Partida Rol por web

Todo transcurrio demasiado rapido, quiza demasiado para una mente que trabaja a ralentí debido a la falta de alcohol en sangre, cuando Megan comenzo a romper aguas y todos se alarmaban yo permanecí callado ni siquiera me dio tiempo a pensar nada, me había quedado como en blanco sin saber que hacer ni que decir. Después el coche se detuvo y cuando todos comenzarón a bajarse, yo tambien lo hice aunque más bien por inercía me encontraba en un estado como de ausencía como a un soldado al que le acaba de estallar una salva de mortero junto a el.

Una vez me he bajado esa ausencía se profundiza, cuando un flashbkack comienza a invadir mi mente ni siquiera me di cuenta cuando Frank se quedo mirandome durante unos instantes, ahora en aquel breve lapso de tiempo, mi mente me devolvía a Irak, un fatadico día que el glorioso ejercito americana cometío una carnicería al entrar en una de las tantas casas que debíamos inspeccionar y nos encontramos con insurgentes, tras matar al los hombres, el capitan de turno no había ordenado exterminar cualquier forma de vida de la casa, incluidos mujeres niños ancianos a todos, orden a la que yo me oponía rotundamente, de hecho ese día marcaría un dia "D" en mi vida, una de las númerosas pesadillas que invadían mi cabeza cuando dormía era aquella escena.

Capitan: -!Sargento! !De esa maldita orden de fuego a su unidad!

Alan. !pero capitan! ¿Se ha vuelto loco? Son mujeres, niños ancianos ¿es que no tiene corazón?

Capitan: Sargento dejese de sentimentalismos !Estamos en guerra no podemos andarnos con rodeos! !De la orden de fuego!

Alan: Capitan me niego a cumplir esa orden

Fue en ese momento cuando el capitán dio la orden de fuego y yo me gane varios días en un calabozo por desobedecer aquella orden, que más que una orden era una atrocidad, aquellos cuerpos de niños..mujeres...por el suelo desangrados, era un tanto grotesca. Fue entonces cuando estaba recordando aquella imagen, cuando la voz de la señora Augustine me hizo volver a la realidad despejado, sudando abundantemente debido al desagradable flashback,era entonces cuando recobre completamente la consciencia de la situación y asentí firme aunque un tanto desorientado al principio

-No se preocupe, el perimetro estará seguro, dejelo en mis manos

Después cambio la vista hacía Frank y le pongo una mano en el hombro

-Tu ahora preocupate por tu hijo, yo me encargo de la vigilancía, no se es padre todos los días, Felicidades hermano

Doy un par de palmadas en su hombro con una amplia sonrisa, para intentar tranquilizar a Frank que sin duda estaría de los nervios y más si tenemos en cuenta que esos podridos podían presentarse en cualquier momento, cogí con fuerza mi fusil y heche un rapido vistazo a mi alrededor mientras esperaba la respuesta de Frank

Frank asintió ha Alan y sonrió, dejó la pistola sobre el techo del vehículo, por si la necesitaba.

-Gracias, tio, ¡Te debo una!

El próximamente padre echó a correr hacia donde le llamaba Augustine. Miró con los ojos bien abiertos a su esposa y luego miró a la anciana con cara de miedo.

-Joder..joder..

Murmuró.

El agente se quitó la camisa y pasó al interior del vehículo, utilizó la prenda para acomodar a su esposa y luego la tomó de la mano, no sabía si le asustaba más la situación o la advertencia de Augustine.

-Cariño, estoy aquí, sigue respirando, relájate, uff uff uff, respira, eso es.

Mientras resoplaba una y otra vez "uff uff uff" rebuscó en las cajas que habían cogido en la farmacia, sacó un par de palitos para entablillar dedos y se los ofreció a Megan, para que los mordiera con fuerza.

-Así, así, uff uff uff Creía que esto era más fácil.

Por su cabeza, por el momento, y por todo lo que les rodeaba, sus dudas le apuñalaron: ¿Aquel bebé tenía su sangre? ¿Era su aportación al mundo o en cambio él no tendría nada que ver? eso le asustaba, le asustaba mucho. ¿Y si aquel bebé, lo mejor que un ser humano puede tener en la vida, no era obra suya? ¿Podría vivir con ello? ¿Podría vivir sabiendo que su última oportunidad de hacer algo importante en la vida es donde había fracasado?

-Eso, eeeso -dice la anciana con voz jovial tratando de calmar un poco la situación y hacer que el ambiente sea algo más distendido-. Vamos, vamos, queridos, ¡esto es un milagro! ¡un milagro!

No puede reprimir la cara de felicidad mientras se lava con cuidado y minuciosamente las manos con el agua ofrecida por Desi. Debe ser cuidadosa, pues no están precisamente como para andar con despilfarros. Cuando termina con la higiene le pasa a Desi la botella.

-Querida, calienta parte del agua, no toda; pero que no hierba, templada estará bien. Luego busca en la misma bolsa de antes un pañuelo bordado de tela, eso servirá... ¡no creo que a la tía Beth vaya a molestarle a estas alturas!

El último comentario lo hace más para sí que para ella. Es algo típico en la mujer: ver cómo habla consigo misma no es más que una característica de su personalidad (acrecentada por la edad) del mismo modo que para unos lo es la jovialidad y para otros la ironía.

Con las manos todavía húmedas extiende la camisa blanca sobre su regazo. La coloca ahí, lista para lo que pueda hacer falta. Abre el neceser y un nuevo mundo de recuerdos y hábitos rebosa de sus lados. Dentífrico, cortauñas, gasas, tijeras, tiritas...  Lo ordena todo por si necesitara algo más adelante.

Extiende las manos hacia la vagina de Desi y palpa ligeramente con los dedos. La pobre da un respingo debido al tacto frío de la mujer. ¡Ya lo siento, querida! Poco a poco va palpando. No hay sitio para la intimidad, no hay pudor y mucho menos hay decoro. Ya ha estado en situaciones parecidas y hay que dejar esos civismos a un lado y meterse de lleno en el asunto.

-Bueno, querida, ¡vamos allá!

Escucho todo lo que dice la señora. Cuando me pide que entibie el agua, asiento enérgicamente y me levanto del suelo. Lo primero que se me ocurre es cómo calentar el agua, no tenemos algo como una cocina. Me dirijo al costado del camino y busco algunas ramas secas. Tengo encendedor y puedo poner un fuego y con eso el asunto arreglado. No me alejo de los demás, ni los pierdo de vista sólo me pongo a buscar algo que me sea útil para encender el fuego y poner el agua a entibiar.

"Vamos, vamos que no puede ser tan díficil encontrar una ramitas... no puede ser. Si no encuentro nada..."

Miro a mi palo.

-Tito lo siento pero... si no encuentro nada te voy a... lo haces por un bien mayor, ¿vale?

Esperaba no sacrificar a Tito, así que pedí al cielo encontrar esas ramas.

Cuando ya me estaba poniendo nerviosa por alejarme un poco más de la cuenta, encuentro un manojo de ramas caídas. Lo levanto y lo llevo en brazos hasta cerca de los demás. Saco un encendedor y enciendo las ramas. El encendedor se hace el remolón y al principio son puros click, click y nada de fuego, pero finalmente una llamita pequeña enciende a un papel que metí entre las ramas. De a poquito hay algo de fuego.

Tomo una cacerola, le pongo agua y la sostengo arriba del fuego por la manija, usando un repasador para no quemarme.

"Bien... ¿ves Tito? vives para ver otro día", pienso pero no lo digo en voz alta, no sea que me crean más loca todavía.

Mientras los demás se centraban en el parto de megan yo me mantuve distante, tenía que hacer mi trabajo, tenía que hacerlo bien pues de ello dependeían nuestras vidas asique me mantuve atento en todo momento.

Rondé alrededor del coche sin parar mirando hacía todos lados, sin perder detalle del entorno, según pasaba el tiempo un nuevo flashback me invadía, provocando que durante unas decimas de segundo me quedase parado, en blanco con la mirada perdida, me llevaba a una de mis primeras guardias, en Parris island los duros entrenamientos del cuerpo de marines, en aquella guardia el sargento de turno nos había puteado bien y en lugar de hacer guardia nos había mandado tapar charcos y sacar brillo a sus botas, menudo hijo de puta, pensaba en su momento pero al final te das cuenta que todo es un simple protocolo de actitud para formarte como soldado, deber ser serio, frio y duro o eso querían inculcarte. En momentos como el que nos encontrabamos ahora poco importaban los protocolos y la disciplina militar, cuando todo se a ido a la mierda las formas de proceder normales no te sirven pero claro no te das cuenta hasta que tienes a un centener de esas cosas persiguiendote y entomces....entonces es demasiado tarde.

Despierto del flashback, la cabeza me bombea con fuerza y duele horriblemente, la garganta tirante y seca hace que me cueste tragar y para colmo el clima no es que ayude demasiado, vuelvo a mirar a mi alrededor reaccionando subitamente como quién despierta de un mal sueño.

Miro hacía el coche me acerco pero no demasiado simplemente para no gritar y llamar la atención -¿Como va eso?

Todo sucedió muy rápido gracias a las atenciones de Augustine y que todos se organizaron para hacer más fácil el parto para Megan.

Megan mordió esos palillos para no gritar, aunque aún así se la escuchaba, pero mucho menos. Agarró con fuerza la mano de su esposo y cerraba los ojos al hacer fuerza para empujar.

Augustine pronto notó la cabeza del niño, venía bien, eso era muy importante, parecía que no iba a haber complicaciones. La mujer repetía a Megan una y otra vez que empujara, Megan gritaba, casi lloraba del dolor que sentía, estaba sudando, lo estaba pasando realmente mal. Pero, gracias a Dios y a Augustine, el niño salió por completo, aunque algo raro pasaba: se estaba poniendo morado por instantes, no rompía a llorar.

El bebé...

Me puse a llorar, sin llorar realmente. Sólo miraba la escena y las lágrimas caían por mis ojos sin poder pararlas. Pensaba en todo lo que habíamos conversado con la mami, sobre el nombre y eso.

No le quité igual la vista al agua, cuando noté que estaba tibia retiré la cacerola del fuego.

Entonces algo horrible pasó... el bebito se ponía morado.

-Abuela Augustine!!

Exclamé y me acerqué con la cacerola.

Miré a la señora con ojos desesperados. Pasé mis ojos de ella al bebé y luego a la mamá. No sabía que hacer. Dejé la cacerola cerca de la señora por si necesitaba usarla y esperé. Sujeté una de las manos de Megan y la apreté para que sepa que estaba allí.

"Papá... no puedo pasar ésto papá... ¿no he sufrido lo suficiente? Sé que te abandoné pero no me quites la ilusión de una nueva vida..."

Pensé que esto era un castigo por haber abandonado a mi familia, un castigo de Dios o de mi padre.

La criaturita se desliza prácticamente sin problemas fuera del vientre de su madre sobre las manos de la anciana, que lo sujeta con fuerza. La postura del bebé ha facilitado enormemente el proceso, tanto para ella como para la madre (algo por lo que no podrá estar nunca suficientemente agradecida). No puede evitar y sonreír con efusividad cuando está completamente fuera del útero materno.

Sin embargo la sonrisa se le corta cuando no rompe a llorar. Su semblante se torna serio y, ayudada por una mano, palpa aquí y allá sobre el pequeño torso del bebé recién nacido, buscando una explicación para lo que puede estar ocurriendo.

Clava la mirada en la otra puerta, donde están las cabezas de Frank, Desi y la propia Megan. No es la madre la que le preocupa, sino los otros dos. No hace falta que hable, en sus ojos se puede leer perfectamente lo que les está pidiendo: silencio y calma total.

La sonrisa vuelve a aparecer en el rostro de la mujer. Mientras empieza a reír levanta al bebé con la diestra, el pulso firme y los gestos hábiles, sujetándolo con cuidado por las piernas. Luego, con la zurda, da un cachete sobre las nalgas del pequeño. Y este comienza a llorar con fuerza, recuperando su color normal. Todos comprueban que ha sido niño.

Entre risas toma al niño, ya boca arriba y en sus brazos. Con el niño sobre el regazo estira una mano libre y humedece la toalla en el agua para empezar a limpiar los restos de sangre y placenta que tiene todavía adheridos al cuerpo. La risa de la mujer es música para los oídos de los presentes, un descanso en esta sinfonía de horror que viven desde hace meses. No puede evitar que se le escapen algunas lágrimas de felicidad.

Con el bebé ya más o menos limpio procede a envolverlo en la camisa que descansaba sobre sus rodillas. Era una camisa que se habría puesto cuando sus amigas hubieran venido de visita, a tomar el té y a disfrutar de una tarde de bridge a la que los hombres no estaban invitados. Ahora contenía el milagro más precioso que había sobre la faz de la tierra y que sin duda era el brote de esperanza que todos necesitaban.

Toma el cordón umbilical y, doblándolo, procede a hacer un nudo con un cordón de zapato. Aprieta fuertemente el mismo y, acto seguido, lo corta por la sección que se dirige al útero materno con rápido movimiento de tijera.

Acariciando a todos los presentes con la sonrisa más sincera jamás esbozada, Augustine se inclina hacia el interior del vehículo con el pequeño en brazos y mirando a Frank y Megan les tiende al niño.

-Enhorabuena -dice sin poder reprimir más lágrimas.

Tras entregarle el niño a la madre** vuelve a su posición original, todavía radiante, para cerciorarse de que la bolsa y el cordón han abandonado por completo el interior de Megan y que esta sigue en perfecto estado.

Aguanté la respiración mientras la abuela hacía todo lo posible por la criatura. Me mantuve en silencio, todo el proceso, aunque por dentro el dolor fuera desgarrante.

Entonces el crío lloró.

-¡Dios mío... gracias!!

Dije, como si de pronto todo el aire de mi garganta se hubiera decidido a salir. Era un varón y abuela Augustine se lo entregó a Megan y a su papá. Me quedé con una sonrisa de idiota, mirando todo, mientras mis ojos seguían vidriosos y con el llanto emanando pero esta vez debido a la inmesa felicidad que me llenaba.

"Gracias papá, gracias por haber intervenido antes Dios y haberme perdonado... verás que no te arrepentirás. Ya verás. Esta es mi familia, esta es mi familia ahora y velaré por ellos cada día de mi vida; te lo prometo papá... te lo prometo..."

Solté la mano de Megan para que tomara a su bebé con libertad y me quedé sentada al costado del coche llorando de felicidad. Pero recordando mi deber le alcancé el agua tibia a la abuela y me dirigí nuevamente a vigilar la zona. Ahora más que nunca teníamos que estar alertas.

Por la cabeza de Frank pasó casi toda su vida. ¿Qué pensarían de él ahora? Ya saba igual, todos estaban muertos.

Sin embargo, cuando vio al bebé, dejó de tener dudas, era como si hubiese visto la luz. Sonrió a las mujeres y luego a Megan, se colocó a su lado y la besó en la frente.

-Lo has hecho bien, cariño.

Le dijo, acarició al bebé también con dos dedos, ya que prácticamente era toda su cabeza.

-¡Es un niño, tio!

Gritó, contento, para que lo oyera Alan.

-Tiene tus ojos, cariño.

Le dijo a Megan, para no romper la universal costumbre de "descuartizar" al niño al nacer, que si los ojos son de tal, que si la boca de pascual, que si esa mancha en el pecho era herencia familiar, etc...