El Viajero no descansa indefenso, en absoluto. Sus protecciones han destruido a incontables Vastagos a lo largo de los dos milenios que ha reposado en Letargo, y de ellos pueden contarse con los dedos de una mano los que han llegado siquiera a olerlo.
Mictlantecuhtli sabe esconderse, pero siempre existen neonatos ambiciosos dispuestos a buscarle mientras su letargo le retiene. El valor del premio se puede medir por el precio que están dispuestos a pagar los que lo desean. Y el precio de este premio, será, sin duda, muy caro. Pero ¿para quién? ¿cuantas veces puede eludirse la muerte antes de cabrearla?