Partida Rol por web

-La música más que la decoración, pero ambas exquisitas. Fue lo poco que pude decir antes de ver a la Arpia marcharse para cumplir su papel.

Al notar la similitud entre nuestras vestimentas no puede evitar una leve sonrisa.
-Es conocido por todos que las grandes mentes... Dejé el comentario a la mitad, la intención era devolver el cumplido, no ser engreído.

La noche prometía oportunidades, sabía que pronto retomaríamos nuestro más reciente debate y además me ofrecía conocer a la asistente de la Senescal.
-Será un gusto acompañarle, Franco. Comenté antes de ponernos en marcha. Sólo dimos un par de pasos en silencio antes de conversar sobre el tema que nos unía. La Condición de Caín..
-Es un punto valido, y me alegra ver que progresamos pero lamento que insista en llamar "Maldición" a la "Marca". Para mí solamente era eso, una marca, una condición, una misión que difícilmente podía llamarse maldición. -Sí hubo un castigo se debió a los errores de las Generaciones, no... De nuevo nos sumergíamos en temas que pertenecían a la noche del tiempo, y por ende se hallaban ocultos por la más espesa de las sombras.

A pesar de marchar con lentitud no daría chance de concluir nuestro debate. Aunque sospechaba que ninguno de los dos quedaríamos jamás satisfechos con la información, siempre buscaríamos más.

Juana estaba contrariada por lo ocurrido pero al mismo tiempo aliviada de no tener que echar a nadie que fue invitado, sea quien fuere la chiquilla estaba allí por algo.
Sus ojos se posaron en el joven ventrue que parecía estarla esperando -Señor Bahl, bienvenido, qué agradable sorpresa -extendió la mano amablemente para estrechar la del chiquillo mientras esbozaba una sonrisa con sus labios carmesí. Por el rabillo del ojo observó al doctor Noble y a otro vástago charlando mientras caminaban en su dirección. Interesante.

Antonelli y Latour. Las dos eran figuras conocidas, aunque no cercanas. Sin pestañear, Facundo tomo la mano de la primera y deposito un pequeño beso en ella como dictaba la antigua cortesía. Luego tomo la mano de la mas joven Guardiana, pero en vez de solo estrecharla repitió el mismo gesto rápidamente. Algunas costumbres viejas no estaban tan mal.

Recupero su forma de inmediato tras soltarla, sin embargo.

-Gracias por la bienvenida, a las dos. Indudablemente, los arreglos de esta noche encajan perfectamente con el estilo del Palacio si vienen de sus manos. +comento, mirando a izquierda y derecha levemente+ Quizás mas tarde pueda apreciarlos en su justa medida. Ahora, me interesa saber algo mas sobre el programa de esta noche, damas, antes de que deban continuar con las salutaciones. La invitación fue un tanto escueta en ese sentido.

Las observo alternativamente, sin añadir más. No todos tenían agendas liberales.

Al dar el beso sorpresa en la mano de Juana, dobla el índice para dejarlo debajo y acariciar con el la palma de la chica. Un gesto que Antonelli u otros difícilmente notarían. Pero, al igual que el mismo cambio de saludo en si, es una pequeña señal reclamando atención privada.

Si bien no tienen relación, es lógico que ella le halla visto con mas frecuencia que otros en por sus visitas a la senescal, y esta pudo contarle alguna cosa sobre el joven. Asi que quizás entienda que Facundo se maneja mejor en las conversaciones uno a uno. O por lo menos para intentar picar su curiosidad.

-No hay nada que pagar, señorita Bello. Es simplemente algo que puedo hacer. Pero si consideras que tienes algo que pagar, seguro que encontraremos la manera. No hay prisa.

Se alejó de Victoria y Natalia, acariciando la mejilla de la última, como disculpa por disponer de su ropa sin habérsela pedido. Lo cierto es que no necesitaba su permiso pero ¿A quién no le agrada que se lo pidan aunque no sea necesario? Se lo compensará, promete con la caricia. Tras ello se acercó al doctor Noble y su acompañante en esos momentos, David Burton. O algo parecido, lo cierto es que Jules apenas sabía nada de ese vástago.

Llegó a tiempo de escuchar algunas de las frases de ambos.

-Puede ser considerada una maldición, por aquellos más religiosos o pesimistas. A mi me gusta pensar que somos parte de la evolución. Una rama que se desvió del ser humano y evolucionó de manera distinta. Superior en esencia, por los muchos dones que desarrollamos pero con el defecto fatal de una alergia fulminante al sol.

Sonrío tras mis palabras y tiendo la mano al doctor. Un gesto más formal y de cara a la galería que realmente necesario.

-Franco, disculpa no haberte saludado antes. Ayudar a una dama en apuros me pierde.- bromeo antes de mirar al otro. -Jules de Bourdeo. Creo que nunca nos han presentado formalmente, aunque nos hayamos visto antes.

Mientras las arpías hablaban con Facundo Bahl, la puerta volvió a abrirse. Un hombre de unos treinta años, ataviado con un traje negro, una camisa negra y una corbata de un blanco tan puro que prácticamente deslumbraba. Por lo encajado que estaba el traje en su cuerpo, era evidente que estaba hecho a medida. Su pelo, engominado para atrás, dejaba ver una cara seria, cuyos ojos marrones parecían estar atentos de todo cuanto pasaba.

Al cruzar el umbral de la puerta, levantó las manos en un gesto de amabilidad mientras se acercaba a los tres vástagos que conversaban.

-El señor Bahl en persona. - dijo con un acento claramente español - Y la bellísima Antonelli. - Mientras lo decía, agarró su mano suavemente para besarla de forma muy educada. Luego besó la mano de Juana y le tendió la mano a Facundo.

Se sabía que este vástago llevaba varios años en la ciudad, sin embargo, no había sido hasta hacía pocos años que se dejaba ver frecuentemente por el elíseo.

Cuando salí del baño note la llegada de otros vástagos, pero el lugar estaba prácticamente vacío. La noche de los aullidos, mermo las filas de la camarilla de manera bestial. Camine rodeando el lugar, estudiando a los otros, lo único que note fue sonrisas complacientes y conversaciones amenas. ¿Nadie sentía curiosidad por lo que había pasado? ¿No tenían miedo? No puedo entenderlo.

Observe la mujer de cabello negro y vestido rojo, ella estaba apartada de los demás como yo. Me quede mirando, apoyada en la columna mientras vigilaba la puerta principal. 

Deambulando por entre los vástagos reunidos, esas magníficas esculturas moldeadas por la sangre antigua, esos cúmulos de poder y perversión tan refinada, escuchó al vuelo una conversación que le resultó del todo interesante y en un rapto de audacia de su parte Elizabeth decidió intervenir sin ser invitada, después de todo por su sola condición de magi estaba condenada a la segregación de los suyos.

-Maldición, marca o mutación -sostuvo acercándose unos pasos hacia los vástagos y mirándolos uno por vez -Es una distinción innegable, ¿Sabían que hay ramas de la mitología judeo-cristiana que consideran que dios lo hizo para protegerlo en vez de para castigarlo? -ladeó la cabeza y esbozó una sonrisa socarrona, estaba refiriéndose a la marca que los mortales interpretaban que Caín había sufrido -"Y le respondió Jehová: Ciertamente cualquiera que matare a Caín, siete veces será castigado. Entonces Jehová puso la marca en Caín, para que no lo matase cualquiera que le hallara" -citó -Cualquiera diría que dios estaba de nuestro lado... -comenzó a reírse sola, la sola idea le parecía ridícula -Me inclino más por la opinión del señor... -señaló al moreno de ojos azules -Por cierto, soy Elizabeth Lamothe.

Las largas conversaciones con David eran un privilegio para Franco, pocos vástagos eran tan versados en los temas tan importantes y que irónicamente la mayoría había olvidado. Jules se sumó con un punto de vista diferente, le pareció algo mas superfluo que elaborado y discrepaba en algunos puntos - No todos los cainitas llevamos esa carga...- contestó sin mas, mirando de reojo a David, consciente que tal vez él si entendiera a que se refería.

Devolvió el saludo estrechando su mano y con una sonrisa en el rostro - Que gusto verle Jules, quien me acompaña es un joven de los mas interesante, su nombre es David, pero bien puede presentarse él- dijo señalando a ambos. Vio la silueta de una mujer que se acercaba por su derecha, y desvió su mirada.

La desconocida se sumó a la conversación. -Del lado de Caín, no del nuestro. Los hijos de nuestro patriarca han hecho cuanto han querido, no es así? Si nos viese no se si estaría tan de acuerdo con usted- le contestó mirándola fijo a los ojos. La mujer hechizaba con su sola presencia, y Franco disfrutaba de esa sensación - Mi nombre es Franco Noble, encantado- le dijo, besando su mano sin dejar de mirarla.

Juana estaba a punto de contestarle al señor Bahl cuando Amador entró por la puerta principal. Los saludó atentamente, a Bahl, a Antonelli, de la que resaltó su belleza -miró de reojo a la malkavian con una mirada fugaz -y a ella ¿ningún cumplido? Hm... -Señor de Benavidez, qué gusto, siempre tan elegante.

Compuso una sonrisa de labios cerrados y miró al toreador y al ventrue -Cuando hayan llegado la mayoría de los invitados la Senescal bajará a saludar a los presentes -explicó jugando con un mechón de cabello -No sabemos nada más que eso -aclaró. -Ahora, si me disculpan los dejo en compañía de la elocuente Antonelli.

Mientras se alejaba te dio una mirada para que la siguieras, fue alejándose hacia un lateral que daba a la escalera que llevaba al primer piso, una lámpara belle epóque remataba el final del pasamos de caoba pulida y mármol gris.

-Usted me dirá en qué puedo ayudarlo, señor Bahl.

-Señor Rodríguez. +devolvió el apretón del recién llegado con firmeza+ Me complace verlo. Espero que podamos conversar un momento, mas tarde.

Las palabras de la guardiana en funciones, por otro lado, merecían atenderse. Facundo inclino levemente la cabeza tanto hacia Amador como la señora Antonelli.

-Ahora, no obstante, necesito atender otra cuestión. Si me disculpan…+dijo, para luego dirigirse tras la joven Latour, hacia el lateral donde se había retirado.

Le ofrecí a Facundo una sonrisa de aceptación ante  su trato, por supuesto Franco solía hacerlo con mucha más gracia, pero Bahl tenía un encanto difícil de rechazar: una importancia que crecía cada día más y rápidamente para alguien tan joven,  había pasado, a mi sentido parecer, la situación con gracia, sin embargo sus palabras, ay, que duras, personalmente me molestaba no poder decir que no tenía información al respecto,  esperaba que Juana no la tuviera tampoco.

Y entonces ¿Oh? Amador Rodríguez de Benavides, cuyo nombre seguía teniendo una insinuación para mí, se nos unió, haciendo gala de su caballerosidad, por supuesto, disfrute de ella, en especial por lo que imaginaba que debía estar sintiendo Juana,  ofreciendo en cambio una cálida sonrisa a Amador.

-Señor Rodriguez, bienvenido  – dije con mi tono más agradable aquella noche, casi había perdido la cuenta de las veces que había usado aquel tono, pero fue inevitable- nos honra con su presencia- dije mirándole a los ojos…- ¿no creé que Juana se ha superado a sí misma con la decoración? A mí me encanta…- Escucho a Juana despedirse rápida, tras explicar  lo que ocurrirá, mantuve la sonrisa dulce de labios cerrados, mientras notaba como Bahl se retiraba tras ella a prisa, con un suspiro los deje ir- por supuesto queridos, vayan - mire a Amador con curiosidad –es agradable verlo otra vez  Amador ¿Tiene alguna nueva obra a arte? Me encanto la última –comente suavemente mientras tomando su brazo lo guiaba en dirección a María- ¿conoce a la señorita de Alvear? Si no lo hace, me encantaría presentársela… es encantadora- mientras caminabamos busque por el rabillo del ojo a Dante, a quién aun no había saludado.

Los ojos de Elizabeth se iluminaron con un brillo difuminado y fantasmal como un fuego fatuo, -Verdad, de parte de nuestro patriarca -concedió divertida, su sonrisa era amena pero inquietante por momentos; quizás abría demasiado los ojos de cuando en cuando. -De todos modos, quién lo necesita cuando se está en la cumbre de la cadena alimenticia -su mirada recorrió a los presentes analizándolos, aunque no podía discernirse si como pares o como a un escalón más abajo que ella. No le pidas humildad a un tremere. -Encantada de conocerlo, señor Noble -saludó deleitada por el gesto, hacía... décadas que no le besaban la mano ni le daban esa mirada. Ya ni siquiera se acordaba cómo ser seductora, lo más seductor que tenía a mano por lo general eran vísceras de un hermoso color carmesí. Si la viera Eusebiusz... -Si hubiera sabido que en este edificio encontraría conversaciones de este talante lo hubiera frecuentado mucho más -reconoció.

Facundo camino directamente hacia ella, deteniéndose apenas a medio paso de su figura. Busco instintivamente el cruce de miradas; un reflejo condicionado por los años imponiéndose. Aunque no iba a intentar usar algo así con Juana, desde luego…

- En este caso es al revés, señorita Latour. Soy yo quien desea saber en que puedo ayudarla.

Relajo levemente los brazos y la postura.

- Concretamente, quisiera extenderle una invitación a mi casa, para conversar en privado... Así como ofrecí mis simpatías y servicios a la señora Moreno en su momento, cuando estuvo en esta misma posición, quisiera hacerlo con usted. Pero siento que no hemos tratado lo suficiente para crear la confianza necesaria y deseo corregir esa situación a la brevedad. Al conocernos, seguramente encontraremos intereses comunes que nos permitan acercarnos.

Entrecerró los ojos un tanto.

- Le prometo que al menos, no le resultara desagradable la visita. El lugar fue decorado basándome en las recomendaciones de la señora, sin reparar en gastos, pero siempre estoy abierto a nuevas sugerencias en el sentido estético. Y usted es una autoridad reconocida en esa materia.

Fuimos abordados por un cainita con un argumento que me recordó la razón por la cual los textos ocultistas se escribian en código. No estan escritos para todos..
-En efecto, señor De Bourdeos, no hemos sido presentados. Soy David Burton-Miller. Tendí la mano.
-Es interesante que mencione el termino evolución, en Detroit conocí a un Ventrue Hematólogo convencido de poder encontrar una cura a lo que el consideraba una enfermedad. Para su desgracia, el Príncipe consideró su trabajo una herejía. Mi leve acento español dificultaba determinar si estaba o no de acurdo con esa acción.

Antes de poder continuar, una nueva participante se sumó con un nuevo argumento. Franco fue más rápido en responder y no me sorprendió la similitud de su replica con la que yo hubiese dicho.
Aproveché la oportunidad para presentarme.
-David Burton-Miller. Es un placer conocerla Srta. Lamothe. De nuevo tendí mi mano para completar el saludo.
-Tal vez estemos en cuspide de la cadena, pero debemos recordar que las hormigas juntas pueden derrotar al león. La miré directamente a los ojos.
-He visto predadores ser consumidos por olvidarlo. La franqueza de mi voz era palpable.

Y así sin más, dos vástagos se habían unido a la conversación, deteniendo nuestra marcha.

La mujer, hermosa como pocas, tiene además unas opiniones interesantes y cultivadas. Beso su mano de manera educada cuando los otros se presentan. Y escuchar su nombre me hace ampliar la sonrisa. No sé por qué no la había reconocido antes.

-Jules de Bourdeo, a su servicio. Disfruto mucho con su punto de vista sobre las cuestiones de la estirpe, es agradable coincidir con alguien.

La conversación continúa, pero va tomando un cariz demasiado abstracto como para que pueda aportar nada realmente útil.

-Mutación, marca o maldición. En la práctica es irrelevante. El pasado solo importa en la medida en que afecta a tu futuro. Estoy de acuerdo en la necesidad de conocerlo pero en este tema en concreto solo podemos aspirar a realizar suposiciones basadas en datos que no pueden ser probados. O, como en mi caso, pura imaginación orientada por los conocimientos de unos y otros temas que se acumulan con los años. Solo confiaría en lo que pudiese decir alguien tan anciano como para haber estado allí, y con reservas...la gente miente. Los libros y documentos pierden con la traducción, con las convicciones de los traductores, las necesidades de cada idioma, etcétera.

-Por cierto, y cambiando algo de tema, ¿Sabrían decirme si es posible cambiar de manera efectiva las propiedades y cualidades de algo a nivel genético? ¿Y de La Sangre?