Partida Rol por web

El mundo se había ido irremediablemente a la mierda en poco tiempo. Aún recordabas tu vida tranquila, con tu mujer e hijo a tu lado, sin otra preocupación que no fuera pagar la hipoteca del piso y encontrar tiempo para jugar con tu hijo, cuando los muertos comenzaron a levantarse y atacar a los vivos. Al principio pensabas que era una broma: un simple anuncio de alguna película de zombies que se estrenaría en poco tiempo. Sin embargo, y para vuestra desgracia, la cosa no era un anuncio barato, era una realidad, una cruel (y jodida) realidad. Los muertos caminaban y querían comerse a los vivos.

Los primeros días fueron frenéticos para ti: el caos y los disturbios se apoderaron de la ciudad. Y lo que era peor, los zombies andaban por doquier. Fue uno de ellos los que te arrebataron a tu mujer. Ahora te encuentras en casa, solo con tu hijo, al cual debes proteger a toda costa. 

¿Que vamos a comer hoy papa?- pregunta Duane mientras te mira. La comida escaseaba en tu casa, por lo que tendrías que salir tarde a temprano a saquear el supermercado o alguna casa particular. 

Las palabras de Duane me hacen volver a la realidad. Sacudo la cabeza como si desperta de un sueño. Observo a mi hijo que está junto a las maderas clavadas en las ventanas. Seguro que ha estado mirando por una de las rendijas.

- Te he dicho muchas veces que no mires - contesto con frialdad - podían oirte.

Veo en la cara del chico preocupación. Bastante tiene ya el pobre chaval... ¡Por qué ha tenido que suceder!. ¡Por qué Dios los había abandonado!. Temía volver a salir, y teníamos que abastecernos.

- Venga Duane ven aquí campeón -  le digo mostrando una sonrisa - ayúdame a poner la mesa voy a hacer unos huevos fritos.

¿Ya tenemos huevos fritos?- le pregunta- pensaba que habíamos acabado ya con ellos- te dice. A decir verdad, aun os quedaban huevos, mas era de lo poco que quedaba ya en la despensa. Tarde o temprano debías ir a por la comida, y eso lo sabías.

- Sí, todavía nos quedan algunos huevos y pan para hacer unos sanwiches con algo de fiambre. - contesto sin mucho ánimo.

No quería dar al chico una imagen de derrotismo, pero la situación no era difícil. La simple idea de salir lo descomponía. No era por el temor a los caminantes, ya sabía como tratarlos. No soportaba la idea de ver a su mujer caminar entre los ellos.

Empiezas a freir los huevos, mientras tu hijo te observa. Te preguntas que va a ser de él si te ocurriese algo... mas desdeñas ese pensamiento. Lo importante era el aqui y ahora, y seguir viviendo. Hasta ahora lo estabas haciendo bien. Llamar la menos atención posible, y coger el máximo suministro para salir poco a la zona. 

Fríes los huevos y los preparas en el sandiwh, el cual le pasas uno a tu hijo que lo come con un poco de agua-gracias- te dice. A pesar de la situación, él sigue siendo educado. Coméis en silencio, sin mucho que decir. Tras terminar Duane te mira: esperaba tus palabras. Sabía que ibas a salir, solo que no quería que lo hicieses. 

Después de comer y descansar un rato. Me quedo mirando a Duane que está acabando de hacer los deberes. 

- Duane ven aquí, hijo  - espero que se acerque para hablarle - Sabes que tengo que salir hijo. 

Espero que el chico asienta para continuar:

- Ya sabes lo que hay que hacer, cerrar bien la puerta - nuevamente espero que el chico asienta -  quédate quieto sin hacer ruido y no te acerques a la puerta, ventana o lo que sea. Si hay problemas subes al piso de arriba.

Una lágrima trata de escaparse de mis ojos, pero lo retengo. Duane no debe ver a su padre derrumbarse, ahora es el pilar de la vida de su hijo. Debe trasmitirle toda la seguridad que pueda.

- Bueno, ya sabes el procedimiento a seguir.

Me preparo y subo al piso de arriba para asomarme a la ventana y ver cuál es el camino más despejado. Cuando elijo mi plan a seguir vuelvo al piso de abajo para salir por la cocina. Me vuelvo hacia mi hijo.

- Si no vuelvo esta noche ya sabes lo que tienes que hacer mañana - me quedo mirando los ojos de mi hijo, llenos de incertidumbre, miedo y tristeza -  Dame un abrazo hijo.

Me dispongo a salir. Me vuelvo para despedirme.

- Cierra la puerta campeón.

Sigilosamente trato de moverme por la calle por el lugar más seguro hacia el supermercado. Voy equipado para la ocasión.

Tu hijo te observa en silencio cuando le explicas todo eso. No te dice nada, porque sabe que no servía de nada. Al fin y al cabo, él sabía que debías hacerlo. 

Oyes como tu hijo cierra la puerta tras de ti, y algo mas confortado (tu hijo estará seguro allí, piensas) te encaminas hacia la búsqueda de la comida, concretamente hacia el supermercado. Te mueves con sigilo, esperando no encontrarte ninguna de esas criaturas. De momento tienes suerte, has logrado no encontrarte a ninguno de esos seres, algo que se agradece.

Al poco rato llegas al supermercado... sin embargo, hay la cosa cambia. En la zona de entrada, hay 7 de esos seres, pululando por ahí, sin hacer mucho mas que no fuese gemir y andar.

Voy caminando de la forma más sigilosa posible, de coche en coche y agachándome tras ellos para no ser visto. no me encontrado a mi ¿difunta? esposa, afortunadamente. Llevo la pistola en el cinturón guardado y voy armado con el bate de béisbol para que el ruido de llos disparos no atraiga a los caminantes.

Al llegar a los aparcamientos del supermercado todo cambia. 7 de esos seres caminando por el aparcamiento. Tengo que pensar que hacer, ¿acaso los caminantes buscan comida en el supermercado?, pienso irónicamente esbozándo una sonrisa. Debo pensar con atención, debo usar el bate para no atraer más, una vez que consiga lo busco, puedo cargarme a unos cuantos para atraerlos y así despejar el camino a casa. 

Tras observar durante unos instantes, te percatas de que el mejor lugar para pasar es yendo por la izquierda, puesto que hay es donde solo se concentran tres caminantes uno de los cuales se encuentra sentado sin hacer nada. 

Me acerco por la izquierda en dirección a la puerta esperando no llamar la atención del resto.

Una vez elegido el mejor sitio por el que entrar me aproximo a la puerta del supermercado. Uno de los caminantes está sentado en el suelo con la mirada ausente, no se percata de mi presencia. Paso por al lado de un segundo que levanta la cabeza observándo al que está "patrullando" con mirada estúpida. Como un rayo me coloco tras un coche. Sólo me falta unos metros. El tercer zombie está cerca de la puerta y se dirige en dirección opuesta.

La suerte me sonríe. Pienso. Después de todo Dios no nos ha abandonado del todo. Espero que el tercer zombie me de la espalda y llego a la puerta, miro al interior para cerciorarme de que no hay ninguno cerca del umbral de la puerta.

Te mueves rápido y lo mas sigiloso que puedes, yendo por el mejor espacio que tienes en estos momentos. Intentas ocultarte siempre que puedes y poco a poco logras llegar a las puertas del supermercado, entrando en ellas. Por el momento, la cosa ha ido bien. 

Te encuentras dentro del supermercado: lo primero que tienes en frente son varias cajas registradoras (la mayoría de ella volcadas en el suelo), carritos de la compra desperdigados, y las estanterías de los productos, unas caídas, otras con los productos tirados por el suelo. Sin embargo, sabes (dado que has ido un par de veces mas por ahí) que aún queda comida para recoger.

Cojo una de esas maravillosas bolsas del supermercado tan resistentes y me dispongo a llenarlo lo más rápido posible con ojo a vizor. No es la primera vez que estoy allí y sé que algunos consiguen entrar y están detrás de las hileras de estanterías y expositores como si estuvieran en trance par luego acercarse atraidos por el ruido que hago mientras lleno mis bolsas. lanzo una mirada antes de agacharme para asegurarme que todo va bien. Trabajo lo más rápido posible.

Llenas con la máxima rapidez posible la bolsa en cuestión. Ya habías estado varias veces antes, por lo que sabes que coger. En poco tiempo tienes la bolsa lista y preparada. Ahora toca volver.

La situación no ha cambiado mucho fuera. Tienes el mismo camino para salir...