Partida Rol por web

Me encontraba sonriéndole dulcemente a Rosa Jian cuando note que, el momento había llegado, asentí en su dirección pronunciando una estudiada disculpa antes de continuar con mis deberes.

La presentación había sido magnifica, y el discurso muy bonito, reconocí en silencio mientras ella terminaba y llamaba con un gesto nuestra atención, acudí junto a Juana a su lado, poniéndonos ambas a sus flancos, no sin antes inclinar un poco la cabeza pronunciando un saludo educado y sereno, no deseaba molestarla aún, y mientras ella comenzaba  a dar saludos, avance y hable solo cuando era necesaria una presentación y era mi turno, el momento de brillar había pasado, pero estaba a su lado y reconocía en silencio… que eso para la mirada de muchos debía ser un honor.  

La charla quedaba interrumpida por aquel comienzo tan teatral como firme del acto en si que nos reunía aquella noche. Facundo se separo un tanto de Elizabeth, aunque no demasiado; solo lo que la cortesía dictaba. Entro con ella al recinto y se ubico cerca de esta, aunque tomo nota de donde se encontraban sus conocidos, y muy especialmente Rosa.  Luego presto atención a la señora, estudiando no solo lo que decía, sino como lo hacia.

Se acaricio la barbilla cuando pasaron de las formalidades a los asuntos serios, con un primer anuncio tan relevante. El nombramiento de nuevos primogénitos… Eso abría un juego interesante, de varios niveles de complejidad. Sin embargo lo más llamativo era que ella misma parecía estarse arrogando la potestad de nombrar a los candidatos... Aquello más que nada agitaría las aguas, incluso si eligiese a las figuras naturales.

Pensar en eso le hizo mirar a su acompañante. No había visto que el señor Yamski llegara. Por las dudas lo busco con la mirada antes de hacer un comentario.*

-Voy a saludar a la señora. +susurro, ladeándose para ir al encuentro de la senescal. Busco sus ojos, señalándole algo obvio, pero para lo cual quizás le faltase algún animo adicional si era su primera vez... y era una amabilidad que no costaba nada.+ Sugiero que no postergue demasiado su presentación, Elizabeth… y creo que este el momento mas oportuno para hacerlo con discreción si viene sola.   

Dejo pasar a varios, antes de ir a presentar sus respetos. Cuando le toco su momento de atención, dio un paso al frente con cierta rigidez e hizo una media reverencia, mientras buscaba la mano de la Senescal para saludarla. Al alzar la vista y erguirse, podía notarse que sus ojos estaban ligeramente entornados, concentrados.

-Señora Moreno, encantado de volver a verla… Le agradezco por ese breve discurso; en esta época de cadenas nacionales a diestra y siniestra, realmente se aprecia la capacidad de alguien que puede transmitir un mensaje donde se reúnen a la vez las cualidades de concreción, información y cortesía. +dejo escapar un ligero brillo divertido en la mirada+ Ojala algunos aprendieran de su ejemplo.  En fin, le doy gracias también por la invitación de esta noche y si me necesita, sabe donde encontrarme. Aunque creo que ponto seré yo quien deba verla, por ciertos asuntos. Espero que pueda hacerse un tiempo para una reunión, llegado el momento.

Tal vez no era un asunto de seguridad, pero siendo una de sus clientes mas importantes, sin duda merecería una atención personalizada el avisarle cuando la situación argentina cambiara. Los vientos de cambio entre los vastagos no eran los únicos importantes.

Tras la pompa y la gravedad que cabria esperar de la aparicion (finalmente) de la Senescal, a Dante no le costo mucho entender lo que realmente queria decir con el discurso, ya que tanto tiempo habia bailado al son de los antiguos: "La Noche de los Aullidos se llevo a todos, menos a mi. Un regimen termino y ahora empieza el mio, les guste o no".

Lo cierto era que quien estuviera al mando de Buenos Aires no supondria una gran diferencia para el: tenia la suerte de tener un trabajo asegurado mientras siguiera siendo util... Y lo cierto era que con sus areas de experiencia, seria util durante un buen tiempo mas. Pero los demas, los vastagos mas civilizados...

Recorrio el salon discretamente con la mirada: Juana, tan estricta con el el protocolo; Antonelli, su amiga tan bonachona; Jules, siempre tan gentil y atento... La elite, la "beautiful people" de Baires. Esos si que tenian motivos para preocuparse.
 

La Senescal miró a Facundo y esbozó una sonrisa sincera. -Señor Bahl, un placer como siempre. Es un honor el tenerlo aquí esta noche -dijo en un medio tono moderado que dejaba ver que estaba complacida, pero en la medida justa. -Aunque debo reconocer que no esperaba menos de parte de su inteligencia -su sonrisa se ensanchó y te dejó ver que sabía que estabas allí quizás no por simpatía ni por fidelidad, sino por conveniencia. Eso no le molestaba en absoluto, al fin y al cabo todos tenían sus asuntos y aspiraciones personales en las que ocupar sus noches. Lo que le importaba era tu presencia, que venía a respaldar implícitamente la de ella.

Alzó una ceja ante tu comentario político y su sonrisa se redujo un tanto, pero no acotó nada. -Claro que tengo tiempo, para usted señor Bahl, creo que vamos a vernos más pronto y seguido de lo que supone -ladeó la cabeza y entornó los ojos mientras sus labios volvían a esbozar una sonrisa más amena. -Por favor ... -musitó e hizo un gesto hacia Antonelli para que ella te acompañara hacia un costado.
 

Asentí ante el gesto de la senescal, actuando enseguida, colocando la mano izquierda en el brazo derecho de Bahl y alejándolo una vez este dijera su despedida, hacia un lado para susurrar las siguientes indicaciones.

-Por aquí señor Bahl –me detuve a unos pasos- por favor… acuda al recibidor del primer piso- comunique con delicadeza moviendo una mano como si quisiera señalar el camino sin llegar a hacer –  lo acompañaría, pero no puedo ausentarme demasiado tiempo… - me disculpe con una sonrisa al tiempo que mi mano abandonaba su brazo y volvía de vuelta con la senescal en un movimiento sereno. 

Franco esperó a que Don Matías tomase la iniciativa de moverse, para no interrumpir la breve conversación que estaban compartiendo. Luego, se alejó del grupo, dejando a los Toreador que se reuniesen con la recién llegada. Caminó por el salón varios minutos, observando quienes se acercaban a saludar a Mercedes, quienes no lo hacían, y con que disposición. Esperó hasta el final de lo que pareció una procesión interminable, y luego se acercó hasta la nueva líder de los vástagos porteños, al menos de momento. 

Antonelli y Julia estaban cada una a un lado de la Senescal, asintió con formalidad a ambas, mostrando respeto por las guardianas, y luego dio un paso hacia Mercedes. Inclinó levemente su cabeza y tomó la mano de la Toreador, besándola con un gesto combinado de caballerosidad y reconocimiento -Mercedes, que majestuoso y de buen gusto ha sido este evento, y por sobre todo que oportuno. Muchos de los presentes se sienten mas seguros con su aparición. Quiero hacerle extensivo los saludos de Ernestina y que sepa que su liderazgo es reconocido por los Noble, Alexandria fue una líder muy querida en la familia y es sabido por nosotros que usted era de su confianza, por lo que la generosidad Giovanni está a su disposición. Si en algo puedo serle de utilidad, no tiene mas que mencionarlo-. Había hablado con claridad y seguridad, consciente de su rol en ese lugar y en su familia. Sabía que Mercedes necesitaba todo el apoyo en ese momento, su familia se lo brindaría sin pedir nada a cambio... casi nada en realidad.

Mientras caminaba hacia la escalera que le indicaba Antonelli Facundo pudo ver por el rabillo del ojo a un Yamski recién llegado hablando con Ricardo y Elizabeth en el fondo del salón.

Los primeros en pasar fueron los primogénitos brujah y malkavian, intercambiaron pocas palabras amistosas, más sonrisas que gestos serios. Al fondo del salón Eusebiusz Yamski, que había llegado sobre la hora, estaba esperando su turno con sus acólitos. Luego de hablar con la Senescal algunos vástagos eran invitados a moverse escaleras arriba y otros de los presentes no, lo cual generó curiosidad y malestar a partes iguales entre los que quedaban abajo.

Los claros ojos grises de María se alternaban por la sala. De Mercedes a la Sheriff, de allí a Yanmki, luego a los primogénitos y vuelta a Mercedes. Decidió que era hora de acercarse, demasiadas sonrisas y pocos hechos. Saludó cortésmente a Mercedes, y decidió hablar en voz alta, aquella nítida voz era para ser oída.

- Mi Señora Senescal, es un placer poder verla en sus funciones al fin. El principado de la ciudad de BsAs necesita fortalecerse luego de todo lo ocurrido. Y supongo que todos los aquí presentes, sin son inteligentes, apoyaran su dirección durante este proceso de transición. Es necesario que trabajemos juntos si queremos sobrevivir. Hay algo allá afuera... acechándonos. Ya se llevó la mitad de nosotros, no quiero que se lleve la otra mitad.

Fue subiendo un poco el tono, sin ser para nada agresiva, si no para ser oída. Estaban en guerra contra un enemigo silencioso, del que no sabían nada. Su tono era serio, carente de miedo y lleno de firmeza.

- Ah pasado demasiado tiempo, hay demasiado silencio. Nos urge saber qué pasó aquella noche, y estar preparados para que no vuelva a ocurrir. Apoyo tu investidura Mercedes Moreno, sé que puedes guiarnos hacia buen puerto. Si Alexandria te eligió, te seguiremos... hasta que ella vuelva.

Agachó la cabeza en un gesto de respeto. Su puño derecho se cerró y golpeó dos veces su pectoral izquierdo. Un viejo gesto que compartía con sus hermanos durante las épocas difíciles de guerra.

Mientras caminabas por el salón pudiste ver algunas caras serias, meditabundas. Los toreador estaban ya agrupados para saludar a Mercedes, los ventrue presentes les seguían, entre ellos Rosa Jian y Facundo. Los que murmuraban lo hacían en voz baja, aunque algunos o muchos no estuvieran de acuerdo a la dirección de la nueva Senescal de momento no había mucho por hacer y era mejor mantener su simpatía. Algunos vástagos te miraron especialmente mal, pues se sabía quién eras y el hecho de que te hubieran invitado dejaba muchas interrogantes abiertas, al igual que la invitación a David.

Viste acercarse a Facundo y luego de un breve y educado intercambio de palabras (o eso dedujiste, por los gestos) Mercedes le dio una sonrisa amable al ventrue y le dio acceso al misterioso piso de arriba, viste cómo Antonelli le indicaba el camino.

Yamski permanecía hablando con sus acólitos, dándoles órdenes seguramente. Luego se alejó unos pasos para hablar aparte con otro tremere, un vástago que había llegado a lo último y que acompañaba a Elizabeth.

David permanecía en un rincón evaluando la situación, dispuesto a acercarse último.

El gesto no le paso desapercibido. Las relaciones con el poder mundano eran importantes; Alexandria había dado prueba de sabiduría al mantener su figura separada, pero sobre las opiniones personales de la senescal nada se sabía y ese seria un tema delicado en el porvenir no muy distante.

Por otro lado, la separación si que le sorprendió. Acepto el gesto de Antonelli, murmurando simplemente un “oh… desde luego” antes de ir con ella hacia el lateral donde le paso las instrucciones. Con ello la reunión tomaba otro cariz.

-Gracias +dijo con sinceridad a la arpía, disculpándola con un gesto+ Conozco el camino.

Tras lo cual emprendió la subida con paso tranquilo. Al hacerlo tuvo oportunidad de ver que ya no tenia nada de que preocuparse y eso le saco un tema de la cabeza. Ahora solo quedaba ver de qué trataba aquello… No temía una trampa, pero pasar al secretismo dentro de una convocatoria tan publica, era cuando menos llamativo. La senescal quería que los rumores circularan… no podía pensar en otra razón para actuar de esa forma. Eso prometia….

Una vez arriba, primero se fijo quienes estaban, para luego buscar un punto de espera apartado, donde pudiera observar a los demas que vendrian antes que ellos lo hicieran. No iba a apresurar conversaciones hasta tener un mejor panorama de la situacion. 

Mercedes se quedó helada en su lugar cuando le tomaste la mano y se la besaste, la sonrisa se congeló en su rostro. Parpadeó un par de veces, evidentemente procesando qué hacer a continuación, quiénes la estaban viendo y quiénes no. Inclinó la cabeza cuando tú lo hiciste y de inmediato puso una mano en tu hombro y te obligó suavemente a incorporarte para que la miraras de frente -Señor Noble, no es necesaria tanta ceremonia -mintió deliberadamente sus labios dibujaron una sonrisa recta. "Muchos de los presentes se sienten mas seguros con su aparición", escuchó y de inmediato pensó: Sobre todo usted, ¿no es cierto?

-Gracias por sus amables y sentidas palabras, hágale llegar a su familia mis saludos y mi agradecimiento por su apoyo, tan necesario para mantener la paz -musitó con voz segura, luego inclinándose un tanto musitó -Tenemos mucho de qué hablar, créame -y le hizo un gesto a Antonelli para que lo guiara hacia las escaleras.

Mercedes la atravesó con la mirada pero no había amenaza en ella, solo reconocimiento. Una punzada de dolor la recorrió  por completo. Una sonrisa se dibujó en sus labios, una sonrisa que encerraba una profunda emoción, sus ojos brillaron. Supo internamente que si dejaba que la emoción se apoderara de ella todos pensarían que era una débil, pero estaba tan cansada... Entonces vio a Yamski observándola desde el fondo del salón y se compuso. Acortó la distancia con la toreador y extendió ambas manos para tomar el puño que María Malena se había llevado al corazón y acercarlo a ella, dejándolo a una distancia media de ambas, las manos de Mercedes estaban extrañamente tibias y envolvían las de María Malena -Nadie quiere que se vaya la otra mitad María de Alvear -dijo en voz alta también, de contralto -Vamos a hacer todo lo que podamos y más para que no suceda, agradezco tu apoyo -omitió la parte del silencio y del tiempo porque la conocía bien y le pesaba. -Hasta que Alexandria vuelva -dijo como si estuviera recitando un juramento.

Hizo un gesto a Antonelli para que la guiara escaleras arriba.

Las palabras de la Senescal habían sido adecuadas, apropiadas para un saludo inicial y una intensión de colaboración. Nada fuera de lo esperado, a excepción del susurro en sus oídos. Una frase tan directa y tan clara le fue sorpresiva, nunca hubiese imaginado que lo invitaría a subir esas escaleras, aparentemente reservadas para unos pocos elegidos, frente a la mirada de todos esos vástagos. Si un cuarto de ellos lo odiaba antes, ahora lo odiaría la mitad. Por suerte la noche de los aullidos se había llevado a la gran mayoría de sus opositores, pero se multiplicaban como moscas, faltaría poco para que alguno murmurase maldiciones a su nombre.

Mientras avanzaba escalón por escalón, acompañado por Antonelli, buscó con disimulo a uno de los presentes, la vio hablando con otro vástago cerca del Pontífice. Elizabeth. Le pareció que sus ojos se encontraron, hubiera querido que así fuese, pero no podía estar seguro. Luego se volteó hacia la guardiana  -Se ha dado cuenta la confianza que la Senescal muestra en usted? le ha dado un lugar privilegiado que ciertamente se merece, Antonelli, me alegra que así sea. Por cierto, he estado conversando con Don Matías, he descubierto que es una persona de lo mas interesante, no le parece?- dijo mientras continuaba subiendo.

Ciertamente la situación se veía magnifica, la senescal saludaba a todos cuantos le presentaban sus saludos, y parecía tener las palabras exactas, por ello mismo saboree en silencio la actuación que había visto, aunque no lo demostré, segura de que Juana también hacia elucubraciones mentales al respecto, puse una mano en el brazo derecho de Franco Noble y le di una bonita sonrisa mientras lo guiaba.

-Por aquí doctor Noble –lo guie tranquilamente hacia las escaleras escuchándole ¿A quién buscaba doctor? – Es muy amable de su parte decir eso, aunque debo decir que es verdad que me siento honrada- logre decir pensando en lo ocurrido, mientras avanzábamos, deteniéndome al pie de las escaleras antes de que el avanzara más hable-  por favor… acuda al recibidor del primer piso- comunique con delicadeza moviendo una mano como si quisiera señalar el camino sin llegar a hacer –  lo acompañaría hasta allí, pero no puedo ausentarme demasiado tiempo… - me disculpe con una sonrisa al tiempo que mi mano abandonaba su brazo y volvía de vuelta con la senescal en un movimiento sereno. 

Observe con particular satisfacción a María, tan hermosa al tiempo que me colocaba al lado de la senescal, parecía segura de lo que hacía mientras hablaba tan dueña de si que no supe si sorprenderme, escandalizarme o aplaudir su actuación, evidentemente no hice nada, escuchando la respuesta de la senescal a María, “hasta que Alexandría vuelva” había sido hermoso, casi poético, sonreí obedeciendo el gesto de la senescal y cuando ambas se separaron puse una mano suave sobre el brazo de María y comencé a guiarla.

- María, por favor ven conmigo- logre decir con voz muy suave, mientras la guiaba hacia las escaleras, una vez un poco alejadas hable- han sido palabras muy hermosas y muy sabias las que has dicho- dije con sinceridad caminando con ella- y me  gustaría hablar de ello alguna vez, creo que entre todos has sido una de las más sinceras…  -logre decirlo mientras me detenía junto a las escaleras- por favor, continua hasta el recibidor del primer piso, no estarás sola… me gustaría acompañarte, querida, pero no puedo abandonar mi lugar… aún- lo dije disculpándome, y no me moví hasta que ella empezó a caminar en la dirección que dije, cuando la vi dar el tercer paso di media vuelta y volví al lado de la senescal. 

Los vástagos se iban animando a pasar a presentarle sus respetos a la Senescal. Primero los primogénitos, luego Facundo Bahl (el muy atrevido) que saludó a la Senescal amablemente y le pidió una cita privada cuando pudiera, luego Franco Noble que besó la mano de la Senescal dejándola dura de la sorpresa (ya que no se acostumbra ese trato tan cercano en público con alguien de ese poder) y le confirmó el apoyo de su familia. Por último María Malena Alvear a quien todos habían escuchado. Aquellos que eran seleccionados por la Senescal eran acompañados hasta el pie de la escalera que conducía a las oficinas de arriba, cosa que no dejaba de llamar la atención de aquellos que no eran beneficiados con tal honor.