Partida Rol por web

El hombre carraspea un poco para llamar la atención de todo el mundo, que se gira a escuchar. Es un poco showman, y mientras habla gesticula con una exageración un tanto cómica.

Distinguidas damas, honorables caballeros, espero que estén disfrutando de la humilde fiesta. Acaba de llegar nuestra siempre esperada Tigresa Blanca Le lanza un besito con tono humorístico, al que ella responde con una sonrisa bienhumorada.

Sé que tooodos tenemos cosas que hacer, pero acaba de llegar, así que dejémosla relajarse un poco, antes de la reunión. Sacude un poco su chaqueta, para poder ver el reloj.

En veinticinco minutos podremos ir pasando. Veo que nuestro venerable camarada Boronov ha reunido realmente a mucha gente, pero hablaremos más cómodos en un grupo reducido. Sonríe. Sí, sé que a todos les preocupa un poco la seguridad... Rió un poquito.

Así que cada uno de los ocho Camaradas podrá llevar tres acompañantes a la reunión. Unas treinta personas estará bien, creo yo. 

Miró a Gagarin esperando su aprobación, y éste asintió.

Bien, pues nos vemos en un rato... yo voy a ver si picoteo algo, que no me han dejado, y les dejo con la música, hahaha.

Realmente entre guardaespaldas y muchachos de cierta confianza de unos y otros, habrían casi ciento cincuenta personas.

Mihail mira entonces a Katia, y mientras termina de masticar un canapé, piensa en lo que va a decirle. 

Katia tiene ese momento para tomar la iniciativa en la conversación que pretende iniciar.

Sonrío mirando al contable. "Desgraciadamente, supongo que tendrá mejor mano para los números que con las mujeres, porque si no podría arruinar a Gagarin y ahorrarnos el trabajo de quitarle de en medio", pienso ante sus poco discretas insinuaciones.

- ¿Un segundito? - pregunto fingiendo sentirme ofendida, pero dejando que se note que es un sentimiento fingido tras una parte de mí que se siente halagada. - ¿No es mejor tomárselo con calma? A las chicas mediterráneas también nos gusta que nos conquisten - añado en tono seductor. - Y ni siquiera me has dicho tu nombre... No tengas prisa, cariño, que tendremos toda la noche.

Si sigue presionando tendré que mostrarme ofendida por tratarme como una puta barata en vez de como una escort de lujo, pero de momento creo que podré mantenerle cotrolado, aunque me toque apelar a su posición y la importancia de esta fiesta.

Cuando empieza a bajar la música le miro alzando ligeramente una ceja. - ¿Mayordomo? - pregunto con fingida sorpresa. - Pensé que era el anfitrión... El señor Savchenko, por lo que me dijeron en la agencia... - Por supuesto, he captado el sarcasmo en su comentario, pero en estos momentos me conviene dejarle pensar que soy el estereotipo de rubia tonta. Después de todo, nadie da importancia a sirvientes y acompañantes, por mucho que llamen la atención pocas veces tenemos más consideración que un elemento meramente estético. Exactamente igual que los anillos de Pavlik, por mucho que Mihail no sepa reconocerlo.

El hombre empieza dedicando unas palabras a la recién llegada. La Tigresa Blanca. Sin duda una mujer de armas tomar, cosa que ya me había parecido por su porte. Pero el hecho de que se dirija a ella y no a otros de los presentes como el tuerto o el propio Gagarin deja muy claro la importancia de la mujer. Aprovecho que todo el mundo se vuelve hacia ella para mirarla de arriba a abajo.

- Realmente parece una tigresa - comento casualmente a Mihail. - No se habrá fijado en tí, ¿verdad? No me gustaría interponerme entre esa mujer y su presa... - añado haciendo una broma simple para ver si el contable me sigue el juego.

El anfitrión hace una broma sobre la seguridad y no hace falta la más mínima empatía para notar las risas nerviosas entre el público. Esto parece un polvorín, con al menos dos facciones rivales aquí presentes. Si se presenta la oportunidad, tal vez se pueda hacer algo para que acabe explotando. Vuelvo a mirar al chico que mosqueó a Igor mientras hablaba de Voronov. Yaroslav no había tardado en interrumpir, pero no antes de que me diese cuenta de que ese tema se podría aprovechar para caldear el ambiente.

"Los Ocho Camaradas", pienso al escuchar al anfitrión. Rápidamente, hago recuento de la gente que he visto hasta el momento. Gagarin y Boronov sin duda pertenecen a ese grupo. Por las referencias anteriores, la Tigresa Blanca es probable que también, ya que de otra forma alguien podría haberse ofendido de que llamase la atención de todos los presentes sobre ella. Karachenko y el tuerto harían cinco, y el hombre de gafas que habló con Volkov parecía tener el rango suficiente para ser el sexto. "Faltan dos...", pienso rápidamente. ¿Volkov? No es probable, aún carece del respeto entre la gente de bajo rango, así que no parece fácil que le tengan en tanta cosideración. ¿Luka? Es una opción, pero no sé nada de él como para poder estar segura. De hecho, si es aliado de Gagarin, equilibraría los dos bandos que empiezan a estar más claros en mi cabeza.

- Vaya, parece que tampoco tendremos demasiado tiempo ahora antes de que vayas a esa reunión - le digo a Mihail. Rápidamente, hago recuento de los acompañanes de Gagarin. Yaroslav seguro que va con él, pero quedan otros dos huecos y no es imposible que el contable de uno de los "camaradas" acuda como consejero. Sería realmente interesante estar ahí, así que tanteo a ver si Mihail comparte esa opinión para él mismo. De cualquier forma, es buen momento para empezar a jugar mis cartas, ya que aún queda tiempo para descartarme de mi mano y tratar algún otro acercamiento.

Mientras el contable busca con la mirada el canapé que llevarse a la boca, oteo a los presentes, buscando quienes han sido los focos de atención cuando han hablado de los Ocho Camaradas y quién está intentando acercarse a ellos para ser elegido entre sus tres acompañantes. Con suerte, una vez más, las escort no contaremos en ese límite de tres, ya que ahí dentro seríamos únicamente algo para lucir, sin ningún interés ni opción de participar en las discusiones... Pero con oídos para escucharlas.

Katia pretende tomar esta conversación con más calma, y Mihail parece volver a poner los pies en el suelo no sin cierta desazón.

Venga, hombre, bastante que tengo que ser meloso con la señora como para tener que serlo también con las zorras...

Mira a Katia arrugando un poco los labios, coge aire y lo suelta despacio.

Me llamo Mihail Chernenko... Es un placer conocerte.... Entonces Elena le da su falso nombre Katia Y asiente. Es que en rusia nos hemos cansado de conquistar... jeje...

La charla de Savchenko comienza, y al comentario de Katia, Mihail sonríe.

Pfffff.... Qué más quisiera ese ser el anfitrión. Solo es el hombre de confianza del jefe. O sea, el lamebotas oficial.

Al hablar de la Tigresa, aprovecha para echarle ese vistazo. A pesar de la mención específica que se le ha hecho, parece despertar curiosidad, menosprecio y reverencia a partes iguales entre los presentes, independientemente de su posición en la mafia. Parece ser una persona controvertida entre estos criminales. Ella, sin embargo, parece sentirse cómoda en esa posición, en lugar de nerviosa por ver quién la mira de qué modo. Puede que esconda esos nervios, o que realmente le importe un comino quién pueda tenerla animadversión.

 Realmente parece una tigresa No se habrá fijado en tí, ¿verdad? No me gustaría interponerme entre esa mujer y su presa...

Mihail sonríe. Oh no, no... Ésa es la chica nueva de la oficina. Es una... mujer de negocios muy inteligente, si me permites decirlo, con mucha personalidad, pero poca experiencia. De todas formas yo tampoco quisiera que me pusiera los ojos encima. A veces da miedo...

Miró a Katia un momento. De esas mujeres modernas, sabes... que quieren hacer trabajos de hombres mejor que los hombres. 

Aquél joven que calentó el ambiente hablando de Volkov está junto a otro chico, parecen fumar y comentar algo por lo bajo.

  Vaya, parece que tampoco tendremos demasiado tiempo ahora antes de que vayas a esa reunión

Mihail negó. No el suficiente para conocernos, mademoiselle... pero bueno, nos podemos ver luego. Seguro que el señor Gagarin me pondrá entre sus tres, así que voy a tener que ausentarme. Un tema incómodo, sabes...?

^{*Tirada de Astucia+Compostura*}
Entre los más mirados cuando se habla de los compañeros están efectivamente Boronov, Gagarin, el hombre tuerto, Karachenko y el de las gafas, pero sorprendentemente unos cuantos 'colegas' se acercan a revolotear a Vólkov, y algunos murmuran mirando a la Tigresa. Luka no parece tener a nadie revoloteándole, pero su hija parece preguntarle algo con inquietud y esperanza. Luka la mira sonriendo, como haciéndose el interesante, y finalmente asiente.
El hombre huesudo de las gafas no parece atraer demasiadas atenciones, pero está rodeado de un guardaespaldas fornido, una mujer de su misma edad, y otro hombre con aspecto de abogado, contable, o similar.

Sonrío levantando una ceja cuando habla de la Tigresa.

- ¿Trabajos de hombres? - "¡Será gilipollas!" - Vaya... a mí lo que se me da bien son los trabajos de mujeres. Claro que muchos también consideran que soy una mujer moderna, abierta a distintas experiencias... - Le guiño un ojo, con una insinuación nada sutil.

Me acerco a él mientras sigue hablando, pegándome a su costado, lo que me permite otear por encima de su hombro. Me fijo en la entrada a la casa, el lugar donde se hará la reunión en algo menos de media hora, preguntándome si ya estará vigilado o si aún se podrá acceder allí. Mientras habla, pienso rápidamente formas de poder enterarme de lo que ocurre. Ciertamente, Talión va a necesitar hacer unas compras básicas de aparatos de espionaje electrónico. "Si hubiera mirado más cosas cuando compré esas cámaras...", maldigo un momento.

- Sí, eso por supuesto, cariño... Tendremos toooda la noche. - "Cuando vayamos por esta gente, me aseguraré de ser yo quien le meta una bala en la cabeza a este imbécil". - Pero no me dejes aquí tan pronto... - añado con una cara de pena que ni siquiera necesito disimular que es fingida. Después de todo, él debería pensar que estoy haciendo esto por dinero. - Aún puedes dejarme disfrutar de tu compañía la próxima media hora, ¿no?

Asiento cuando menciona a Gagarin, manteniendo la calma a pesar de haber acabado con su hija hace tan solo dos días.

- ¡Ah! Sí, me presentaron al señor Gagarin en una fiesta hace unos años. Le gustó que le hablase en ruso, aunque a penas coincidimos unos minutos. - Prefiero no mencionar nada sobre su pérdida; aunque haya escuchado a Boronov hablar de la muerte de su hija, es mejor que Mihail siga pensando que una scort es sorda y ciega para todo lo que no esté relacionado con su propio bolsillo. - Espero que no sea nada demasiado grave, pero luego tendremos tiempo para relajarnos, ¿no crees? - En el peor de los casos, me tocará sonsacarle información al contable antes de llevármelo a la cama, salvo que se me ocurra alguna forma mejor de acceder a la reunión.

Sonrío a Mihail una vez más, pero me siguen fallando las cuentas.

- De todas formas, tal vez sea mejor que estés cerca de Gagarin ahora, no vaya a ser que ese lamebotas oficial intente ocupar tu puesto en la reunión, ¿no? - le digo agarrándole del brazo sin intención de soltarle cuando se acerque a Iván Gagarin.

Nah Dijo Mihail sin preocuparse. Gagarin es Dartagnan, y Savchenko, Yaroslav y yo sus tres mosqueteros Miró a Gagarin y a Savchenko.

No hay problema por eso. Miró a Katia. La cuestión es si tú seguirás libre para cuando salga... Es un tema peliagudo, ¿Sabes? Su hija ha muerto hace poco... asesinada, y supongo que querrá que sus Camaradas le echen una mano. Por su forma de hablar, parecía que a él mismo le sonaba un poco raro lo que estaba diciendo, pero que no encontraba otra explicación, lo que quería decir que posiblemente, a pesar de ser uno de sus 'mosqueteros' no tenía toda la información. 

Probablemente fuese por su evidente propensión a soltar la lengua más de lo debido.

Gagarin le hace un gesto a él y a Yaroslav, ya que Savchenko está ocupado hablando con Luka y su hija, que parece muy contenta, y ambos tienen una conducta paternal-condescendiente con ella.

Vólkov sigue con sus 'amiguetes' de charla, parece que le hacen la pelota y él está encantado. 

El hombre de las gafas que fingía no ser amigo del tuerto está ahora hablando con Karachenko. Le acompaña un chico joven con evidente parecido, seguramente su hijo, y un tipo bien grande, alguna especie de guardaespaldas. Karachenko para no variar, tiene a sus tres mihuras cerca.

La Tigresa, por su parte, está charlando, manteniendo las distancias, con el tuerto, que parece ser del tercio que la mira por encima del hombro, pero trata de ser tan cortés como puede.

Cuando Mihail llega al lado de Gagarin con Katia, el anfitrión saluda a la mujer con un movimiento de la cabeza, y pasa a hablar con su contable un momento, con el ceño un poco fruncido.

Aunque no parece que sea una persona que habitualmente pida las cosas con una cucharada de miel, su tono es especialmente seco y serio, que hace que Mihail lo tome muy en serio.

Céntrate, que nos conocemos. En vez de acosar a las jovencitas sería un buen momento para que comentes aquello que hablamos con Karachenko, ya que lo tienes aquí.  Le hace un gesto de '4' con los dedos.

Mihail asiente, y suelta a Katia un momento. Parece que va a marcharse sin más, pero al mirar a Gagarin una segunda vez, parece recordar que hay que despedirse y se despide de Katia rápidamente antes de ir a hablar con Karachenko, qur sigue de momento hablando con el hombre delgado.

Una vez solos, Gagarin mira a Katia de reojo una vez, y luego coge aire en un conocido gesto de aquellos que se preparan para despedir o dar largas a alguien. Si Katia quiere cruzar algunas palabras con él, es el momento.

Alejandro Dumas se revuelve en su tumba al escuchar la comparación de Mihail con sus tres mosqueteros. Está claro quién sería Porthos, pero seguro que Athos tenía más cabeza que cualquiera de los otros dos secuaces de Gagarin. Pero su siguiente frase me hace pensar un momento.

"¿Ayuda? Gagarin querrá vengarse personalmente, eso está claro. Pero sólo reuniría a los demás si piensa que hay una amenaza a más alto nivel o si realmente necesita sus recursos para localizarnos. Pero es demasiado pronto para que Ivan haya llegado a ese extremo sin agotar sus propias opciones."

Me encojo de hombros cuando comenta si seguiré disponible cuando salga. Cada vez parece más importante acceder a esa reunión en persona, aunque con eso llame la atención lo suficiente como para tener que mantener un perfil bajo con los rusos durante un tiempo. - Claro, cariño... Y si no es así, ya tendremos más oportunidades de vernos...

No tengo tiempo para coquetear más antes de que lleguemos junto a Gagarin. Las órdenes del mafioso de San Petersburgo son tajantes y Mihail prácticamente no se para ni para despedirse. "Bueno, luego tendré que darle mi número", pienso sin descartar aún la jugada de los móviles, fijándome en si usa reloj de muñeca o de bolsillo, lo que estaría acorde a su clásica forma de vestir.

Me quedo a solas con Gagarin y veo cómo empieza a inspirar aire, dispuesto a despedirse rápidamente para tratar temas más urgentes.

- La... lamento lo de su hija, señor Gagarin - le digo con tono apesumbrado, dejando que mi voz tiemble ligeramente por el respeto que debe imponer a cualquiera dar el pésame a una persona con su influencia. - Yo perdí a toda mi familia en una accidente y sé que es un duro golpe... - Probablemente sea la única verdad que le voy a decir a este tipo, pero la mejor forma de mentir es hacerlo entre verdades y medias verdades para que la mentira quede diluída en la conversación. Titubeo un momento antes de continuar. - Si hay algo que pueda hacer por usted... - hablo con suavidad, no pretendo que se confunda como una insinuación ni nada parecido. Después de todo no creo que tenga muchas ganas de jugar con nadie de la edad de Gaga, sobre todo teniendo en cuenta que las últimas palabras que le dedicó su hija fueron un insulto, si realmente le estaba llamando desde el taller.* - ...entretener a cualquiera de sus invitados, o cualquier cosa que necesite, - aclaro - por favor no dude en decírmelo.

Espero con interés la respuesta de Gagarin, preguntándome qué hará con el ofrecimiento. De momento prefiero estar concentrada en esta conversación, aunque no puedo evitar pensar quién va a ser mi pase a la reunión: Volkov, el hombre que nunca habría considerado lo suficientemente importante como para ser uno de los Camaradas. Lleva poco tiempo aquí, es suficientemente bocazas como para dirigirse a Boronov como "carcamal", tendrá bastantes aliados en la reunión considerando que el tuerto y probablemente el de gafas estarán allí y, si no estoy muy equivocada, su falta de respeto por Gagarin puede favorecer que se plantee insultarle llevando entre sus acompañantes a una simple prostituta en vez de a un consejero más experimentado.

Iván arruga un poco los labios, maldiciéndose por haber tardado tanto en dar 'puerta' a la chica. Parpadea sorprendido al escuchar las condolencias de Katia, y mira de reojo a Mihail.

Katia aprovecha para mirar de nuevo a Vólkov. La deferencia y respeto con que le tratan los otros jóvenes es similar a la que despachan a otros e los grandes mafiosos de la fiesta. Sin embargo, el comportamiento de Vólkov es igual al de otros jóvenes, tratando de aparentar. 
No parece tan astuto como para que sea un papel que representa, por tanto debe de ser uno de los 'grandes' hace poco, por mediación de otro de los grandes para que sea su marioneta, por pura suerte, o un poco de todo.

Sí.. Comienza. Los accidentes son tan... injustos. Suspiró, creyendo que Mihail había contado que era cosa de un accidente. Gracias -Dijo, mirándola sereno, poco acostumbrado a dar las gracias. Debió ser duro. Dijo tratando de empatizar, aunque realmente no le importaba demasiado.

Pero queda sobreponerse... y seguir. 
Katia se ofrece a echar una mano, y Gagarin comienza a incomodarse y volver a arrugar el labio, pero se relaja cuando comprende que no se trata de eso. Dentro de todo, parece bastante caballero.

Gagarin mira de reojo a los invitados y luego a Katia.

¿Te quieres ganar un dinero extra? Dice sin alzar mucho la voz Es sencillo y no es peligroso, pero exijo absoluta discreción. Necesito una chica lista con dos oídos, y si mucho no me falla la intuición, no eres una niña tonta que han engatusado en Ucrania o en Georgia, sin embargo... me molesta la gente que se pasa de lista. ¿Comprendes lo que quiero decir...?

La mira a los ojos. Katia puede sentir la amenaza implícita en aquellas palabras, Gagarin no oculta ahora su faceta de león, quiere dar a entender expresamente lo que jugársela implica.

Generosidad por lealtad, quince minutos de tu tiempo, y luego no recuerdas nada. Si no le interesa, cada uno por su lado, y tan amigos...

Hizo un gesto de 'sin problema' que daba a entender que no la estaba obligando.

Me muerdo el labio inferior, pensativa, en un gesto adquirido que le gusta a la mayor parte de los hombres.

- Creo que me sobreestima, señor Gagarin - le digo cuando deja caer lo de la "chica lista".

"¡Maldita bocaza, Katia! ¡A veces pareces ese tipo de rubia! ¿En qué estabas pensando cuando le ofreciste ayuda a este tipo? Bueno, a las malas algo de información sacaré, pero esto me va a dejar sin tiempo para encontrar a alguno de los Camaradas, salvo que estemos de suerte y Gagarin quiera que saque algo de información de alguno de ellos". Visto cómo está el patio en la fiesta no parece una idea descabellada y, de todas formas, tampoco puedo desdecirme ahora retirando mi ofrecimiento.

- Pero tiene razón en una cosa: mi memoria es nefasta para todo lo que no sea encontrar posibles clientes, y la discreción viene con el oficio. - A poca gente le gusta que aireen sus gustos en la cama y, aquellos dados a compartir sus "proezas" prefieren hacerlo en persona en vez de dejar hablar a los demás, así que una vez más vuelvo a mezclar verdades y mentiras en una sola frase. - ¿En qué puedo ayudarle? - pregunto finalmente.

Iván asintió tranquilo y la miró de arriba abajo, pensando quizá en si estaba haciendo bien en confiar en la primera que se le cruzaba.

No todos en esta fiesta son amigos entre sí, y quisiera saber qué piensan de otros invitados, ya sabes... Si traman algo, si hablan de asuntos que cuando pase alguien cambian de tema...

Luego señaló con disimulo a los distintos objetivos. 

Me interesan especialmente los pensamientos de esos hombres.

Señaló a Vólkov y al tuerto en primer lugar, después a Karachenko, a Luka y a la Tigresa.

Sé sutil... prefiero que me traigas menos, a que sospechen algo.

Asiento con una sonrisa hacia Gagarin.

- Efectivamente, me sobreestima, señor Gagarin - le digo encogiéndome ligeramente de hombros. - Puedo prestar atención para conseguir la información que necesita, - "como si normalmente no lo hiciera..." - pero eso me llevaría mucho más que "quince minutos de mi tiempo" - utilizo sus mismas palabras para remarcar que es idea suya. - Por supuesto, no tengo ningún problema en trabajar para usted durante toda la noche, pero no me veo capaz de informarle en el tiempo que me ha sugerido. ¿Será suficiente que le diga lo que me ha pedido al final de la fiesta?

Miro discretamente en las direcciones que me indica, como si pasease la mirada por todos los presentes.

- De esas personas tan solo me han presentado al señor Karachenko de una fiesta anterior - al igual que Gagarin, probablemente no se acordará de mí. - Y los chicos con los que estaba antes mencionaron al señor Volkov - Yuroslav podrá decirle eso mismo, así que no tiene sentido ocultarle nada. - Si tengo que acercarme al resto, me ayudaría saber sus nombres...

Al ver a Karachenko, recuerdo las órdenes que le ha dado a Mihail.

- Supongo que si alguien me pregunta de qué hemos hablado podré decirle que me ha dado instrucciones claras de no distraer al señor Chernenko esta noche. Tendré que compensar a Mihail en otra ocasión - añado con voz coqueta. Es de esperar que Gagarin se encargue de que su contable me deje vía libre el resto de la noche.

Dejo que conteste sólo con un gesto antes de seguir. Jamás imaginé al verle aquí que iba a acabar contándole mis planes para colarme en su reunión, pero llegados a esta situación, prefiero contar directamente con su beneplácito antes de encontrarme con él directamente en la reunión sin que se lo espere. Miro el reloj un momento.

- Mihail me dijo que la reunión era importante - casi me da pena el bocazas del contable - así que puedo intentar que el señor Volkov me invite a pasar para comprobar si traman algo en relación a lo que vayan a tratar ahí dentro. ¿Le parece bien?

Gagarin mira una vez más a los ojos a Katia, y empieza a mirar a los invitados, mientras dice sus nombres.

Grisha Korovin. Será difícil acercarse a él mucho tiempo Luego miró a Luka. Luka Novikov, éste será todo lo contrario. Mira a la Tigresa. Irina Davydova, llamada la Tigresa Blanca. Muchos la miran en menos, pero es astuta como un zorro. Miró a Vólkov. Vólkov tiene buenos números para abrir la boca más de la cuenta, pero va a estar siempre rodeado de amiguetes y compañeras tuyas. En cuanto a Karachenko... Bueno, es reservado, pero se puede intentar.

Cogió aire.
La reunión... Sí, lo es. No dejaría que las chicas entrasen, pero si vas con alguno de ellos, o con aquél hombre Miró al delgado de las gafas. Dejaré que entren las chicas, y después me cuentas. La miró a los ojos. Y de lo que oiga ahí sí que más le vale que guarde la lengua en su cajoncito de dientes, señorita. 

Dejó pasar unos segundos esperando una respuesta, y añadió:
Le conseguiré unos minutos más. Quince o veinte. Vamos, que no nos vean hablando más. Si alguien pregunta, hablábamos de Mihail.

Le hizo un gesto de despedida sin afecto y se marchó a hablar con Boronov.

Asiento a la amenaza de Gagarin. Por supuesto que no diré nada de lo que ocurra en la reunión, salvo a los seis colegas míos con los que acabaré cargándome a la mitad de la gente de esta reunión... Pero para eso tengo que salir de aquí entera, y eso implica que tengo un trabajo que hacer. Por suerte para mí, es exactamente lo que tenía en mente, aunque en algún momento tendré que decidir qué información es la que le voy a dar a Gagarin al final de la noche.

Me separo del mafioso y me acerco un momento a uno de los camareros que están sirviendo bebidas. No le da tiempo a alejarse antes de que le devuelva el chupito de vodka vacío; después de todo, es lo que probablemente haría una chica que acaba de aceptar espiar para un mafioso ruso. Si algo bueno se puede decir de esta gente es que tienen buen gusto para el vodka: bien frío, con una textura casi espesa. Sin embargo, se nota ligeramente lo improvisado de la fiesta, porque no es el mejor que he probado.

Las palabras de Gagarin me hacen replantearme mi estrategia: efectivamente, Volkov va a estar rodeado de gente durante toda la noche, y además, parece uno de los objetivos más accesibles para Talión en estos momentos, por lo que no es recomendable que me relacionen con él más de lo imprescindible. Korovin no parece la persona adecuada para colarse en la reunión; un perro viejo demasiado consciente de la importancia de esta fiesta como para cometer un error. Irina queda descartada por ahora; no tengo tan buena mano con las mujeres, salvo que se sientan atraidas por otras del mismo sexo, y además, tiene demasiado que ganar durante la reunión como para permitirse una distracción. Eso me deja a Luka y a Karachenko. El primero sería presa fácil si no fuera por su hija... Y ya hemos tenido últimamente demasiados problemas con las hijas de los "camaradas". Además, lo último que quiero es no poderme despegar de él en toda la noche. Por otro lado, el propio Gagarin me ha dicho que Karachenko es un hombre reservado y tiene sus tres acompañantes, sus inseparables guardaespaldas, decididos desde mucho antes de venir aquí.

"Maldita sea, Katia, no puede ser tan difícil..." Mi mirada se desvía un momento al tipo de gafas. Gagarin también se ha referido a él, pero curiosamente es, junto con Boronov, el único del que no quiere información. "¿Me pregunto si sabe de su relación con Volvok y Korovin?" La ventaja de estar con alguien que no es de los cinco tipos a investigar es que parece probable que se mueva de uno a otro y cualquier cosa que llegue a Gagarin sobre ellos me dejaría libre de sospecha. Además, parece que por el momento sólo hay dos personas con él: su hijo y un guardaespaldas.

Cojo una copa de champagne, sin ninguna intención de beberla, y me acerco hacia él. - Buenas noches, caballeros - les digo con una sonrisa.

Katia se está acercando al hombre de las gafas, que no parece nada desagradado de verla acercarse, pero está ultimando una charla aparentemente intrascendente con una de las camareras, riendo sobre alguno de los canapés.

Pero lo que hace saltar las alarmas a Katia es otra cosa: A apenas cuatro metros de él, medio de espaldas, hay un conocido: 

Un imbécil que va al mismo campo de tiro que ella, a menudo con otro amiguete, también ruso. En una ocasión se les ocurrió empezar a soltar comentarios tan subidos de tono sobre ella que harían sonrojar al mismísimo Torrente. Por supuesto, no esperaban que Katia supiese ruso y les soltase una afilada respuesta de lo más mordaz. 
Desde entonces, cuando se cruzan, él la molesta un poco con falsos comentarios gentiles, y Katia, más madura, pasa de él.

El caso es que si llega a verle la cara, va a ser difícil que no la reconozca.

Sonrío tanto al hombre de las gafas como a su hijo mientras me acerco.

- ¿Están disfrutando de la fiesta? - continúo después de saludarles. - En estos momentos se les ve muy solos, así que tal vez puedan dejarme disfrutar de su compañía durante unos minutos, ¿no les parece?

Reconozco al guardia de seguridad según me acerco. "¿Qué hace este gilipollas aquí? 'Dios los cría y ellos se juntan', está claro...", pienso mientras me coloco junto al hombre de mayor edad, dándole la espalda al guardia. Levanto la copa a modo de brindis y la tiendo hacia ellos.

- Por una larga noche en la que cumplir nuestros deseos - les digo con un guiño a mis nuevos acompañantes. Me llevo la copa a la boca y bebo un corto trago, a penas mojándome los labios. - Mi nombre es Katia, por cierto... - digo presentándome finalmente.

Cuando llega Katia, capta el final de la conversación, se trata de cuatro palabras banales sobre lo bueno que es el caviar en rusia y cómo lo echa de menos, tratando de hablar en español lo mejor que puede (Parece que está aprendiendo) con una camarera que al parecer no sabe suficiente ruso. Cuando la As llega, él la sonríe, y la saluda con dos besos en las mejillas.

Claro, preciosa... Vaya, qué agradable  Dice sonriendo a su hijo y ríe un poco. ¡Alguien que se acuerda de los viejos! Hace un gesto hacia un gran grupo de jóvenes, donde están casi todas las chicas. Realmente parece un hombre tranquilo e incapaz de matar una mosca, lo que hace más turbador tratar con él. Con un gesto cortés, se presenta. Me llamo Vassili, Vassili Zakharchenko Dijo con una sonrisa y le besa la mano 
Y él es mi hijo, Sergei. ¿Qué tal, Katia...? ¿Vamos a por una copa? Tenían por ahí un vino, uno que he probado antes, un vino Barrón de Lei... Trres vignas.., así se dice, no? Me estoy intentando poner al día con los vinos, es un mundillo interesante, y me temo que quisiera tomar otra copita, si me acompañas.

Por desgracia para Katia, la mesa donde lo servían no estaba muy lejos, a unos doce metros, pero no mucho más lejos del cretino del campo de tiro, en lugar de a cuatro metros, quizá estaban a siete u ocho, en la otra dirección.