Partida Rol por web

El suelo fangoso era ahora el terreno a pisar y el único obstáculo aparente para llegar hasta Baba Yaga. La niebla comenzaba a hacerse más densa por momentos; normalmente su espesura era la normal en aquel clima pero desde que la oscuridad parecía haber vuelto a emerger de la tierra todo lo sobrenatural ahora tenía más poder.

Era fácil tener el vello erizado según se iba dejando atrás la balsa que os había permitido llegar hasta aquí, os sentíais continuamente observados ¿eran las criaturas que os estaban acechando? ¿era quizás la propia Baba Yaga que sabía de antemano vuestra llegada? ¿o es quizás algo peor?

Los mosquitos comenzaban a cebarse con vuestras perfectas pieles mientras su zumbido casi no dejaba escuchar con atención el entorno. Estabais tan concentrados en vuestro alrededor que casi habíais perdido la noción del tiempo ¿o era quizás un efecto adicional de la niebla?

Cualquiera que fuese vuestro pensamiento, nada ni nadie podría evitar que siguierais adelante. La choza de la bruja no debería estar demasiado lejos, lo sentíais hasta en los huesos...

Al llegar a la costa, dejaron su balsa en tierra para evitar inconvenientes, al volver la mirada observo aquel pantano que tanto los había esperado. Mientras caminaba se quedó cerca de Zelda, en un principio sintió que no era un lugar en el que no hubiese estado, sin embargo mientras más se adentraban, comenzó a percibir una sensación extraña. Le recordaba aquellos lugares donde por más que caminaba no llegaba a ningún lado, ya fuera por una maldición que se había hecho por los guardianes del bosque, por una maldición, o simplemente quien supiera el camino sería quien no se perdiera, sea cual fuera la razón no podía estar tranquilo.

- ¿Vas bien? - le preguntó Link a su reina, preocupándose por su estado.

Aquel paraje parecía sacado de las peores pesadillas que la reina hubiera podido tener en su vida. La angustia por parecer que no avanzaban, la dificultad que añadía la espesa niebla y el tener que estar espantado mosquitos continuamente, estaban haciendo el trayecto de lo mas complicado.

Voy bien. Respondió Zelda haciéndose la fuerte, a la vez que agarraba la mano de su marido para sentirse más segura. No me gusta mucho este lugar, pero por Tetra haría cosa peores, ya lo sabes. Digo mostrando una débil sonrisa.

En verdad Zelda estaba deseando llegar a la casa de la bruja, para quitarse de encima la sensación de ahogo que le generaba aquel lugar.

Continuasteis avanzando lentamente debido a que era muy fácil perderse, por fortuna encontrasteis la pista de que no estabais dando pasos de ciego o peor aún, ¡caminando en círculos!

Se trataba de una charca, bastante amplia como para ser rodeada. Parecía que teníais que atravesarla con mucho cuidado ya que, si pisabais con demasiada fuerza o brusquedad os podría tragar cual arena movediza...

Encontrar a Baba Yaga era algo que estaba costando más de lo pensado, pero el sacrificio era necesario.

Con la esperanza de ir en la dirección correcta Zelda se relajó un poco, aunque no soltó en ningún momento la mano de Link.

El terreno en la charca era delicado, no podían avanzar deprisa, pero por suerte los dos eran livianos y de pies rápidos. La reina avanzó y avanzó a paso calmado, uno tras otro, sin dudar. Y siempre echando un vistazo a su marido por si se veía en alguna dificultad y necesitaba de su ayuda.

Link agudizó la vista tanto como pudo. Por un momento los insectos revoloteando lo habían distraído en exceso, en verdad que hacía tiempo que no estaba directamente en un lugar así, sin embargo no era demasiado tiempo como para atrofiar su sentido de orientación.

Al darse cuenta que el camino se podía controlar, se sintió más confiado y agarró a su esposa de la mano - Veo que te mueves por aquí con mucha soltura, pero eso no quiere decir que no sea peligroso - con facilidad comenzó a desplazarse sobre el pegajoso terreno, no era suficiente para detener su misión.

A pesar de que la amenaza era real, el valor de los reyes de Hyrule les permitió atravesar con éxito aquella charca cuya fuerza de succión la había convertido en una trampa admirable contra los intrusos.

Necesitasteis tomaros un pequeño respiro de unos cuantos segundos puesto que atravesar aquella distancia era tan forzoso como haber recorrido kilómetros de llanura.

Tras el tiempo necesario tan solo quedaba una opción: seguir avanzando.

La niebla ahora parecía ser menos densa ¡aquello era muy buena señal! pero todo cambió cuando un escalofrío recorrió vuestra espalda, la imagen de vuestro objetivo estaba a la vista y los próximos minutos iban a ser cruciales.

El momento había llegado.

Los reyes de Hyrule ascendieron por la escalera para llegar a la choza. Sabían que Baba Yaga estaría ahí y cada segundo perdido dudando podría significar poner en peligro a su hija.

Tan solo costó un pequeño esfuerzo el llegar hasta arriba, la entrada a la cabaña estaba cubierta por unas viejas telas que casi olían a muerte. Realmente el lugar era desagradable en todos los sentidos pero... ¿qué más daba si servía para obtener respuestas?

Tras retirar el velo de la entrada pudisteis ganar acceso a la sala principal de aquel hogar siniestro. Todo estaba repleto de calaveras de animales, velas a medio quemar y muchos artefactos que parecían ser mágicos ¿incluirá alguno maldito?

Lo sorprendente fue como tras escuchar un pequeño susurro del viento, toda iluminación existente se disipó... fue así cuando aquella a quien habíais venido a buscar reveló su apariencia..

- Os estaba esperando... oh jóvenes reyes de Hyrule - comentó la anciana bruja mientras se movía escurridiza entre las sombras. De repente notasteis que tras ustedes se materializaron dos asientos que podíais usar para descansar un poco vuestras doloridas espaldas.

- Sé perfectamente para qué habéis venido... y lo mejor es que también sé que podré ayudaros... ¿no es maravilloso? - sonrió de manera siniestra. ¿Qué edad podría tener aquella mujer? ¿un siglo?

- Dos grandes tesoros están perdidos... los dos igual de importantes son... uno para el pueblo y otro para el corazón... -

A la reina se le erizó el bello al entrar en aquel lugar, era asquerosamente siniestro. Aquel era el último lugar que visitaría, pero dadas las circunstancias no había otra opción y tocaba hacer de tripas corazón.

Pues no dude en prestarnos su ayuda apreciada Baba Yaga. Dijo Zelda mientras tomaba asiento. El tiempo apremia. Zelda la miró con entereza, esa mujer le daba repelús, pero no podía permitirse el lujo de que así lo pareciera. Ahora más que nunca la voluntad de la reina quedaba patente.

El camino había sido largo, pero finalmente se encontraban ante la misteriosa choza, sus pies se habían llenado de agua y fango, su ropa aún goteaba suciedad. - A partir de aquí las cosas pueden ser impredecibles, debemos cuidarnos entre nosotros como siempre - la miró a los ojos y subió por las escaleras.

Una vez adentro, una sensación extraña recorrió su cuerpo, era como estar en un viejo calabozo, el aire aunque era menos húmedo que el de afuera, era igualmente helado, o eso sintió. Las velas y los objetos malditos adornaban el lugar, sintió como Zelda apretaba su mano con más fuerza, cualquiera se sentiría intimidado en un lugar así. De pronto las luces se apagaron y una figura oscura se presento frente a ellos, era la temible bruja, con desconfianza, pero acostumbrado, tomo asiento y escucho lo que dijo - Así que usted es la famosa baba yaga - hizo una breve pausa al escuchar que sabía lo que tanto buscaba con desesperación - en efecto, imagino que tiene una idea de donde se encuentran, el equilibrio tan delgado que rige nuestro reino y el mundo se encuentra en riesgo de entrar al cataclismo, pero me pregunto ¿necesita algo de nosotros a cambio de la información? - dijo devolviendo una pequeña sonrisa, agradecía la amabilidad de aquella bruja, no era ni la primera ni la última vez que trataba con una, sin embargo, siempre ha sabido que todo tiene un precio. 

La decrépita bruja sonrió enseñando sus encías ennegrecidas.

Os observaba de manera inquietante en silencio, como analizando cada una de vuestras palabras, cada uno de vuestros movimientos.

- No hay más que ver vuestra mirada para saber que ardéis en deseos de encontrar aquello que buscáis... - volvió a sonreír.

- Os podré ofrecer respuestas sí... ¿por un precio? quizás no exactamente... puesto que la información necesaria para conseguir vuestro objetivo va más allá de las palabras... - comentó mientras empezaba a mirar a la reina Zelda con especial interés.

- Tanto la Trifuerza como vuestra inofensiva hija están en el mismo lugar... un lugar oscuro... donde la muerte dejó un hedor que fue sepultado por los escombros años atrás... - de repente empezó a esparcir unos polvos en el aire; dichos polvos comenzaron a tomar forma de manera mágica:

Aquella figura que duró en el aire tan solo unos segundos os transmitieron recuerdos oscuros del pasado ¿podía ser posible lo que estaba intentando indicar Baba Yaga?

¡No puede ser! Exclamó la reina sorprendida. No podía decir que no se le hubiera pasado por la cabeza, sin embargo, le resultaba increíble que pudiera ser así, puesto que ya acabaron con él en el pasado...

La reina se tranquilizó, se habían cumplido los peores augurios, pero tenía su lado bueno. Era un enemigo conocido y ya habían acabado con él en años atrás, lo que les daba esperanzas de que lo podían volver a derrotar. ¡Iban a recuperar a su hija y la Trifuerza!

La reina escudriñó a la bruja con ojos intrigantes, no se acababa de fiar de ella. ¿Y cuál es el precio que tendremos que pagar? Preguntó serena como una nube que se mueve en el cielo lentamente.

Link estaba preparado para muchas cosas, traer un elixir, algún ingrediente, una joya mágica, incluso que la misma Baba Yaga decidiera luchar con ellos, sin embargo, aquella figura que se mostró ante ellos, esa figura que parecía tan borrosa y clara la vez, eso que de verdad era algo que no esperaba - ¡Es imposible! - dice al levantarse de golpe de su silla casi al mismo tiempo que Zelda exclamaba.

Sin duda la situación se había tornado tétrica de forma rápida - ¿A caso ha regresado esta sombra del pasado a acecharnos una vez más? No le permitiré que le toque un solo pelo a Tetra - dice mientras aprieta puños y dientes, sin duda le enfurecía la idea de que su preciosa Tetra estuviera en manos de una criatura tan vil y malvada. 

La bruja carcajeó mientras los polvos terminaban de desvanecerse.

- Pobres chiquillos - dijo mientras recobraba la compostura.

- Mi mensaje es mucho más claro de lo que parece - os sonrió con picaresca.

- ¿Desde cuando matar un cuerpo significa acabar con el mal que hay encerrado en él? - aclaró, confirmando así vuestras peores sospechas: Ganon podría haber regresado a Hyrule.

- Ahora mi pregunta es... ¿qué precio estáis dispuestos a pagar para obtener lo necesario para salvar a vuestra hija... ¿eh? - se frotó las manos.

La bruja tenía razón, Ganon siempre encontraba la forma de volver. ¿Existirá un método para acabar con él totalmente? Se preguntaba la reina contrariada.

No hay precio que no podamos pagar. Dijo Zelda segura de si misma, no quería que la bruja notaba que la intimidaba. Aunque en verdad era así, le asustaba lo que pudiera pedir esa viaja decrépita, porque sabía que no iban a hablar de rupias. Pero al final estaba hablando de su hija y del reino, tenían y debían hacer todo lo que estuviera en sus manos.

Por un momento se quedó en silencio, lo que decía la bruja tenía sentido para él - Creí que el poder de la trifuerza y las armas sagradas, serían lo suficientemente poderosas para al menos sellar su espíritu - destruir espectros era posible, ¿pero acaso aquel mal era tan poderoso que logró sobrevivir eso?

Imaginó a aquella entidad maligna entrando en la cámara de la trifuerza, siendo éste un lugar sagrado - ¿A caso alguien lo habrá ayudado? - murmuró Link, pero eso no lo distrajo de la situación - Imagino que rupias no es algo que quiera ¿qué exactamente? - su mente nunca se despegó de esa idea, estaba preparado para el precio. 

De manera fulminante la bruja miró a la reina.

- Comprobemos entonces si realmente estáis a la altura de lo que pido... - sonrió mientras se acercaba más.

- A veces los precios a pagar no se calculan en oro, joyas o incluso tierras. Hay veces que algo tan limitado como nuestro tiempo es la mejor moneda de cambio - rió para sus adentros.

- Os ayudaré si consentís sacrificar parte de vuestra juventud... oh reina de Hyrule - su semblante se tornó funesto. Baba Yaga parecía sacada de la peor de las pesadillas.

- Dejadme absorber parte de vuestra energía y os daré lo que necesitáis para proseguir... juro que no morirá en el proceso... - drásticamente comenzó a frotarse las manos; desde que dijo esas palabras no dejó de mirar a Zelda.

La reina pegó un respingo y se levantó de la silla. Estaba alucinando con lo que la bruja estaba pidiendo. ¿Cuantos años tendría si absorbiendo energía de otros rejuvenecía? Se planteó la reina, que había querido entender eso.

Se plantó delante de la bruja sin ningún temor, cara a cara, todo el miedo se había desvanecido ante tamaña actitud. Pero no le quedaba más remedio que entrar al trapo, por su hija y por el reino. Danos un método para acabar con Ganondorf definitivamente y lo que pides será tuyo cuando lo consigamos. Ofertó la reina con cara de pocos amigos. La rabia y la determinación se habían apropiado de la mirada de la siempre dulce Zelda.

Sus ojos quedaron sorprendidos al escuchar a la bruja, se preguntó si sus oídos estaban bien ¿acaso quería robarle la juventud a su esposa? ¿A la reina de Hyrule? Sin duda la avaricia viene en muchas formas distintas.

Link supo lo que sentía Zelda, era en verdad admirable el sacrificio que esta a punto de realizar, era algo que no podía ignorar así como así a lo que dio un paso al frente y puso su brazo un momento frente a Zelda - ¡espera! ¿Acaso no hay algo más que desees? - sin duda podría ser la pregunta más estúpida que pudo haber hecho, pero la experiencia le había enseñado que había que intentar lo posible antes de aceptar lo peor como la única opción.

La bruja miró a Link sonriendo.

- Un hermoso gesto el de protegerla, pero la última palabra la tiene ella - dicho aquello miró de nuevo a la reina.

- No hay nada más que quiera salvo lo que he solicitado... y es algo que quiero ahora. Las luchas que tengáis del pasado son cosa vuestra, yo solo puedo llevaros allá donde queréis ir. En vuestra mano queda si aceptáis o por el contrario os tenga que invitar a que os marchéis -