Partida Rol por web

Aquellos dos inesperados tripulantes pillaron a Brochard por sorpresa, dándo un pequeño traspies que casi le cuerta precipitarse por el resbaladizo fuselaje hasta el hielo. Uno de ellos pauntaba lo que parecía ser una pistola de vengalas hacia McQueen, claramente alterado. Al parecer ya se olían algo raro.

Brochard levantó las manos, quedándose a un metro alejado de McQueen. Si les daba por disparar la vengala, mejor que no diera a los dos. Algo le decía que aquello no molaría nada. 

Still. Hvem er du. Hvordan kom du hit.

Eso ni de coña es inglés.

Pensó si hablar directamente con McQueen para trazar un plan y acabar "reclutandolos" a su causa. Sin embargo, arriesgarse que aquellos dos hombres entendieran inglés podía ser fatal. Optó por hacer algo más.

- ¡No disparen, venimos a prestar auxilio! - Brochard apuntó a McQueen - El es Peter McQueen, del ejército de los Estados Unidos de América. - Se paró en cada palabra, de forma que aquellos tipos entendieran el nombre del país. A continuación se llevó la mano al pecho. - Yo soy Joël Brochard, médico.

Muy despacio, alzó levemente la bolsa, dejando entreveer que dentro habían medicamentos, vendas y otros útiles. Quizá aquello fuera un billete hacia su confianza.

Como les de por disparar ya podemos saltar bien alto...

Sin dejar de apuntarles, los dos hombres empezaron a discutir entre ellos sin que los demás pudiesen entender nada de nada, hasta que al final, pareció que uno de ellos ganó y señalaron a Brochard.

han alene.

Y después volvió a repetirlo, indicando un uno con su dedo índice y echándose hacia abajo para dejarle entrar.

han alene

Brochard alternó su mirada entre los dos hombres, prestando especial atención al que portaba el lanzabengalas. No quería ni pensar que la acalorada discusión provocara un disparo accidental. Permaneció inmóvil, con las manos en la nuca, preguntándose sobre que rayos discutían.

han alene

Parecían que se referían a él. Al menos eso dejaba entender uno de ellos, que le señalaba y dejaba paso al interior del submarino. ¿Tenía alguna opción? Si dudaba, podían chamuscarlo.

- Ok... ya voy, va voy...

Acercándose a la escotilla, Brochard miró inadvertidamente a McQueen, aún sin mencionar palabra, pero sintiendo que en su fuero interno podían comunicarse.

A la mínima oportunidad los neutralizamos. Cuídate del fuego.

Y entonces descenció dentro del submarino.

Poco a poco nos acercamos a lo que parece ser un submarino, lo interesante de todo esto es que cerca de él se pueden observar cuatro siluetas, que al acercarnos poco a poco a la salida del túnel, se puede dar cuenta de que son Ford, Brochard, Victoria y McQueen; lo extraño es, como se reunieron tan rápido, eso no pinta nada bien, así que me detengo antes de salir por completo del túnel, y me llevo el dedo índice a mi boca, en señal de que Bright guarde silencio, me giro hacia ella y con voz baja pero entendible para Thalassa digo, -recuerdas lo que dijeron antes en cuanto a que algo podía hacer una copia de nosotros, ver a esos cuatro ahí juntos no me traen buena espina, después de ver lo del “perro”… espera aquí, en el túnel, me acercare y veré si en realidad son ellos, si no veo nada extraño silbare para que salgas-

Antes de irme desencajo la linterna y la pago, dándosela a Bright, -no la enciendas aun, espera a que de la señal-, acto seguido me dirijo hacia donde están los que parecen ser nuestros compañeros.

Al abrirse la compuerta y ver a los dos noruegos con la pistola de bengalas, McQueen levantó las manos. Brochard actuó rápidamente y parece que se ganó su confianza, ya que se lo llevaron al interior del submarino.

No entraba en nuestros planes

-Procede con cautela, a la mínima te dispararán como piensen que vas a hacer algo raro.

McQueen, o lo que quedaba de él, comenzaba a pensar en alternativas. Si acababan con Brochard tendrían a dos humanos encerrados en un submarino, que podrían trastocar sus planes de huída. Era necesario asimilarlos o al menos neutralizarlos.

-Hasan, Ford, estar atentos por lo que pueda pasar con esta gente

Cuando Thalassa está a punto de salir a la luz y saludar, Langley la detiene y la empuja con rapidez contra la pared.

Recuerdas lo que dijeron antes en cuanto a que algo podía hacer una copia de nosotros, ver a esos cuatro ahí juntos no me traen buena espina, después de ver lo del “perro”… espera aquí, en el túnel, me acercare y veré si en realidad son ellos, si no veo nada extraño silbare para que salgas.

Desde luego, aquello cuadraba con todo lo que estábamos viviendo, en el sentido de que bien podía ocurrir que fuese así, pero...

-No sé, Anika. El doctor parecía ido, todo muy humano, y si Brochard no fuese en realidad Brochard, desde luego, tendría que haber sucedido muy rápido.

A pesar de todo, el plan de Langley no estaba del todo mar. Ser precavida era siempre una buena táctica.

Está bien -le dijo, cogiendo la linterna que acababa de apagar. 

No la enciendas aun, espera a que de la señal.

Antes de que se vaya, Bright la agarró del brazo y le sonrió.

-Ten mucho cuidado. Si ves algo sospechoso, vuelve conmigo rápidamente.

Después, observó a Langley mientras se marchaba.

Lentamente, el noruego fue bajando mientras Brochard entraba. Cuando lo hizo, el otro noruego se hizo a un lado y cerró de nuevo la escotilla.

Una vez abajo, Brochard contempla lo que debe ser la sala de control.

El noruego sigue apuntándole y empieza a hablar de nuevo.

Jeg kurere det!!

Le dice, señalando al otro noruego. Éste se vuelve y le muestra en la espalda un corte enorme, sangrante e inflamado, que baja desde el omoplato derecho hasta la cintura.

Jeg kurere det

-No te preocupes, estaré bien- quizá esas palabras las eran más para mí que para darle aliento y confianza a Thalassa, -se me ocurre algo-, me acerco hasta su oído y con una voz baja que tan solo pueda ella escuchar, digo –si en algún momento dudas de mí, que creas que no soy yo, pregúntame por la palabra clave, “carne a la brasa” seguido de esto me tocare la nariz-, sonrío ante esto y me giro continuando mi avance; camino lentamente acercándome hasta los compañeros, observándolos, revisando sus movimientos intentando descubrir alguna anomalía en si comportamiento, algo que delatara que fueran o no, ellos.

Cuando me encuentro a su altura, pongo una cara amistosa, en el caso de que no fueran ellos, que no sospechen desde un principio que sospecho de ellos. –Sargento, hey, están bien al parecer… ¿qué tenemos aquí, con qué nos hemos encontrado?-

La voz de Langley pilló por sorpresa a McQueen

-¿De donde has salido?

Su mano se fue instintivamente a su pistola, pero no la tenía a mano, recordó que la tenía Ford.

-¿Y Bright?, ¿dónde está?

El rostro de McQueen mostraba desconfianza. Hizo una seña a Hasan y Ford para que se apartasen.

Thalassa observaba oculta en las sombras, mientras Langley hablaba con el sargento. Por el momento, todo parecía normal, pero prefirió no salir, a la espera de ver exactamente lo que sucedía.

En sus manos tenía el lanzallamas, preparada para cualquier cosa, pero sobre todo, dispuesta a salir corriendo para rescatar a Langley si hacía falta.

El sargento se vuelve inmediatamente al escuchar mi voz, cosa que lo pone un poco nervioso al notar que se lleva la mano al cinto, buscando su arma, -eh, tranquilo Sargento, soy yo, Langley, no tiene porqué alterarse- subo mis manos en son de paz, mostrando que no soy una amenaza.

-Bright, pues no sé, quizá el doctor sepa dónde está… la perdí de vista luego de la explosión, a lo mejor corrieron en la misma dirección… espero que este bien- bajo la mirada, -¿por cierto, como sigue su pierna señorita Hasan?-

McQueen observaba desconfiado

-Bright nos comentó que se separó de ambas

Se fijó en el pie de Langley pero no dijo nada

-El doctor nos puso al día, Kleist muerto...¿Que les pasó tras separarse?, ¿como han sobrevivido a la explosión?

Señaló al submarino

-El doctor entró en el submarino, hay dos noruegos que nos apuntaban con una pistola de bengalas, no se fiaban. Encontramos un tercero que falleció, al parecer son buscadores de tesoros. Entraron para ver que podían aprovechar.

Observas como Langley habla con el sargento mientras Ford y Hasan permanecen a la espera. No parece haber rastro del doctor.