Partida Rol por web

Tu móvil empieza a sonar furiosamente con el ringtone de tu elección, el número es desconocido.

Asiento antea las explicaciones al tiempo que me deleito disimuladamente con la vista, me supongo que los assamitas deben tener muy buen...
- comprendo, esta bien- sonrio y observo a Rashid que habla sobre empezar su trabajo de una vez - agradezco su seriedad Rashid ... Y si podemos em...- el movil empieza a tocar el trino del diablo y sonrio - disculpen.. esperadme un minuto por favor - me disculpo tomando el movil y me alejo un poco para contestar.

-alo?

-¿Señorita Antonelli? -pregunta la voz dudando desde el otro lado -La llamo desde el hospital Moyano, me dieron su teléfono de contacto en el caso de que se presentaran pacientes... especiales -la voz de la mujer bajó unos tonos.

-Si, soy yo ... ¿Paciente especial?-pregunte dando un vistazo rápido a los assamitas ¿justo ahora? por un momento parpadee, el Moyano era un hospital psiquiatrico y así que especial no podía ser simplemente un loco más, mis ojos se abrieron un poco de más  -por supuesto dígame ¿Qué tan especial? ¿Se trata de un caso urgente? -pregunte rápidamente al tiempo que pensaba aquel momento era muy muy... incomodo... ¿Debería llamar a Lucas?  

La voz duda detrás de la línea, amparada por la anonimidad -Eso debería estimarlo usted, supongo -carraspea levemente -La paciente llegó aquí hace dos semanas pero recién hoy hemos logrado hablar con ella, todo este tiempo permaneció en shock -explicó -Permanecerá aquí en tratamiento al menos una semana más pero es necesario que venga a verla, creo que le interesará su historia -por la forma en que lo dijo de seguro que no era algo banal... Ni humano. -Cuando venga pregunte por Mariela Sánchez.

Al escuchar aquello asiento, aunque se que no puede verme...

-Lo comprendo, iré enseguida, gracias por comunicármelo -conteste suavemente, terminando la llamada tras la respuesta de la voz,  y volviéndome a los Assamitas. 

Puse una expresión serena al tiempo que volvía con ellos y guardaba el móvil... Los mire.

-De acuerdo ¿En que estábamos? -pregunte con una sonrisa dulce mientras pensaba en el modo de decirlo  -Oh si, el reconocimiento... Habrá un pequeño cambio de planes, irán esta noche a hacer su reconocimiento del lugar, sin mi, espero un informe sobre el estado y sus opiniones sobre seguridad que sin duda apreciare bastante, en cuanto terminen, mañana a las siete, aquí -ordene -Que tengan una buena noche - sonrió despidiéndome de ellos y asegurándome de que se vayan primero... 

Tras que se vayan, subo a mi auto, en dirección al Moyano... creo que si va a estar allí una semana más, lo mejor es ir ahora... después de todo mis ideas sobre seguridad son casi nulas, y conversar con Ismael, aunque sin duda sería una delicia por lo amable que se muestra, sin duda terminaría incomodando a su compañero y al mismo Ismael... ah... aun así creo que es necesario escuchar a la mujer, que esta en el moyano, entre muchas razones porque un posible nuevo shock no es imposible...

Los assamitas te escucharon y asintieron, partieron sin dilación a realizar la tarea que le habías dado.

El hospital permanecía en aparente calma desde la calle cuando llegaste. Unas luces débiles iluminaban el hallde recepción, una de ellas parpadeaba. Entraste por el edificio principal porque en su interior el complejo de varias manzanas tenía un espacio central con árboles y pasto que conectaba los distintos edificios.

Había un guardia de seguridad sentado a un costado, la voz que salía de su radio inundaba el lugar. En el puesto de recepción la presencia humana (o inhumana) brillaba por su ausencia.

Di una mirada rápida por todo el lugar, no muy sorprendida por el silencio y falta de presencia que había en el lugar, aunque sin bajar la guardia ni un instante, camine lenta y tranquila, el hall de recepción estaba vació y en el puesto de recepción no había quien me recibiera...  

Observe al vigilante y me acerque a él con expresión neutra.

-Buenas noches, señor -salude con tono cortes y serio -Soy Antonelli, me llamaron para que viniese a ver a una paciente ¿Sabe si la recepcionista demorara demasiado? -pregunte... al tiempo que despertaba un poco mis sentidos... para escuchar algo más, tras la noticia de Julieta, sabía que sería buena idea ser cuidadosa.. 

"y aun así caminas sola, si antes pensaba que no estaba loca..." 

El guardia te mira como si le hubieras dicho algo en chino -¿Recepcionista? Esto no es una clínica privada -se ríe como burlándose, ni siquiera te da la buenas noches. -A esta hora no hay visitas, lunes a sábados de 15 a 18 horas. ¿A quién busca?

Elevo elegantemente una ceja como signo de confusión ante sus palabras pero me tomo un suspiro y contesto.

-Sé que no es normal tener visitas a estas horas, pero es un caso especial... busco a Mariela Sanchez -digo al final, con tono tranquilo y seguro manteniendo la expresión de cortesía en mi cara, aunque me incomode su actitud para conmigo, pero me recuerdo a mi misma que tomarlo por el cuello y tirarlo al otro lado de la habitación no sería buena idea, ¿Sería buena idea hablar con Lucas? no, no... vamos que todos los humanos son así, no vamos a mostrarnos ofendidas por semejante actitud, me digo a mi misma... 

El guardia pone cara de descontento cuando mencionas a Mariela toma a regañadientes el radio y modula tu pedido. A los cinco minutos los pasos de una persona resuenan desde el final de un corredor, una mujer en bata de médico llega y te extiende la mano -Supongo que usted es la señorita Antonelli -te saluda -Soy la doctora Mariela Sánchez, yo la llamé, gracias por venir tan rápido -te hace un gesto para que la sigas. Caminan por el corredor en silencio hasta que atraviesan una puerta vaivén, el estado del lugar es deplorable.

Algunas luces en los pasillos titilan como si fueran a apagarse, cual película de terror; menos mal que eres un vástago porque de otra manera te daría bastante miedo. Hasta te figuras que la médica a tu lado debe ser muy valiente para ir y venir sola en sus guardias nocturnas por la institución.

-Soy un contacto de emergencia de Matías Dueñas, yo trato a algunos de los suyos cuando lo necesitan y es posible -te explica y por la forma críptica de hacerlo sabes que conoce tu condición, aunque no te queda claro si trata a los de tu clan o a los vástagos en general -Cuando esta paciente llegó hace dos semanas estaba en estado de shock como le expliqué por teléfono, Dueñas me pidió que la llamara a usted para que hablara con ella en cuanto diera señales de recobrar algo de su cordura.

Observo con un asomo de curiosidad a la doctora y le ofrezco una sonrisa leve en respuesta a su saludo.

-Sí, soy yo, encantada de conocerla doctora –comente con amabilidad, antes de avanzar con ella,  a paso lento observando de reojo el ambiente macabro de aquel lugar, es francamente desolador, como si me dijera que hubo tiempo mejores aquí, y solo queda lo que queda, además da cierto repeluz, de reojo observo a la mujer, no creo que sea agradable caminar noche tras noche en este lugar…

La escucho hablar, y me pregunto en silencio si es solo un contacto o está vinculada, podría sospechar lo último, aunque claro también podría ser simplemente lo otro, el vinculum reduce en gran medida el modo de actuación del objeto de interés…

-Comprendo, debe ser un trabajo complicado –comente cuando comento que trataba a algunos de los nuestros, no podía preguntarle directamente por mi clan, mucho de los mortales ignoraban en gran medida la división de los clanes, no digamos ya que el simple conocimiento de nuestra existencia era un gran paso.

Comenta de  Matías y la paciente y yo solo puedo asentir levemente, supongo que si Matías ha pedido esto tiene una razón importante... o al menos eso espero. 

-Entiendo–cierro los ojos un segundo  mientras continuamos caminando- ¿Qué puede decirme de la paciente, doctora Sanchez? No quisiera acercarme brutalmente a ella  –dije, preguntnaodme si demorariamos mucho en llegar a nuestro destino, el ambiente del hospital no me gustaba... y comenzaba a preguntarme algunas cosas, cuanto sería el control de Matias sobre aquella institución... 

La doctora te mira acomodándose sus lentes de marco fino color azul -Oh, no, no claro -asiente -Debe hacerlo con suavidad, está muy susceptible -una expresión en su rostro refleja compasión por la paciente, sus ojos marrones contrastan con su cabello rubio, tiene unos 30 años -La verdad es que yo no entiendo nada de lo que ella dice -reconoce con culpa, como si fuera su deber interpretar al paciente más allá de sus posibilidades o de las probabilidades -Tengo la esperanza de que usted logre descifrar algo de todo lo que dice -baja la voz mientras se internan en otro pasillo -Y ha hablado mucho de sangre y dientes -enfatiza, luego cambia de tema -La policía la encontró en la avenida Libertador a la altura de Vicente López corriendo por el medio de la avenida semi desnuda y en estado de enajenación mental -te informó y luego se detuvo frente a una puerta -Estaba lacerada en sus brazos y tenía golpes en las piernas-, por el pequeño recuadro de la puerta se veía una habitación acolchonada como las de las películas de los años 50... Te hizo preguntarte seriamente cuáles eran los tratamientos que aplicaban en esta institución en pleno siglo XXI.

En cuanto entraste a la habitación viste una muchacha acurrucada en una esquina mirando hacia tu dirección temblando como una hoja -Q... Quién es usted... -logró preguntar.

Moví la cabeza afirmativamente  a las palabras de la doctora, aunque la observe un poco sorprendida, por dentro claro, cuando nombro del estado en que la encontraron “golpes” “laceraciones” la sola idea me repugna.

-Tendré cuidado –prometo con voz suave, deteniéndonos  frente a la puerta y pongo expresión amable y dulce antes de ingresar... la apariencia del lugar me hace decidir de golpe y porrazo que debo hacer algo con ese lugar, ¡es terrible! ¡¿Cómo tratan a personas ya heridas en un lugar como este?! Me estremezco, me recuerda a mi, encerrada, sin ayuda, con una voz lacerando mi cordura poco a poco... elevo el mentón... y me recuerdo a mi misma no alterarme con cosas banales por ahora, tendré tiempo para hacerme cargo de este lugar después... después de todo, es mi territorio... 

Ingrese, la habitación era triste, en cierto modo toda habitación de estos lugares es triste, es donde terminan las almas destrozadas por un mundo demasiado cruel para ellos, detuve mis ojos en la esquina en la que un cuerpo se acurrucaba contra sí mismo, una muchacha, cuyos ojos parecían llenarle la cara de terror, si fuera yo humana y joven aun, lloraría con el simple hecho de verla, porque me inspiraba una compasión única, la idea de que uno de nosotros,probablemente sabbat o malkavian o cualquier otro, ¿Giovanni?, tuviera que ver se instalo por un segundo en mi mente, pero no permitiría que eso ocupara mi mente, estaba allí para escuchar su historia, para ayudarla si podía, si me lo permitían… pensé en darle mi nombre, el real, el que no usaba hace años, sonaría más normal, pero deseche la idea al final

-Mi nombre es Antonelli… y soy una amiga –dije acercándome con lentitud hasta llegar a ella y mirarla con una expresión amable en la cara, los rasgos de mi cara convirtiéndose en una promesa de apoyo si me lo permitía –he venido a verte y hablar contigo si lo deseas, no tengas miedo, no te hare daño… aquí nadie te hará daño –prometí llegando hasta ella con todo el cuidado que pude y tras ella arrodillándome a su lado, la ropa se mancharía sin duda, pero necesitaba estar cerca -¿Cuál es tu nombre? –pregunte con suavidad. 

La chica hizo un gesto como para acurrucarse más contra la pared pero cuando te arrodillaste junto a ella se relajó un poco, te miró de lado, no acertando a mirarte de frente -I...Isabel -susurró dubitativa -Sáqueme de acá señora, yo no estoy loca -sus ojos se llenaron de lágrimas y sus labios temblaban -No... No estoy loca, no -se frotó los brazos -Es que afuera me van a comer...

-Isabel...  - repetí, mirándola y escuchando sus palabras, "sáqueme de aquí" "no estoy loca" no puedo decir que no me resulten familiares, debo de haberlas dicho antes, o haberlas escuchado, la observo con algo parecido al pesar por un segundo, esas manchas en su aura solo parecen aclarar que si es un asunto vampirico ¿Quizás su amo se revelo con demasiada rapidez?   -Tranquila...  no llores, todo estará bien... y si todo va bien, podrás salir -susurre sacando un pañuelo blanco  de un bolsillo y pasándoselo para limpiar cualquier rastro de lagrimas- confía en mi... ¿Quienes te van a  comer? ¿Que te ocurrió?  Puedes contármelo - pregunto con suavidad... preguntándome como llegar a ella... -Se que tienes miedo, pero ahora estas a salvo nadie te hara daño... -prometo con suavidad y mirándola a los ojos

La muchacha miró a un lado y al otro como si pudieran escucharlas a través de las paredes -El monstruo... -susurró con una voz apenas audible -Estaba saliendo de mi casa para la Facultad cuando me agarró por abajo de los brazos y me levantó -comenzó a temblar violentamente -Volaba... -se tapó los ojos -Sus alas eran como las de un murciélago, sus ojos como fuego -bajó las manos a su boca y gimoteó un poco -Me quería comer... -comenzó a mercerse -Quiero ir con Lucas... -dijo y lloró amargamente.

Escucho lo que ella dice en silencio, asintiendo, ocultando en mi interior el horror por lo que ella ha dicho, si una de esas cosas ha salido al público, ha secuestrado tan evidentemente a una joven, por mi mente pasa la existencia de las gargolas* o de un nosferatu o gangrel con suficiente capacidad... una violación terrible a la mascarada.

Extiendo las manos hasta ella con suavidad, temiendo asustarla más, su miedo es tan evidente que incluso me golpea por unos segundos, guardo el nombre en mi memoria "Lucas" y la abrazo con cuidado mientras susurro palabras de alivio para ella.
-Esta bien, esta bien... -susurro en una letanía acariciando su cabeza mientras continuo - tranquila, estarás bien - miento un poco, porque temo que quizás su destino no sea el mejor, a menos que se le borre la memoria, me estremezco ante la idea - ¿el te dijo algo? la cosa que te llevo... ¿te dijo algo querida? ¿hizo algo contigo? -pregunto con mucha delicadeza mientras continuo con la caricias calmantes, escuchando sus respuestas sin dejar de abrazarla a menos que ella desee separarse.

al final tras un titubeo, pido.
-Cuentame de Lucas

La muchacha se dejó acariciar por ti, había algo en tu actitud que le daba confianza, presentía que de alguna manera podías comprenderla. -Me llevó por encima de la ciudad hacia el Norte* -retembló suavemente entre tus brazos -Yo gritaba y pataleaba mucho porque no quería que me comiera pero como estaba alto la gente no me escuchaba. No, no me dijo nada, solo gruñía para que me callara -suspiró con angustia -Al final me soltó cerca de Avenida Libertador pero caí en un árbol, me lastimé mucho pero no tanto como para morirme -dijo finalmente.

Después de unos instantes contestó tu pregunta -Lucas es... -se quedó pensativa unos minutos, sus pensamientos giraban en torno a contarte o no, o qué contarte -Lucas es a quien más quiero, él me ayuda con mis estudios, le gusta como pinto -una breve sonrisa se dibujó en su rostro -Él es mi maestro -desliza finalmente, aunque intuiste por la forma en que lo dijo que "maestro" tiene más connotaciones de las que te podrías suponer, tal vez deberías corroborarlas.