Partida Rol por web

Las balas atraviesan la pared, pero Ripper reacciona suficientemente rápido como para quitarse de en medio e intentar empujar a Finn. Tal vez ese movimiento le salve la vida al fixer, que únicamente recibe un tajo en un brazo que consigue atravesar su abrigo reforzado.

En el interior del apartamento escucháis cómo Montero (suponéis que es él por la precisión con la que ha disparado a través del humo y la pared) empieza a recargar su arma. Si queréis lanzaros al ataque antes de que vuelva a lanzar una de sus mortíferas ráfagas, parece un buen momento para hacerlo.

En la habitación, Donwload escucha los disparos del arma, pero no tiene tiempo para parase a pensar. Con cuidado, se cuela por la ventana y coloca los dedos en la espalda del tipo herido. - Tranquilo, jefe - dice el hombre levantando las manos. Duda un momento antes de lanzar el subfusil hacia un lado. - Ya estoy desarmado, no tenemos por qué acabar en la tumba ninguno de los dos...

—No tengo ninguna intención de acabar en una tumba esta noche... y tú tampoco tienes por qué hacerlo —dijo mientras empujaba al hombre hacia la puerta—. Hazte un favor, sal por esa puerta y déjanos un poco de intimidad, ¿estamos?

Con el movimiento Steve había alejado a ese tipo de la posición del arma, dándole una ventaja posicional en caso de que las cosas no salieran como planeaba.

Si el sicario accedía Steve cogería el arma del suelo y sacaría rápidamente a Rittermann por la ventana. Había mandado la localización a los commlinks del resto del grupo y esperaba que les diera tiempo a acudir a cubrir la retirada del objetivo.

Jay grita furioso y arranca la motosierra.

-HIJOPUTAAAA!!!! Brama colérico, y patea la puerta lanzándose a por el tiparraco, esperando poder destrozarlo, y quedar demasiado cerca de él como para permitirle usar su subfusil.

Y de paso cortarle un brazo, a ser posible el de hacerse pajas.

-TE VOY A DESPEDAZAR, KOMEMIERDA!!!

Finn cayó al suelo agarrandose el brazo. Poco podía hacer. Maldecía por lo bajo mientras intentaba escuchar las cosas que pasaban dentro de la habitación. No podría disparar, pero al menos podía ayudar a Jay desde la distancia. 

Guiado por Finn, que intenta indicarle desde la entrada, Ripper se lanza sierra en mano contra Montero. Atraviesa el aire cargado de partículas ignífugas en suspensión sin a penas distinguir dónde hay nada hasta que se encuentra al fin con la silueta de Montero, fácilmente identificable por el brillo rojizo de su ciberóptico.

- Bonito juguete - dice el hombre al ver la sierra de Ripper lanzándose hacia él. Alza un brazo, cubierto por una pesada armadura metálica, y bloquea la hoja metálica. Un momento después grita saliendo despedido hacia un lado con el brazal de la armadura completamente destrozado. - Voy a disfrutar arrancándolo de tu cadaver - añade llevando su brazo herido hacia el arma que tiene en su otra mano para terminar de recargarla.

Al escuchar un click, Jay mira hacia lo que esperaba que fuera un subfusil y maldice al encontrarse con una ametralladora pesada. Claramente, los agujeros de la pared no los había hecho el calibre ligero de un subfusil, pero, una vez más, se había confiado al ver las armas de los secuaces de Montero.

El hombre asiente despacio y se acerca a la salida de la habitación. Sin embargo, se para al llegar y escuchar la que hay liada fuera, con el gas del extintor colándose bajo la puerta.

- Joooder, yo ahí no salgo - dice dándose la vuelta. Se queda parado al darse cuenta de que estás desarmado y su subfusil está en el suelo a un par de metros.

Rittermann, por su parte, asiente al verte y empieza a acercarse a la ventana, pero cuando el matón se gira se queda también quieto, siguiendo la mirada del guardia hasta el arma.

Tres personas, cada una con sus intereses, y un solo subfusil en el suelo... ¿Cómo se va a solucionar esto?

—Ni lo sueñes —dijo Steve cuando vio los ojos del vigilante dirigirse al subfusil.

Casi a la vez, aprovechando que el vigilante apartaba la vista hacia el arma, Download le empujó contra la pared colocando su antebrazo a la altura de la garganta de aquel hombre. En ese momento le vio la cara claramente a través de sus gafas oscuras... esa cara le era familiar. Un serie de datos empezaron a fluir en aquellas gafas.

—Vaya, vaya, ¿quién tenemos aquí? —dijo emitiendo una carcajada sorda—. Christian López... veo que tienes una vida comprometida colega.

Download levantó levemente las gafas para que López pudiera verle los ojos tremendamente negros y que expresaban una tremenda seguridad.

—Verás... tú no quieres que tu jefe se entere de tu doble juego, ¿verdad? Tengo aquí cierto paquete de información que te ha reportado ciertos beneficios en contra de la seguridad de tu jefe... y tú no quieres que se lo envíe, ¿verdad? —los susurros de Steve percutían en la oreja de ese López—. Pues es tu día de suerte, solo tienes que hacer como si no estuviéramos aquí. Te vas a sentar ahí —ordenó señalando un viejo sillón que había en un rincón— y te vas a hacer el dormido digamos... 5 minutos. Luego te despiertas das la alarma y te inventas una excusa para decir que tu amigo ha huido. Yo nunca he estado aquí, ¿queda claro? Cualquier truco y... bueno, ya te imaginas.

Download aflojó la presa y volvió a colocar sus gafas en su sitio. Se acercó hacia el subfusil dando por primera vez la espalda al vigilante.

—Esto me lo llevo por las molestias —dijo mientras recogía el arma—. ¡Qué tengas un buen día colega!

Con un saludo militar dirigido a su amigo, Steve se acercó a la ventana y preparó a Rittermann para el descenso.

Christian mira a Steve fijamente, clavando la mirada en sus ojos, como si por un momento esperase desafiarle.

- ¡Joder! - exclama finalmente dándose la vuelta. - Vale, largaos de aquí cagando hostias y que no os vuelva a ver... - dice. - No sabes dónde te estás metiendo, colega. Hay peces muy gordos detrás de ese pequeño arenque - añade señalando al Rittermann con la barbilla.

El científico se asoma por la ventana, mira la cuerda y mete de nuevo la cabeza mirando a Steve. - ¿Quieres que salga por ahí...? - pregunta con sarcasmo. Mira el humo del extintor colándose por debajo de la puerta y escucha los disparos y el ruido de la sierra eléctrica en el exterior. - ¡Mierda! - dice empezando a sacar el cuerpo. - ¿Cómo prefieres morir, Thomas? ¿Hecho papilla en el suelo o acribillado por unas cuantas balas perdidas de unos tipos que quieren secuestrarte de tus secuestradores? - Murmura para si mismo, pero si es su forma de darse ánimos, para qué discutir con él.

A pesar de sus protestas, el tipo sale al exterior y se agarra a la cuerda. - Esto ya se me daba mal en el colegio... - dice dándole una vuelta a la cuerda alrededor de la muñeca para sujetarse mejor.

Finn se arrastraba con dolor. Era obvio donde se encontraba ahora el enemigo, por lo que no podía sino esperar que Jay resolviera aquella escena. No obstante, sacó el comunicador.

- Key, ¿Dónde cojones estás? Nos estan acribillando. 

Acto seguido sacó su pistola. Era pequeña pero manejable. Y avanzó dificultosamente hacia su enemigo tratando siempre de buscar la mejor de las coberturas. Al menos, si disparaba donde estaban antes, no el alcanzaría. 

Jay se sonríe al ver al tipo tan cerca... un enemigo que en cierto modo merece la pena, pero que parece que podría hacer que la cosa se pusiera fea. Al punk psicópata le encantaba luchar y matar, pero que le matasen no le hacía tanta gracia, así que optó por blandir el siguiente sutiletazo contra la propia ametralladora.

Key contesta a Finn por el comunicador. - Estoy volviendo al piso de arriba para echar una mano con la extracción. Acabad con ese tipo y larguémonos a toda leche. - El fixer se arrastra por el suelo, buscando un lugar seguro y con visibilidad para disparar a Montero sin que el humo le moleste. Desafortunadamente sólo consigue quitarse de en medio cuando el hombre vuelve a vaciar el cargador de su ametralladora en toda la zona.

Esta vez Jay no tiene tanta suerte. Con Montero disparándo su arma a corta distancia, no tiene ningún lugar donde meterse. Su chupa blindada le salva la vida, aunque el impacto le lanza un metro hacia atrás, dejándole ligeramente atontado.

- ¿Creíais que podíais venir a mi casa y saliros con la vuestra, novatos? - pregunta el tipo mientras su ojo cibernético brilla con una luz rojiza barriendo la sala hasta localizar de nuevo a Finn.

Jay "empezaba" a estar muy jodido, de manera que sacó la escopeta, dejando caer a Sutileza al suelo muy a su pesar, y poniéndose como podía unas gafas de visión térmica que, tarde, recordaba llevar encima. (Tenía que dejar algunas drogas, al menos antes de las misiones)

-¿¡A kién llamas novato, Komemierda!? 

Jay pegó un tiro que se fue al carajo, pero no perdía la moral pese a todo.

-Tu eres el ke s'esconde detrás d'un webo de matones!!

Aprovechando que el hombre estaba concentrado en Jay, Finn intentó acabar con aquello de una vez por todas. Levantando el arma, disparó hacia donde el tipo se encontraba. Esperaba no dar a su compañero. Pero tenia que tomar el riesgo. 

Steve sacó unos mosquetones de la parte de atrás de su pantalón y ajustó a Rittermann para que bajara.

—Hoy no es tu día para morir, amigo —dijo Steve tirando del mosquetón para asegurar su ajuste—. Agárrate y ve bajando... en un minuto estoy contigo.

El hacker se giró y cogió su commlink. Con el dedo pulgar tocó un par de botones. En la recepción había un portero automático que tenía unos altavoces que sería perfectos para emitir ciertos sonidos. La idea era imitar las sirenas de una patrulla de la policía acercándose. Eso generaría confusión y daría ese tiempo tan necesario a sus compañeros.

Levantó la mirada y miró a Christian.

—Saluda de mi parte a tu pez gordo... me gustan mucho más los arenques —bromeó mientras colocaba los dedos índice y anular sobre la sien emulando un burdo saludo militar. Acto seguido se agarró a la cuerda para iniciar el descenso.

Los disparos pasan alrededor de Montero sin llegar a alcanzarles. El tipo sonríe mientras vuelve a recargar su arma cuando se empiezan a escuchar sirenas de la policía.

- No vais a vivir hasta que llegue la pasma - dice con una sonrisa levantando de nuevo el arma. Las dos ráfagas han destrozado completamente la pared del fondo y parte del suelo y la estructura del edificio parece que no va a aguantar mucho más. Incluso acercaros a él parece arriesgado.

Mientras tanto, en la ventana, Download y Rittermann se agarran a la cuerda. El hacker indica al científico que baje, pero la voz de Key encima de sus cabezas llama su atención. - ¡No! ¡Aquí arriba! La vía de escape es más segura en caso de que lleguen refuerzos... - dice procurando no alzar la voz.

La respiración sonaba extremadamente mecánica dentro del casco de Finn. Entre la hiperventilación y sus problemas pulmonares. Sin embargo tenía que concentrarse. Tenía que hacer un buen disparo o se los cargarían a ambos. La situación era crítica. 

Apuntó de nuevo. 

No puedo fallar, no puedo fallar. 

Se dejó guiar por su oído. Y apretó de nuevo el gatillo. 

La voz de Key sorprendió a Download cuando estaba preparándose para engancharse a la cuerda.

—Tira de la cuerda Key —dijo susurrando al comunicador mientras mostraba el pulgar por la ventana.

El científico comenzó a subir y pronto Download trato de agarrarse a la cuerda, con las manos desnudas. Tenía la cuerda en las manos y se disponía a subir cuando vio que se estaba rompiendo.

—Maldita sea, esa cuerda no aguantará mucho —dijo por el comunicador—. Date prisa o lo perderemos. Ripper, Finn, ¿cómo cojones váis? Contestad de una puta vez, joder. ¡Hay que salir ya! Key, ¿tienes alguna alternativa para subirme?

Mientras tanto, levantó el arma y apuntó a López.

—Quizá no tengas tanta suerte hoy, colega —dijo mientras le amenazaba con la pistola—. Siéntate en la silla.

Una vez López accedió¹, Download se apresuró a atarle a la silla como lo había estado Rittermann.

—Ahora vas a estar muy calladito o... —el arma reposaba en la sien de López y Download hizo el gesto de disparar imitando el sonido con la boca—. ¿Comprendes?

Antes de dejarle contestar se acercó a la puerta para valorar opciones²

-¡TE SOBRA BOKA! -Grito Jay, apuntándole a la cabeza. Puede que estuviera peor armado y más herido, pero si algo caracterizaba a ese punk, lo que le hacía tan peligroso, es que le importaba un reverendo comino su propio destino.

No le importaba que dijeran que murió luchando, pero sí que murió huyendo.

Aunque en realidad, nada de lo que dijeran le importaba una mierda si él no de enteraba. Y los muertos ya no se enteran de nada.

Christian López estaba agachado junto a la puerta, mirando al salón en el que, a duras penas, se pueden distinguir la silueta de Montero y otros dos tipos diseminando plomo por una habitación llena de un humo lleno de partículas del extintor de incendios.

- Hijo de puta... - dice en un susurro cuando Download le encañona con el arma, sintiéndose traicionado después de haber decidido colaborar. - Pagarás por esto, antes o después - añade mientras se deja atar a la silla.

El hacker se acerca a la puerta de la habitación, que da directamente al salón en el que se están liando a tiros.