Partida Rol por web

Katia va a abrir la puerta de la furgoneta cuando queda 'congelada' un instante. Un sexto sentido, quizá el famoso sentido femenino hace que se le erice el vello de la nuca. Algo en todo ese plan está abocado a la más tremenda de las catástrofes.

Quintero, gracias al vídeo de Francisco -lo quiera él o no- va a ser relacionado con Talión. 

Cuando busquen en su círculo cercano, darán rápidamente con Faith como ex empleada furiosa. Y cuando lo hagan, rápidamente lo atarán con el "secuestro" de sus dos hijos delante de las narices de las monjas.

Fácilmente podrían implicar a Talión en esta operación, y sin duda sus rivales políticos van a exprimir cada oscuro y morboso detalle de la noticia para dinamitar la credibilidad y fama de los Ases.

El tiempo, sin embargo, se acaba.

Katia ya había tenido en cuenta esa posibilidad: a pesar de no haber hablado con Francisco todavía de eso, después de esta operación tendrían que escribir un comunicado explicando que, dado que Faith podrá ser relacionada con Talión y sus hijos pueden parecerle a alguien una vía para llegar hasta ellos, se han visto obligados a reunir a la familia y llevarlos a lugar seguro para proteger tanto a los niños como al orfanato en el que se van a colar. Con las pruebas de Francisco contra Quintero y un pequeño donativo a las monjas por las molestias junto con una explicación decente, el impacto en la opinión pública de las acciones de Talión sería minimizado, o incluso podría afectar positivamente.

Sin embargo ese no iba a ser su principal problema. Saray y sus abuelos, Faith, sus hijos, Manuel y su familia... Si seguían siendo tan descuidados sus identidades no tardarían en ser descubiertas y eso podría ser desastroso para el grupo. ¿Qué ocurriría si uno de ellos fuera detenido por la policía?

La pareja se cuela saltando la verja con mayor o menor facilidad, llegando al patio. Como era de esperar, con la reja mediante, no han prestado tanta atención a la seguridad, y la puerta que da a los despachos está solo entornada. La que da al bloque de aulas sí está cerrada, pero han dejado varias ventanas abiertas.

La puerta del bloque dormitorio parece cerrado, aunque tal vez no con llave. Tiene tres plantas, y en la del medio hay una luz encendida.

Para evitar que pudiera ser identificado con facilidad, Francisco iba con la capucha de su sudadera puesta, la braga subida hasta la altura de los ojos y con los guantes de cuero.

Al saltar la verja habían hecho la parte fácil de toda aquella operación. Ahora tocaba descubrir en que habitación estaban los hijos de Faith y llevárselos de allí asegurándose a ser posible de que no les viese nadie.

   - Deberíamos ir a los despachos.- Susurró a Katia señalando hacia la puerta entreabierta.- Es probable que allí tengan un registro detallado de los niños que nos diga en que habitación duermen.-

Observo a mi alrededor cuando escucho a Francisco. Asiento a sus palabras, porque es lo único que realmente tiene sentido ahora mismo. Espero que las monjas sigan teniendo archivos de papel, porque como haya que hackear un ordenador, vamos a tener que llamar a Tecnovirus mientras conectamos el móvil.

Miro el muro a ver si veo alguna cámara de seguridad que convenga evitar y, en caso de encontrar alguna, se la señalo a Francisco para que lo tenga en cuenta al moverse.

- OK, vamos... - digo en voz baja mientras le hago un gesto.

Trato de moverme sin hacer ruido mientras me acerco al edificio de los despachos, colocándome junto a la puerta para echar un rápido vistazo al interior.

Francisco asintió y siguió a Katia en su avance hasta la puerta, intentando avanzar con sigilo y siempre atento a cualquier posible cámara o movimiento que pudiera percibirse en las ventanas de los edificios.

Ninguna ninja se cruza en el camino de los ases cuando llegan a los despachos del colegio. Allí están secretaría, dirección y la sala de profesores.

Parecen haber muchos papeles por revisar en los tres despachos, pero seguramente los papeles que busquen estarán en dirección. Al entrar, efectivamente hay un ordenador, pero también muchos archivadores, parece que las monjas no se han pasado demasiado a la era digital. La mesa de la directora parece muy ordenada, tiene pocos papeles, pero destacan unas carpetas entre los pocos papeles.

Francisco asintió al ver el despacho. Como empresario aquello era terreno conocido para él. Si en aquel lugar usaban un sistema comprensible de organización de documentos, no le tenía que costar demasiado encontrar lo que estaban buscando.

Los ordenadores no acababan de dársele del todo bien, así que le indicó a Katia que ella se encargase de examinar la mesa mientras el miraba en los archivadores a ver si encontraba la información relevante sobre los hijos de Faith.

Encendiendo una pequeña linterna de bolsillo, comenzó a examinar todo aquel papeleo manteniendo siempre la luz baja para que no pudieran ver ningún reflejo desde fuera del edificio.

Miro un momento a Francisco y asiento. No parece probable que la directora tenga el dossier de dos de sus internos encima de la mesa, pero por lo que me comentó el empresario, no debía hacer demasiado tiempo que Faith había perdido la custodia de sus hijos, así que era posible que entre sus carpetas aún tuviera algo de documentación sobre ese caso.

Enciendo la linterna de mi móvil, teniendo cuidado de no enfocarla hacia ninguna ventana y cubriéndola con la mano hasta que llego a la mesa. Con cuidado, empiezo a revisar rápidamente las carpetas que la monja tiene allí.

Una búsqueda rápida obtiene resultados en la mesa. Al llevar poco tiempo con ellas, aún tiene papeleo pendiente, y las fichas de los dos niños estaban encima de la mesa, junto con otros asuntos.

Hay bastante información sobre ellos... básicamente todo desde notas, temas médicos y psicológicos, y cosas así. Echando una ojeada aparece que están en la habitación  de los"Jilgueros", una habitación con otros niños que en principio deberín ayudarles a adaptarse.

¡Eureka!, pienso al encontrar información de Kibo y Zareb Omoyuri Asemota. La verdad es que su nombre destaca fácilmente, así que no ha sido tan problemático encontrarlo como había esperado.

- Habitación Jilgueros - le digo a Francisco en un susurro tras volver a dejar los papeles en la mesa. Apago la linterna del móvil. - De todas formas, sería bueno encontrar un hábito de monja para entrar en esa habitación. Si se despierta algún niño no queremos que se ponga a gritar - comento.

Obviamente nuestro siguiente objetivo es encontrar la distribución del lugar. Busco alguna señal de seguridad con las rutas de evacuación. Son obligatorias en todos los lugares públicos y con suerte las monjas han tenido dos dedos de frente como para poner nombres o dibujitos a los sitios de forma que los niños puedan identificar las habitaciones fácilmente. Es posible que no haya ninguna en el despacho, pero se lo comento a Francisco para mirarlo en el pasillo. - Salvo que hayas encontrado algún plano, claro... - añado en voz baja.

No había un plano de la zona de habitaciones en el archivador. Estaban en la parte de oficinas, así que en los pasillos, lo que sí había era un plano de emergencia en la pared.

Indicaba cómo salir de cada uno de los edificios. Al parecer, el bloque de viviendas tenía otra entrada desde el edificio de aulas, además de la puerta que daba al patio. No indicaba expresamente cuál era la habitación 'Jilgueros'

Francisco asintió a las palabras de Katia.

   - Por desgracia aquí no hay plano alguno que nos pueda servir.- Respondió en un susurro.- Pero es probable que en la zona de dormitorios existan indicaciones o dibujos en las puertas para que los niños mas pequeños sepan identificar sus habitaciones sin problemas.- 

   - Como dices al menos tu deberías llevar unos hábitos de monja para no alarmar a los niños.- Comentó pensativo.- Es posible encontremos los hábitos en la zona de las habitaciones de las monjas, o sino, tienen que tener algún tipo de lavandería en este lugar...- 

Miró en el plano a ver si era posible localizar la lavandería.

En el edificio de las oficinas y el colegio no hay lavandería, tanto la lavandería como la cocina y el comedor están en el edificio hogar. Hay dos puertas, una desde el edificio en el que están, y otra desde el patio. La forma más directa de llegar a la lavandería es desde el mismo edificio en que están los ases.

En la primera planta del edificio hogar están el comedor, la cocina, la lavandería. En la segunda, las habitaciones de las monjas y la capilla, y en la tercera y cuarta, las habitaciones de los niños.

Francisco estudió la distribución interna del edificio para memorizarla y saber ubicarse una vez estuvieran en faena.

   - Muy bien.- Dijo mirando a su compañera.- El camino mas corto y eficiente para llegar a la lavandería es por dentro del edificio.- Prosiguió señalando el trayecto en el mapa.- Deberíamos darnos prisa y ponernos en movimiento. A estas horas las monjas estarán con los rezos vespertinos, así que si nos damos prisa, podremos llevarnos a los niños antes de que nadie se de cuenta.-

Apremiante, Francisco se puso en marcha y comenzó a caminar hacia la lavandería. Allí, Katia podría vestirse de monja, y de ahí irían directos a la tercera planta para buscar la habitación de los Jilgueros para recoger a Kibo y Zareb.

Los dos ases se mueven como dos fantasmas hasta el edificio hogar, haciendo prácticamente ningún ruido. Una vez en la lavandería, rápidamente Katia encuentra unos hábitos de monja para ella, y unos para Francisco, aunque le quedan algo pequeños.

En el piso de arriba se oye hablar a dos monjas.

Habían llegado hasta la lavandería sin ningún problema. La verdad es que de momento el plan parecía ir marchando al dedillo. Cosa extraña dada la suerte habitual.

Katia encontró rápidamente un hábito de monja que le quedaba más o menos bien y otros que le pasó como si su intención fuera que él también se vistiera de monja. No pudo más que corresponderle con su mejor mirada de “va a ser que no”.

Podía hacer muchos sacrificios personales o incluso estar dispuesto a morir para cumplir con sus misiones y castigar a los malos de turno, pero travestirse no entraba dentro de esos sacrificios. Solo imaginar la indignidad de que le pudieran pillar de esa guisa ya le hacía cerrarse en banda.

   - No gracias.- Susurró a su compañera.

Unas voces de dos mujer se escucharon desde el piso de arriba. Moviéndose con sigilo se aproximó ha la puerta asomándose con tiento al pasillo para vigilar que no viniera nadie mientras Katia se disfrazaba de monja.