A pesar de las dificultades, la noche había salido un tanto mejor de lo esperado, puesto que siempre tuve en la cabeza que podría haber un enfrentamiento, pero aprendí que había que darse toda una vuelta para que las cosas salieran mejor, y no sólo ir de frente.

La reunión con la sheriff había acabado hace unos minutos y yo ya me encontraba sedienta. Había sido una larga noche y la coronaría con un suculento platillo. Me despedí de Dante y le dije que nos mantendríamos en contacto a través del móvil, habíamos hecho un buen trabajo.

En un callejón de una poco concurrida y levemente iluminada calle, seduje a una adolescente que iba volviendo de una discoteca, me pareció hermosa en cuanto la vi, con aquellos jeans apretados que permitía deleitarme con su silueta, quise morder aquellos muslos blancos y contorneados, pero tenía poco tiempo, por lo que tomé un poco de su sangre de uno de sus hombros aprovechando que llevaba una blusa sin mangas. Gracias a los años he podido frenar mis impulsos y dejar a mis víctimas sólo un poco mareadas luego de la alimentación, por lo que sólo tomé un poco.

Con el cuerpo y la mente agradecidos, volví a mi escondite para esperar la próxima noche, que de seguro traería mas noticias y sucesos ligados a Felipe el Sabbat.

Lo que Victoria no sabía era que los hombres de Felipe la siguieron hasta su escondite y la emboscaron a la noche siguiente. Actualmente es prisionera del Sabbat y van a someterla al ritual de bienvenida para convertirla a la secta, ¿Aguantará el espíritu de la brujah o será doblegada y convertida en aquello que aborrece?

Fin de escena

Septiembre de 2013 - Cementerio de la Chacarita

La noche ya había caído sobre la necrópolis más grande de la Capital Federal, era una noche en apariencia apasible con una luna en cuarto creciente que daba suficiente luz por sí misma para alumbrar los pasos de aquellos que transitaban en la más absoluta obscuridad, si es que las luces de la ciudad hubieran dado la oportunidad al satélite de lucirse. Gruesas nubes, sin embargo, tapaban a la enamorada de la noche de cuando en cuando.

Las puertas del cementerio estaban cerradas desde las 19 hs pero esta noche era una noche especial porque los muertos esperaban a los no-muertos y la entrada estaba franqueada por guardias de Elizabeth Lamothe. Franco había citado a su equipo para ayudarlo con la investigación de la desaparición nosferatu después de la Noche de los Aullidos. ¿Podrían dar con alguna pista sobre el paradero de las ratas de alcantarilla o se irían a su refugios con más preguntas que respuestas?

Franco indicó al chofer que encendiese el vehículo y se acercase a la mujer que había a menos de una cuadra de distancia. No quería dejar sola en medio de un dominio ajeno a una dama como esa. El vehículo apresuró su marcha y en segundos se detuvo al lado de María Malena, mientras el vidrio oscuro del acompañante bajaba lentamente para descubrir el rostro del Giovanni -María, es fácil distinguirte en la ciudad, tu elegancia no tiene rival. Sube por favor- dijo mientras la puerta trasera se destrababa. 

Una vez arriba el chofer arrancó siguiendo las indicaciones de Franco hasta el próximo punto - Hermosa noche para adentrarnos en las tumbas de tantos que no han tenido nuestra suerte. Antes que nada quiero que sepas que el chico aceptó los términos de confidencialidad y lealtad que pactamos, está dentro del equipo - dijo con cierto orgullo mientras el auto se detenía. Había tenido la precaución de invitarlos en puntos separados y distintos al lugar dónde iban a entrar, no quería despertar sospechas, menos después de los ataques de la semana.

- Señor Burton, por la izquierda por favor- dijo para que suba sin incomodar a la Toreador. Una vez arriba el vehículo siguió por la avenida Corrientes y dobló a la derecha hacia una de las entradas laterales del Cementerio - Disculpen si están incómodos, es lo mejor que conseguí en tan poco tiempo, el incidente del Jueves se ha llevado a su predecesor. Por cierto, se conocen?- dijo sonriendo, sabiendo que se conocían y respetaban muy bien, aunque sin duda esta reunión sería diferente a todas las que le precedieron.

Doblaron en la primer entrada al cementerio, Franco bajó el vidrio polarizado apenas unos centímetros y miró al hombre que custodiaba la entrada - Franco Noble, muchacho - dijo sin mas. El resto del auto permanecía cerrado, y sus invitados ocultos tras el vidrio oscuro.

Miró fijamente al guardia mostrando confianza en todo momento. Vamos chiquillo, no quiero hacerlos esperar.

En el asiento trasero David y María dialogaban por lo bajo, y en medio de ellos, algo apretado, estaba Nicanor. Esperaba que no lo hubiesen visto aún, pero en las cercanías de un lugar como este seguramente alguna buena explicación podía darles.

El guardia de la puerta mira a Franco, mira adentro del automóvil, aquello que logra ver a través de los vidrios polarizados, y les hace señas para que pasen mientras termina de abrir un lado de la reja principal de la avenida Triunvirato.

Las reglas son claras, no se permite a los automóviles adentrarse muy lejos dentro de la necrópolis no solo porque sus calles se van angostando a medida que se llega al corazón del lugar, sino porque algunas están sin alumbrado, deterioradas o directamente abandonadas y sin salida.

Estacionaron el coche en donde terminan las manzanas dedicadas a las bóvedas y panteones (que quedan a sus espaldas) y se encuentra la capilla, cerrada en este momento pero con una débil luz encendida adentro. El panorama es cuanto menos sombrío, aunque las construcciones funerarias tienen un aire nostálgico que a un no-muerto podría llegar a parecerle encantador.

Por delante tienen el sector de nichos bajo nivel, luego hacia el lado de Avenida Warnes las tumbas comunes en tierra. Hacia la derecha sobre la Avenida El Cano están el cementerio alemán y el británico. Era hora de pensar en alguna estrategia o plan de acción para comenzar la búsqueda.

María luchaba molesta con la extraña sensación de tener las piernas cubiertas... Había decidido ponerse un conjunto "deportivo" (lo mas deportivo posible sin dejar de tener un dejo de buen gusto). Estaba apunto de arrepentirse de aquello y volver a cambiarse, pero justo arribó el auto. Se paró derecha, sonrisa en cara tratando de evitar que aquel detalle pase de largo.

- Dr. Siempre tan puntal, algo destacable en estos días. Trataba de esconder una gorrita con visera Adidas que en algún estúpido momento había pensado que sería útil. Hacía demasiados años que no dejaba los finos lugares de BsAs. Se preguntó si Noble había sido irónico con su comentario. Pero pronto sacudió la cabeza. Era un caballero, seguramente le decía lo mismo a todas las damas. Una noche muy especial sin dudas, casi de película. 

- Sr. Burton-Miller, un placer volver a encontrarnos. Supongo que esta expedición será tan extraña para ud como par mi. Al menos mi actual mi... Recordó viejas épocas. Epocas de guerra, de trincheras, de espionaje. Las recordó con una sonrisa en la cara.

Finalmente había llegado la noche de actuar. No es que mi semana hubiese estado exenta de actividades pero sin duda esa era la más esperada. Excepto.. Las luces del auto interrumpieron mis pensamientos y me hicieron retirar las sombras que me cubrían.

Nunca había tenido reparos en hacer uso de mi Disciplina en público, incluso disfrutaba acercarme al límite que La Mascarada, pero esa noche me movía más la prudencia que la costumbre. Luego de los eventos recientes prefería permanecer “discreto”.

Al abordar hablé al doctor con una mezcla de reproche y amenaza. -Franco, si vuelves a decirme “señor” haré que tu sombra dé más problemas que la de Peter Pan. La media sonrisa en mi rostro contradecía la seriedad de mi mirada.
Luego dediqué mí atención a la dama. -Señorita, de Alvear y Ponce de León. El placer es todo mío. Ciertamente, pronunciar un apellido tan notoriamente español me resultaba agradable, además de cómodo considerando mi acento castellano. Su alusión a “la actual” me hizo sonreír.
-Dudo mucho que alguno de nuestros viejos “yo” hubiese imaginado en que nos convertiríamos. Salvo Franco, claro está. Los Giovanni eran una notable  excepción.

Poco después accedimos sin dificultad al cementerio. El lugar poseía ese deje de abandono tan propio de los camposantos, como si las tumbas no fuesen suficiente recordatorio de la inexorable marcha que marca los días para los mortales.
Por un instante recordé una noche, ocurrida mucho tiempo atrás y en un lugar lejano, en la que fui retado a avanzar en la oscuridad de la noche hasta alcanzar la tumba más lejana a la reja. Recordé como había corrido hasta los brazos de mi madre, y como estos mágicamente mantuvieron a raya los fantasmas de mi imaginación. Sonreí con nostalgia.
Luego aflojé un poco el bozal de mi Bestia y la pena fue rápidamente reemplazada por determinación. Esta noche no huiré..

Franco se había concentrado mas en el guardia de la entrada que en las palabras de los dos vástagos que los acompañaban, al parecer todo estaba funcionando como había esperado y les permitieron pasar sin mas preguntas. Bajaron del auto a metros de la Capilla, un lugar que al Giovanni no le significaba nada pero que bien podía ser de importancia para el La Sombra. Esperó unos segundos, por respeto y para organizarse, aunque ya tenía claro su próximo movimiento desde la noche anterior.

- Tenemos plena libertad para movernos a los alrededores de la Capilla, si quieren entrar podemos hacerlo también, aunque dudo que allí este la entrada a los túneles que buscamos. Les propongo comenzar por los nichos bajo nivel que están delante nuestro, es la parte mas profunda del Cementerio. Allí seguramente encontraremos ayuda... - el murmullo era lejano pero audible, las otras criaturas de la noche, mas eternas que un cainita, eran los señores de ese lugar, y si iban a respetar a alguien era al Giovanni. Eso al menos es lo que Franco esperaba.

Hizo unas señas hacia el asiento de atrás, murmurando algo en voz baja, y luego cerró la puerta del vehículo, indicando al chofer que apagase las luces y los esperase dentro del auto. Observó a ambos vástagos unos segundos, dudando si seguirían su consejo o preferían ir hacia la Capilla, mientras daba un par de paso hacia los nichos.

Por alguna extraña razón María se sentía por demás de entusiasmada por aquella aventura. Entrar en una cueva de "leprosos" era ultimo que desearía un Toreador, pero como todo lo que se detesta generaba una gran curiosidad.

Los cementerios siempre le habían fascinado, aun en sus épocas de niña. Había algo increíble en aquellos lugares, un culto a la muerte que conectaba con algo muy antiguo, muy primitivo de todo ser. Observó a Franco largo rato, sin lugar a dudas ese lugar era mas que especial para él. Estaba ansiosa por ver lo que el Giovanni podría hacer, llegado el caso.

- Los nichos bajo nivel suenan mas que lógicos. Vamos! De repente el gris de sus ojos, iluminados por la luz de la luna, se oscurecieron un poco. La sombra de la visera Adidas estaba haciendo su trabajo. En un arrebato de iniciativa se la había colocado sin darse cuenta...

Se encaminaron con paso decidido hacia la entrada a los nichos bajo nivel, la sección tiene una explanada a modo de terraza que se extiende por unos buenos 50 metros hasta la zona en la que empiezan las escaleras descendentes, toda la explanada hasta las escaleras está a oscuras, iluminada por la luz directa de la luna. Las primeras luces eléctricas se pueden ver asomándose por la baranda, al bajar al descanso del primer nivel.

El viento de la noche es cálido pero cambia de pronto arrastrando en su lomo el frío de la muerte antigua y del mármol que se cuela desde los niveles inferiores, el silencio alrededor es turbador aunque se dicen una y otra vez que allí no hay nada que no hayan visto ya ni a lo que no estén acostumbrados.

Comienzan a bajar por las escaleras, algunos susurros son traídos por la brisa desde algún punto indefinido pero lejano y de ratos les da la impresión de que alguien más baja por las escaleras detrás de ustedes, solo que se detiene cuando ustedes se detienen y sigue cuando ustedes siguen. Lo más lógico sería empezar por el nivel más cercano al ras del suelo: si los leprosos tenían su entrada tenía que ser en algún sector de este nivel.

Ver la luz eléctrica iluminar el pasillo repleto de nichos fue acaso más impresionante que la entrada tenebrosa por la oscura rampa, allí el paso de la muerte era claro y se podía cuantificar y ustedes eran una afrenta a los que allí reposaban. El olor de las flores en descomposición mezcladas con las nuevas estaba lejos de ser agradable, pero al mismo tiempo no era enteramente desagradable.

A medida que avanzaban por el pasillo interno los muros repletos de nichos dejaban poco a la imaginación: algunos corrompidos, exhibían la mortaja rajada y dentro el silencioso reposo de unos huesos, otros más frescos estaban sellados pero el vago olor no daba lugar a réplica por más que el cajón estuviera cerrado adentro del pequeño habitáculo. Unos modernos y horrorosos departamentos de la muerte constituía aquel complejo que les hacía estar agradecidos de estar entre los no-vivos.

Luego de caminar unos treinta metros sus sentidos, en alerta por los pasos misteriosos en las escaleras, detectan una presencia clara en el jardín descuidado y poco galante de afuera, los pasos sobre la hierba son oídos indefectiblemente por todos y David se dirige afuera para apartar las sombras y dar fin a lo que sea que esté jugando quien los está siguiendo.

La tarea no es muy difícil: apenas abandona el concreto del complejo ve una figura recostada contra la pared opuesta. María, que ha salido tras David con Franco, echa a mano su auspex y sabe que es un vástago como ellos, de hecho, el vástago alza la mano enguantada y los saluda, luego emprende una marcha lenta para ir a su encuentro.

-Buenas noches, aventureros -los saluda -¿Listos para despertar a los huesudos? -la tremere los mira examinándolos de pies a cabeza.

Terminó de bajar las escaleras junto a los demás, delante de ellos había un gran pasillo con cadáveres a ambos lados. El lúgubre silencio era atravesado por lamentos y gemidos inaudibles, la muerte era reina y soberana de ese lugar, tanto muertos y no muertos estaban a su merced. Se detuvo y alzó la voz con gran amabilidad - Buenas noches, no hemos venido a interrumpir su descanso, no tienen nada que temer - dijo. No había que perder los modales con los muertos, el Giovanni los respetaba y le gustaba que ellos se sintieran a gusto con su presencia, aunque eso no sucedía con la frecuencia que hubiese querido.

Comenzó a caminar y el eco de sus zapatos retumbaba en la sala. De repente algo llama la atención de María Malena y en esa dirección puede ver la silueta oscura de alguien moviéndose. En un par de segundos la Tremere se dejó ver - Elizabeth... mejor dejémoslos descansar. Veo que has decidido sumarte a la búsqueda, bienvenida- dijo amablemente, reteniendo su malestar por haberse sumado sin invitación. El Giovanni prefería que esa incursión hubiese quedado en secreto, en especial la presencia de María y David, había cuidado cada detalle para que así fuese, pero la Magui se las había ingeniado para interferir. Sin embargo no se inmutó, lo que sucedía en su interior era solo suyo - He venido con algunos invitados, ambos voluntarios para asistirme en la misión que la Senescal me encomendó - 

Giró luego hacia sus compañeros -Mercedes le dio a nuestra anfitriona el dominio del barrio de Chacarita en dónde se encuentra este cementerio - no así lo que había dentro de su interior, pero eso es algo que no hacía falta discutir en ese lugar -ella amablemente nos dio su autorización a realizar esta expedición-

- Y bien? continuamos?- dijo en parte dando lugar a que alguien aportara una idea de como seguir, y en parte dejando atrás el incómodo encuentro con la Tremere, que parecía estar en todos lados.

Décadas atrás María solía recorrer aquella necrópolis frecuentemente. Era una tarea larga visitar las tumbas de sus antiguos conocidos. Eran demasiados... Sus dedos acariciaron los tersos pétalos del clavel rojo que llevaba con ella. Sus sentidos agudizados hacían que la sensación fuese perfecta. Los olores eran fuertes, los sonidos claramentes definidos y los colores... los colores tenían vida propia.

De repente una presencia mas extraña que el resto de las presencias, interrumpió la fase contemplativa de la Toreador. Allí estaba la Tremere. No esperaba cruzarla, pero tampoco le disgustaba.

- Elizabeth Lamothe, gracias por recibirnos en su dominio, un lugar muy querido para mi. ¿Tiene usted idea por donde nos conviene comenzar?

-Señor Noble qué frialdad -responde la tremere con un brillo en la mirada muy parecido al de una serpiente, ¿Serían sus ojos claros? -Continúen, solo vine aquí para presentarme y para hacerles saber que están protegidos durante su estadía en este camposanto -sonrió con una dulzura casi espeluznante, les pareció escuchar "vigilados" más que protegidos -Señora de Alvear, es un placer para mí recibirlos. Ya que me lo pregunta yo le diría que si no tienen suerte en este sector luego continúen por los panteones más antiguos como el Panteón de la Sociedad Española de Socorros Mutuos que está en el cementerio desde 1896 -se mesa el mentón con el dedo índice y pulgar de una mano -A las ratas les gusta hacer nidos en donde no sube el agua pero sí por donde pasa- dice medio sonriendo -Larga y oscura noche para todos, si me necesitan estaré en la tumba de Alfonsina Storni.

Dicho esto se encamina hacia el fondo del pasillo por el que ustedes venían.

Comienzan a buscar, al principio no entienden muy bien qué deberían buscar, ¿Una puerta? ¿Una trampilla en algún lugar? ¿A un custodio de algún tipo? Revisaron paredes, botones y puertas desvencijadas del lugar sin tener éxito, Franco más que todos parecía desorientado, algo extraño teniendo en cuenta que el cementerio era como su hábitat natural.

Justo cuando llevaban más o menos una hora de búsqueda María Malena se sentó en cuclillas para mirar hacia el techo, algo llena de tedio y frustración. Sus ojos repasaron el largo conjunto de hileras de nichos al ras del suelo leyendo los nombres uno por uno, solo por aburrimiento. Quizás lo mejor sería ir a visitar a sus amigos tangueros en el sector de los panteones... Entonces, sus ojos se detuvieron en un nicho en particular: Jonás Bernstein. El nombre inició una cadena de sinapsis en su cerebro difícil de explicar... Como la chispa que recorre una mecha solo para encontrar la nitroglicerina del otro lado. Y entonces María Malena recordó.

Su memoria eidética le trajo a la toreador un recuerdo de hacía muchos, muchos años. Estaba en una reunión en la Jabonería con la cúpula del Consejo de Buenos Aires como invitados. Aquella noche la Jabonería había experimentado el raro placer de contar con la presencia de Don Jonás, el primogénito nosferatu. El viejo vástago, repulsivo a simple vista, era un ser bastante torturado por su pasado, aunque todos desconocían cuál era, y dado a los juegos de poder.

Aquella noche en una extraño y curioso juego del destino Don Jonás se había acercado a María Malena para hablar, estaba juntando adeptos para hacer echar a un protegido de Yamski que había trabajado para la SS. El viejo nosferatu, consciente de los favores que le debían unos cuantos, no dudó en mover los hilos que fueran necesarios para lograrlo, sin embargo cuando fue a hablar con María Malena no usó esa estrategia pues eran viejos conocidos y adversarios indirectos, ya que Don Jonás se oponía a Alexandría. fue uno de aquellos peculiares casos en los que el rey de los leprosos prefirió usar la argumentación a la coacción. Sus palabras retornaron a María Malena frescas como la sangre de una virgen.

-Verás, María Malena, cuando era un hombre común y corriente mi apellido era Bernstein, recordar cuando viví en España durante la Inquisición y ver a mi pueblo bajo persecución es algo que todavía hace mi sangre hervir. Tener a un vástago que ha causado semejante destrucción entre los vivos no augura nada bueno para los no-muertos.

Los ojos de la Toreador parpadearon mientras su cerebro recordaba viejas épocas. Un nombre había llamado su atención, pero un nombre entre cientos de miles que habían pasado por siglos... A veces el don de la memoria era una tortura que no dejaba ir cosas que debían desaparecer. A veces era una astilla clavada en el cerebro, imposible de remover. Pero otras veces, aquello era una clara bendición, la diferencia entre el éxito y el fracaso, la no vida y la muerte definitiva.

Una sonrisa se dibujó en sus labios mientras una voz lejana le hablaba, un rostro desfigurado hasta lo imposible, un olor almizclado que hacía casi imposible mantener los fluídos dentro del cuerpo, un ser repulsivo volvía a aparecer frente a ella contándole sin querer un secreto...

- Mi buen amigo Berstein...  un dejo de ironía salió de sus labios. ¿Muchachos, les suena de algo Don Jonás? Pues aquí está su cucha...

Comenzó a observar detalladamente todos los recovecos de aquel mármol en busca de un mecanismo de apertura o alguna pista que los llevara hacia un acceso. 

Mientras observaba el nicho, María no podía dejar de pensar en algo que le resultaba extraño.

- ¿Por qué me habrías revelado semejante secreto vieja rata? ¿Fue un genuino descuido? No habrías vivido tantos siglos con descuidos así... ¿Que mas hay? ¿Que secreto oculto tienes? ¿Sabías que alguna vez tendría que venir a buscarte? ¿Como es posible si hace tantos años?

¿Había algo oculto tras todo eso? ¿Algún plan que había fermentado hasta llegar a aquel día? ¿O la paranoia simplemente empezaba a hacer brecha?

Así que este es otro dominio de los Usurpadores.. No tenía nada en contra de ellos, pero no me gustaba el alcance tan amplio que parecía tener un Clan que sólo era fiel a sí mismo. A pesar de eso, la vástago presente me había causado buena impresión noches antes, así que le saludé con una corta reverencia. Tampoco pasé por alto la tensión que ocasionó su llegada. No soy el único que les recela.. Y me alegró ver que se alejaba aunque sabía que en realidad podría vigilarnos sin importar la distancia.

La noche transcurría con lentitud y ningún progreso hasta que la Toreador encontró la tumba del Primogénito Nosferatu. Le vi observar el nicho con atención, como si fuese capaz de atravesar con sus ojos la piedra. Y dado el don de su Clan, tal vez eso haga..
-Permítame poner mi dones a su servicio. Mientras hablaba aproveché para, discretamente, dejar caer una gota de mi Vitae en mi propia sombra. Al hacerlo sentí como se abría una leve conexión con el Abismo. Luego me acerque a ella y le indiqué con un gesto que mantuviese la calma. La Obtenebración podía resultar extraña hasta para quienes estamos habituados a ella..

Cerré los ojos un instante para sumirme en mi propia oscuridad y abrí la Puerta del Abismo lo suficiente para que saliese un poco. Del lugar donde la sangre había manchado el mármol surgió un tentáculo tan oscuro como el miedo. Sonreí con satisfacción al ver que me obedecía totalmente y con un gesto le proyecté directo contra la tumba.
-Mi brazo puede sentir más de lo que puede verse y de haber alguna ranura se colará por ella. La sonrisa en mi rostro reflejó por un momento a mi Bestia. -De no existir, veremos sí la sombra vence a la piedra.