Partida Rol por web

Continuo las caricias sobre su cabeza mientras continuo escuchándola, sin quitarle la vista de encima y asintiendo a los dice, poniendo cierto cuidado cuando se estremece, porque evidentemente el recuerdo no es que la ayude, desearía detenerme, decirme a mi misma que tendremos más tiempo, pero sería mentirme... 

Tomo nota mental del área al que la llevo, y donde la soltó, al norte de la ciudad, intento recordar si el area tiene un dueño ahora, pero mis recuerdos apenas rozan el barrio de Nuñez, que creo es malkavian.

-Debiste tener mucho miedo... lo siento mucho -digo con empatía  y sin mentir mientras pienso como continuar con eso, es normal que su doctora no entendiera demasiado, incluso a mi me resulta sumar dos mas dos con este tema ¿Porque secuestrarla a ella? ¿cuál era su objetivo? ¿Sería algo que con el correr del tiempo pudiese resultar contraproducente para todos nosotros o era un hecho aislado? me pregunto -¿paso mucho hasta que te encontrarán?  

Al tiempo que ella comenta sobre Lucas, me quedo con "maestro" y su modo de decirlo que en cierto modo me hace sospechar, aunque continuo con mis ininterrumpidas caricias buscando calmarla y hacerla sentir a salvo

- Entonces ¿Pintas? eso es maravilloso... ¿Cuál es el estilo que sigues?  -pregunto preguntándome si sería demasiado cruel pedirle que pintara a la cosa que la secuestro, para tener una idea general... sin duda la pintaría con ciertos roces a su propio terror, pero serviría... - entonces Lucas debe estar preocupado por ti ahora mismo -digo con lentitud, dudando de mis propias palabras, si es un artista ya debe haber buscado nueva mascota, "basta" me digo a mi misma, intentando recordar si hay algún Lucas de recordar en la lista de vástagos de Buenos Aires en estas fechas...  - ¿sabes su nombre completo o donde puedo encontrarlo? me gustaría hablar con él -pregunte con mucha suavidad mirándola - Isabel... escúchame, no te asustes pero... ¿Crees que podrías dibujar un boceto de lo que te secuestro? Uno para que yo lo vea, te prometo que te creo... pero necesito verlo, podría ser importante ¿Lo harías? - pregunte muy suavemente, es posible que estando la situación como esta, no se lo hayan pedido aun. 

-La doctora dijo que hablaste de sangre y de dientes también ¿Quieres contarme sobre eso? -pregunte suavemente al final, recordando aquello, y poniendo cara de disculpa, pero reconociendo interiormente que el asunto era bastante interesante, y quizás un poco preocupante, me pregunte si era cosa de los tremere, del sabbat, o de alguien más... era extraño que secuestrarán a alguien y no la matarán -por mucho escándalo que hiciera-  o el simple hecho de que aquello fuese una violación a la mascarada ya era preocupante, si los que lo habían hecho eran vástagos,  pero sobre todo que con la situación actual, cada osa que pasara era preocupante en extremo si no era explicable de inmediato. 

La muchacha iba cediendo ante tus caricias calmadas como una niña que encuentra solaz en el abrazo de su madre, ante tu pregunta de si habían tardado mucho en encontrarla contestó -No... No lo sé. No fue mucho, fue antes de que saliera el sol de nuevo.

Su rostro se animó cuando le preguntaste sobre su arte -Suelo seguir diversas escuelas pero la que más me gusta es la simbolista -expresa con un esbozo de sonrisa, luego agregó -Lucas debe estar buscándome, pero no sabe dónde estoy -negó con la cabeza -No podía llamar por teléfono, no me dejaron -se quejó amargamente -Y no me acuerdo el número... -deslizó luego.

Asintió mudamente cuando le propusiste dibujar a aquello que la había raptado -No sé si podré, pero puedo intentarlo... -puso unos dedos sobre su boca, dubitativa. -Los dientes del monstruo eran horribles, puntiagudos, y tenían sangre -se tapó los ojos -No sé de quién... -frunció el ceño conteniendo el llanto, la experiencia sin duda le resultaba horrible hasta de recordar.

A tu pedido la doctora te trajo unos crayones y papel, no estaban permitidos los lápices porque podían ser usados como armas. La muchacha hizo unos trazos tímidos primero, luego algunos más certeros hasta que de pronto comenzó a dibujar sin parar haciendo luces y sombras inclusive, pudiste ver un atisbo de su talento y no te cupo la menor duda de que si tenía un domitor era toreador.

Cuando acabó te mostró el dibujo terminado. -Esto es lo que me quería comer...

-¿Sigues la escuela simbolista? Eso es maravilloso, a mí me gusta mucho –le comente con suavidad,  mientras continuaba tomando nota de lo importante del asunto, los datos que se completaban en el aire.

-Comprendo –asentí cuando dijo que no recordaba el número del tal Lucas y tome nota mental nueva de averiguar al respecto, al mismo tiempo cuando volvió a tensarse, culpa de mis preguntas, aumente la caricia, consciente de que no podía continuar martirizándola más, había sacado cuanto podía al respecto. Por ello me alegre interiormente de que ella aceptara pintar aquello que la había hecho tanto daño.

En silencio admire por un tiempo los trazos del dibujo que ella había hecho, aun con los crayones había resultado un trabajo preciosa y me había gustado, pero aun así… esas formas, esas… “es como ver una estatua gótica” pensé observando, la imagen debería ir a poder de  Matías, aun con todo mi pesar era tan bonita que quería quedármela, el dibujo no a la chica, ella evidentemente debía pertenecerle a un toreador, no la veía como una independiente.

-Eres muy hábil –halague observando el dibujo y mirándola de vuelta –es un buen dibujo ¿Puedo quedármelo? –le sonreí suavemente, aunque la pregunta era más por hacerla recuperar una sensación de normalidad, de todas formas la imagen salía de allí si o sí...  con aquella imagen sin duda se completaría gran parte del puzzle, pero no todo, aun no tenía ni idea de que era lo que ocurría y porque, pero al menos se tenía un inicio, estas breves violaciones a la mascarada son siempre necesarias –  si me dices como contactar con Lucas trataré de hacerlo para que venga a visitarte si quieres, por otro lado es posible que salgas pronto de aquí –le comente acariciando con cuidado su cabeza por un tiempo más, cuando fui consciente de la hora… ¿Qué hora sería?, y ¿cuánto faltaría para el amanecer? -Estarás bien ¿De acuerdo? Estaras segura, solo concéntrate en mejorar ¿Bien? –dije con dulzura, buscando dejarla tránquila en aquel lugar, por un momento temí dejarla.

Con cuidado me separe de ella, aun estábamos en aquel suelo, pero al menos tenía una idea central… me quite el chaleco que llevaba encima y se lo puse sobre los hombros.

– no te pasara nada y si recuerdas algo más o necesitas ayuda, puedes pedirle a la doctora que contacte conmigo y vendré ¿De acuerdo? –la miré… buscando dejarle claro que estaría bien, que no le pasaría nada malo mientras estuviese allí y por supuesto que no estaba loca –Ahora debo irme... pero vendré si me necesitas aquí –prometí antes de levantarme, procurando que mis movimientos la dejaran al menos un poco tranquila, no me agradaba al idea de irme, pero era lo que había.  Además debía pensar bien todo aquello. 

Asintió mudamente cuando preguntaste si podía quedarse el dibujo luego te dijo que no sabía cómo contactar a Lucas y llorisqueó un poco, pero recordó que solía ir a su departamento (al de ella) y te dio la dirección. Luego cuando te levantaste comenzó a temblar -No, no me deje -te rogó -Me he portado bien, le he dicho cuanto quería -comenzó a arrastrarse por el piso mientras caminabas -Por favor... No se vaya -te suplicaba.

Luego cuando saliste de la celda comenzó a golpear la puerta -NO ME DEJES AQUÍ -gritaba mientras ponía su rostro contra el agujero que servía para ver al interior de la celda -VA A VOLVER, ESA COSA VA A VOLVER.

Unos enfermeros entraron con una jeringa en la mano dispuestos a darle un tranquilizante, de lejos se oían sollozos. Eran las cuatro de la madrugada.

La observe gritar con desesperación y la entendí, la entendí terriblemente y eso en otras circunstancias me habría roto el corazón, pero solo podía comprenderla y lamentar su suerte, “él no volverá” pensé en decirle, pero sabía que no había voz sobre la tierra que la convenciera, tenía miedo y era entendible, pero por un momento pensé… Pensé que esa cosa era capaz de venir a por ella.

Doble la hoja de papel y la guarde en uno de mis bolsillos antes de mirar a la doctora.

-Gracias por todo, es un asunto delicado… ¿Cuánto tiempo más se quedará ella aquí? –pregunté suavemente, tratando de contenerme y no acudir ante aquellos sollozos, era tan triste… y me recordaba tanto a mí hacía años que sentía una leve conmoción dentro mío.

Pero no había llegado donde estaba por ser sensible precisamente, y eso fue lo que pensé antes de salir de allí, eran las cuatro de la madrugada y no estaba muy segura de que pensar…

Por un lado faltaba apenas una hora, o dos si el cielo era amable, para que sol empezara a brillar peligrosamente arriba y por otro dudaba que Lucas, fuese quien fuese aquel ¿toreador? Estuviese en la dirección de la chica en aquel momento, aunque sin duda podría meterme en su hogar y esperar allí hasta la noche siguiente, no era precisamente algo que me atrajera, subí a mi coche y comencé a manejar.

Al acostarme en la cama, de aquella habitación en el sótano y cerré los ojos al dormir… un poco preocupada, un poco nada más. 

Febrero de 2013

El despertar vampírico nunca dejaría de ser extraño,  era una sensación que duraba apenas un instante, como hundirse en una ciénaga, en las sombras que se echaban sobre una, en arenas movedizas en las que una se hundía sin remedio sabiendo que nunca podría salir, como un cuchillo perfecto hundiéndose en un corazón perfectamente vivo, como si te hubieran enterrado viva.

Pero duraba solo un segundo antes de abrir los ojos y descubrir que seguía allí, puede que no tan viva, pero si a salvo, no entre arenas movedizas, y por supuesto completamente capaz de salir de las sábanas blancas.

Parpadee como un acto acostumbrado, y fui hacia el baño que estaba a solo unos pasos lejos de mí, tomando una bata en el proceso del camino y quitándome la ropa de dormir mientras tanto, la tina demoro lo suyo en llenarse, mientras yo escogía entre las sales de baño para aquella ocasión.

Desnude mi figura antes de hundirme en el agua y pensar mientras duraba mi baño.

Estar en el sótano solía asustarme siendo más joven, poco después de despertar, solía darme una sensación de claustrofobia gracias a los cuentos de Valverde, sin embargo con el tiempo había comenzado a guardarle aprecio a aquel lugar…al menos ya no me daba tanto miedo.

El vestido se deslizo por mi cuerpo seco un tiempo después,  y tras ello me miré en el espejo de cuerpo entero solo para asegurarme que estaba preciosa, un rostro joven, que estaría siempre así mientras yo existiera, los ojos verdes como habían sido en vida, aunque menos inocentes, la boca de fresa, el maquillaje no era muy necesario más que en cierta medida, la muerte solucionaba algunos aspectos que en la vida era difícil ocultar, el carmín en los labios era necesario, y el perfume algo que tenía la costumbre de usar por defecto.

Una llamada y podría pensar en salir de allí. 

Poco después de aquello, depositaba un beso de despedida en la mejilla de Lucas, de Damien, y me retiraba de la casa.

Llegamos al Eliseo y le hice a Roger el gesto de ocuparse de lo suyo como siempre, mientras yo salía del coche y caminaba, amparada en las sombras, hasta la puerta. 

Un gesto y buscar con los ojos a la guardiana del eliseo para poder al fin barrer con la mirada aquel ambiente una vez más.

Una vez subiste a la sala del segundo piso viste a la Guardiana. Juana estaba enfundada en un vestido salmón de seda que la hacía ver extrañamente sonrosada, caminó hacia ti con una sonrisa medida y se detuvo solo a pasos para saludarte -Señorita Antonelli, pero qué gusto -dijo mientras se pasaba un mechón de cabello cobrizo por atrás de una oreja -Por favor, pase a la sala de estar, póngase cómoda. ¿Tiene cita con la Senescal?

Juana estaba, que pecado decirlo, hermosa, y muy viva aquella noche, el vestido color salmón había provocado aquello y la envidie, por medio segundo antes de formular una sonrisa dulce en los labios mientras la miraba, era extraño verla en el segundo piso, pero estaba hermosa, aunque me doliera hasta a mi aceptarlo.

-Buenas noches, señorita Juana –correspondí con un tono dulce ¿Sala de estar? No, yo quería ver los cuadros, pensé de pasada, como una risa  grácil, echando rápida cualquier melena sobre mis hombros hacía atrás –también es un placer verla ¿Cómo está todo? –Pregunté de pasada, mientras miraba algo  frente mío –gracias querida, pero no, esta noche solo he venido a ver el arte ¿espero que no sea molestia? –pregunté con suavidad. 

La toreador se apartó luego de dedicarle unas palabras amables a tu persona y a tus ropas, te deseó que disfrutaras de los cuadros, la arquitectura y te recomendó algunas esculturas en la planta baja también.

Mientras admirabas un cuadro de Quinquela Martín que reposaba en una pared preferencial una puerta se abrió a tu derecha y viste a Julieta Bernal salir de una oficina. Parecía que llevaba prisa cuando te ve se detiene y sus pasos pequeños dejan de cruzar la sala de espera frente a las oficinas -Antonelli, buenas noches, qué gusto verte por acá -mira en derredor -¿Buscabas a alguien?

Tras compartir un par de halagos, falsos por supuesto, con Juana, me dedique a ver las obras del lugar, mirando con graciosa atención un cuadro en particular y de reojo a algún recién llegado interesante, pero nada particular, aquella noche no había arpías a la vista, y Juana definitivamente no contaba, estaba pensando en la precariedad de la situación y viendo la caída de la pintura, cuando la puerta se abrió y volví la mirada.

Julieta era hermosa, no hermosa como Juana que parecía un cuadro de Rubens, pero hermosa al fin y al cabo, con un estilo un poco diferente había algo en ella que me agradaba, en parte, la observe, formando una sonrisa dulce en mis labios, mientras se acercaba a mí, aún a pesar de lo apresurado de su paso hacía apenas unos segundos.

-Julieta, querida –dije con suavidad –buenas noches, también es encantador verte –correspondí a sus palabras, viendo rápida que no hubiese nadie cerca, las conversaciones ajenas eran cosa sagrada si eran cosa mía… o algo así –Vine a disfrutar de este lugar –dije antes de besar sus mejillas en un saludo común – buscaba un artista entre los cuadros –comente en voz un poco más baja pero  no menos agradable mientras me separaba de ella y la miré con cierta preocupación en el fondo de los ojos -¿Te encuentras ocupada? Si no fuese así, estaría encantada de robarte unos minutos de tu encantadora compañía. 

Julieta correspondió a tu saludo y miró a un lado y al otro antes de contestar tu pregunta -Sí, claro -dijo de inmediato -Pero vamos a un rincón que si me llega a ver Mercedes...

Dejó la afirmación flotando en el aire y te guió hacia una esquina del salón en la que había una escultura que las ocultaba parcialmente -¿Qué necesitas Antonelli?

Sonreí encantada cuando acepto compartir su tiempo conmigo, no escapando por ello a mi curiosidad el que nombrara a Mercedes "ocupaciones, por supuesto, tenemos poco tiempo" pensé lentamente, con impresión preocupada, me sentía ansiosa y no iba a intentar negarlo ni siquiera un poco. 

Camine a donde ella me guió, ocultas por la estatua sabía que los segundos eran polvo de otro en manos de un avaro, tenía dos opciones ocultas, podía acudir también a David Burton-Miller, claro, guardaba una hermosa relación de cortesía con él, recordaba que él había comentado hacía un tiempo acerca de unos locales que deseaba que viera...

Miré a Julieta.

-Una pequeñez, sabes que con la nueva situación uno descubre cosas que debe investigar antes de que se vayan muy lejos -comente suavemente, desestimando la posibilidad de mentir y comentar algo acerca de un toreador al que quería si o si para presentar sus obras en el Rither Hollen, Julieta no era tonta y teníamos un trato - Quería saber acerca de si hay un vástago, posiblemente toreador, de nombre Lucas... -sonreí - es posible que ultimamente se le hubiese visto presentando obras y una protegida preciosa  - sonreí turbada, consciente de que había muy poca información en mi pedido - te prometo que no es una tontería, aunque lo parezca- asegure suavemente, con una mirada sería que desmentía la suavidad del resto de mi rostro -Posiblemente Matías se lo explicara después a la senescal. 

-Por cierto ... uno de mis assamitas dijo algo ¿Crees que pueda solicitar un nuevo assamita? Como guardaespaldas, Rashid piensa que sería sabio de mi parte - le comente con tono más suave, pero estando atenta a lo que ocurría alrededor, por si oía pasos acercándose 

Julieta levantó los ojos hacia un lado, pensativa. Se tomó el mentón y dio unos golpecitos con su dedo índice hasta que de pronto sus ojos se abrieron como dos platos -¡Sí! -exclamó en un susurro -Lucas Valladares, claro -dijo como si fuera alguien conocido -Es el único toreador que se me ocurre, aunque no sabía que tenía una protegida... -dudó -Es enemigo mortal de Amador de Benavídez, ¿Sabías? -bajó la voz en confidencia -Es un secreto a voces, pero se sabe que la Sire de Amador sedujo a Lucas y Amador lo quería para él, el pobrecito nunca se los perdonó...-hizo un gesto con la mano y torció la boca con pena -En fin... ¿Necesitas algo de él?

Ladee la cabeza escuchando a Julieta contare sobre Valladares, cuando aquel ¿sabías? salio de sus labios la miré con interes y sonreí muy levemente solo un segundo antes de ponerme de nuevo seria, no era momento para ponerme a pensar en rumores y chismes aunque la historia, que seguro debía tener ya un tiempo y no sabía como no me había enterado, fuese maravillosa, con lo bien mirado que era Amador... "con lo encantador que es" pensé de lado, aunque por supuesto, yo aun no había visto a Lucas y no podía opinar.

-Es una pena, Amador es encantador de todas formas -comente suavemente, porque es del tipo de cosas que una debe decir ante una historia como esa, agradeciendo de paso el que me la contaran - oh si, en realidad quería hablar con él -le comente en voz baja antes de parpadear- Su posible protegida me hablo de él...o algo así, pero no se acordaba su nombre completo... ¿lo conoces hace mucho? -pregunte antes de continuar  - ¿sabes donde lo podría encontrar? A Lucas Valladares -pregunte lentamente, enemigo jurado de Amador Rodriguez de Benavides, no debía olvidar aquello.

Quizás podría hablar con él sobre el toreador alguna vez... no que fuese muy sabio hacerlo actualmente. 

Julieta asintió a tus palabras sabiendo que eran las esperadas y aliviada por ellas -En este momento se encuentra viviendo en un departamento antiguo en San Telmo, no tengo la dirección conmigo pero puedo enviártela por mensaje de texto en un rato -te aseguró, no pudo ocultar que tus palabras le resultaron ligeramente vagas y extrañas -Recuerda Antonelli que si sucede algo extraño que sepas con certeza deberías hablarlo con Mercedes, sobre todo con los hechos desafortunados del último año, te lo digo como amiga. ¿Necesitas algo más?

Mientras hablaban un hombre alto, de porte que te recordó ligeramente a la milicia, rubio casi albino entró a la sala en la que ustedes estaban hablando, si las vio no lo dejó en evidencia: era Ricardo Klement.

Asentí con una sonrisa agradecida cuando dijo que podía enviarme la dirección del toreador en algun tiempo, eso sería un alivio. 

Sonreí suavemente a modo de agradecimiento con las palabras de Julieta, por supuesto, sería mucho más lógico contárselo de inmediato a la senescal, era lo más lógico, pero vaya uno a saber, Matías me la había "pasado" y no estaba muy segura de que fuera un regalo llano, pero los tremere podían... abrí los labios para contestarle con más verdad cuando vi entrar al tremere y el momento de sinceridad se fue de largo, no desconfiaba de los tremere de manera abierta -no estaba tan loca- pero no era tonta, no tras todo lo escuchado, pensé en la fiesta y luego en la gargola... Julieta podía tener más razón de la que yo misma pensaba.

-Por supuesto  Julieta, visitare a Mercedes tan pronto como pueda -conteste en voz baja y quizás demasiado cuidada, lo que daba lugar a que primero si, sabía algo, y dos no estaba segura de que aquello fuese muy exacto... di ua vistazo a Klement antes de pasar mis ojos de vuelta a ella y nuestra conversación  -creo que no necesitare nada más por ahora, gracias por todo - dije inclinando la cabeza con una sonrisa más amable - ten una hermosa noche querida -dije, a modo de despedida, era cierto que no podía ocuparla demasiado, ella tenía sus propios deberes allí.

Cuando te separaste de Julieta y te disponías a irte la voz de Ricardo te hizo estremecer de un susto, estaba a tus espaldas a solo pasos de ti, te preguntaste cuándo se habría acercado, pero ciertamente Julieta te hubiera advertido de haber estado escuchando su conversación.

-Señorita Antonelli, justamente la malkavian que estaba buscando -dijo con una sonrisa de labios cerrados y una mirada celeste casi azul que hacía recordar al hielo eterno -¿Cómo se encuentra esta noche, querida? Es bueno ver que luego de su nombramiento como candidata todavía sigue asistiendo al Elíseo para brindarnos su cálida presencia y conversación a los presentes...

Su voz es hielo cortando como un cuchillo por mi espalda, por un momento retrocedo en el tiempo y el baile está en su auge “¿señorita Sara?” parecen decir tras mío Sara y no Sacromonte, supongo que porque soy demasiado joven y el lleva más de dos bailes conmigo, quizás porque es médico aunque no es el de la familia, quizás…  me vuelvo del mismo modo, con una sonrisa a pesar del susto y una mano subiendo hasta mi pecho buscando el final de un rosario que hace años que no llevo, mis ojos se topan con los del tremere y los rezagos del susto controlados, ¡Qué frio hay en sus ojos! ¿Es acaso temporada de pingüinos?

¿Cuándo se ha acercado por Caín? Me pregunto mientras escucho mi propia voz e ignoro la sensación de gato arisco.

-Señor Klement –digo con tono cortes acariciando el nombe a modo de saludo con una voz que de repente me parece muy joven - ¿me buscaba? Que encantador –comento acompañando el comentario por una mirada entre intrigada y curiosa, antes de continuar hablando, de repente he recordado quién soy y lo que represento más alla de mi posición de arpía "votos, tonta, votos" pero no puede ser eso, Klement no es tan tonto... creo -No se preocupe, sería dificil no venir –le digo enlazando mi brazo al suyo a modo de acompañante, mejor así...  –no venir a ver el lugar y lo que orece es un pecado y el elíseo es un segundo hogar para mí –hago un gesto para caminar por el salón hacía el cuadro más cercano – sin olvidar que no soy realmente una candidata, aunque mis nuevo deberes vayan a luchar contra mis paseos al eliseo –suspiro antes de volver a verle, como recordando que estaba a mi lado y no solo yo y mis pesares –lo siento, me encuentro maravillosamente, y espero que usted también se encuentre así, como uno de los candidatos es necesario que lo esté, por el bien del principado –suavizo la mirada – pero usted dijo que me buscaba y sin duda hay una razón para ello –comento invitándole a hablar con aparente alegría. 

El tremere, elegante y compuesto, esboza una sonrisa de lo más encantadora al escuchar tus primeras palabras y asiente. Se acomoda el chaleco de su traje de tres piezas antes de seguirte hasta el cuadro y detenerse contigo, pero en vez de mirar al cuadro te mira a ti de hito a hito. Luego reconoce -Es cierto que no es una candidata, mi deseo de que su minuciosa y delicada labor sea reconocida me hace olvidar la realidad -te elogia y luego se elogia a sí mismo, -Es cierto, debo estar bien por el bien de Principado... porque quién será primogénito si no soy yo, ¿verdad? De seguro no Elizabeth -se ríe maquiavélicamente, es evidente que le importa poco si estás de acuerdo o no, para él no hay otra verdad.

-Sí, la buscaba para ofrecerle mi ayuda en la búsqueda de los nosferatu o en cualquier otro menester que necesite, sé de buena fuente que los otros ya han armado un grupo de investigación y bueno, al parecer nos han excluido, con intención o sin ella -estaba claro que pensaba que era con intención -¿Qué me dice, querida Antonelli? ¿Le interesaría hacer unas investigaciones conmigo?