Partida Rol por web

Tiempo robado

Dama blanca

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21/04/2016, 19:03
Director

Viernes, 19 de Febrero de 2016

18 h

El invierno parecía negarse a poner sus pies en Tijuana, el calor de ese Febrero superaba los treinta grados incluso a media tarde. Pero, por suerte, aquello que Tuco llamaba choza, no se asemejaba lo más mínimo a lo que el resto de nativos considerarían como tal. La choza de Tuco era una mansión alejada de la ciudad, rodeada por parcelas de Olmeca que, por ahora, no había empezado a explotar.

El sol bajo de la tarde se filtra por los últimos reglones de los porticones de madera entrecerrados que intentaban dar un poco más de intimidad a aquél dormitorio sin vecinos en el que te encontrabas. Sola, y de algún modo abandonada.

Esa misma mañana habías llegado de Estados Unidos, acompañada por tu guardaespaldas o carcelero, según a quién preguntaras. Habías estado una semana para cerrar un trato con los Bulldogs, del que no te habían dejado conocer ni el más mínimo detalle, pero aun así, habías escuchado algo acerca de la Dama; título pronunciado de un modo que parecía más un objeto que una persona en sí misma, pero tampoco era Tuco, Olmeca o sus hombres muy famosos por diferenciar esos dos conceptos.

El dormitorio está prácticamente sobrepoblado de muebles, más que por su número por el exagerado tamaño de aquéllos. Tiene dos ventanas por las que extasiarte con la nada de los campos secos y descuidados de Olmeca, y una puerta de cristales ahumados que da al pasillo que a su vez, es una balconada interior al patio principal.

Tuco se ha ido -en sus propias palabras- "A Algo" y te ha dejado sola por primera vez en mucho tiempo -durante dos horas que sabes que serán exactas-, aunque tu soledad se compone únicamente de su ausencia, pues en esa mansión deben haber al menos diez hombres sin nada mejor que hacer que vigilarte junto a las mercancias mientras se vigilan unos a los otros.

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26/04/2016, 13:46
Daniela Juárez

Daniela frunció el ceño al observar los campos de olmeca, a través de la ventana, apoyando los brazos sobre el alféizar, sin poder evitar preguntarse a dónde demonios habría ido el Tuco. No es que no estuviese acostumbrada. No era la primera vez que la dejaba en la hacienda, encerrada y custodiada por sus tipos duros, sin dar ninguna explicación. Pero no terminaba de sentirse a gusto sabiendo que varios pares de ojos seguían sus movimientos, y que estaría allí encerrada hasta que a él le viniese en gana. 

Suspiró, hastiada, y volvió al fresco interior del dormitorio. Encendió el televisor, pasando los canales a toda velocidad, sin encontrar nada que fuese de su preferencia y sin querer entretenerse en las noticias o los deportes, y con la misma volvió a apagarlo, tirando el mando con desdén, y haciendo que rebotase sobre el colchón antes de dirigirse al cuarto de baño anexo, en el que se encontraban los trajes de baño. El día era caluroso y prometía largas horas de sol, por lo que pasar un rato en la piscina no estaría mal. 

Daniela no tardó en cambiarse, y en observarse acto seguido a si misma, en el espejo de cuerpo completo que cubría una de las paredes del baño. Esbozó una sonrisa de satisfacción, mientras se colocaba la parte de abajo del bikini un poco más hacia la cintura, y se decía que aquel cuerpo suyo era toda una inversión de la que aún tenía que sacar mucho provecho. El Tuco no podía durar para siempre, se dijo, con un leve brillo angustiado en los ojos, mientras se colocaba ahora un pareo atado a la cadera, cogiendo un bote de protector solar y encendiendo la pantalla de su Iphone para poner algo de música, dirigiéndose después hacia la piscina.

El suelo de terrazo estaba caliente, pero no lo suficiente como para quemarle los pies. La joven dejó sus cosas sobre una de las hamacas allí dispuestas, y observando brevemente a los guardias, se quitó el pareo, despacio, y se sentó en el borde de la piscina, remojándose las piernas, y estirándose hacia atrás para sentir el sol en la cara.

Sabía que la vigilaban, y decidió sacar provecho de aquella situación. Después de todo, los hombres de Tuco no eran de piedra, y tenerlos medianamente embelesados y dispuestos a ser simpáticos con ella, no era nunca mala idea. Así que volvió a la hamaca, y se tumbó, lentamente, dedicándole una sonrisa a su público, antes de abrir el bote de crema, para echarse un poco entre las manos y empezar a embadurnarse el cuerpo, con movimientos circulares y parsimoniosos, deslizándose por su cuello, sus brazos, su estómago, y finalmente su escote.

 

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05/05/2016, 21:45
Muyaya

Sin duda eras una distracción. Con pareo o sin él, con el brillo de la crema o sin ella. Toda tu, solo por tu presencia, tus gestos y ese olor que cada ojos indiscretos imaginaban que debía ser el tuyo, era una distracción.

El sol todavía acaricia tu piel, aunque empieza a ocultarse más allá de los campos sin sembrar, como si fuera a buscar nuevas tierras que iluminar, nuevas vistas para llorar tu cuerpo que se ha mostrado demasiado tarde para su espera. Pero los hombres de Tuco no tienen ningún reproche a tu paseo por más baja hora que sea.

Sientes nueve ojos puestos en ti, y si no son diez, no es debido a la voluntad de alguno de ellos, sino por el accidente que Javier sufrió en la última redada americana. Perdió un ojo, pero ganó una nueva identidad y una mejor posición en la banda.

Cuando terminas de ponerte la crema percibes alguien acercándose por la sombra alargada que proyecta sobre tus piernas.

Y al alargar tus ojos a ello descubres a una mujer vestida con un traje completamente blanco y una pamela exageradamente grande del mismo color que le cubre el rostro con la propia sombra del ala. Lleva gafas de sol y los labios pintados con carmín que identificas como Russian Red.

Al llegar a tu lado, se sienta en una de las hamacas sin llegar a dirigirte ni la palabra, ni una mirada. 

Notas de juego

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10/05/2016, 21:12
Daniela Juárez

Daniela frunció el ceño, sintiendo que alguien tapaba los rayos de sol que con ganas trataba de buscar. 

Abrió los ojos, pensando que se trataría de uno de los hombres de Tuco, que se había decidido a acercarse para hablar con ella. Y al mirar, no pudo sino dibujar una mueca de extrañeza. ¿Quién era aquella mujer? ¿Era una conocida de Tuco? De otra manera, los hombres no la habrían dejado pasar.

Daniela la siguió con la mirada, con curiosidad, y se sorprendió al ver que no le dirigía la palabra. A lo mejor esperaba a Tuco, se dijo. Quizá era un contacto. Así que, reclinándose para sentarse ella también sobre la hamaca y cruzando las piernas, decidió dirigirse a ella- ¿Buscas al Tuco? No lo vas a encontrar aquí ahora mismo. 

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11/05/2016, 12:55
Muyaya

Cuando te dirigíste a ella, la mujer de la pamela tu rostro hacia ti y una sonrisa entre misteriosa y peligrosa se perfiló por su carmín. Entonces llevó una mano a las gafas de sol para bajarlas un poco y dejarte ver sus ojos aceituna brillar divertidos al repasarte hasta medio cuerpo.

Volvió a ajustarse las gafas y movió su melena rubia al alzar el mentón con altivez - No busco a Tuco -te respondió en inglés independientemente del idioma que hubieses usado con ella-, pero nunca está de más saber que no ésta -te sonrío para puntualizar que ya te creía una bocazas y entonces apretó los labios midiendo sus próximas palabras de las que terminó deshaciéndose para adoptar una posición más relajada-.

-Te buscaba a ti, Daniela -confesó-. Pero no quiero que ninguno de esos hombres llegue a deducir que he entrado a la hacienda por ti, ¿de acuerdo? -pronunció aquella pregunta más cómo una confirmación de que habías memorizado su voluntad que como una invitación a negociar- Te quiero en mi equipo -determina antes de volver a recostarse en la hamaca acomodándose como si el sol fuera capaz de llegar a su rostro aun sin quitarse la pamela-. Esta noche cerraré un trato con Olmeca, y al mismo tiempo te robaré de Tuco.

Notas de juego

Hazte ficha ò.ó o te besa un Nosfe con pasión e hilo dental a medio pasar.

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11/05/2016, 23:30
Daniela Juárez

¿A mí?-preguntó, bajando la voz de pronto- ¿Por qué? ¿Y quién eres? ¿Vas a ofrecerme algo mejor que lo que me da El Tuco?- añadió, elevando una ceja, respondiendo también en inglés, mientras volvía a acomodarse en la tumbona, tratando de disimular que ahora se encontraba tensa- Si vas a matarlo no quiero estar delante. No quiero ser una jodida testigo a la que puedas chantajear cada dos por tres, ¿me entiendes? -dijo, mientras esbozaba una sonrisa de dientes apretados, para no llamar la atención de los hombres de Tuco. Quizá se estaba pasando de la raya, pero la situación tan repentina e inesperada, le había crispado los nervios.

Notas de juego

Ostia XD me había olvidado.

Si lo dices así... Sí, supongo que habrá que hacerlo. 

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06/06/2016, 20:03
Natasha Ellman

La rubia enfundada en blanco sonrió a tu batería de preguntas como aquel que admira la inocencia de un niño hablándole a un Papa Noel cualquiera, pero no dio más respuesta que aquel gesto afilado. Sin embargo, tus siguientes palabras hicieron que no solo sus ojos olvidaran el horizonte para buscarte desde detrás de las gafas de sol, sino que también se tomara la molestia de girar la cabeza hacia ti.

Te entiendo, no hablas tan mal el inglés -hizo una pequeña pausa en la que se recolocó un mechón de pelo, empujándolo para recogerlo debajo de la pamela-. No voy a matar a nadie, Daniela; y menos delante de testigos -te habla con calma y entonación didáctica-. Solo vengo a buscarte a ti, y me vas a facilitar mucho el trabajo, si llegado el momento me acompañases por tu propio pie. 

Esta vez al incorporarse, sigue su movimiento hasta levantarse y reajusta su sombrero para alargar la sombra del ala hasta su mentón - Si sientes la necesidad de correr a contrárselo al Tuco, dile que Natasha le manda recuerdos - y dichas esas palabras, la mujer de blanco dio media vuelta y empezó a deshacer el camino que la había llevado a ti-.