Partida Rol por web

Las puertas del castillo se cerraron a vuestras espaldas mientras la brisa acariciaba vuestros rostros mientras vuestros caballos cabalgaban al son de vuestras indicaciones a una velocidad vertiginosa.

A cada kilómetro recorrido, más fuerte era el sentimiento de necesidad de ir más rápido. El pantano no quedaba excesivamente lejos, pero sabíais que habría muchos obstáculos que sortear.

El horizonte seguía tornándose oscuro, quizás la paz había durado demasiado tiempo y ahora tocaba volver a luchar de nuevo por restablecer lo que anteriormente con tanto trabajo había sido obtenido.

La verde pradera iba poco a poco adquiriendo un tono amarillento, como si la vida se fuese a pagando según seguíais avanzando ¿Era una señal de que la corrupción venía de más allá? Incluso llegasteis a pensar si visitar a Baba Yaga traería realmente las respuestas ante la incógnita de donde estaría vuestra hija... ¿pero qué más soluciones había?

Sin embargo había algo que os escamaba, en anteriores ocasiones cuando la Trifuerza desaparecía la tierra se infestaba de monstruos que querían sembrar el caos sin embargo todavía no os habíais topado con ninguna amenaza ¿Y si era que esta vez el mal había adoptado otra forma?¿Y si simplemente saben que no tienen nada que hacer contra ustedes y se esconden?

- Esto es extraño ¿los seres malignos estarán apenas apareciendo? Algo que he aprendido en mis viajes es que siempre hay que estar alerta a cualquier amenaza - penso link mientras observaba el paraje amarillento que recorrian, el aire era más frío y húmedo a medida que avanzaban, su expresión mostraba analítica, como si pensara que algo podría ocurrir de un momento a otro, los moblins, octoroks, las criaturas salvajes a las que conocían bien asolarian las tierras que con tanto trabajo ha cuidado. 

Levanto la cabeza mirando a los alrededores de forma atenta, es un poco difícil con la velocidad a la que cabalgamos, pero parece buena idea. 

La visión de los campos de Hyrule, de verde esmeralda, habían siempre causado una sensación agradable a los ojos de la reina Zelda. Cuando aún era princesa, su espíritu aventurero anhelaba recorrer ese espacio que pertenecía a su reino, y perderse en sus llanuras. Ahora, algo distinto la hacía cabalgar velozmente a través de ellas, en vez de la libertad que le traía el correr y sentir su cabello con el viento tenía una opresión en el pecho, la sensación de agobio por lo que podía estar pasando, por lo que podrían encontrar frente a ellos.

Miraba a Link de reojo, pues era él quien se había aventurado por aquellas partes cuando tuvo que rescatarla. De alguna forma esperaba que en cualquier momento alguno de los monstruos que asolaron el reino en el pasado aparecieran en el camino, pero durante el recorrido no parecían encontrar ningún obstáculo. ¿Sería temor, o acaso los estaban atrayendo a una trampa?

Pero no había manera de saberlo, y la única guía que tenían hasta el momento era lo que Impa les había indicado. Debían llegar al pantano, y encontrar a la bruja Baba Yaga.

De repente, el suelo debajo de vuestros pies comenzó a temblar.

Como si de una trampa se tratase, cuatro hoyos emergieron de la tierra liberando varias criaturas que con un grotesco sonido comenzaron a acorralaros.

¡Eran Octoroks!

Aquellas criaturas en el pasado sobrepoblaban Hyrule siendo una amenaza para los ciudadanos, ya casi ni recordabais la última vez que visteis uno amenazando vuestra seguridad.

Por fortuna, no eran enemigos demasiado fuertes... ¡si iban en solitario! Pero cuando se reunían en grupos eran toda una amenaza puesto que al mas mínimo imprevisto comenzaban a escupir piedras tan rápido como proyectiles. ¡Teníais que deshaceros de ellos!

 - ¡Octoroks! Ten mucho cuidado! - tal como sospechaba, de las entrañas de la tierra surgieron aquellas criaturas ostiles, derrotar a una era sencillo, pero en grupo era un dolor de cabeza, todavía tiene el recuerdo de aquellas piedras que le golpearon la cabeza y resonaron tantas veces contra su escudo que le parecia increíble que su último enfrentamiento había sido hace tanto tiempo atras.

Ser rápido era vital, era cuestión de tiempo antes que las rocas llovieran, por lo cual salto del caballo, tomo mi espada y mi escudo dispuesto a pelear, mis ojos se mantenían en las criaturas y en zelda, a quien estaba dispuesto a proteger si era necesario, por lo cual se propone a lanzar su ataque contra alguno de ellos con un tajo horizontal de su espada. 

Tuvo que sostenerse cuando su caballo se irguió ante la presencia de las cuatro criaturas que se habían atravesado en su camino. En seguida Link había saltado al suelo para enfrentarlos cuerpo a cuerpo. En cambio, la reina Zelda se mantuvo sobre su montura, tratando de calmarla pasando su mano sobre su lomo.

Se descolgó el arco de la espalda, y tomando una flecha apuntó en dirección al Octorock más cercano a su esposo, esperando con eso distraerlo lo suficiente para que Link pudiera herirlo.

Desde la montura, Zelda había procurado dar apoyo a Link mientras este se enfrentaba con escudo y espada en contra de las criaturas. Sus disparos eran certeros, que si bien no servían para hacer una gran cantidad de daño, lograban distraer la atención de los Octorocks en su dirección y así el rey podría acercarse hasta ellos. Aquellos monstruos podían ser letales a distancia y en manada, pero no tenían forma de defenderse de un ataque directo.

Un par de veces las rocas pasaron muy cerca de las patas de su caballo, pero la reina había logrado maniobrar a tiempo para esquivarlos. Finalmente una de sus flechas logró cegar al último de los Octorocks, permitiendo así que Link acabara con él en instantes. Volvió a colgarse el arco a la espalda. -No sé si debería sentirme aliviada o no de ver que hay monstruos después de todo... Tanta quietud y silencio me estaba estaba poniendo más nerviosa.- Admitió. Acercó su caballo hasta el de su esposo, esperando que volviera a montar. -¿Estás bien?- Preguntó, antes de reiniciar la carrera.

Con el enemigo derrotado, los héroes de Hyrule prosiguieron su camino.

Los fieles corceles siguieron avanzando a gran velocidad mientras evitabais como otros enemigos emergían del subsuelo. Sabíais que no podíais permitiros entreteneros luchando con enemigos menores que lo único que lograban era haceros perder el tiempo.

A medida que avanzabais la oscuridad del cielo iba tornándose más y más profunda. Los relámpagos casi sacudían la tierra y el aire comenzaba a hacerse hasta más pesado.

No sabíais donde estaba el foco de toda aquella corrupción, lo que sí estaba claro es que estaba aprovechando la ausencia de la Trifuerza para hacerse más y más notoria.

Mientras seguíais avanzando y la oscuridad ya rodeó por completo vuestras cabezas, un suceso inesperado pero compresible os alertó. Se trataba de gritos, gritos de auxilio y socorro. 

Mirasteis a vuestro alrededor intentado encontrar el foco de aquella petición involuntaria. Vuestros sentidos os dirigieron directamente a una cortina de humo que se escondía vagamente detrás de unas colinas. La cuestión era que aquella dirección era totalmente opuesta al rumbo que debíais tomar. Eso os llevó a pensar que había que tomar una decisión ¿Ignorar a aquellos que necesitaban ayuda para no poner en más riesgo la vida de vuestra hija?¿O hacer una excepción a pesar de las consecuencias?

Con el agil blandir de su espada, corto uno a uno los enemigos que los acechaban, observando como flechas salian disparadas tras de el, sabía que estaba bien cubierto.

Al caer el último enemigo, link envaina su espada y sube de nuevo al caballo - estoy bien gracias, tienes buena puntería - dice a su esposa con una sonrisa, se sentia tranquilo sabiendo que podía contar con ella.

De pronto una serie de enemigos comenzó a sumergir entre la tierra y evitando que los caballos salieran disparados, retoma rápidamente su rumbo con zelda, mientras trataba de hacerse camino, su rostro se torna serio - creo que algo estuvo esperando que la protección divina desapareciera todos estos años, esto me preocupa - de repente escucho unos gritos de auxilio a lo lejos, sin duda capto su atención, por un momento se debatió que era más importante hacer, pero no podía simplemente ignorar aquellos gritos de ayuda - se que tenemos que apresurarnos, pero no puedo ignorarlos, he sido testigo de lo que incluso un simple bokoblin puede hacer... Ire a ayudarlos - dice mientras espera la respuesta de su esposa, sabe que no hay nada más importante que su hija, pero las personas inocentes necesitaban un heroe. 

Parecía que el ataque de los octorocks había sido el detonante para que más criaturas intentaran atacarlos a través del camino, pero estando alerta pudieron esquivar la mayor parte de ellos, manteniéndose siempre en movimiento. A las palabras de Link no puede hacer más que asentir, pues también comienza a sospechar que el robo de la Trifuerza y el secuestro de Tetra eran parte de un plan mucho más elaborado de lo que se había pensado en un principio.

El llamado de auxilio llegó pronto hasta ellos. La duda en la reina Zelda fue un poco mas larga que en la de su esposo, el héroe de Hyrule que siempre había estado dispuesto a ayudar incluso en las tareas más pequeñas que los aldeanos pudieran necesitar. En cambio ella presentía que aquello podría tratarse de una trampa, una manera de engañar sus sentidos para retrasar a los héroes. Vio la determinación en la mirada de Link, y suspiró. -Separarnos no es buena idea, no creo poder atravesar los pantanos por mi cuenta. Iré contigo, así terminaremos más rápido y podremos continuar.- Decidió, esperando no arrepentirse por ello.

Decidisteis de manera clara que no podíais dejar desamparados a aquellos que necesitaban ayuda, de modo que vuestras monturas cambiaron de rumbo para cabalgar tan rápido como lo permitían sus patas hasta el foco de aquella humareda.

No os llevó más de 10-15 minutos llegar hasta la zona del desastre, ahí pudisteis ver que un pequeño pueblo estaba siendo asaltado

Los Moblins habían decidido llevar el caos hasta aquel pacífico lugar donde los ciudadanos gritaban repletos de impotencia al ver como aquellas criaturas dañaban a sus familiares y amigos o como destruían las casas que tantos años les había costado construir.

En cuanto llegasteis a la zona, las personas que yacían escondidas comenzaron a gritar

                                   ¡Son los reyes!

¡Han venido a salvarnos!

                 ¡Libradnos de esta pesadilla!

Pero aquella petición de auxilio atrajo la atención de aquellas criaturas que con sus armas no dudaron en interponerse entre vosotros y los desvalidos pueblerinos.

Al lleguar al pequeño pueblo, la escena que se desarrollaba ahí era terrible, la gente gritaba y corría, entre el fuego y demás emergian las figuras de unos moblins armados que atacaban a las personas inocentes.

Al escuchar las palabras de las personas bajo de su montura, la cual decidió dejar un poco retirada - ¡debemos rescatar a los inocentes!  - dino a su querida esposa, y al desenvainar su espada y escudo grito a las criaturas -eh! ¡Por aquí! ¡Acérquese cobardes!- exclamó para atraer su atención, el sudor comenzó a recorrer su rostro y sentia el calor de las llamas en su piel. Mientras esperaba el ataque de los enemigos se dispusto a bloquear el primer ataque y contrarrestarlo con un tajo en respuesta, la técnica es algo que marca la diferencia entre la vida y la muerte.

Los caballos corrían a través de la llanura, alejándose del camino hacia el pantano. Pronto los sonidos de gritos y golpes se hicieron más audibles, al igual que el humo y el fuego se hacían visibles a sus ojos. Las voces que los aclamaron al llegar hizo que Zelda, de alguna forma, agradeciera que Link se hubiera lanzado a la ayuda. Sin embargo eran muchos los enemigos en su camino. Mientras el rey de Hyrule desmontaba y se lanzaba al ataque, la reina se dispuso a ayudar a sacar aldeanos de sus casa en llamas. Se movía con rapidez sobre el caballo, montando con ella a mujeres y niños para acercarlos a alguna zona segura.

Bajó del caballo una vez que vio como la mayor parte de los aldeanos estaba a salvo, y sacando el arco comenzó a disparar a los moblins que se encontraban más lejos, buscando cubrirse en algún punto seguro.

El plan marchaba a la perfección, la inteligencia de las criaturas no era tanta comparada con su experiencia, como lo esperaba, trataron de atacarlo y pudo responder con precisión los ataques con su espada, observo a zelda llevar a los aldeanos a un lugar seguro mientras peleaba con los enemigos, incluso hubo un momento en el que después de un ataque giratorio que estuvo practicando en el castillo, varias flechas volaron firmes y certeras cerca de el, cubriendolo de ataques que no observaba. Un último moblin se dirigió a un pequelo niño, pero antes de que llegara a el, logre derribarlo - no temas pequeño, te protegeremos - dice link mientras un adulto se lo lleva, lo cual le da la posibilidad de acabar con el enterrando su espada en el.

Al acabar con los enemigos, con sudor en la frenta y limpiando la espada de la sangre de las criaturas, envaina su espada y se dirige a zelda - bien hecho querida, agradezco que estes aquí -  dice tomando su mano, la cual acaricia un momento para voltear a las casas y exclamar - ¿¡están todos bien?! ¿¡Hay algún herido?! - Durante mucho tiempo vivió como una persona cualquiera, antes de embarcarse en su primera "aventura", sabía lo que la gente del pueblo debió sentir durante esa horrible experiencia. 

Mientras se movía de un lado a otro, ayudando a los aldeanos y a Link, Zelda era consciente del tiempo que estaba pasando. Cada minuto que pasaban defendiendo el pueblo era un minuto más donde algo terrible podría estar pasando a Tetra. Por eso sus flechas parecían acertar en los enemigos con gran precisión, sin necesidad de gastar más flechas de las necesarias.

Cuando por fin pareció que todos los enemigos habían sido vencidos, su esposo volvió hacia donde ella se encontraba. Extendió su brazo hacia él y apretó su mano suavemente al escucharlo, dedicándole una pequeña sonrisa. Luego que él hiciera las preguntas, ella habló. -En estos momentos Hyrule no es segura. Su rey y yo intentamos encontrar la fuente de este mal; por ahora busquen refugio y armas con las cuales defenderse.- Dijo la reina. Soltó la mano de Link para volver a su caballo, y buscó a alguien que estuviera aún cerca. -¿Vieron de que dirección venían los moblins?-

Ahora a salvo, los aldeanos os agradecieron eternamente vuestra ayuda en un momento tan crítico. Habíais salvado todas las vidas de los presentes.

Una de las aldeanas a la que le habíais salvado la vida no dudó en ir corriendo hacia vuestra presencia una vez que todo había acabado.

Era indudable que todos los aldeanos estaban eufóricos al ver como los reyes se habían molestado en acabar con la amenaza en primera persona.

Nadie sabía de donde provino la amenaza, pero lo importante ahora es que estaban a salvo.

La mujer, se arrodilló. En sus manos portaba un pequeño cofre.

- Sus majestades... sé que solo soy una humilde campesina... pero nos habéis salvado la vida aquí y ahora... no tenemos mucho que ofreceros, y menos a vosotros que poseéis todo aquello que la nobleza merece... pero hay un humilde obsequio que ruego aceptéis - agachando la mirada alzó las manos. Se trataba de un pequeño cofre de madera con un acabado metálico con adornos bastante llamativo.

La reina sentía como los aldeanos se acercaban a tomar su mano agradecidos, ella les daba un pequeño apretón y una palmada suave en el dorso, antes de repetir las palabras de advertencia, para que previnieran que algo así pasara de nuevo. Fue caundo una de las campesinas se acercó con un pequeño cofre, ofreciéndolo como agradecimiento. Por un momento estuvo a punto de rechazarlo, pues los aldeanos no les debían nada: era su deber como reyes mantener a salvo a Hyrule, aún si en la mente de Zelda había estado un momento la duda entre ayudarlos o buscar pistas sobre su hija. Pudo sentir el aguijón de la culpa, pero su mente era distinta a la de Link. Ella había sido instruida para gobernar, para pensar lo mejor para su reino, pero también para decidir que cosas recibían más prioridad. Sacrificios de pocos por el bien de todos. Aquellos aldeanos no tenían nada, excepto aquel presente que le hacían. Y entendió que no podría rechazarlo, pues orgullosamente ellos lo estaban entregando.

Puso las manos sobre las de la campesina. -Gracias. De verdad lo apreciamos.- Dijo con bondad, antes de tomar el cofre. -Ahora deben irse, buscar refugio y cuidar unos de otros.-

La gente se sentía agradecida de su aparición, era evidente que su presencia causaba mucho más impacto de la que hubieran dado los soldados del reino. La felicidad de la gente le causaba un sentimiento de orgullo, nunca había tolerado el abuso hacía los inocentes, nisiquiera cuando se convirtió en rey se volvio así.

Entre gritos y alabanzas, una humilde campesina se acerco a ellos obsequiandoles una pequeña caja curiosa, por un momento penso que podría tratarse de una trampa o un hechizo aprovechado por la conmoción, pero si algo había aprendido, es que cualquier cosa que los demás ofrecieran, siempre era una granañ ayuda, por pequeña que fuera. Además, no aceptarlo seria mostrar soberbia, y al observar el rostro de zelda penso también en el hecho de que nl tenían mucho, pero orgullosamente lo aceptamos - se los agradezco mucho - dice mientras observa coml zelda toma el cofre e inclino ligeramente la cabeza en señal de respeto - es como dice ella, tomen algo para defenderse, busquen provisiones lo más rapido que puedan y encuentren un lugar seguro, esperamos que las diosas vallan con ustedes y los proteja - dice mientras observa la multitud dispersarse.

- ¿Qué es lo que contendra? -  le dice a zelda mientras se acerca a observar.