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The Sandman: La vida es sueño

Verónica Ariza: No es ley de vida

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11/11/2010, 18:15
Director
Sólo para el director
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28/11/2010, 23:13
Director

 

La niñez de Verónica fue bastante feliz. Viviendo en un pueblo pequeño su vida fue la de una niña de pueblo. Comprando la comida en la tienda de la esquina cuya dependienta la llamaba por su nombre. Jugando en la plaza principal del municipio y por las callejuelas de alrededor por donde no pasaban coches porque tampoco cabían. Metiéndose por los bosquecillos que circundaban el lugar y volviendo cubierta de barro. En definitiva fue una infancia feliz y todas las gentes del pueblo eran para ella como una gran familia, bueno y casi sin el como ya que allí todos parecían ser primos unos de otros, de hecho la pequeña Vero tenía tantos que no recordaba todos sus nombres.

Una de las cosas que más le gustaba hacer y que quizá la diferenciara de una chica de ciudad era ir de caza. Su padre quizá hubiera preferido realizar dicha actividad con un pequeño Fernando y no con una niña pero él no era machista y no iba a desperdiciar la oportunidad de enseñar a su descendencia las bondades de la cinegética.

Esa mañana partieron muy temprano después de recibir los consejos de su madre que más que consejos parecían una regañina a Fernando por llevar a su hija de caza. Aun así siempre terminaba por besar a ambos, su hija y su mirado, y deseándoles suerte.

Era la temporada en la que los patos migraban y uno de sus asentamientos más frecuentes era una laguna que se encontraba a uno quince minutos andando de la casa familiar. No era la primera vez que lo hacían pero ese día fue especial.

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28/11/2010, 23:14
Fernando, Padre de Verónica

 

-Creo que hoy te via dejar dispará. ¿Te parece? Pero no se lo vaya a decí a tu madre. Dijo su padre mientras la miraba seriamente.

Notas de juego

Mira tu, al final me ha dado tiempo a hacerlo hoy, que ya estaba harto de estudiar asi que me he puesto con ello.

Bueno la escena de tu personaje donde rolearemos partes de su vida.

Un saludo.

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28/11/2010, 23:29
Verónica Ariza

Había acompañado a su padre de caza muchas veces. Las primeras no le había gustado; su trabajo consistía en localizar las presas abatidas. La primera vez que se había encontrado con un pato muerto y ensangrentado se había echado a llorar y su padre había tenido que llevarla a casa, inconsolable.

Sin embargo, el ser humano es adaptable, y los niños más que nadie. Y así Verónica, que competitiva por naturaleza, no quería ser menos que sus primos, terminó corriendo como un perro perdiguero para encontrar la presa o, si llevaban perros, sujetaba las correas hasta que era el momento de soltarlos.

Ese día sonrió ampliamente a su padre. No iba a decírselo, claro, pero ya había practicado a escondidas con sus primos. Sólo había logrado, eso sí, que le dolieran las muñecas y hacer muescas en el tronco de un par de árboles.

-No, claro. No digo nada, lo prometo. Gracias, papá.

Ya hacía tiempo que tenía los ojos puestos en el rifle de su padre; a algunos de sus primos de su edad les habían enseñado a disparar. Y sospechaba que a ella se le negaba el acceso a los mejores juguetes porque era una chica (pese a que su tía Marina era una tiradora muy hábil, por lo que decían), pero no había querido quejarse a sus padres por temor a ganarse un bofetón.

Notas de juego

Es que estudiar es aburrido; quién necesita un futuro.

Por cierto, me ayudaría mucho que me fueras orientando sobre la edad de Verónica en cada parte.

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30/11/2010, 21:37
Fernando, Padre de Verónica

Su padre movió la cabeza afirmativamente. Se dirigieron a unos setos que les permitían avistar a los patos fácilmente sin ser vistos. Y entonces Fernando comenzó con una serie de consejos que resumían brevemente todo lo que había que saber. Casi parecía un ritual se notaba que había dicho eso mismo a los primos de Verónica.

Le tendió el rifle mientras le decía como colocarse.

-Colócate así…bien…no lo sujetes así o el retroceso te hará daño,…bien, estas lista. Ten cuidado al apuntar.

Notas de juego

Tirame destreza para ver si aciertas. Aun no tienes habilidad en armas de fuego asi que solo destreza. Ya sabes 3 dados, escoges el del valor medio y más destreza. Dificultad 13. A ver que tal se te da.

Perdona lo de la edad iba a ponerlo pero se me pasó. Aqui no debe ser muy mayor sobre unos 10 años.

Y no es que necesite un futuro, yo estudio para luego ganar money $-$

xD

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30/11/2010, 21:57
Verónica Ariza

El rifle pesaba mucho en sus brazos infantiles, con la musculatura sin desarrollar, y la postura que su padre le indicaba le resultaba incómoda para la longitud de sus miembros, porque aquel palo mortal estaba pensado para alguien mucho más grande que ella. Aún así, asintió a todos los consejos de su padre y procuró obedecerlos, añadiendo un toque personal a la postura.

Cuando los patos echaron a volar, Verónica disparó. Fue un tiro limpio; una de las aves ya no volaría nunca más. Cayó entre las hierbas altas de la orilla, fuera de la vista de Verónica, quien en ese momento tenía otros problemas. Su "toque personal" había pasado factura: el rifle había saltado en sus manos, haciéndole daño en las muñecas cuando intentó dominarlo y lanzándola hacia atrás, contra la barriga de su padre.

Su primera presa abatida. Esperó la reacción de su padre para estar segura de cómo debía reaccionar ella, aunque estaba más que satisfecha con el resultado. Seguro que ninguno de sus primos lo había logrado a la primera.

- Tiradas (1)

Tirada: 3d10(+8)
Motivo: Matar patos
Dificultad: 13+
Resultados: 7(+8)=15, 9(+8)=17, 9(+8)=17
Exitos: 3

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02/12/2010, 22:56
Fernando, Padre de Verónica

Joo…der. Me cago en…

Su padre se había doblado sobre sí mismo y se llevaba las manos a la barriga y ahora maldecía de manera entrecortada. En unos momentos se calmó un poco y se enderezó aunque no del todo y aún con una mano en el estomago.

Bueno, mi culpa por no ponerte bien. Aunque buena puntería has mostrao, ni tus primos lo lograron a la primera. Menos mal que no has tenio aun más puntería que si llega a darme el rifle un poco más abajo no se si los estaría contando.- Se rió un poco de su ocurrencia y continuó.-Anda busca el pato a ver si tu madre lo cocina y con eso me alegra el estomago que me lo has dejao hecho misto.

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02/12/2010, 22:57
Director

 La vida de Vero transcurrió entre eso tipo de anécdotas de pueblo sin muchas incidencias hasta que pasó a la universidad, conociendo así la vida de ciudad y con ella la universitaria. Y sucumbió bastante a ese tipo de vida. Sus profesores no le veían demasiado el pelo mientras que donde si se lo veían era en los locales de moda de la ciudad. Estaba en la edad de hacer locuras y las hizo. Pero hay algunas locuras que pasan factura.

Conoció a mucha gente, a mucho chicos, y estuvo con algunos sin tomar todas las precauciones que debiera y cuando pasó lo que iba a acabar pasando ya había cortado con él tío en cuestión. Estaba embarazada y no sabía que hacer.

Notas de juego

Situación jodida, a ver que hizo tu personaje y como...

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02/12/2010, 23:46
Verónica Ariza

Estaba apoyada en el lavabo, a una distancia segura del retrete donde había estado sentada de manera intermitente casi una hora. Tenía que hacer pis para la prueba, pero estaba tan nerviosa desde que había comprado el predictor que no le había salido. Pero finalmente había obtenido resultados. Y allí estaba, la línea púrpura que parecía torcerse en una sonrisa burlona.

Era de Daniel. Tenía que ser de Daniel, claro. ¿Y qué iba a hacer ahora? ¿Debía llamarle? No habían terminado nada bien. Había habido gritos y el único motivo por el que Verónica no estaba en la cárcel en ese momento era porque en el momento de la ruptura no tenía el rifle de su padre a mano. Su padre. ¿Qué iba a decirle a sus padres? ¿Les llamaba? ¿Cuándo? ¿Cómo iba a decírselo? ¿Iba a dejar los estudios? ¿Era el momento de afrontar que en realidad no estaba haciendo nada de provecho?

Una parte de la mente de Verónica estaba ocupada pensando en todo esto, produciendo todos estos pensamientos e intentando hacerlos resonar por todo el cerebro a la espera de que éste empezase a hacer planes. Pero al resto de su cabeza llegaba, a lo sumo, un zumbido lejano mientras Verónica iba desplazando la mirada inexpresiva del predictor al toallero, y vuelta al predictor.

Se ajustó un tirante de la camiseta que se le estaba cayendo, y eso pareció sacarla de su trance. Se acababa de tocar con las mismas manos con las que había estado toqueteando un palito en el que había meado. Dejó caer la prueba de embarazo dentro del lavabo y abrió el grifo para lavarse las manos. Se las secó restregándolas contra una toalla con movimientos mecánicos y bajó la tapa del retrete para sentarse. No estaba lista. No estaba lista para decírselo a nadie, ni para decidir nada, ni siquiera para asumir que estaba embarazada. La idea de que hubiera un bebé dentro de ella era sencillamente ridícula. Absurda.

Y por fin, tras la parálisis inicial, la primera emoción que sintió Verónica ante la noticia: resentimiento. No contra Daniel, que no había tenido más culpa que ella (al menos de esto), sino contra la lenteja que se le había alojado en el útero. Y sería la reacción inicial, aunque aún estuviera todo por decidir, la que decidiera el curso de acción de Verónica.

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Tras mucho pensarlo, tomó una decisión. No se lo dijo a sus padres, ni a Dani, ni a casi nadie. No quería que se corriera la voz. A quien sí se lo dijo fue a Alicia. Alicia era leal, discreta y tranquila, y pensó que podría ayudarla.

No le atraía la idea de abortar. En realidad procuraba no pensar mucho en ello, como si nada fuera real, ni el embarazo ni el aborto, hasta que estuviera en la consulta del médico que habría de practicarle la intervención. No es que lo lamentara por la lenteja; no sentía nada en especial por ella. Algún rincón de su consciencia que se había dado prisa en acallar temía por su alma inmortal, pero a Vero le importaba más su vida terrenal.

No es que hubiera estado sacando mucho provecho de ella, últimamente. Estaba pálida y ojerosa, había adelgazado (contra todo pronóstico) y se agarraba a su bolso lleno de libras esterlinas como si se lo fueran a arrebatar en cualquier momento. Alicia le había ayudado a ponerse en contacto con un médico privado en Londres. Su amiga, por supuesto, conocía a alguien(es) que ya lo había visitado. Había sido una gran ayuda, la verdad. La había ayudado a organizar el viaje y se había ofrecido a ir con ella; no había tenido que preocuparse de nada. Hubiera preferido tener algo que hacer. Llevaba semanas yendo a todas sus clases con tal de mantener la mente ocupada. Y había declinado la oferta de Alicia de acompañarla, aunque había prometido llamarla si la necesitaba.

Así que, en la fecha indicada había cogido un avión, había cambiado dinero en el aeropuerto y se había montado en un taxi que la había dejado donde no era. Con su inglés lento y claramente extranjero se las había apañado para llegar a la calle indicada, de todas maneras, y todavía tenía unos minutos para pensárselo. Pero ella no se pensaba las cosas. No se equivocaba. Entró en la consulta del doctor, intentando convencerse de que estaba confiada.

Notas de juego

Perdón por el tochopost.

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04/12/2010, 23:04
Director

 

Verónica pensó que todo sería más duro. Incluso pensaba que se lo merecía. Sería un justo castigo. Pero no fue así. La operación salió perfectamente y pudo volver a su vida normal en un tiempo extraordinariamente corto. Parecía demasiado fácil, como si fuera demasiado sencillo terminar así con un bebé.

Pero sea como fuere, Vero continuó con su vida, se volvió algo más responsable. Pero quizá no lo suficiente y la vida le acabaría demostrando que fue demasiado impulsiva, demasiado impulsiva al casarse con Berto.

Berto era un chico muy divertido, un poco plasta en ocasiones pero en general un encanto. Vero y él empezaron a salir y la cosa parecía muy sería (quizá en el futuro y con perspectiva no lo pareciera tanto) pero se querían y Berto gustaba a sus suegros lo cual en principio es buena señal.

Verónica y Berto se casaron. Eran muy jóvenes y todo el mundo, aunque alegre, se extraño de que se casaran a esas edades. Ya decían las malas lenguas que aquella unión no duraría y que hubieran abandonado sus vidas el uno por el otro había sido una mala idea.

Y esas malas lenguas tenían razón.

Notas de juego

No te preocupes por el tochopost leñe. Cosas asi es lo que quiero.

Bueno porque sean un poco más cortos no pasa nada xD

Pero la situación lo merecía

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05/12/2010, 00:16
Verónica Ariza

Solamente un año después, prácticamente había olvidado el incidente del embarazo. O al menos, no pesaba sobre su conciencia como había temido que fuera a hacerlo. La urgencia de recuperar la normalidad la habían devuelto al mercado muy pronto, y ahí estaba Berto, esperándola con los brazos abiertos.

Con diecinueve años lo sabía todo, estaba de vuelta de todo y había dejado atrás la niñez y la adolescencia totalmente. Eso pensaba ella al menos; desde fuera cometía y se comportaba igual que todos los chicos de su edad. Excepto, por supuesto, por lo del matrimonio. Si algo tenía Berto es que era un poco parado; tendía a adherirse a la personalidad más fuerte que encontrase a su alrededor, especialmente si era femenina. Freud habría tenido una palabra o dos que decir. Y esa personalidad, en este caso, era Verónica. Ella, por su parte, se había sentido muy sola guardando un secreto tan grande como el suyo, sin nadie con quien compartirlo salvo Alicia. Y nunca sacaban el tema, ni lo harían. Era difícil para alguien como Verónica, que había crecido rodeada de docenas de parientes y siempre había sido difícil tener secretos en la familia. Siempre había tenido apoyo en casa y en ese asunto había elegido estar sola.

No se lo había contado a Berto. No se lo iba a contar. Pero era un alivio tener a alguien; no, era la respuesta a sus plegarias. Y por supuesto, era su amor verdadero, así que, ¡por qué no! Fue una ceremonia muy sencilla, en el pueblo. Había dejado la universidad pese a las protestas de sus padres, y ahora que se ya no trabajaba ni estudiaba ni nada de nada se arrepentía.

En su orgullo de veinteañera Verónica no reconocía (y tardaría años en reconocer) que lo suyo con Berto había fracasado porque fueran muy jóvenes. Porque se conocían desde hace poco, quizá. Porque Berto en el fondo era muy simple, y porque cada vez pasaba más de ella, y porque además era un inútil. Y quizá, temía, era culpa suya. Porque había aceptado a Berto para que la ayudara a soportar el peso de un secreto, y cuando había sentido que no era de ayuda se había resentido con él, pero ni siquiera había compartido el secreto con el pobre Berto. En realidad, y como en todos los conflictos, la culpa se repartía a partes iguales.

Pero, fuera como fuese, cuando La Gran Bronca De Los Catorce Meses (una tormenta de gritos y recriminaciones que estuvo a punto de volar por los aires su apartamento y que, aunque empezó con una inocente petición de bajar la basura, terminó con los dos cónyuges aireando más de un año de trapos sucios) tuvo lugar, ya llevaban seis, tal vez ocho meses sin llevarse demasiado bien.

-¡...más, Berto! ¡Ya no aguanto más! -
gritó, haciendo un gesto teatral y saliendo de la pequeña cocina hacia el salón, donde tendría más espacio para pasearse-. Tráeme una cerveza de la nevera-le ordenó por encima del hombro.

Siempre había... pedido cosas a Berto en tono autoritario, él siempre las había cumplido y nunca le había dado importancia.

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05/12/2010, 23:08
Berto

El propio Berto no sabía cómo habían llegado a la situación actual, el simplemente había hecho lo que Vero decía y ahora estaban en ese punto. Todo parecía ir muy bien de primeras pero de repente todo se había venido abajo. O quizá no tan de repente, quizá no se había dado cuenta hasta aquella gran bronca. Solo sabía que en aquella pelea soltó toda la bilis que llevaba dentro.

Pero es que él lo hacía todo, él era el que trabaja y ella se limitaba a mandar como una sargento.

Ahora mismo estaban envueltos en una discusión que, si se lo pidieran, no sería capaz de decir por qué había empezado. Y ahora mismo Verónica le estaba pidiendo una cerveza, no, ordenándole una cerveza, como todo lo que ella hacía desde que estaban juntos, exigir.

Pues no, esta vez no iba a pasar por eso.

-¿Y se puede saber POR QUÉ NO VAS TU A POR ELLA?

Notas de juego

Joe, me sorprende lo rápido que respondeis. Menos de hora y media O.O

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05/12/2010, 23:44
Verónica Ariza

Giró en seco, con la misma cara que si Berto le hubiera abofeteado. Retrocedió hasta el sofá y se sentó en el reposabrazos sin dejar de mirar a su marido. Había retrocedido porque junto a la puerta de la cocina estaban los candelabros que les había regalado la madre de Berto por Navidad y la tentación de coger uno y tirárselo había sido enorme.

-¿Ves? ¡A esto me refiero! ¡No se te puede decir nada! ¡Todo son... malas caras y-y-y refunfuños! O gritos. Estoy harta de que me trates así.

Notas de juego

Ya, bueno... te sorprendería la cantidad de tiempo que estoy utilizando últimamente en no estudiar.

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06/12/2010, 16:00
Berto

 

-¿Perdón? ¿De qué te trate cómo?  Eres tú la que me trata como a un esclavo. Te pasas el día mandado y exigiendo. Pues bien, a la princesita no se le van a caer los anillos por ir a por su cerveza, o por bajar la basura. Que ya estoy un poco harto ¿ENTIENDES?

Y la discusión continuó durante algunos minutos más, como otras muchas que habían tenido. La situación resultó totalmente insostenible. Acabaron divorciándose.

Evidentemente no acabaron bien, pero no había mucho que repartirse así que el proceso de divorcio fue relativamente rápido. Verónica continuó con su existencia casi desde el mismo punto donde la había dejado al casarse solo que habiendo gastado años de su vida en el matrimonio.

Pero Vero se decidió a seguir con su vida, haciendo deporte y terminando de una vez por todas la carrera, más por no dejar las cosas a medias que por vocación. Cuando la terminó no supo muy bien qué hacer con su vida. Hasta que Horacio llegó a su vida.

Notas de juego

A mi me lo vas a decir

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06/12/2010, 18:05
Verónica Ariza

Licenciarse no le había servido de mucho. La idea de ser maestra no le atraía, y no había muchas más opciones aparte de contratos de prueba como cajera, tal como había sido su último trabajo. Pero ahora tenía para tirar hasta que encontrase otra cosa si no se excedía.

Volvió a encontrarse con Horacio, precisamente, haciendo méritos para lograr trabajo. Una compañera del gimnasio trabajaba en una gran librería en la que Verónica ya había solicitado trabajo sin resultado, pero con cuyo dueño se había llevado bien. Habían prometido llamarla si necesitaban a alguien y Sara, la chica del gimnasio, estaba buscando trabajo más en su campo, así que pensó que merecía la pena recordarles que aún seguía por ahí. Tenía experiencia como dependienta, una filología, buena relación con el jefe y pensó que si además aparecía en aquel gran evento que estaban organizando (una presentación de un libro; la nueva novela de un famoso escritor que resultaba ser amigo del dueño) no haría daño.

Y por allí rondaba Horacio, con la camisa de cuadritos, la americana y las sienes plateadas. No se acercó a saludarle cuando le vio; nada más cuando se vio acorralada junto a él en la mesa de las bebidas se vio obligada a saludarle, a presentarse y a confirmas su identidad de ex alumna. Resulta que él también conocía al autor protagonista de la velada; después de un breve interrogatorio sobre literatura Verónica se vio obligada a confesar que el libro no le importaba un carajo.

Después de aquella tarde intercambiaron historias y teléfonos, y durante las siguientes semanas se encontraron a menudo. Fue difícil al principio encontrar cosas en común fuera de las sábanas, pero terminaron por llevarse muy bien. Quizá éste era un poco más de restaurantes donde aquella prefería los bares de tapas, pero era soportable. Y aquel día, como tantos otros, elegía él dónde cenaban.

-Lo siento. El autobús no ha parado y he tenido que coger el siguiente -mintió al llegar a la mesa del restaurante. La verdad es que se había entretenido viendo la tele y después había tardado en ducharse. Colgó el bolso del respaldo y se inclinó para besar a Horacio-. ¿Qué tal? ¿Has pedido?

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09/12/2010, 22:02
Horacio

 

-Tan solo los entrantes, espero que no te importe.- Horacio parecía alegre de verla, cada vez se iban conociendo más y descubriendo más cosas que tenían en común, era curioso como parecerse en haberse divorcio podía acabar haciendo que dos personas se descubrieran la una a la otra.

Hablaron un rato de asuntos banales informándose mutuamente de que habían hecho durante el tiempo que llevaban sin verse. La comida estaba resultando bastante agradable sin más.

-Sabes, a veces me pregunto qué es lo que ves en mí. Al fin y al cabo solo soy un viejo profesor divorciado que disfruta suspendiendo a sus alumnos de vez en cuando.

El tono que utilizó era medio en broma medio en serio y el pequeño silencio que dejó pasar daba a entender que esperaba una respuesta.

Notas de juego

Juer, no sabia que responder xD

No ha habido forma de encontrar una imagen que se adaptara a Horacio... T-T

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09/12/2010, 22:20
Verónica Ariza

Bebió un sorbo de vino (sólo tomaba vino en las comidas cuando estaba con Horacio o en las comidas familiares, y era una asociación que había hecho sin darse cuenta) y esbozó una sonrisa.

-Oh, venga. -Su mano alcanzó la de Horacio por encima de la mesa y la estrechó un instante, dándole énfasis a su interjección-. ¿Bromeas? Es imposible que no te dieras cuenta. Cuando estaba estudiando, y no es que haga mucho de eso, nos tenías a todas locas. A todas, y a Marcos Calleja. A las de las promociones anteriores también las tenías enamoradas, por lo que oí. Seguro que si tus alumnas me vieran ahora se morirían de envidia. Y mira qué contenta me pone eso.

Sonrió de oreja a oreja, hizo un gesto sugerente levantando las cejas y volvió a llevarse la copa a los labios. Estaba contenta de verdad, se lo estaba pasando bien y no iba a permitir que un cuarentón compadeciéndose de sí mismo raptase a Horacio y le fastidiase la velada.

-Además, a mí ya no puedes suspenderme, así que estoy a salvo.

Notas de juego

No pasa nada, hombre. Y tampoco te preocupes por la imagen. Tengo una imagen aproximada en mi cabeza.

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11/12/2010, 22:37
Director

Huy si, las tenía a todas a mis pies y a alguno que otro también. Todas enamoradas del sexy y encantador profesor cuarentón con el corazón roto. No sabría decirte cuantas proposiciones de alumnas he rechazado. ¡Al menos trescientas!

Horacio decía todo esto con una sonrisa en la cara. –Realmente sabes alegrar a este viejo y cansado profesor. Dijo esta frase acentuando especialmente las palabras “viejo” y “cansado” de manera exagerada y un tono totalmente de broma.

La relación fue cada vez más en serio a final, después de pensarlo bastante ya que el divorcio le había pasado factura, se casarón.

Notas de juego

Bueno, cuentame que tal la boda...

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12/12/2010, 00:06
Verónica Ariza

El padre de Horacio rondaba la edad de los abuelos de Verónica; su madre ya no vivía. Eso permite hacerse una idea de lo extrañas que eran las relaciones entre las dos familias. Así que, salvo para la boda, las mantuvieron separadas. E incluso ése día se juntaron lo justo. No había ninguna hostilidad, pero estaba claro, salvo por algún amigo en común, quiénes venían de parte del novio y quiénes de parte de la novia. Y una parte no tenía mucho de qué hablar con la otra.

Ésta ni siquiera se dio cuenta de que parecía haber un campo de fuerza en medio del comedor que mantenía separados a sus invitados de los de Horacio. Así de contenta estaba. No estaba contenta porque fuera un día feliz, que lo era, sino porque dejaba atrás un sinfín de preocupaciones concernientes a la boda y todo lo que ello acarreaba. Además, el blanco era su color, siempre lo había dicho.

Cuando con la excepción de la llamada mesa de los niños todas las mesas ya habían acabado una o dos botellas de vino, los invitados habían empezado a mezclarse un poco más, la misma Verónica tomó el control de la situación y contó unas cuantas anécdotas de caza en una mesa de hombres. Bailó con todos los hombres, mujeres y niños que se cruzaron en su camino, asegurándose de intercalarlos con su marido. Un baile de cada cinco con Horacio, ésa le parecía una proporción adecuada, pero al cabo de un par de horas y después de beberse una bañera para recién nacido de vino blanco y champagne, la proporción variaba cada vez. Y aunque a veces pensaba que el hombre con quien bailaba era Horacio, en realidad...

La celebración duró toda la noche; había estado entrenando a Horacio para aquella ocasión. Ya dormiría en el avión; Esposo había elegido vietnam como destino de la luna de miel y a Esposa le daba igual un sitio que otro, porque nunca había salido del país y cualquier sitio valía para estrenarse.

Así que, en definitiva, después de una ceremonia sin sobresaltos, una comida copiosa, un animado banquete y una divertida velada, Verónica se despedía del traje que mejor le había sentado en su vida. Por suerte, estaba preparada para abrazar la vida de casada. Esta vez sí.

Notas de juego

Tal que así.

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16/12/2010, 22:49
Director

Y esta nueva vida fue incluso mejor de lo que esperaba, de lo que ambos esperaban. Aunque con la relación que llevaban ya debían saber que se querían y que estaría bien juntos, siempre quedaba la duda. También lo creyeron cuando se casaron por primera vez ¿Qué era diferente ahora?

Pero algo era diferente. La experiencia y la mutua comprensión lo hacían todo mucho más fácil. Horacio era cariñoso y la comprendía en muchos aspectos. Tenían una vida sencilla, eran felices. Y fue una alegría para Verónica el quedarse embarazada. Para Horacio…bueno Verónica nunca supo que sintió exactamente Horacio al enterarse.