”.

Los ojos de Karlene están ahora cerrados. Duerme, después de que su amiga haya aliviado en parte su alma con sus risas y sus charlas. Su cuarto parece ahora más pequeño después de que sacasen para Dana la cama supletoria de debajo de la de Karlene y las respiraciones de las dos jovencitas se entremezclan e intercalan en el silencio de la noche. Un silencio espeso que parece nacer en el cuarto de Robert y extenderse como un manto pesado sobre toda la casa, arrullando el sueño de los que duermen y la ausencia del que falta. 

Pero Karlene no sólo duerme, también sueña. Y su cuerpo delgado se agita bajo las sábanas con la carrera de esa chica pelirroja que no ha visto nunca pero que no puede dejar de contemplar como hipnotizada. Corre, corre como si la persiguiese el diablo. Y Karlene sabe que no hay nada tras ella, pero que, al mismo tiempo, lo hay. Su pecho vibra con cada zancada y un temor irracional se desliza como un escalofrío por su espina dorsal con ese maullido que la acompaña en su descenso hacia la oscuridad del despertar. 

Karlene despierta dormida. Despierta en un sueño mientras su cuerpo se queda inmóvil. Sus ojos se abren cerrados y siente el impacto de la oscuridad ineludible que golpea en su pecho como una certeza. Karlene ahora puede VER. Y ve.

Ve al chico en esa primera ventana y el miedo la atenaza cuando «la Cosa» despliega sus tentáculos y extiende sus fauces. Sus dientes filosos hacen que los ojos dormidos de Karlene se abran aún más y sus pies le pidan que retroceda un paso. Su corazón late con fuerza, suplicando en vilo por quien aún no sabe que es Josh.

Los ojos incandescentes atraen su atención en la segunda ventana y contiene el aliento. «¡No vayas!», quiere gritarle a la espalda del chico que se acerca al monstruo como borracho, «¡No vayas, Gafas!». Desea que su voz atraviese el espejo y sirva de algo, como en ese libro que Bobby Spaguetti le leyó de niña, «La historia interminable», pero se siente ahogada y retenida. 

Sin embargo, es cuando todo se tiñe de rojo cuando llega la desesperación. Karlene contempla a la chica pelirroja en esa tercera ventana que se abre para sus ojos, y sus tripas se encogen con angustia al contemplar cómo su cuerpo es maltratado con la violencia que su subconsciente había reservado siempre para las peores pesadillas. Karlene quiere abrir la boca y gritar, gritar hasta quedarse ronca, hasta que todo se detenga. Pero no lo hace porque en ese último instante sus ojos se cruzan con los de la chica y el rojo y el esmeralda se funden en su mente inmovilizándola. Y entonces, de repente, lo comprende. 

Se llama Jess. Se llamaba Jess.

Apretaba los dientes presa del miedo antes de agarrar la navaja, agitándola rápidamente entre mis dedos para tomar el filo firmemente y lanzar una estocada, fallida contra los tentáculos de la criatura que sujetaban el brazo para que se soltase, pero claramente fue difícil. Lo mejor que podía hacer ahora, al menos era evitar ser devorado y poder escapar de allí, largarme y dejar a aquella cosa encerrada, encendiendo la caldera.

-¡Mierda!-

JOSH & KARLENE.

Quizás fue por el miedo o por el desconcierto que ahora sentía. Tal vez una combinación de ambos o, en una de esas, si es como decían algunos que “todo” ya está escrito de antemano, su fallo de ahora debía ser tal y como había sido.

Pues estaba, - y malditos fueran los hados por ello -, predestinado.

Cierto o no, la realidad era una sola y en ella, Josh acababa de fallar en su ataque cosa por demás extraña siendo, como él era, todo un experto en el uso de la navaja mariposa.

El cuerpo gomoso y húmedo de la criatura iba dejando un reguero de babas brillosas muy similares a las de un caracol a medida de que contraía espasmódicamente su cuerpo sin articulaciones.

La bestia era claramente inteligente – mucho más de lo esperado -, pues con rapidez extendía o escondía sus tentáculos para confundir a Josh del verdadera – y potencialmente letal -, peligro.

La boca dentada.

Y esta, ahora se había abierto en su mayor amplitud mostrando una triple hilera de dientes serrados y filosos, babas que chorreaban ante la inminente – y seguro dolorosísima -, dentellada que “La Cosa” estaba a punto de obsequiarle al muchacho.

Aquello iba a ser feo de cojones y Josh ya podía ir despidiéndose de una parte de su anatomía.