Partida Rol por web

Por fin le quedan pocas horas al astro rey en el cielo, la temperatura de hoy ha sido de las mas calurosas 37 grados en un puto desierto como este no es nada agradable, pero sabes que eso es solo una cara de la moneda, en cuanto la luz se retire a otras latitudes tendréis dos horas de descanso y después un frescor impropio, característico de la zona que hará descender la temperatura a la agradable cifra de 20 grados.

Tu turno nocturno empieza a las 9 una hora perfecta para ver llegar a patéticas estrellas a gastar su dinero y en la cual las ancianitas de las tragaperras ya llevan unas horas calentando su taburete en un intento vano de llevarse algo. Imprudentes cada moneda que les da la maquina equivale a diez monedas insertadas o mas, depende del día y de lo que se le haya ocurrido al técnico.

El sonido característico de la alarma de tu despertador te saca del duermevela en el que te encuentras.

Sin dejar que casí que suenara apagó el despertador, no le gustaba aquel sonido estridente, pero era el mejor para despertarse. Incorporado levantó la persiana de su cuarto y abrió la ventana para ventilar la habitación, tenía media hora para cenar, ducharse, vestirse y salir, aquella era una rutina diaria que hacía casi sin darse cuenta. En el piso no había nadie, Nikola entraba una hora antes, era algo que agradecía, mientras que su compañero gustaba de conversar por las mañanas y remolonear durante casi una hora antes de salir, Robert gustaba de desayunar leyendo el periodico en silencia, escuchando las noticias en la radio y pensando en el nuevo día que le esperaba.

Tras la ducha se pusó su pantalón gris marengo, cinturón negro y camisa oscura, los zapatos eran deportivos, al principio fue con zapatos de vestir pero terminaban por molerle los pies y nadie pareció molestarse por que llevara un calzado más informal. COn un par de cintas sujetó el bajo de sus pantalones, se puso la cazadora de cuero y el casco de moto.

En diez minutos estaba en el garaje del casino aparcando su Harley, uno de los primeros caprichos que había saciado al llegar a Estados Unidos.

El run run de las noticias ameniza como cada "mañana" tu desayuno, mientras das pequeños sorbos a tu café escuchas una noticia peculiar, algo de unos sumos que visitan Las Vegas, no prestas mucha atención, no es mas que un nuevo espectáculo en la gran noche de la ciudad. Lo cierto es que no importa demasiado que tengas turno de noche que de mañana, la rutina es siempre la misma hasta salir de casa. Mientras aceleras tu pantalón se agita amenazando con soltarse de las gomas, pero es una sensación hartamente conocidas y sabes que no pasará nada. Así que alcanzas tu plaza de garaje sin problemas.

Tu pequeña te esperará ahí hasta el final del turno o el tiempo que precises. Primero coges un ascensor hasta el hall del casino, después de eso ves que las puertas que te llevarán a tu sala esperan cerradas.

Con calma Robert se aproximo al ascensor y pulsó el botón de subida, mientras esperaba echó un vistazo por el hall sin mucha atención, parecía que aquella noche habría bastante movimiento, esperaba no tener problemas.

Con un timbre el ascensor abrió sus puertas, mostrando un interior altamente decorado con un gran cristal de cuerpo completo y una butaca donde algunos trabajadores se sentaban mientras llegaban a la planta elegida. Robert entró como cada noche y aquel ascensor no poseía ningún botón que pulsar, introdujo la llave en el panel, así el ascensor le conduciría directamente a su planta de trabajo. Una musiquilla tranquila sonaba de fondo mientras a una velocidad bastante mayor de la que muchos podrían esperar el ascensor alcanzaba y sobrepasaba planta tras planta.

Aquella noche Albert estaría esperando a que llegará, miró el reloj, como era habitual llegaba diez minutos antes, así podía informarse un poco de lo que había ocurrido por la mañana y bajar para ver el ambiente de la noche.

Las puertas del ascensor se abren con su característica campanilla indicándote como un buen criado que el señor había alcanzado la planta que pretendía. Esperabas a que las puertas se abriesen para salir cuando escuchaste algo de revuelo al otro lado. No era muy normal así que impaciente intentabas asomarte un poco para ver que sucedía. Las fracciones de segundo que tardó la puerta en abrirse fueron eternas cuando no sabias que estaba pasando.

Al salir al pasillo todo parecía tranquilo como siempre, las voces se habían apagado y el mármol blanco del lugar recogía la calma característica. Tus pasos no resonaban sobre el material ya que tus zapatos deportivos no tenían suela de madera como la del resto de los trabajadores. Unos metros separaban tu persona de la sala de cámaras en la que estabas acostumbrado a pasar largas horas.

Unos pasos airados resonaban por el suelo, estaba claro que tenían prisa. Al girar una esquina una figura grande y corpulenta enfundada en un esmoquin negro apareció al fondo del pasillo, justo al lado contrario en el que tu te encontrabas, dispuesto a entrar en la sala.

Habías pasado demasiado tiempo con él como para no reconocerlo, así que esperaste unos segundos hasta que se acercó a ti, tenia las piernas largas así que no tuviste que esperar demasiado. Al llegar a tu lado no decía nada, solo se paró en seco y comenzó a moverse a los lados del pasillo como una fiera encerrada en una jaula, cada poco te miraba con esos ojos penetrantes, en busca de algo.

Sólo había que mirar a Nikola para saber que algo no andaba bien, un tanto extrañado Robert observó a su espalda y tras ver que no había nadie, revisó la hora, aun tenía tiempo. - Dejó mis cosas dentro, bajamos a tomar algo y me cuentas que ocurre. - Albert no tendría problemas en darle diez minutos, no le gustaba ver a su amigo tan nervioso.

Entras en la habitación en la que pasas la mitad de tu vida, alli has leido, visto peliculas y hecho calculos en las horas muertas, pero tambien te has entretenido viendo como unos timadores de tres al cuarto intentaban jugar sin tener en cuenta el sistema de conteo que habias desarrollado.

Cuando entras la sala esta como siempre poco ilumimanda, repleta de camaras estrategicamente situadas en las alarmas de incendios y algunas en los bordes de las mesas, esperando como un cocodrilo entre el fango cambiazos de tipejos sin suerte. Un hombre bastante anciano, algo encorvado y de cabello blanco esta observando con atención las multiples pantallas, cuando entras se gira un poco y sonrie amistosamente como si estuviese en un parque echandole de comer a los patos. Todavia hoy te preguntas porque sigue trabajando alli, y tantas horas. Buenas noches señor Kroetsch, ¿ya es hora de que me retire?

Cuando aceptó el trabajo que las señoritas Highlander le ofrecieron, lo que más le sorprendió al llegar fue encontrarse con Albert, al principio ni siquiera pensó que trabajara con él, más bien parecía un antiguo trabajador al que hubieran dado un puesto más ficticio, más aparente que real, como agradecimiento o algo similar. Su sorpresa fue mayúscula cuando descubrió que realizaba el mismo trabajo que él. Le costó bastante aceptar que aquel anciano realizara eficientemente aquella tarea, pero tras algún tiempo observando y estudiándole, resultó ser muy capaz. Su forma de trabajar difería mucho de la de Robert, mientras que uno se basaba en sus conocimientos de matemáticas, el otro lo hacía en su conocimiento de la gente. Kroestch había aprendido algunas cosas sobre los movimientos involuntarios de los jugadores bastante interesante y útiles gracias a Albert.Pasar toda su vida en los casinos y al menos un tercio tras las cámaras le habían convertido en un detector perfecto de los timadores.

- Albert necesito que me des unos diez minutos, tengo que hablar con Nikola. ¿Quieres que cuando suba le traiga un café?.

Su sonrisa cansada aparece en su rostro como un gesto vago, con la punta de sus dedos empuja la gruesa montura negra de las gafas colocandolas así en el puente de la nariz y no en la punta. No se preocupe señor Kroetsch he sobrevivido muchos años sin usted, creo que el Mandalay Bay y yo aguantaremos 10 minutos mas sin su método matemático. Su tono de voz es agradable en todo momento quizás tiembla un poco por la edad pero nada mas, el primer día que entraste a trabajar te escucho con toda su atención mientras explicabas tu método, y a pesar de no entender demasiado de regalas y cálculos te felicito al final por tu trabajo y sus buenos resultados.

Giro la silla en un movimiento lento hasta fijar de nuevo la mirada en las pantallas una mano arrugada saludaba por encima de su hombro derecho páselo bien en sus diez minutos, y por el amor de dios tranquilice a Nikola...

- Gracias jefe, en diez minutos estoy de vuelta.- Tras dejar su bolsa, Robert cerró nuevamente la puerta y volvió al pasillo donde Nikola paseaba nervioso de un lado a otro, las palabras de Albert no eran necesarias para saber que el jefe de seguridad estaba nervioso. Este llamó al asecensor que abrió sus puertas al instante pasando al interior, Kroetsch avanzó rápido para entrar junto a su amigo.

- Tengo diez minutos y bastante sed, cuentame que ocurre mientras me tomo un zumo. -Con Nikola lo mejor era ir directo al grano, sin rodeos innecesarios.

Cuando sales de la sala se para en seco en el punto en el que estaba girando en su nervioso paseo lateral. Sus ojos siguen devolviendo una mirada fija y febril, como de alguien en un combate a vida o muerte. Sabes muy bien que hay pocas cosas que afecten de esa manera a Nikola así que no sabes si preocuparte demasiado o no.
Entra en el ascensor con dos grandes zancadas, y espera en el interior como una estatua de mármol griego, perfecta, con los músculos torneados y mas visibles gracias a sus brazos cruzados en el pecho. Su mirada ahora esta perdida hasta que mencionas el zumo. Se vuelve hacia ti con una ligera sonrisa me olvidaba a veces de lo señorita que puedes ser en el trabajo. Al menos ha hecho una broma o por lo menos te ha lanzado una pulla lo que implica que el cabreo o la situación no pueden ser tan graves, ningún jefe de seguridad abandonaría su puesto en un momento de tanta tensión. Ahora empiezas a plantearte si no seria una treta, pero antes de que lleguéis a la planta del casino ves como agarra la pajarita con la punta de los dedos y se la arranca en un gesto de enfado.

Cuando la tira al suelo la mira con rabia y después se gira hacia ti con cara de sorpresa ya no se si la necesitaré o no. El timbre anuncia la planta deseada.

-¿ Desde cuando has decidido cambiar la pajarita por una corbata?- Robert prefería mantener cierto humor pues parecía que su amigo estaba en un momento crítico para su trabajo. - Trata de relajarte un poco, tienes al abuelo preocupado.

Tras dejar salir a Nikola, Kroetsch se agachó para coger la pajarita, esperaba, como toras veces, que aquello fuera unicamente un calentón, un momento de tensión, el exmilitar no solía reaccionar demasiado bien ante algunas muestras de autoridad. - ¿Qué mosca te ha picado ahora Nikola?, ¿te han pedido que tomes zumos como yo?- Mientras hablaba se veía obligado moverse algo más rápido de lo habitual, pues parecía que el jefe de seguridad tenía prisa por llegar.

Mientras avanza a zancadas por la mullida alfombra ves que su marcha no se detiene ante nada y nadie. Son muy pocos o nadie a decir verdad los que no se mueven aunque sea ligeramente para dejarle pasar sin problemas. Le sigues con paso acelerado agradeciendo una vez mas tu elección de trabajar con zapatillas. En menos tiempo del que esperabas la barra del casino aparece frente a ti.

Nikola te espera acodado en ella y jugando con una galletita en los dedos, cuando por fin te pones a su lado el barman se acerca a vosotros con una sonrisa, Buenas noches caballeros, que placer. ¿Que van a tomar? En ese momento Nikola se calma un poco te mira y a continuación levanta dos dedos encargando dos vodkas bien fríos y con pepinillos, no me seas tacaño ehh. El barman se aleja un poco con una sonrisa cortes en la cara mientras decide preparar las copas.

No me han pedido que beba zumo y sino siempre lo tomaría algo aderezado. Dame eso anda... coge la pajarita de tu mano y comienza ha intentar hacerse el nudo solo pero ves que no le sale y comienza a ponerse mas nervioso todavía. Cuando su cabeza se ha puesto de un rojo intenso gracias al esfuerzo ves como su mirada se funde otra vez con la rabia interior. Me han mandado eso. Las palabras salen como balas entre sus dientes mientras señala una excursión que comienza a entrar en el casino.

Apoyado sobre la barra Kroetsch observaba como su amigo se peleaba con aquel trozo de tela que antes había sido una pajarita, no entendía porque no se compraba una de esas que ya venían hechas, Nikola nunca conseguía que quedara bien el nudo pese a los meses que llevaba usándolas. Antes de que destrozase la pajarita y acabara tirándola, Robert se la quitó de las manos y con más tino y tranquilidad rehizo el nudo. - A ver cuando aprendes, no me extraña que tu madre siempre te llamara inútil, ahora pienso que tiene razón.- Sonriendo le tendió la pajarita, no quería haber bebido nada, pero una copa tampoco era grave, más si era un buen vodka frío.

Siguiendo el gesto del jefe de seguridad, el profesor descubre un extraño grupo, extraño y llamativo, sobretodo esto último, pues varios tipos enormes seguimos de otros tanto moscones irrumpen en el casino. Le cuesta reaccionar ante aquello, sorprendido no puede dejar de mirar aquellas moles humanas mientras una sonrisa y una carcajada comienza a formarse en su interior.

Nikola seguía perdido entre aquellos gigantescos sumos a pesar de encontrarse a tu lado en la barra. La mano que reposaba en la barra se fue cerrando en un puño tenso y blanco que indicaba que la sangre no llegaba correctamente a la punta de los dedos gracias a la presión. Cuando le dijiste lo de inútil fue como si lo despertases de un mal sueño. Por lo menos yo se quien es mi madre... con una sonrisa coge la pajarita y se la coloca en su sitio con cuidado de no deshacerla.
El camarero aparece como una sombra sutil y silenciosa y os deja en dos elegantes posavasos dos gruesos cristales que contienen vodka de la mejor calidad y un cuenco en medio con pepinillos. Para los señores. Después se esfuma yendo a atender otros clientes menos afiliados al Mandalay que vosotros.

Nikola casi vacía su vaso de un trago pero ves como se contiene para alargar la charla contigo un poco mas, han esperado hasta hoy para decirme que esos gordos venían a un combate. Coge uno de los pepinillos y comienza a saborearlo tranquilamente Ahora los periodistas no dejaran de colarse en el casino persiguiéndoles, las camareras y las putas igual detrás del dinero y sus culos gordos. Coge una servilleta y se limpia las puntas de los dedos y yo detrás de todos intentando que a los bebes no les pase nada mientras están lejos de china town.

La "excursión" como la ha denominado Nikola es un grupo bastante amplio de fornidos japoneses con grandes moños en el pelo que se pasean por la sala del casino observando las luces y las maquinas con los ojos desorbitados. A pesar de ser extranjeros conocen las costumbres mas rudimentarias de nuestro país y han optado por vestir con enromes trajes de noche de pantalón y chaqueta oscuros.

Empiezan a desperdigarse por la sala unos hacia las luces de las maquinas tragaperras, otros hacia las mesas de la ruleta y unos pocos hacia mesas de juego de cartas. Lo malo para ti es que como ha advertido Nikola una maraña de gente se arremolina entorno suyo, chicas deseándoles buena suerte, y otros tipejos mas indeseables que harán que tus ojos no descansen un momento de las pantallas.

Robert tratando de no reirse dió un nuevo sorbo al vaso de bodka y comió uno de los pepinillos, el trabajo de niñera era uno de las obligaciones de su amigo, aunque prefería no tener que hacerlo cuando le tocaba siempre se ponía de un humor de perros. - No creo que sea tan malo, seguro que puedes enseñarles como disfrutar de su estancia aquí sin meterse en problemas.

Por lo poco que sabía sobre aquellos luchadores, en su país eran tratados como grandes señores, aunque eran menos caprichosos de lo que podía pensarse. - Te darán menos problemas que cuando tuvimos el combate de boxeo entre De la Hoya y Maywater.

Por unos instantes ves como Nikola se relaja y su enorme pecho se agita compulsivamente hasta que estalla en una risotada algo gutural. De la Hoya y Maywater, casi me había olvidado de ese par de hijos de puta...menos mal que soy como el sargento de hierro y podía turbarles de un pellizco a cada uno. Al nombrar al sargento de hierro recordaste la de veces que tenia que haber visto ese hombre la película, es cierto que era un papel incomparable el que hacia Clint Eastwood en ese film, pero no para verlo mínimo 100 veces como había hecho Nikola.

Iré a ver si puedo agarrarles un poco de la oreja...¿nos vemos luego? cogió el vaso en el que quedaba a penas un resquicio de vodka y lo apuró con rapidez inclinando el codo. Después cogió unos cuantos pepinillos y se los coloco en la palma de la mano como si fuese un cuenco. Mientras masticaba uno te pregunto por cierto...¿vas a querer ir al combate? metió la mano que no tenia los pepinillos en la chaqueta y saco dos entradas toma invita por una vez a una mujer guapa para que te acompañe, no me decepciones. Mientras masticaba otro pepinillo y observaba la sala de juego con aire marcial se volvió de nuevo hacia ti No me decepciones esta vez, o comienzas a frecuentar faldas o me mudaré de piso por miedo a la ducha. Esperaba tranquilo pero firme, en posición de descanso militar que terminases la copa para volver a su puesto.