Partida Rol por web

Jay se sonrió un poco. Se le había pasado por la cabeza que Jessica pudiera jugársela algún dia. Mucha gente solía verle como un idiota sólo porque fuera fuerte y violento. Es verdad que a veces no pensaba las cosas demasiado y que no sabía de ebooks ni había pisado una biblioteca en su vida, pero su vida en la calle había hecho que precisamente ingenuo no fuera.

Finalmente asintió.
-Hecho. Intentaré dejarlo vivo, entonces. Desde luego, qué trabajitos últimamente... me veo cuidando mocosos en una puta guardería el mes que viene

Suspiró y echó un buen vistazo a las pintas del tipo. Si parecía poco intimidatorio, iría sin la motosierra. Al fin y al cabo no iba a provocar que le atacase si Jay parecía capaz de destrozarle, y entonces no serviría de nada. Sin embargo, si parecía un matón duro de los que no se arrugan con las pintas de Jay y su Sutileza, se la llevaría de fiesta al Lucky Seven.

Dejó pagadas las birras y otra más para Jessica y se levantó.

-Estamos en contacto. Hasta mañana, Jess. Buenas cazas por ahí. -Le guiñó el ojo y fue saliendo del local.

Cuando haces algo o llevas una rutina durante demasiado tiempo, es casi imposible ver las cosas desde un prisma distinto. Eso le pasaba a Key. Vale, había decidido ir por las buenas, elaborando una lista de preguntas triviales con las que buscar la información que necesitaba sin que despertasen sospechas. Pero tener que pasar por delante del portero, por muy mediocre que fuera en comparación a las grandes medidas de seguridad de otros recintos, despertaba sus instintos.

(Gasto 1 punto - Evita al guardia)Lo que posiblemente amenace a la gente que vive en ese barrio solo podría ser los visitantes comerciales indeseables, o borrachos por la noche. Eso significa que, por mucho que haya un vigilante en la puerta, siempre hay puntos por donde evitarlo. Como, por ejemplo, pasar medio agachada por delante del mostrador de cromo que hacía las veces de recepción. Se escurrió hacia las escaleras sin hacer el más mínimo ruido (Gasto 1 punto - Evitar ser detectada), y ascendió por ellas con el mismo sigilo, siguiendo las señas de la información sobre la vivienda del objetivo.

Recuperó la compostura en un punto ciego, a un lado de la mirilla de la puerta, antes de llamar. Lo primero era saludar. Empezar con un inofensivo: “Hola, estamos llevando a cabo una serie de entrevistas para Ubiqus Media. ¿Le gustaría participar?”.

Durante unos instantes Steve se rascó el mentón.

—¿Qué diablos tramabais? —susurró.

Valoraba hacer una llamada pero necesitaba tener el panorama algo más claro. Brad se enfadaría si le llamaba con tan poca información. Entre los dedos de su mano derecha se desplazaba aquel dispositivo de KogaCorp y pronto recordó que había decidido analizarlo.

—Veamos que nos escondes —dijo mientras se conectaba al dispositivo.

- Mira Scytale, lo cierto es que no tengo mucho tiempo, y mis Creds tampoco es que afloren generosamente en las últimas semanas. Asi que cambiemos la aproximación. Estoy buscando a un científico de BlueSun y no sé donde se puede haber escondido. Tu has hecho más trabajos de esos, ¿Qué lugares o a qué personas conoces que podrían haber escondido al cerebrito? Supongo que tendrá creds, pero tampoco creo que sea un tipo muy rico, asi que podemos descartar los más baratos y seguramente también los más caros.

El tipo de la foto parece bastante duro y el local en el que está, el Lucky Seven, no es el tipo de sitio en el que alguien con una motosierra desentone demasiado. Regentado por un antiguo motero, el nombre del bar se debe a los 7 disparos que recibió el dueño pero que no llegaron a matarle. 7 balas que exhibe con orgullo detrás de la barra, iguales a las 7 balas calibre .55 del enorme pistolón que lleva siempre bajo el brazo.

Bajas del taxi junto a la puerta y entras en el local. Alguna cabeza se gira para mirarte, pero en seguida vuelven a lo suyo, pues parece que ten encuentras como pez en el agua. Si esos pobres moteros supieran con quien están tratando, se quitarían de tu camino en vez de seguir con sus cervezas y partidas de billar.

No tardas en localizar a Jack Steelhand, sentado junto a la barra. El brazo metálico que le ha valido su apodo descansa sobre ella junto a un vaso de bourbon y ni siquiera hace el gesto de mirarte cuando entras en el local.

Sin ninguna dificultad te cuelas hasta el tercer piso evitando al portero y las pocas cámaras de seguridad del edificio. Has allanado edificios corporativos y un simple bloque de apartamentos no es nada para ti.

Llegas al piso de Mary Rittermann y llamas a la puerta. - ¿Ubiqus Media? - pregunta una voz cansada al otro lado cuando mientes sobre tu propósito en el lugar. - ¡Qué remedio...!

Escuchas descorrerse un sencillo cerrojo y la puerta se abre ligeramente. Sujetándola con una mano, la cabeza de una mujer con expresión fatigada se asoma para mirarte. - ¿Y bien? - pregunta - ¿De qué trata esa entrevista?

Cuano salió del taxi estiró el cuello y las piernas un poco mientras se acercaba al local.

Había pasado por delante muchas veces, pero nunca había entrado. Delante del local habían como una docena de motos, a cada cual más chula.

Joder, tengo que pillarme una moto... empiezo a estar hasta la polla de taxis.

Echó un vistazo al interior mientras se encendía un cigarro. Ahí estaba el tipo. El local molaba, la música era buena, y la peña parecía de esa clase de peña que no se caga en los pantalones a la primera de cambio.

¿Sentao en la barra eh? A ver a qué te sabe el lingotazo con microbios

Entró en el local y caminó entre la gente de su calaña hasta la barra, entre toses y carraspeos. Se sentó a la derecha de Steelhand, ya que su brazo mecánico era el izquierdo. Cuando empezasen las hostias, esa fracción de segundo que tardase en girarse le podría ayudar a dar el primer golpe.

Se sentó cerca. No lo bastante como para invadir su espacio personal, pero sí lo justo para incomodar.
-Una birra mu' fría. -Pidió al camarero.

Mientras simulaba mirar algo en su teléfono, seguía tosiendo e iba echando el humo del cigarro alrededor. Probablemente eso empezase a tocarle los cojones. Si no era suficiente para que comenzase a increparle, simularía un ataque de tos que terminase tosiéndole en el bourbon.

Si con eso no le hinchaba las pelotas, ya se buscaría otra manera.

Buscando en los registros de la conexión, tratas de acceder a la información del terminal. No hay mucho que esté guardado aquí, pero parece un commlink* bastante típico, sin ningún tipo de protección especialmente sofisticada para prevenir el rastreo. El hecho de que estés encontrando esta información en un servidor prácticamente "abierto" es una buena prueba de ello.

Empiezas a buscar algún tipo de dato sobre los dos compañeros de trabajo, pero no estás en el lugar adecuado para buscar esa información. Sin embargo, siguiendo tu insitinto anterior, buscas la dirección en la que se dirigió Rittermann después de que la llamada se cortase bruscamente. Aunque no tuviera ninguna actividad, probablemente se conectase automáticamente en busca de cobertura.

Tardas un rato, pero consigues seguir el rastro de Rittermann hasta un túnel que se encuentra a medio camino en dirección a su casa. Compruebas todos los registros de las salidas de ese túnel, pero el commlink del científico no vuelve a aparecer en ningún sitio.

La sonrisa de Scytale desaparece.

- Vaya, tío. Yo que pensaba que me ibas a dar curro y sólo quieres un favor... - dice. - Joder, está bien, todo sea porque en la próxima me contrates, que estamos un poco faltos de cred por aquí, vale. Pero voy a necesitar un poco más de información sobre ese tipo: un científico de BlueSun puede esconderse prácticamente en cualquier puto sitio en esta ciudad, así que o me dices nombres o vamos a estar buscando hasta el día del juicio, colega.

El hombre te mira con gesto de desagrado, hasta que finalmente toses directamente encima de su copa.

- ¡Eh, tú, gilipollas! - dice volviéndose hacia ti, levantando el dedo de su brazo cibernético. - Eres un puto cerdo, ¿lo sabías? Y me debes una copa... - dice señalando su bebida.

Las cabezas se giran hacia vosotros y se hace un silencio sepulcral en el local, que se rompe bruscamente con el chasquido de una pistola siendo amartillada. - Si queréis pelea, es vuestro puto problema - dice el camarero al otro lado de la barra levantando su arma. - Pero en la calle... No quiero broncas en mi local, ¿¡está claro!?

Jack mira al hombre y asiente.

- Perfectamente, Marty - dice hacia el camarero. - Le partiré la cara fuera y me cobraré yo mismo esa bebida. - Se vuelve hacia ti, clavándote su mirada con gesto amenazador. - ¿Voy a tener que arrastrarte o sabes caminar además de toser?

Sonríes y os ecnamináis hacia la puerta, seguidos por unos cuantos curiosos. La voz del camarero se escucha detrás del grupo con una nueva advertencia. - ¡Y no dejéis basura en la puerta! Hay un contenedor en el callejón de al lado - dice, refiriéndose sin duda al cuerpo que va a quedar ahí, ya sea vivo o muerto.

Jay sonríe levemente al ver el efecto exitoso de su provocación.

-No ha nacío el mierda que me llama gilipollas y sale entero, 'pajilla mecánica'. -Provoca a Jack. Le da un trago largo a la birra y deja unas monedas en la barra, fingiendo otra tos. 

Se gira en el taburete y le sigue hacia afuera, crujiendo los nudillos, sin reparar en los demás clientes del local, enfocado en la espalda de Jack. Al llegar a la calle, Jack se aleja unos cuantos pasos y se gira, soltándole una pulla, como si Jay necesitase que le espoleasen para pelearse, esperando la 'reglamentaria' ronda de vaciladas y bravuconadas.

Joder, cómo necesitaba darle de ostias a alguien. Te las vas a llevar todas tú, comemierda. Te voy a dar de ostias con tu propio brazo de juguete.

Siendo más rápido, Jay corre hacia Jack sin mediar palabra y le golpea en el vientre, haciendo que ambos se muevan hacia atrás, llegando a la calzada.

-¡¡Te via 'rrancar la lengua, SUBNORMAL!! El forcejeo es violento, y Jay trata de mantener sujeto el brazo mecánico, mientras aporrea a Jack con todo lo que tiene, desde las botas con púas, golpes con la frente, y mordiscos si es necesario. No hay reglas, ni honor, ni siquiera mucho de autopreservación, tan solo la imperiosa necesidad de hacer daño y golpear una y otra vez, tan solo la necesidad de ver sufrir a otro para calmar la sanguinaria bestia interior. Experto luchador, Jay intenta encajar los golpes que van de vuelta tan bien como puede, confiando en que los que van a la chaqueta reforzada son poco dolorosos.

Si se le llega a presentar la ocasión, lo tirará al suelo, donde podrá aporrearlo hasta dejarlo hecho mayonesa, y luego tendrían unas palabritas sobre Jess.

Con una sonrisa artificial, Key activó la grabadora digital. Ahora que la tenía delante, podía analizarla con más celo, y tendría que estar muy atenta a las inflexiones de su tono de voz. Echó mano de la lista mental que había preparado de camino hacia aquí, usando ese tono artificial que había visto alguna vez por el canal de comunicaciones globales de la megacorporación cuando se dirigían a los residentes para contarles los beneficios de nuevos productos.

─Pues verá, estamos llevando a cabo un estudio de mercado para acercar la programación al gusto del consumidor medio. Eso significa que es importante que conozcamos bien a nuestro público. ¿Podría decirme su nombre, y de cuántos miembros se compone su unidad familiar?

Desacostumbrada a soltar tanta parrafada de una sentada, Key empezó a sentir algunas molestias en la garganta. En parte, también era culpa de estar utilizando un registro algo más alto que el suyo, y todo por querer imitar a las trabajadoras de los medios de comunicación. A ella le había sonado bastante convincente su entrada, ahora solo faltaba que para la hermana de Rittermann también lo fuera.

- Thomas Rittermann... - repite. - De acuerdo, tío, pero si esto no es prioritario, tardaré un poco en decirte algo. Y oye, ya que te has rajao con el trabajo de verdad, hazme un favor - dice mientras busca algo debajo de su chaqueta. Saca un sobre y lo deja encima de la barra. - Lasso necesita que esto llegue al Lucky Seven y tú eres un tipo discreto que no llamará la atención por allí. Déjaselo al camarero, ¿ok? Sin abrir, claro... - comenta. - Cuando me confirme que todo está en orden me pondré con lo tuyo, ¿vale?

Espera a que te muestres de acuerdo y se da la vuelta para seguir a lo suyo. Al menos se ahorra hacer de chico de los recados de Lasso.

No hay intercambio de insultos a la salida, Jay ha ido a lo que ha ido y malgastar saliva con futiles bravatas no es su estilo. Se lanza directo hacia Steelhand, sujetando su brazo cibernético mientras le da un puñetazo y carga contra él. El hombre se desequilibra, pero no es nuevo en esto. Consciente de que la mayoría de la gente se preocupa más de su brazo cibernético, aprovecha la corta distancia para soltarte un codazo en la cara con el brazo de carne.

Aprovechas que la boca se te llena de sangre para escupírsela en la cara y ponerle la zancadilla para tirarle al suelo. Ambos caeis, pero te las apañas para colocarte encima y darle otro puñetazo en la cara. Su cabeza se gira violentamente contra el asfalto y notas que disminuye la resistencia que está ofreciendo. Parece que lo tienes prácticamente a tu merced.

¡Ya es mio! Pensó Jay con una sonrisa, mientras el tipo caía al suelo y seguían los golpes mientras las miradas seguían animando a uno o a otro, o a la violencia misma, para que la pelea no cesase.

Cuando lo tuvo casi noqueado, Jay se levantó, limpiándose la sangre de la cara, y la emprendió a patadas contra los testículos de Jack.

-¡Hijoputa! ¡Cabrón de mierda! -Le gritó varias veces. Mientras se retorcía de dolor, sacó a Sutileza y la encendió. La cara de horror de Jack era un poema. Lo normal es que aquellas peleas terminasen con paliza, no necesariamente con muerte, pero ese punk psicópata parecía tener otras intenciones.

Qué suerte tienes que te quieran vivo, comemierda...

Lanzó a Sutileza, rebanándole el brazo mecánico con estruendo metálico, y luego cogiéndolo para darle unas cuantas hostias en la cara con él. Algo más desfogado, con un brazo en una mano y la motosierra en la otra, miró a los cotillas que aún le miraban.

-¿Qué? -Preguntó desafiante.

Se colgó a Sutileza del costado y agarró a Jack del cuello con la otra mano, arrastrándolo al callejón trasero. Dejó caer el brazo y lo levantó delante del contenedor con la derecha, mientras con la izquierda cogía el teléfono.

-Hey Jessie...! Sí, ya lo tengo. No... Por ahora tá entero. Bueno, má o meno... Ahora es Steelstomp, pero'l resto está duna pieza. ¿Lo sigo desguazando o lo tiro así?

Jay se colgó el móvil en la oreja con una pinza que llevaba, y echó mano de Sutileza.

-Ahá...

Miró a Jack a los ojos y sonrió con sadismo.

-Claro cielo... -Encendió a Sutileza y se la acercó a la cara- Tienes suerte, joputa. -Detuvo la motosierra, pero aún sin encenderla le hizo otro corte en el otro lado de la cara.

-Así estás igual de feo por los dos laos. Me jode hacer peleíllas de mentira como esta, así ke como me vuelvas a insultar o mirar feo, via cer rodajas con tus piernas. ¿Estamos?

Lo lanzó dentro del contenedor, se colgó a Sutileza y se guardó el móvil, entonces se dio cuenta del brazo en el suelo. Si servía para algo, o alguien podría darle algo por él, se lo llevaría, si no lo destrozaría con Sutileza y tiraría los pedazos al contenedor, cerrándolo después.

- ¿Con "discreto" quieres decir que he de entregarlo sin que nadie se de cuenta? - preguntó Finn con una sonrisa que nunca se vería a través de su respirador. No era el mejor para hacerlo, pero si queria sacar algo de Scytale tendría que ayudarle también. Asi era como funcionaba el mundo.

Asi que extendió la mano y agarró el sobre. El Lucky no estaba muy lejos, pero tenía cierta prisa por averiguar que habrían hecho sus compañeros. Quizás podría desviarse mientras iba de camino, miró el reloj sopesando las posibles opciones...

La mujer abre la puerta con más calma para poder hablar mejor, pero no pierde su gesto cansado. Puedes observar un momento por encima de su hombro para ver el salón de un apartamento, bastante bien ordenado. Por lo que sabes del edificio, estas casas tienen un solo dormitorio y, o se ha esmerado mucho en recoger, o no te da la impresión de que haya nadie durmiendo en ese salón. Por supuesto, eso no implica que no tenga ningún invitado en la casa.

- Me llamo Mary Rittermann y vivo sola - contesta con apatía. - Pero seguro que Ubiqus ya tiene toda esa información... - añade con la resignación de alguien que saber perfectamente que una megacorp no necesita preguntarle nada, sino que toma directamente todo lo que quiera.