Partida Rol por web

Miré a Victoria estupefacto, parecía abatida, derrotada y se desnudaba para mostrarnos su cuerpo marcado, vi su cicatriz del vientre que me había mostrado cantes, así que di unos cautelosos pasos hacia ella mirando de reojo a McQueen, si se atrevía a atacarnos le dispararía sin dudar.

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Según me acercaba la miraba con atención-Yo...te vi en el suelo, muerta o al menos eso creía...y aquella cosa me dió en el pecho lanzándome unos cuantos metros, machacándome las costillas- me llevé la mano libre al costado, la otra se mantenía pegada a la pistola-Luego para escapar, tuve que saltar por la grieta de nuevo ¿La recuerdas?- pregunté escrutando su mirada mientras me acercaba ante ella, aún a cierta distancia.

Cita:

-Te la tienes merecida Victoria-dije con una triste sonrisa sacando mi maltrecha petaca para pasársela.

Pero Vicky no recordaba nada de eso, era más, pensaba que se había quedado dormida durante mucho tiempo. Al acercarse aquel hombre, la pelirroja sostuvo aquella pieza entre sus manos y la guardó en sus bolsillos. 

Ford, podemos salir de aquí -le comentó con una sonrisa cálida- y tendremos una cita de colegas. Aunque... Me lleves 'x' años, espero que tengas espíritu joven. 

La joven miró al sargento de por encima del hombro de aquel hombre y suspiró. No se sentía segura, así que ella también poseía una mano en su pistola. 

Deberemos mirarte esas costillas, tal vez si encontramos al doctor... -dijo desviando la mirada a sus ojos marrones, acariciándole el rostro suavemente. - . 

A decir verdad, jamás había estado tan cerca de aquel hombre como antes. Al pasar sus dedos pequeños por su rostro, había notado una áspera barba. Además que su rostro parecía cansado, igual que ella, abatido. Y tal vez, llevaba por la situación, los labios de Hasan se entreabieron dirección a los de aquel hombre. No se detuvo, lo besó.Ella era decidida, después de todo. Lo miraba a los ojos viendo la sorpresas en aquellos oscuros. 

¿Un hombre abatido? La víctima perfecta. Además, con un solo humano seguramente la '' cosa '' no podría hacer mucho. Necesitaba un ejército y, por lo que notaba entre aquellos dos cuerpos, esos dos emanaba demasiada calor. Estaba decidido, iba a conseguir un ejército fuera como fuese.

Lo más fácil sería conseguirlo por medio de la confianza, para después, asimilarlo. Entre aquellos dos todo estaba hecho, así que... ¿Qué más pedir?

La identidad podía transmitirse por cualquier método, por lo que dejó que aquel cuerpo se acercase al otro y, mediante vía oral, una parte de sí se desprenderse hacia el otro cuerpo. Tras ello, se separó  y sonrió . Ahora ya no es uno, sino dos. 

Victoria no bebió de la petaca, sino que se la guardó en el bolsillo, elevé una ceja de extrañado, quizás no le apetecía beber, al fin y al cabo ni a mí me apetecía ya, demasiado estrés, demasiado miedo y demasiadas dudas.

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-¿Cómo, yo? Eh...si, bueno..claro ¿porque no?-dije con una pequeña sonrisa nerviosa, de repente me sentía confundido, no sabía qué hacer, como reaccionar, la inseguridad me devoraba y no podía detenerla pero entonces ella se acercó a mí y me acarició la cara, lo que no hacía más que sembrar más dudas en mi interior. Me miró a los ojos con intensidad, me sentí hipnotizado y me besó. Beso del cual yo no me defendí, no luché, me dejé llevar por ella, por sus cálidos labios, la mano libre sujetó su cintura y mis ojos llenos de sorpresa se transformaron en una mirada más turbia e indecisa, lo único que podía hacer era corresponderla.

Las cosas se estaban tornando extrañas, Brochard amenazaba a Bright con su arma, repentinamente el Dr Kleist, comenzó a parafrasear cosas sin sentido alguno, yo me estaba desquiciando pero este señor ya se le había ido la tapa, solo fue hasta el momento en que vi un destello, algo que me tomo por sorpresa... mi primera reacción fue cubrir mis ojos con mis brazos, pude sentir como un gran empujón golpea mi pecho y me hace caer de espaldas rodando hasta golpearme contra la pared, -aaaagh- un alarido seco sale, quedándome casi sin aire por el duro golpe en las costillas.

El sonido se había ido, llegaba poco a poco, lentamente confundiéndose entre un pitido agudo, sacudí mi cabeza, me encontraba mareada y con un poco de ardor en el rostro, cuando logre divisar mi alrededor, note que todo se estaba incendiando y necesitaba salir cuanto antes o la pólvora y proyectiles iban a terminar matándonos allí dentro.

McQueen llegó a una sala, justo en ese momento apareció Ford. McQueen sonrió

Objetivo localizado

Pero también apareció Hasan, los ojos de McQueen al verla se abrieron de par en par y se quedó atónito

¡Imposible!

En su mente volvió la horrible escena en que Hasan era descuartizada por algo, y la veía una y otra y otra y otra vez.... Pero cuando comenzaron a hablar McQueen volvió en sí. De nuevo en su mente aparecieron sus hijos llamándole y pudo centrarse.

Se quedó callado observándolos detenidamente y escuchándolos. Pudo observar las cicatrices que Hasan le mostró a Ford, como si él no estuviese y escuchó el comentario de Ford de que la criatura le había golpeado en las costillas. Los miró a ambos

Ambos están armados....

Pero cuando Hasan besó a Ford McQueen reaccionó. Volvió a escuchar la voz de su comandante, se encontraba en Afganistán

¡Objetivos localizados!, ¡procedan con cautela y firmeza!

-¡Señor, sí señor!

McQueen se abalanzó contra Ford para quitarle la pistola

Salvo algunas quemaduras menos y moratones por el impacto contra el suelo y la pared, todos os levantasteis vivos y sin mayores contratiempos, aunque delante vuestra todo estaba ardiendo y el fuego amenazaba con extenderse hacia vosotros. Los restos de Kleist... pues eso, que eran restos y estaban por todas partes, y detrás vuestra estaba la única salida, la que venía de la armería y que os conduciría de vuelta al túnel principal.

La visita a aquella estancia solo os había dado muerte y horror.

McQueen se abalanzó sobre Ford en un intento de arrebatarle el arma, a lo que éste respondió con rapidez, encontrándose ambos en una refriega de golpes, empujones y puñetazos que nadie esperaba ver, hasta que de repente...

... el cuerpo de Ford comenzó a temblar. Ford notó como si todo su cuerpo intentara tirar en una dirección diferente, desde la cabeza hasta los pies. Unas nauseas terribles le invadieron y de su boca y la nariz comenzaron a manar sangre.

McQueen se separó un poco, sin comprender lo que estaba ocurriendo, y los ojos de sorpresa de Ford evidenciaban que tampoco él lo entendía demasiado bien. 

Los vasos sanguíneos del rostro de Ford se hincharon y empezó a sangrar por todas partes. El dolor era simplemente insoportable.

Ford abrió la boca para gritar y descubrió que hasta su mente era diferente. De repente, todo estaba cambiando. ¿Dónde estaba? ¿Quién era él?