Partida Rol por web

La tensión empezaba a emanar en el ambiente. Willow, consumida por la fiebre y débil había aceptado que su mano fuese amputada. Ben estaba dispuesto a realizar la parte sangrienta. Era el único que parecía dispuesto, quien había dado la idea y quien se disponía a ejecutarla sin mayor demora.

Y del otro lado estaba Tara, silenciosa, compungida, Darren, temeroso y poco a favor de aquella improvisada -y dolorosa- cirugía y Enrien, serio, muy poco a favor de aquella intervención.

En la mente de todos, lo que sucedería estaba claro. Nadie parecía querer ayudar, nadie iba en busca de jirones de tela para detener la inminente hemorragia, nadie se movía. Era lo más parecido a una ejecución: Ben iba a cortarle el brazo a Willow, cegado por el miedo, y el resto iban a ser espectadores en aquel grotesco espectáculo Y afuera, afuera según ellos, deambulaban los "monstruos inhumanos", los zombies que devoraban a los vivos...

Observo apenada a Willow, ni siquiera sabemos a ciencia cierta que la hayan mordido, no sabemos cómo se ha hecho la herida.

Hace bastante que hemos salido del super, los mordedores se convierten en poco tiempo, aunque tuviéramos los medios, (que no los tenemos) ya debe de ser tarde para que cortarle un brazo funcione. ¿Y si se trata de una simple herida? con unos antibioticos sería suficiente.

Tenía idea de quedarme al cuidado de Willow mientras el resto salía a buscar medicinas, pero parece que nadie está labor, aquí todos parados cómo pasmarotes. –Aguanta pequeña- Le susurro a Willow dejándola recostada con cuidado maternal.-Vuelvo enseguida.

-No lo hagas- Le digo al bombero mientras le agarro del brazo- Ben. Eso no servirá y lo sabes. No la hagas sufrir aún más.-

Por lo menos esperad a que vuelva- Comento mientras observo por la ventana y compruebo cual es el mejor lugar para salir de la caravana.

No voy a perder más tiempo discutiendo de modo que salgo en busca de un centro médico, una consulta, una farmacia o algo similar. Voy corriendo, sacrificando precaución por velocidad.

Enrien pone los ojos en blanco. Habia que tratar de parar esa barbarie, pero aquella no era la manera. Agarra el bate y salta corriendo detras de Tara dedicandole antes una mirada a Ben que queria decir claramente.

"Si muere alguien te hago responsable..."

Kat intervino:

-A ver, me parece que lo mejor sería amputar, por el  bien de Willow, pero es cierto que se infectará aún más la herida, o se desangraría. En todo caso, habría que cauterizar el material, y también el muñón resultante. Necesitaríamos una buena fogata y mucha calma, así que éste no sería el mejor momento. Tara, voy contigo! Busquemos algo médico y traigamos medicamentos. Willow tendrá que ser valiente, y aguantar un poco más.

Ben asiente ante el pedido de paciencia de sus compañeros, él sabía que no había tiempo que perder pero no podía negarse a que encuentren una mejor manera de salvar a Willow. .- ¡Dense prisa! Les dijo mientras salían. Pero su mirada se clavó en los ojos de Enrien cuando se percató de la forma en la que este lo veía. Al parecer pronto pondremos a prueba cual es el más fuerte de los dos. Pensó Ben como prediciendo lo que estaba muy cerca de ocurrir. 

Cuando sus compañeros salieron miró a su herida amiga con ternura y compasión y le dijo.- No te preocupes yo te cuidaré, si algo trata de atacarnos estarás a salvo. Agarró firme su hacha y se puso a vigilar que nada los pusiera en peligro. 

Tara, Kat y Enrien salen del coche y se internan en las calles de Mt. Juliet. Ben y Darren se quedan allí observando como Willow respira débilmente. Hay una sensación de nerviosismo en el AC. Darren y Willow habían hecho equipo antes de que ella fuese mordida y el chico no podía evitar sentirse algo culpable mientras veía a la pelirroja recostada, respirar con dificultad, pálida y sudorosa con su mano envuelta en vendas ensangrentadas.

Willow... Willow resistía con entereza. Sabía que su fiebre subía y sabía que estaba débil, pero sus compañeros habían salido en la búsqueda de una oportunidad para ella. Quizás podría vivir después de todo. Quizás todo estaría bien y se levantaría al día siguiente sintiéndose mejor.

Y luego estaba Ben. Con su hacha firme cerca a la puerta. El mismo Ben que ya había dejado atrás en una oportunidad a Darren. El Ben que había insisto en amputar a Willow para luchar contra la infección. El silencio se hizo incómodo y lo único que se escuchaba eran los sonidos de la respiración agitada y forzada de la chica en el AC...

Eran casi el mismo equipo que la última vez la había cagado en el parqueadero del Supermercado. Tara era la líder, el papel le surgía naturalmente y era ella la que guiaba al grupo -para bien o para mal-. Caminaba silenciosa al frente mientras trataba de elegir un sitio que pudiese refugiarlos y que ofreciese medicamentos para Willow. Los tres eran la única esperanza de la pobre chica.

Luego estaba Enrien. Neutral, meditabundo, con su bate. Como si hubiese decidido de golpe rechazar la confrontación física y emplear lo que estuviese a la mano para sobrevivir. Esperaba esta vez no verse acorralado por los muertos vivientes y esperaba poder hacer una diferencia.

Y al final estaba Kat con su machete. Silenciosa, seria. Había soportado una pérdida difícil hace unas horas y sin embargo parecía mantenerse con más coraje y entereza que sus compañeros. Quizás todo aquello la estuviese deshumanizando, quizás se había resignado a lo inevitable de aquel nuevo mundo... fuese lo que fuese, sólo ella podía saberlo.

Y entonces la encontraron. A unas calles, en una desviación, un edificio con un sólo único piso: Una clínica veterinaria. Una edificación blanca de techo bajo con el nombre de su función escrito en letras verdes. La puerta principal estaba protegida por una reja de hierro que serviría como defensa ante los zombies y las ventanas podían cerrarse desde adentro. Y aún mejor, las clínicas tienen antibióticos que si bien son pensados para animales, pueden servir en humanos también, y dado el poco tiempo que tenían, era la única oportunidad que tendrían para ayudar a Willow.

Enrien inspiro profundamente al ver la estampa, parecia un buen refugio, parecia que iba a haber medicamentos, parecia que lo podian conseguir. No tenia muy claro como abririan la verja, pero lo primero era limpiar la entrada.

- Seria bueno acercarse haciendo piña, con calma, matandolos uno a uno.

Asiento  a las palabras de Enrien.

Dado que hay pocos zombies y no es cuestión de vida o muerte prefiero no disparar, dejo que el karateka y Kat lleven la iniciativa limitándome a cubrir sus espaldas.  

-Démonos prisa- Mascullo mientras observo las ventanas, evaluando ya otra alternativa para entrar si la puerta con reja está cerrada.

-¡Vamos a por ellos! ¡No hay tiempo que perder!*

Kat sabía que cuanto más tiempo se demorasen, más sufría Willow, y más caminantes serían. Agarró firmemente la barra de hierro que tan útil le había sido en más ocasiones, y se dispuso a enfrentarse a los podridos sin más dilación, y buscando una salida o plan alternativo por si aquello salía mal.

A Darren le habría gustado decir algo del estilo: “todo saldrá bien”, pero no le salía semejante insulto a la inteligencia. Así que se limito a sentarse junto a Willow y abrazarla en silencio. Si al menos le gritara o le insultara, podría defenderse diciendo que había que ayudar al viejo. Pero si silencio y falta de rencor eran casi peor. Ni había salvado al viejo ni había ayudado a la pelirroja. Se sentía fatal. No había hecho absolutamente nada de provecho desde que comenzó el apocalipsis.

-Lo siento muchísimo- murmuro.

Escuchó las palabras de Darren y Ben agachó la cabeza, tomo un respiro para tener valor y luego dijo.-Yo también lo siento chicos, no he sido el mejor compañero en todas las situaciones y lo lamento. Estos días han sido muy difíciles y me han afectado bastante pero eso no justifica mi proceder. Luego tratando de cambiar el ambiente tenso que se había producido añadió.-Bue al menos esos come hombres se han llevando la probada de mi hacha. ¡A este paso ellos serán los que corran de nosotros!

Tara toma la iniciativa. Silenciosa se mueve entre un par de muertos caminantes mientras sus compañeros la cubren con rapidez y agilidad. Enrien lanza un golpe certero, Kat clava su machete en el cráneo de otro y la puerta frontal está despejada. Y luego la militar (o ex-militar) con una patada precisa abre la puerta principal, apresura a sus camaradas a entrar y cierra la reja tras ella. Por ahora parecía un lugar seguro...

Al interior, la clínica veterinaria es un espacio relativamente amplio y bien iluminado. No huele mal y la sala de espera de la recepción bien podría servir para dormir. Una pequeña cocina de servicio tras la recepción rebela café (¡bendito café!), algunas latas y paquetes de comida que parecían haber sido puestos diligentemente por alguien. Lo importante es que había algunas provisiones más.

Pero el problema era la segunda sala. Había dos pequeños consultorios traseros abiertos que tenían algunas medicinas a la mano y antibióticos que podían ser usados* y luego una sala trasera... cerrada, con una pequeña ventana. Al acercarse, una visión nauseabunda y perturbadora es capaz de revolver el estómago de los tres:
 

El lugar es una pequeña bodega en donde seguramente algunos animales eran guardados cuando tenían que ser cuidados y al fondo había un cuarto con entreabiertos con varios medicamentos. las cajas laterales, jaulas para animales de varios tamaños tenían aún a sus huéspedes... agonizando o muertos, apenas profiriendo sonidos, pero lo verdaderamente impresionante estaba en el centro: Un lodazal de sangre y vísceras, un festín caníbal repugnante cuyos principales actores no eran los muertos vivientes... pues allí tirados se hallaban dos cadáveres descuartizados en grandes pedazos, mordidos y desgarrados de manera violenta que se arrastraban con lo que quedaba de sus acabados cuerpos de manera lenta y torpe. Uno de ellos incluso tiene medio rostro faltante y a través de sus heridas es posible ver el interior de su cráneo. Y junto a los dos desgraciados zombies, hay un par de perros con sus hocicos, patas y vientre manchados de sangre, gruñían o halaban lo que quedaba de los caminantes en el suelo a partir de los muñones de sus extremidades, como regocijándose en la satánica diversión de burlarse de su presa (y cena).

Y al notar a los recién llegados, los dos animales (uno de un tamaño mediano, un labrador más rojo que dorado y un Rotweiler gordo se acercan a la puerta con agilidad para rasparla y gemir lastimeramente, buscando despertar la compasión de los recién llegados...

Las últimas palabras de Ben son respondidas con una tos fuerte y una respiración débil de Willow, en lo que parece el estertor final de la pobre agonía que llevaba. Alcanza a pronunciar algo con sus labios, algo ininteligible pero que suena como si llamase a alguno de los dos, antes de que sus movimientos se ralentizaran de manera considerable y sus ojos temblaran perdiendo la fuerza para mantenerse abiertos. Darren palidece y Ben se acerca sin saber como reaccionar. Todo parece indicar que la situación acaba de empeorar... más, de ser posible.

La piel de la chica tiene un color pálido y brilla debido al constante sudor. Permanece inmóvil, dando la impresión de que se trata de una estatua de mármol vestida con las ropas de su amiga. Está allí sin que ni siquiera su respiración se escuche. El chico y el bombero se observan confundidos, temerosos, durante unos instantes dudan y meditan que se debe hacer en dicha situación...

Y entonces sus ojos se abren. Y no son los lindos ojos de la pelirroja, los ojos tiernos y decididos... no. Son unos ojos blanquecinos con una pupila apagada. Su nueva respiración es un ronco gemido que tiene el tinte de un gruñido furioso y su primera reacción es la levantarse con el ahínco de un cadáver fresco mientras sus dientes se abren y se cierran buscando alimento, precioso alimento, carne humana: lo único que mueve a dichas criaturas y que las empuja al frenesí salvaje y asesino que conocen bien. Ella ya no era Willow, Willow había muerto desde el momento en que había sido mordida, pero ahora quizás era incluso demasiado tarde para Darren y para Ben...

De todas las cosas que Darren podría estar haciendo, abrazar a uno de los caminantes no era la mejor opción posible. Cuando entendió lo que estaba pasando se apartó de Willow intentando apartarla lejos de un empujon.

-¡¡Joder!!- Gritó en un arrebato de histería

-Joder- Tuerzo el gesto con desagrado ante la escena de la sala trasera mientras reprimo una arcada.

Me gustaba el perro de Kat pero esos dos chuchos me dan grima, si han atacado y devorado a los mordedores a saber de que son capaces, podrían atacarnos o estar infectados o ve tú a saber.

Resignada preparo la pistola dispuesta a matar a perros y zombies por igual, no quiero correr riesgos, hay que asegurar el edificio.

-Acabemos- Les digo a mis compañeros a modo de advertencia antes de abrir la puerta.

-Dios qué asco - dice Kat ante el olor nauseabuendo y la visión de todos esos cuerpos descuartizados y podridos que estaban tirados por doquier. Hasta que escucha la llamada lastimera de los perros.

La imagen de Angus le vino a la mente, su fiel amigo que de tantos problemas la había sacado, y tan mal terminó. Los gemidos lastimeros de éstos le partieron el corazón por un momento por los recuerdos, pero el sentido común se impuso. Los perros habían comido de esos cuerpos descompuestos. Un mal mordisco, una rozadura.. tal vez una simple baba de saliva, y alguien se infectaría. Tara tenía razón, había que acabar con ellos.

Kat se preparó, con un gesto de asentimiento a Tara. Sin palabras, se preparó para recibir lo que saliese por la puerta. Alzó su barra de hierro y esperó, tensa.

La escena pasaba a ser un presagio de lo que parecia que se iba a convertir su vida. Los mas fuertes, los mas rapidos o los mas inteligentes acabarian comiendose al resto y aquello habia pasado en aquel cubiculo. Cuando aquellos que tenian el mando, habian perdido lo que les daba poder, aquellos a los que tenian retenidos se rebelaron y atacaron.

Era un aciago final para el culmen de la civilizacion, pero era.

Cogiendo fuertemente la puerta mira hacia las compañeras contando en cuenta regresiva desde 3 con los dedos al tiempo que empuña el bate.